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Contextos de Forero Benavides 

Por: Gustavo Páez Escobar

Abelardo Forero Benavides nació en Facatativá el 5 de junio de 1912 y murió en Bogotá, a los 91 años de edad, el 25 de noviembre de 2003. Cumplió un brillante desempeño como historiador, ensayista, periodista, catedrático, político, parlamentario, diplomático. Manejaba una prosa castiza que hizo más fulgentes, a través de sus numerosos escritos, la claridad de las ideas y la donosura y concisión del lenguaje.

Su dedicación inicial a la política lo llevó a corta edad -antes de los 30 años- a ocupar el Ministerio de Trabajo en el gobierno de López Pumarejo. Durante largo tiempo fue columnista de la revista “Sábado” y de otras publicaciones, donde dejó rastros por la profundidad de los escritos y su cultura universal. Se alejó de la política desde los inicios del Frente Nacional, luego de ser embajador en Buenos Aires durante el gobierno de Rojas Pinilla. Su adhesión invariable al régimen militar, incluso en los peores momentos de crisis democrática del país, no fue bien vista por su partido, pero él se mantuvo fiel a sus ideas. En los últimos años estaba dedicado, con ardorosa y total entrega, a la Historia y la cátedra universitaria.

El país culto lamentó la clausura del programa de televisión que sobre asuntos históricos mantuvo con Ramón de Zubiría, con quien durante varios años desarrolló un ameno y erudito diálogo sobre las más complicadas materias. La muerte de Zubiría en 1995 le trajo profundo abatimiento, y el programa perdió vigor. Su cátedra de Historia en la Universidad de los Andes, que atendió hasta el final de su vida, representaba un espectáculo de la inteligencia, la sabiduría y la capacidad de análisis.

Estas propiedades exhibidas en la cátedra docente tomaban mayor vuelo con sus formidables dotes oratorias, que durante su ejercicio parlamentario habían dejado honda huella en el Congreso de la República. Nunca la edad fue óbice para sentirse jubilado. En su gozosa relación con las juventudes universitarias no se consideraba un maestro sino un muchacho más. Se divertía con los estudiantes y les transmitía la gracia y la lozanía de su mente juvenil.

Hoy vengo a leer, tras su deceso, el libro “Contextos”, que le publicó en 1978 el Instituto Colombiano de Cultura, obra de 558 páginas en formato grande, que recoge su pensamiento ilustrado en temas diversos, como la época de los ‘hippies’, la guerra en el Vietnam, el teatro del absurdo, los futurólogos, los Estados Unidos, la América del Sur y variados enfoques sobre Francia, China, Alemania, Checoeslovaquia y el Cercano Oriente. Hay libros admirables, como el que aquí se comenta, que duermen durante décadas en el abrigo de las bibliotecas y de pronto adquieren actualidad en momentos especiales, como la muerte del autor. Lo cual indica que la lectura es un placer diferido y siempre grato, y que el libro nunca muere.

Tal vez la mayor virtud de Forero Benavides como escritor y ensayista es el de la brevedad. Luminosa brevedad que permite transitar con agrado por los caminos que él dejó construidos, donde trata las cuestiones más diversas, desde lo elemental hasta lo especializado. Al mencionar las 558 páginas de su libro, cualquiera podría pensar en textos pesados y farragosos, como es el vicio de tanto escritor, y sucede que en “Contextos” se agrupan alrededor de 180 temas ágiles (un promedio de tres páginas por ensayo), convertidos en miradas certeras al mundo. 

Estos atisbos sobre el proceso de la humanidad no han perdido vigencia en los 26 años transcurridos y se leen como el testimonio vivo de una mente analítica que escribió para el futuro. Forero Benavides cuenta la historia en presente, como si estuviera sucediendo hoy (esa es la maravilla del pasado histórico bien escrito), lo que la hace más atractiva y real. Los conflictos de las guerras y de las naciones se presentan con tal poder de frescura, que es como si los viéramos rodando en los propios días de su aparición en la faz del mundo. Pero no es un simple narrador de acontecimientos, sino un testigo y un crítico exigente del tiempo.

Fenómenos como el de los ‘hippies’ y la televisión, que ayer fueron noticia y hoy se volvieron costumbre, son tratados con agudos enfoques sobre los efectos buenos y dañinos que esos sucesos le trajeron al mundo contemporáneo. Una serie de reflexiones sobre el teatro del absurdo lo llevan a enjuiciar el género como una distorsión loca de la vida, manejado con más ingredientes de tragedia que de burla. Se adentra en la vida de los maestros de este arte y saca conclusiones novedosas, que revelan los grados de neurastenia, arrogancia, tristeza y complejos que padecían, para hacer notar que sus creaciones son el eco de sus propias almas perturbadas.

La obra de Forero Benavides es extensa y perdurable. De su pasión por la Historia nacieron no pocos libros sobre hechos domésticos y mundiales, y quedan como selecto material de estudio en universidades y centros académicos. Con su muerte se cierra una página respetable del pensamiento colombiano. Por encima de circunstanciales confusiones políticas prevaleció siempre el intelectual.

El Espectador, Bogotá, 12 de febrero de 2004. 

Gustavo Paéz Escobar © 2009