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Cadena de errores y de dolores

Por: Gustavo Páez Escobar

Categórico el análisis que hace Cecilia Orozco, defensora del lector de El Tiempo, sobre los errores cometidos por el diario al difundir la noticia infundada sobre la muerte del general Gabriel París Gordillo, presidente de la Junta Militar que en 1957 remplazó al general Gustavo Rojas Pinilla. A raíz de esa serie de equivocaciones, esta columna se pronunció con el artículo “La muerte del general París” (edición virtual de El Espectador, 30-VI-2005).

A la crítica que formulé en torno al delicado asunto, se sumaron diferentes mensajes recibidos por la periodista Orozco, según lo manifiesta en su columna, lo mismo que varios mensajes que lectores de mi artículo me hicieron llegar. No era para menos, tratándose de un error garrafal que se deslizó sin ningún obstáculo, por falta de control del periódico, y, que fuera del impacto social que produjo en el país, causó malestar y dolor en la familia del general.

Dice la defensora del lector que, al averiguar qué había ocurrido, se encontró con que la autora era “una reportera experta en trabajos espinosos”, que en otras ocasiones había presentado sus trabajos sin la menor objeción. Pero esta vez falló, y de manera grave. Manifiesta la reportera que por aquellos días pensaba tener una entrevista con el general París, y que una fuente la llamó a informarle que el general había fallecido. Así soltó la información, dando cuenta de la fecha y el lugar de las exequias, e incluso de la presencia del presidente Uribe.

Sin embargo, el muerto era el general Abraham Varón Valencia, ministro de Defensa en el gobierno de López Michelsen. La falla de la reportera consistió en no verificar la información. “Los rumores no son noticia”, dice el Manual de Redacción de El Tiempo, regla de oro que debe cumplirse en el periodismo. Además, la reportera de marras cometió  otro error, repetido por esta columna, al manifestar que no quedaba ningún sobreviviente de la Junta Militar, cuando en Cali reside hoy el general Deogracias Fonseca Espinosa, con 97 años de edad.

Nadie está exento de cometer errores, pero en caso tan destacado y de fácil comprobación como el que se comenta, a la periodista se le fueron las luces y dejó de ser la hábil reportera para “trabajos espinosos”, como la califica la defensora de los lectores. La noticia ocasionó un fuerte malestar en la familia del general París, y sobre todo trajo confusión y pena a una hija y a una hermana suyas. Aunque al día siguiente El Tiempo hizo la rectificación, ésta no tuvo el despliegue que merecía, ni a la familia se ofrecieron palabras de reparación por el daño ocasionado.

De este episodio debe quedar una clara lección sobre el rigor con que debe manejarse el oficio periodístico. La columna de Cecilia Orozco marca en este sentido tres pasos fundamentales (que ojalá siguieran todos los periodistas), y concluye con esta valiosa recomendación: “Si uno se equivoca, lo peor es evitar el tema. La mejor forma de salir airosos del apuro es reconocer con grandeza el error y guardar en la memoria –para no fallar de nuevo– el descuido que nos hizo caer en la trampa”.

* * * *

Como corolario de este “espinoso” y amargo tema, publico el mensaje que me llegó de Bucaramanga, de un sobrino del general París:

“Lo que usted dice es cierto: ni le dieron a la noticia la dimensión que merecía, ni la corrigieron con la misma fuerza. Tan cierto es esto, que cuando me comuniqué telefónicamente con él (el general París), me dijo que lo grave de este asunto no era que lo hubieran matado, sino que no lo habían revivido. Ni siquiera se enteró del reportaje del lunes siguiente en el que notificaban su supervivencia. Ni una nota de excusa… nada.

“A mí, además de haberme dañado el sueño –pues mi mamá me llamó muy a las cinco a.m. a darme la terrible noticia–, por poco me hacen abordar un avión hasta Bogotá. A Dios gracias la roña me ganó y en mi casa alcanzaron a comunicarse con Flandes para corroborar la situación. ¿Puede creer que hasta de la Oficina de Protocolo de la Presidencia llamaron a mamá para preguntar si la noticia era cierta, pues el presidente Uribe estaba preocupadísimo y necesitaba saber los detalles de la situación?

“… y no me voy sin rectificarle otro error que apareció en El Tiempo y usted lo recogió: mi tío Gabriel no es el único superviviente de la Junta Militar. Reside en Cali el general Deogracias Fonseca Espinosa, con 97 años cumplidos (es el ex presidente más longevo de la Historia de Colombia). Henrique Gómez París, director de Desarrollo Económico, Gobernación de Santander”.

El Espectador, Bogotá, 14 de julio de 2005. 

Gustavo Paéz Escobar © 2009