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Un ministro quindiano

lunes, 17 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

El nombre de un ministro se une a la región de donde es oriundo. Son raíces indisolubles que se convierten en tarjeta de identidad social. Un ministro, por eso, constituye la vocería más natural de la periferia ante el alto Gobierno. Las regiones se sienten bien o mal representadas en la medida como sus dirigentes tengan acertado o me­diocre desempeño en la vida pública.

El Quindío, con el nombramiento del doctor Hugo Palacios Mejía como mi­nistro de Hacienda, experimentó la sensación de un honor bien discernido. Como hijo dilecto de la provincia a la que ha servido y ha honrado desde distintas posiciones, su investidura ministerial significa una bandera quindiana.

Al recibir la voz de aplauso que hoy se le dispensa por su ascendente carrera, es también un re­conocimiento que se tributa a su tierra natal, uno de los territorios más positivos y más forjadores del progreso colombiano.

Hombre de derecho y de sólida formación en economía, se ha especia­lizado en el conocimiento del país. Es un estudioso de los problemas sociales y económicos, los que ha sabido inter­pretar, de manera objetiva y con cri­terio especializado, desde la cátedra universitaria y a través de su expe­riencia en foros nacionales e interna­cionales y en importantes cargos.

Se le recuerda, siendo parlamenta­rio de la pasada legislatura, como uno de los más serios y ponderados autores de iniciativas, muchas de ellas con­vertidas en leyes de la República, y como permanente censor de los vicios públicos. Allí dio ejemplo de puntuali­dad y rendimiento y además sobresalió por la claridad y la profundidad de sus tesis. La política la entiende y la prac­tica en grande.

Ha sido además viceministro de Hacienda, presidente de la junta di­rectiva del Banco Popular, miembro del Banco Interamericano de Desarrollo, presidente del Centro, de Estudios Colombianos. Y desde comienzos del actual Gobierno, gerente del Banco de la República, posición desde la que ha intervenido en los principales orga­nismos de planeación financiera.

Toda una demostración de disciplinas y ca­pacidades que hoy, al enfrentar el reto de la cartera más compleja y la más importante en el actual momento de crisis por que atraviesa el país, le hará superar con suerte, como lo es­peramos y se lo deseamos, los apremios de la hora.

En el Quindío lo vimos haciendo po­lítica limpia y jamás se le conocieron triquiñuelas ni actos soterrados. Posee el sentido del decoro y la moral y condena, por eso, los desvíos del poder. Entra ahora a vigilar una serie de organismos vitales en la estructura fi­nanciera del país, donde tendrá oportunidad de aplicar sus principios. Es mucho lo que se espera de su gestión. Como gerente del Banco de la Repú­blica deja para Armenia y la nación una obra admirable con el Parque Museo Quimbaya, cuya financiación, que su­pera los trescientos millones de pesos, se encuentra ya presupuestada y en marcha. La hizo en silencio y sin alar­des, y sobre ella no se ha tomado todavía cabal cuenta.

Es, sin duda, un mensaje elocuente a su tierra sobre el significado de las empresas positivas.

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El primer ministro quindiano, en la cartera de Desarrollo Económico, fue Diego Moreno Jaramillo, otra promi­nente figura de la zona cafetera. Ahora, con este segundo ministerio de Hugo Palacios Mejía, se deja constancia de que el Quindío está presente en las grandes decisiones nacionales.

Saber conciliar la cuota de los impuestos para el pueblo agobiado y confuso, que sin embargo confía en la ejecución de nuevos programas sociales, no es tarea fácil. Del desarrollo estratégico y prudente de la acción ministerial del vocero quindiano, que sin duda cum­plirá con equilibrio y sindéresis, de­pende mucho la paz social que anuncia el Gobierno para el año final de su mandato.

El Espectador, Bogotá, 10-X-1985.

 

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