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Cuestiones idiomáticas (2)

miércoles, 11 de enero de 2012

Hobby

(El Espectador, 27-VI-1996)

Gonzalo Mallarino, en su artículo Los caballitos de batalla y la vejez, se recrea con la palabra hobby, que no ha ingresado aún al Diccionario Mayor. Por ser un extranjerismo de la lengua inglesa, Mallarino escribe el plural: hobbies. Sin embargo, tratándose de palabra de uso corriente en nuestro idioma desde hace mucho tiempo, cabe pensar que la Real Academia se encuentra en mora de ingresarla al Diccionario. Siendo el habla común la que sanciona los nuevos vocablos, en este caso evidente podemos castellanizar el hobby, sin temor, y asignarle el plural de nuestra propia lengua: hobbys (lo mismo que el de brandy es brandys, y el de whisky, whiskys).

Manuel Seco, en la última edición de su Diccionario de Dudas, manifiesta lo siguiente sobre el término hobby: «Es palabra inglesa que en español se usa como nombre masculino, se pronuncia corrientemente /jóbi/, y se le da el plural hobbys (el plural inglés es hobbies). Como es voz útil y frecuente en nuestro idioma, el lingüista colombiano Luis Flórez propuso, con acierto, que se españolizase en la forma jobi”. Gustavo Páez Escobar. 

Fe de erratas

(El Espectador, 25-IX-1996)

El lunes amanecieron alborotados los duendes del computa­dor, y por eso en la edición de ayer se fueron los siguientes erro­res, por los cuales ofrecemos disculpas:

A Rocío Vélez de Piedrahíta se le rebeló una poetiza, que cambió la ese por la zeta.

En la columna de Cristo García Tapia hubo varios resbalo­nes: a don Alonso Quijano le cambiaron el apellido por Quijana; la congrúa subsistencia, con tilde, hiere el oído; a Faulkner le encimaron una i: Faulkiner; la tilde que sobra en le hace falta a qué: «Que un escritor no tenga nada qué decir»… «no habiendo nada más qué decir» (hay que diferenciar el que relativo del qué interrogativo).

La página del Jet Set registra el matrimonio de John Kennedy como una boda al escondido. Lo correcto es a escondidas, locu­ción adverbial que significa sin ser visto.

Además, en el Jet Set se publicó una foto sobre las damas ho­menajeadas por la Liga Contra el Cáncer y en ella se reseñó a do­ña Ana María de Busquets Cano, cuando en realidad es doña Ana María Busquets de Cano.

A don Gustavo Páez Escobar le agradecemos que nos hubiera hecho caer en la cuenta de la mayoría de estos errores.

Visconversa

(El Espectador, 27-X-1996)

En la edición del 16 de octubre, en Día a día, se habla de la visconversa. Fea palabra. Aparte de fea, no figura en los diccionarios. Sin darnos cuenta, en el habla culta se en­trometen vocablos que no son de grato sabor.

En la sección Así va el mundo, que a veces se inserta en la página editorial, desplazando a columnistas de opinión, el titular del despacho internacional habla de la hor­miga que agrede a otros animales. Agredir es verbo defectivo que sólo se usa en las formas que tienen en su desinencia la vocal i: agredí, agredía, agrediré. Gustavo Páez Escobar.

N. de R. Nuestro cordial amigo, si que también atildado columnista, califica de fea la expresión visconversa, que aun cuando no tiene estirpe académica ni figura en el Diccionario de la Lengua, mucho se usa. No olvidemos que el señor Miguel de Unamuno decía que al idioma hay que dejarlo correr, como el agua, sin obstáculos. Las palabras, las expresiones, no son como las reinas de la belleza. Hay que ir a su íntima significancia. Gracias por su colaboración.

(Han pasado 14 años desde la anotación anterior –estamos en julio de 2011– y el término visconversa no ha ingresado al Diccionario de la lengua española, ni al Diccionario panhispánico de dudas. GPE)

El hacha

(El Espectador, 2-XI-1996)

Perdonen mi intromisión, pero voy a señalar un error en edición de la semana pasada: en uno de los Microlingotes se lee: La hacha también es muda. Lo correcto es el hacha. Aunque el sustantivo es femenino, la regla gramatical establece, por razón de eufonía, el uso del artículo en masculino (el, un) cuando la primera sílaba del sustantivo femenino empieza por a o por ha acen­tuadas: el agua, el águila, el hacha. Una de las pocas excepciones es la del nom­bre de las letras: la a, la hache. Caprichos del idioma: es correcto la hache e in­correcto la hacha. Gustavo Páez Escobar.

Fe de erratas

(El Espectador, 9-XI-1996)

Recibimos la siguiente misiva de nuestro colaborador Gustavo Páez Escobar, sobre dos errores ortográficos en nuestra sección editorial, por lo que ofrecemos disculpas a nuestros lectores con el compromiso de que en lo posible no volverá a suceder:

«La letra h amaneció hoy (ayer) domingo haciendo travesuras por los predios de los directores, con el ojo permisivo del corrector. Vea­mos: (renglón 13)… ‘porque ha ambos parece’… Aquí hay que fusilar la h.

Nunca en domingo: (renglón 44)… ‘los colombianos, ¿ha?’… Aquí hay que invertir la h: ¿ah? Sobre el vocablo ha, dice Manuel Seco: ‘En el Dic­cionario de la Academia se registra también la grafía ha, pero no se ad­vierte que tal grafía es anticuada y hoy no se admite. Y Femando Co­rripio: ´Forma del verbo haber (llegó ha tiempo); no debe confundirse con la interjección ¡ah!».  Gustavo Páez Escobar.

¿Los Cano o los Canos?

(El Espectador, 23-III-1997)

En mi concepto, ambas expresiones son correctas, según como se usen. Pero Sófocles es de otra opinión, y así lo manifiesta: «Eso de usar los apellidos en singular con artículo plural es una ventolera nueva que, en mi modesta opinión, aparece después de la invasión de películas gringas en nuestra televisión: los Clinton, los Turner, etc.«.

Por lo tanto, Sófocles no está de acuerdo con la siguiente norma del Manual de Redacción de El Tiempo: «Los apellidos hacen el plural con la s final cuando se hace referencia a una dinastía (los Capetos, los Estuardos) o cuando se quiere referir a los que tengan o hayan tenido ese apellido (los Garcías de Colombia son millones). Pero si la referencia se limita a los miembros de una familia, el apellido irá en singular (los Pastrana están metidos en política desde 1950)».

Con perdón de Sófocles, creo que la costumbre –la gran maestra del idioma– tiene establecida desde mucho tiempo atrás la regla fijada por El Tiempo. En la obra La fuerza de las palabras, del Reader’s Digest (1977), se dice que «los apellidos se usan siempre en la forma singular en el trato diario, y los plurales han quedado relegados, si acaso, al lenguaje literario, o mejor dicho, sólo los vemos ya empleados en los autores clásicos. En la conversación se dice habitualmente: los García, los Varela, los Galindo». Gustavo Páez Escobar.

* * *

(El Espectador, 26-III-1997)

«Cómo así que los García que viven al frente de mi casa son en singular cuando los estoy contando a ellos cinco y en plural cuando termino de contar a todos los demás». Sófocles, El Espectador (93-03-18).

Aquí, que se disculpe otro porque de mi computador salió los Garcías. Aparezco cometiendo el pecado que critico. El columnista Gustavo Páez Escobar aportó un argumento a favor de la singularización de los apellidos basada en el libro La Fuerza de las Palabras, no desconocido por mí; sin embargo, el numeral 2.3.5.b) del Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, que no transcribo por falta de espacio, califica esa costumbre como impropiedad.

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(El Espectador, 8-V-1997)

Apoyado en Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, Sófocles insiste en su concepto de que los apellidos deben ir en plural para observar las reglas de la concordancia. La citada obra, que lleva más de veinte años de depuración, es todavía un proyecto de la Real Academia para una nueva edición de su gramática de la lengua española, y por consiguiente carece de validez normativa. El uso ha consagrado el singular de los apellidos, y así lo practican escritores de alta valía. En el lenguaje, todo es cuestión de costumbre y uso.

Afirma Azorín: «Todo es provisional en el idioma; todo es provisional en la gramática». Dice Manuel Seco: «El uso vacila entre la forma común del plural, que es la más castiza, y la forma invariable, censurada por los puristas, pero muy extendida hoy: los Madrazo, los Quintero, los Argensola». Fernando Corripio anota: «Está muy difundido el empleo de la forma invariable: los Trastamara, los Portocarrero». El filósofo español Salvador Fernández Ramírez tiene esta tesis desde 1951: “En el habla familiar suele ser más frecuente el uso de los plurales. Pero la lengua literaria tiende desde época reciente a suprimirlos». Gustavo Páez Escobar.

Payasesco

(El Espectador, 17-VI-1997)

Felicito al autor del artículo Teatro del Absurdo, acto sin palabras, por la siguiente frase: “Expresaron lo fundamental en tono payasesco y estridente”. La palabra payasesco no figura en los diccionarios (menos en el de la Real Academia) y es la primera vez que la leo. Bienvenida esta innovación de la lengua. Las terminaciones esco, esca se utilizan para formar adjetivos del sustantivo de donde provienen. De ahí burlesco, libresco, bufonesco, donjuanesco. Lo mismo que de payaso sale payasada, ¿por qué no admitir payasesco? Eduardo Caballero Calderón, genio del idioma, se hizo esta consideración: si de hablar sale habladuría, no hay razón para que no suceda lo mismo con pensar; y si de esta última palabra se desprende pensamiento, también es lógico que exista el hablamiento, gústeles o no a los académicos. Y escribió un gran libro: Hablamientos y pensadurías. Gustavo Páez Escobar.

(Pues no: a los académicos no les gusta (hasta hoy, julio de 2011) ni hablamiento, ni pensaduría, ni payasesco. No siempre la innovación lingüística, que es uno de los mayores avances del idioma, llega a esos ámbitos. GPE)

Espuria

 (Semana, Bogotá, 18 de junio de 2017)

En la edición n.º 1832, se dice en el artículo ‘Los bienes de las Farc en la mira’ (página 26): “…los bienes de esa guerrilla, que fueron adquiridos de manera espúrea…”. Lo correcto es espuria (que significa “falsa”, “bastarda”). Esta es una palabra traicionera del castellano, y en este error suelen incurrir incluso escritores de prestigio. Parece que quien así la escribe y la pronuncia pretende mostrarse culto, tal vez bajo el entendido de que es incorrecto decir ‘pior’, en lugar de ‘peor’. Es decir, la ‘i’ juega en este caso una mala pasada.

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