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Ciudadela del ciego

domingo, 2 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

He salido reconfortado después de conocer las cinco casas que gracias a la iniciativa del Club de Leones se levan­tan en céntrico lugar de Armenia para conformar la ciudadela del ciego. Me ha llevado a inspeccionarlas Ernesto López Reina, entusiasta impulsor de los programas leonísticos y que se siente, al igual que sus compañe­ros de faenas, comprometido con la suerte de los ciegos. Hermoso cometi­do el de esta asociación preocupada en forma tan evidente por el destino de los habitantes de ese inmenso mundo sin luz del que muy pocos se acuerdan.

Dispersas en distintos sitios, muchas familias padecen las penurias de una existencia degradante, agobiadas por el infortunio de un vivir angustioso. Son, en la mayoría de los casos, muy precarias las defensas de estos núcleos de población que deben encararse a la lucha diaria en condiciones muy disparejas, e infrahumanas las más de las veces.

Mientras recorro con Ernesto los cimientos de esta ciudadela que ya comienza a perfilarse como un positivo aporte para lo que deberá ser el hogar del mañana de no pocos infortunados, sé que el Club de Leones tiene entre sus primordiales preocupaciones la de rescatar del olvido y de la indigen­cia a estos huérfanos de la sociedad.

Viene la entidad trabajando desde años atrás por propiciar medios de subsistencia más decorosos para los ciegos y sus familias y por aliviarles la carga de su duro recorrido por la vida.

Pocas adversidades tan inclementes como la de estos inválidos, verdaderos desposeídos de la fortuna. Representan un mundo oculto, casi que invisible, como sus propias dramáticas existen­cias, y poca es la atención que se les dispensa, quizá porque salen a relucir menos sus vendas sociales.

En terreno cedido por el Instituto de Crédito Territorial se inició la cons­trucción de las cinco casas para alber­gar a otras tantas familias. Las obras se encuentran bastante adelantadas, gra­cias, en primer lugar, al desvelo que ha tenido el Club de Leones, y luego al apoyo recibido de personas y entida­des que han hecho posible, de variadas maneras, el desarrollo inicial del plan. Pero se requiere mayor respaldo para que las construcciones no queden trun­cas en mitad del camino. Lamentable sería que estas tuvieran que suspender­se o que perdieran su ritmo actual an­te la escasez de recursos.

Se proseguirá después el segundo tramo. Debe esperarse que en un fu­turo no lejano se afianzará la obra, que si ahora parece apenas un empeño a medias, con el correr de los días sería una de las demostraciones de mayor contenido social de Armenia.

Meritoria labor la de este grupo de damas y caballeros unidos en el propósito común de practicar la verdadera caridad cristiana llevando consuelo a las familias agobiadas por los avatares del destino. El Club de Leones ha puesto la primera piedra, pero requiere el concurso ciudadano para que la obra cubra, al máximo, su auténtica dimen­sión.

La Patria, Manizales, 21-IX-1975.

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