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Cafeto de Oro

lunes, 4 de abril de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

El 14 de este mes cumple la ciudad de Armenia (Quindío) 121 años de vida. Para conmemorar el aniversario, la administración municipal ha programado diversos actos de tipo popular y cultural. Y otorga la condecoración conocida con el nombre de Cafeteo de Oro, con la que estimula el mérito de personas que hayan sobresalido en diferentes campos de la creación artística.

Este año tuve la sorpresa y el inmenso honor de ser distinguido con el Cafeto de Oro en la categoría de Literatura. Ante la imposibilidad que se me ha presentado para viajar al Quindío a recibir el preciado galardón, he dirigido al director de la Corporación de Cultura y Turismo, señor Manuel Gonzalo Sabogal Restrepo, la siguiente comunicación que deseo hacer pública como homenaje a la ciudad de Armenia:

«Acabo de enterarme, por su amable carta, del alto honor que me confiere la Alcaldía de Armenia al otorgarme la condecoración Cafeto de Oro en la categoría de Literatura. Qué grato me sería  concurrir en persona, el 11 de este mes, a recibir la presea en la ceremonia que se llevará a cabo en la antigua Estación del Ferrocarril, convertida en floreciente centro cultural. Deploro, con hondo pesar, que no me sea posible cumplir dicho propósito, en razón de un compromiso ineludible que tengo contraído para la misma fecha.

«Pidiéndole disculpar mi ausencia del acto, le ruego transmitir mi sentida gratitud a la señora alcaldesa, doctora Ana María Arango de Londoño, y a la Junta Directiva de la Corporación, por escoger mi nombre para tan señalado honor.

«Me siento muy honrado por esta distinción, al provenir de una ciudad y de una región tan ligadas a mis afectos. Esta deferencia tiene mucho más significado por el hecho de mi actual distancia geográfica, luego de 15 años de residencia en la región.

«Recuerdo con emoción que en el Quindío inicié mi carrera de escritor y periodista en los años 70 del siglo pasado, y allí publiqué los primeros cuatro libros de mi obra literaria. Numerosos artículos publicados en aquella época en los diarios El Espectador y La Patria, que están en proceso de inclusión en mi página web, dan cuenta de mi fervor por la comarca quindiana y su gente.

«Años más tarde, ya distante del Quindío, publiqué en Bogotá la novela La noche de Zamira, una estampa sobre el café y los reveses sociales causados por las bonanzas del grano en años críticos que nadie olvida. En 1998, esta novela fue presentada en la Universidad del Quindío por Laura Victoria Gallego, directora del Instituto de Bellas Artes del centro universitario.

«Con esto quiero significar que mis nexos espirituales con la región se han mantenido intactos a lo largo del tiempo. Ahora mismo, publico frecuentes columnas en La Crónica del Quindío.

«Nada tan grato y enaltecedor para mi familia y para mí que recibir la expresión de aprecio y reconocimiento que nos tributa la ciudad de Armenia en su fecha aniversaria. Mil y mil gracias por su generosidad».

El Espectador, Bogotá, 8 de octubre de 2010.
Crónica del Quindío, Armenia, 9 de octubre de 2010.
Eje 21, Manizales, 9 de octubre de 2010.

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Comentarios:

Con satisfacción leí, en la época de tu estadía en Armenia, varios de tus formidables escritos en El Espectador y en La Patria. Luego tus libros Destinos Cruzados, El sapo burlón y otros.  También, hace pocos años, aquí en Bogotá, disfruté la lectura de La  noche de Zamira. El Cafeto de Oro es, por tanto, un justo homenaje a tu vida de escritor, que enorgullece al Quindío. Bien sabes que allá te apreciamos como un gran valor de la quindianidad, y que dejaste honda e imborrable huella en nuestra región. César Hoyos Salazar, Bogotá.

Nada más justo que la condecoración que te ha sido  otorgada. Te conocí en Armenia y desde esos ya lejanos tiempos has sido un campanero intelectual de agudos timbres, siempre atento al discurrir de tu tierra adoptiva, el Quindío. Pero yo creo que no solo se exalta al querendón de esa tierra, sino al veterano e incansable escritor y columnista, que con castigado estilo ha obtenido un sitial de honor en las letras colombianas. Augusto León Restrepo, Bogotá.

Me congratulo sinceramente con esa distinción que es un reconocimiento a tu sentido de pertenencia, durante el tiempo de duración en una tierra que te vio crecer en las letras. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Es un honor muy grande esa condecoración y tú te la mereces por todo el trabajo que has venido realizando en nombre de la literatura colombiana y de todos sus escritores. Milcíades Arévalo, Revista Puesto de Combate, Bogotá.

Muy justa y merecida la condecoración, pues nadie como tú ha querido y escrito tanto sobre tu tierruca adoptiva. Hernando García Mejía, Medellín.

Cuando comencé a leer tu nota empecé a prepararme para ir a acompañarte a Armenia, pero más adelante dijiste que no podrías asistir a recibir el galardón literario, por compromisos previos. De todas maneras, mil felicitaciones y un abrazo. José Jaramillo Mejía, Manizales.

No creo que haya un escritor en Armenia con esa obra tan prolífica, donde se cubren tantos temas, y donde el estilo y la manera de manejar el idioma hacen la lectura muy agradable. Fabiola Páez Silva, Bogotá.

Hace muchos años me contaron la historia de una carga de paquetes de café que se  había regalado a un colombiano, aquí en Holanda. Como nadie se puede beber toda una carga de café, la persona procedió a regalar paqueticos a quien se apareciera. Luego de un tiempo, el donante preguntó por lo del café, y recibió esta respuesta: “Muy rico, muchas gracias”. Pero el donante insistió: «¿No encontró nada especial en él?». “Muy bueno, sabroso, el mejor café del mundo”, contestó el otro. Entonces el donante le contó que en la carga de café había un grano de café de oro. Ahora, a usted no le regalaron un grano de café, sino todo un Cafeto de Oro. Loretta van Iterson, Ámsterdam.

Sigo leyendo tus columnas con deleite intelectual. Tu estilo y reflexiones son de fecunda pluma brillante. De ahí que no me sorprendió que te hubieran  dado el Cafeto de Oro. Te lo mereces. Admiro  tus libros sobre Laura Victoria y Germán Pardo García.  Ramiro Lagos, Greensbore –USA–.

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