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Archivo para octubre, 2013

Poesía erótica

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En el reciente encuentro de escritores realizado en Calarcá, Ángel Castaño le preguntó a Piedad Bonnet su opinión sobre  el desarrollo en Colombia de la poesía amorosa y erótica, a lo cual ella respondió: “En el terreno de lo amoroso creo que tenemos cosas muy buenas, poemas y novelas, incluida la María. Creo, en cambio, que no tenemos obras eróticas verdaderamente buenas”.

Esto significa que Piedad Bonnet ignora la existencia de Laura Victoria, la pionera de este género en el país, cuyos versos estremecieron el alma  de los enamorados en los años 20 y 30 del siglo pasado. Tampoco, supongo, conoce a la caleña Margarita Gamboa (1899-1991), de quien en 1999 se publicó la antología Cien años de amor. Ni a la manizaleña Bertha López Giraldo, autora de Este es mi cuerpo, amor (1999).

Ante el brote lírico de Laura Victoria, el maestro Valencia le manifestó: “Recibió usted el don de la poesía en su forma la más auténtica, la más envidiable y la más pura”. Y Federico de Onís, uno de los críticos más notables de la literatura hispana, dijo: “Laura Victoria es una de las personalidades más salientes de Sudamérica. Su obra poética ha volado por todo el continente en alas de la fama. Hay en sus versos ardor de trópico y pureza de montañas”.

La sociedad colombiana de aquellas calendas se escandalizó con los poemas atrevidos de la joven y bella mujer, oriunda de Boyacá, que irrumpía en la capital del país con su delicada vena erótica, y que por supuesto causaba revuelo en esos tiempos mojigatos. El corazón del hombre es un cofre de emociones. La poesía de Laura Victoria era embeleso y llama que enternecía los deliquios de la pasión amorosa.

Las páginas de Cromos y El Tiempo se abrieron para Laura Victoria en forma permanente, y los lectores buscaban su palabra enamorada con la ansiedad que produce la chispa del sensualismo puro. Colombia vibraba con su magia poética, cuya voz llenaba el teatro Colón y otros escenarios del país y el exterior. Su poema En secreto la llevó a la cúspide de la gloria.

Su fama estuvo a la altura de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Delmira Agustini y Rosario Sansores. Ellas formaban el abanico de las grandes líricas latinoamericanas. Su primer libro, Llamas azules, le hizo conquistar los mejores elogios de la crítica. Sobre esta obra dijo Rafael Maya que era “el mejor libro publicado por mujer alguna en Colombia”. En 1937 fue la ganadora de los Juegos Florales, en competencia con Eduardo Carranza.

En 1939 se radicó con sus hijos en Méjico y allí permaneció por el resto de sus días, con eventuales venidas a Colombia. Murió en ese país en mayo de 2004. Ocho libros son de su autoría, entre ellos los siguientes de poesía: Llamas azules, Cráter sellado. Cuando florece el llanto, Crepúsculo y Los poemas del amor.

La lejanía hizo olvidar su nombre en Colombia. Yo busqué revivirlo con el texto biográfico Laura Victoria, sensual y mística (Academia Boyacense de Historia, 2003). Sus versos perennes, que no conoce Piedad Bonnet, la acreditan como la gran cantora del amor sensual.

El Espectador, Bogotá, 7-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 7-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 8-IX-2012.

* * *

Comentarios:

El artículo tiene toda la razón:  se ignora que Laura Victoria fue la iniciadora de la poesía erótica. Claro que sí. Se ignora también que el poeta costeño Rasch Isla escribió el libro más venusino de la poesía erótica de Colombia. Se ignora, igualmente, que yo escribí un libro lirico-pictórico con óleos sugerentes titulado  Frutologia de Eros. Hay que tener piedad con las Piedades por ciertos fallos informativos y otros deliberados. Ramiro Lagos, Greensboro, Estados Unidos.

Bella evocación de nuestra querida y admirada Laura Victoria, a quien tuve el gusto de llevarle a México su diploma de Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua. Maruja Vieira, Bogotá.

A pesar de manejar un erotismo elemental demasiado genitalista del cuerpo femenino, la poeta logró en algunas ocasiones evocaciones verdaderamente brillantes que iban al fondo del verdadero erotismo, más allá de la piel: «A pesar de no amarnos, en silencio se troncharon las manos, sin saber si acunábamos un sueño o era el sopor de algún amor lejano». Óscar Ágredo Piedrahíta, Cali.

Lo que no se entiende es el tono de reclamo del autor de este artículo, como si fuera menester de Piedad Bonnet conocer y gustarle lo que es del gusto del autor de esta columna. No obstante, no deja de ser refrescante que en un periódico de circulación nacional se escriba de estos temas tan ajenos a nuestros medios. Feliciano de Silva (correo a ElEspectador).

Qué maravilla esta columna sobre la poesía erótica y el nombre de Laura Victoria.  Ojalá la conozcan muchos de quienes ignoran la existencia no solo de ella, sino de otras mujeres que han tocado bellamente el erotismo en la poesía y son totalmente desconocidas o simplemente les duele nombrarlas. Inés Blanco, Bogotá.

Increíble la afirmación de Piedad Bonnet, pues se supone que es persona culta. Buena poesía erótica es la que abunda en nuestra literatura. ¿Qué tal  Rasch Isla?  ¿Y qué tal José Eustasio Rivera, Silva, Jorge Gaitán Durán? En mujeres están Laura Victoria, Meira Delmar, María Mercedes Carranza, entre otras.  A lo mejor, a Piedad Bonnet no le gusta esa poesía. Gustavo Valencia  G., Armenia.

Maravilloso el artículo, no por el hecho de citar uno de mis libros, sino por la valentía de decirle la verdad a una escritora «intocable». Hay personas que no reconocen los méritos de otras. Bertha López Giraldo, Milwaukee, Wisconsin.

Excelente comentario. Pontificar es un riesgo que corren quienes no han leído ni vivido lo suficiente. José Jaramillo Mejía, Manizales.

Muy bueno el artículo. Se olvidó mencionar a Beatriz Zuluaga. Augusto León Restrepo R., Bogotá. Respuesta: Claro que sí, y lo lamento. En Si preguntan por mí, Beatriz tiene poemas de marcada estirpe erótica. En el momento de escribir el artículo pensé en otros nombres de mujeres, y no me vinieron a la cabeza.  GPE

Con Laura Victoria hay un error: su poesía es amorosa, pero no es erótica. La poesía erótica es como la de Miguel Rasch Isla y como el soneto a las lesbianas de José Eustasio Rivera. La poesía de Laura Victoria es grandiosa. Sincera y profunda. El ensayo sobre ella de Páez Escobar es bueno, la enaltece con la verdad. Laura es de las mejores poetisas de Colombia y de Latinoamérica. Y el término poetisa es lindo. No necesita sino que la que lo lleve lo merezca. Piedad Bonett no lo merece, porque en sus versos no hay ni señas de poesía… Óscar Piedrahíta González, Crónicas de ocasión, La Crónica del Quindío, 18-IX-2012. (Primera noticia de que la poesía de Laura Victoria no es erótica. Fue la pionera de ese género en Colombia. Y fue reconocida como tal por los grandes críticos de la época, tanto de Colombia como del exterior. GPE)

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Debate ético

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Almacenes Éxito puso en su página web un aviso donde ofrecía, por 400.000 pesos, neveras cuyo precio era de cuatro millones. Para muchas personas esta oferta pasó inadvertida. Otras se apresuraron a adquirirlas, entre ellas varios empleados de Bancolombia. En este sector comenzó a crecer el rumor de que se trataba de una equivocación de la firma vendedora, y algunos de los beneficiados con la ganga animaron a sus compañeros para que aprovecharan la ocasión.

Días después, la firma descubrió el error cometido en la facturación del producto.  Entre tanto, los compradores ya tenían el electrodoméstico en sus domicilios. Fue entonces cuando el presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, se enteró de lo que él llamó “viveza” de los 40 empleados que habían adquirido la nevera. Y le escribió una carta al presidente del Éxito doliéndose de esta falta de ética. Una segunda carta la envió a los 23.000 empleados de Bancolombia reprochando el proceder deshonesto de quienes habían incurrido en dicha conducta.

Esta intervención llevó a la mayoría de empleados a devolver las neveras. Unos estaban arrepentidos del acto, mientras otros pensaban que habían procedido de buena fe, motivados por la oferta comercial, que hallron legítima. Numerosos lectores se mostraron inconformes, en correos dirigidos a El Tiempo y Portafolio, donde se publicó la noticia, por la actitud excedida del doctor Yepes al haber señalado como deshonesto a todo el grupo.

El caso se prestó para hacer representar en él, como presidente de Bancolombia, a todo el sistema bancario, cuyos excesos en los costos financieros, y la alarmante ola de fraudes cibernéticos que se hacen recaer sobre los usuarios a sabiendas de que estos no son los responsables, convierten a la banca en uno de los organismos más deshumanizados  del país. Se trata, según muchos de esos correos, de una doble moral.

De todas maneras, este capítulo controvertido da pie para acentuar los principios éticos que se han dejado perder. Virtudes como la honradez, el cumplimiento, la seriedad, el decoro andan de capa caída. En otro sentido, el abuso, el robo, el atropello, la explotación, la ventaja indebida se volvieron moneda corriente en nuestros días. Gobernantes, políticos, magistrados, empresarios, que deben ser las mayores guías morales de la sociedad, contribuyen con actos deshonestos o delincuenciales a que las costumbres se degeneren y la vida pública se pervierta.

En medio de la degradación moral a que ha llegado el país, tonifica el ánimo el hallar actitudes edificantes como las de varios taxistas que en distintas ciudades han devuelto dineros de consideración olvidados en sus carros por los usuarios del servicio. Ya se ve que la ética tiene varias caras. La ética es un valor subjetivo. O dicho de otra manera, no todo lo que brilla es oro.

El Espectador, Bogotá, 31-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 1-IX-2012.

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Comentarios:

Lo ético es asumir los errores. El Éxito ofrece al público un objeto en promoción y en razón del precio anunciado Pablo lo compra. Pablo no es responsable si el Éxito cometió un error. El Éxito tiene la obligación de entregárselo por el precio ofrecido. En Francia, Carrefour se equivocó con los precios de unos vinos de reserva, ofrecidos a 12 euros y que costaban 70. Tuvo que entregarlos por el precio fijado. Después corrigieron el error y los clientes posteriores pagaron el precio real. Es la ley. secartonpiedra (correo a ElEspectador).

Simplemente es un negocio. Un gran almacén ofertó un producto y la gente lo compró. Se pudo pensar que era un gancho comercial del oferente. Una pequeña gabela  de un pulpo para su clientela. No se nos olvide el manejo que le da el Éxito a muchos de sus proveedores y cómo los presiona en el momento de cualquier negociación. Lo que no tiene sentido es que el gerente de Bancolombia entre a presionar a sus trabajadores para que regresen el producto. Él sabía que  su banco cobraba unos precios muy elevados por las transacciones bancarias, y se las cobraba a una buena cantidad de obreros colombianos, muchos de ellos de salario mínimo, que se ven obligados a tener cuenta en su banco,  y ahí sí no dice nada don moralista. Luis Carlos Jiménez A.

Marcado un precio por un almacén serio, ese ente debe honrar lo anunciado. Por supuesto que si los auditores encuentran un error, este se debe corregir, y desde ese momento rige lo enmendado. Las promociones son en esencia eso, un error —consciente o consentido— respecto al precio de una mercancía, la cual mantendrá ese estatus hasta que se anuncie la caducidad. usacabeza (correo a El Espectador).

¿Cómo es posible que USA con 250 millones de habitantes tenga menos fraudes bancarios que Colombia que tiene 45 millones de habitantes? Porque en USA los bancos tienen que responder por todos los fraudes. En Colombia se acabará tanto fraude bancario el día que el gobierno obligue a los bancos a responder. Lira (correo a El Espectador).

¿Qué tal? Un banquero, sinónimo de usura, hablando de ética. Los principales responsables de la ruina de muchos ciudadanos son los bancos. O si no, miremos las tasas de interés de préstamos y las tasas de captación. Miprofesor (correo a El Espectador).

Es muy positivo que el columnista nos recuerde a todos que «los principios éticos se han dejado perder». En mis años de juventud en Armenia nunca se escuchaba de chantajes, de falta de honestidad, de «vivezas» de las personas en asuntos de negocios. Había «honradez, cumplimiento, seriedad, decoro». En Estados Unidos he visto que las fechorías son, y es triste decirlo, de los extranjeros. Nunca en mi trabajo, ni en mi trato con los  americanos, he visto la capacidad de engaño de gente de otros países. La explotación en Colombia es un mal congénito. Yo lo viví en los empleos que tuve allá: a las mujeres nos pagaban menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo. Amparo E. López, colombiana residente en Estados Unidos.

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Los suicidios nuestros de cada día

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Una sociedad como la colombiana que registra cinco suicidios cada día, es una sociedad que debe formularse serios planteamientos. No puede considerarse el suicidio como un caso aislado, que solo les pasa a los demás, sino como un asunto social en el que todos estamos involucrados.

El año pasado se suicidaron 1.889 personas en Colombia. Son 25 casos más de los ocurridos en el 2010. Esta tendencia viene de tiempo atrás, con riesgo de poner cada año cifras más alarmantes, si nos atenemos a las continuas noticias que en estos días leemos en los periódicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el suicidio es prevenible. Se trata, por eso, de “un problema grave de salud pública”, como lo califica Medicina Legal.

La mayoría de quienes en el 2011 se quitaron la vida eran adolescentes y adultos jóvenes cuyas edades estaban entre los 15 y los 34 años. Una tercera parte eran solteros y poseían un nivel educativo básico. Otro dato relevante que suministra la investigación dice que este 31,55 por ciento de suicidas jóvenes (596 colombianos) no tenía empleo. Lo primero que cabe anotar al respecto es que con esas vidas cortadas en plena edad de la producción y de la ilusión se frustraron muchas esperanzas. Y en segundo lugar, que el desequilibrio agudo o crónico en materia económica puede llevar a la desesperación, y con ella al suicidio.

En carta al presidente Santos publicada hace poco en su blog, dice lo siguiente Mónica Sánchez Beltrán, colombiana residente en Canadá y que vive atenta a la suerte de Colombia: “…le hablaré del caso que más me mortifica hace meses, cuando leí una pequeña nota de RCN, que dice que a los niños de las comunidades indígenas del Chocó el hambre los lleva al suicidio y también que, 8 de cada 10 de ellos, presentan signos clínicos de desnutrición crónica”.

Una de las causas más comunes para llegar a la tremenda decisión de quitarse la vida es la depresión. De hecho, se ha determinado que las dos terceras partes de quienes se suicidan sufren de dicha enfermedad, tan característica de nuestros días. Vivimos en un mundo de angustias, de retos desproporcionados, de injusticia e inequidad, de falta de oportunidades básicas, de crisis familiares y disolución de los principios, que genera grandes choques emocionales.

Leo en una información: “Los padecimientos psíquicos se encuentran presentes en 9 de 10 casos de suicidio; entre ellos, aparte de la depresión se encuentran también los trastornos de ansiedad y las adicciones”. Este es un enfoque que se hace respecto al mundo entero, donde cada 40 segundos alguien se suicida. En Europa el número de suicidios es alto frente a América Latina. Esto no disminuye la incidencia calamitosa que tal hecho produce en nuestra sociedad y en la vida de los hogares. Para apreciar mejor nuestra posición en el continente, debe saberse que la mayor tasa de suicidios ocurre en Cuba, luego en Brasil, y en tercer lugar en Colombia.

Se trata de un grave problema de salud pública que como tal debe ser tratado, y que los gobiernos han dejado avanzar con pasmosa indiferencia. Si conseguir en Colombia una cita médica o una medicina en el deshumanizado sistema de salud se ha convertido en un calvario para la inmensa mayoría de la población, qué no decir del tratamiento para el enfermo mental. Ese enfermo mental, agobiado por la depresión, la angustia, la ansiedad o las adicciones, puede ser uno de los 1.889 colombianos que se fugaron el año pasado del dolor y la indolencia.

En cuanto toca con los hogares, la alarma está en el caso del “suicidio silencioso”, ese que avanza, o se deja avanzar, en la soledad o el aislamiento, causado las más de las veces por falta de diálogo, de comprensión y afecto, y agravado por la ausencia de los padres o por los conflictos ciegos en la vida conyugal que conducen a infinitas desgracias.

El Espectador, Bogotá, 24-VIII-2012.
Eje 21, Manizales, 25-VIII-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-VIII-2012.

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Comentarios:

Me llamó la atención su columna porque recientemente en nuestra institución sucedió un caso de este tipo con uno de nuestros estudiantes. Estoy elaborando un artículo sobre el tema que emitiremos en nuestro boletín. El fin es sensibilizar a los universitarios sobre este tipo de casos, recordarles que es importante dialogar antes de tomar estas decisiones, y anotar algunos mensajes que dejaron los papás de este joven. Edwin Orlando Henao Acevedo, asistente de comunicaciones DAES.

En 2005 un amigo mío  se suicidó; antecedente: su mamá, que era comerciante, había sido asesinada y desmembrada tiempo atrás. En 2007 otro muy buen amigo también lo hizo; antecedente: su mamá, que era abogada, fue asesinada. En 2009 otro amigo se ahorcó; antecedente: años atrás una de sus hermanas también se había suicidado. Recuerdo en Argentina el caso de Cynthia Tallarico que se suicidó luego de que su padre le prohibió ir al concierto de Guns´n Roses. Cuando Lina Marulanda se suicidó (en Bogotá) todos los medios por «respeto» no sé a quién evitaron usar la palabra suicidio, como si ese «pequeño» detalle cambiara las cosas. Hoax (correo a  El Espectador).

El país está gravemente enfermo y el Estado, las instituciones y los ladrones de la salud se hacen los de la vista gorda y el pueblo sigue muriendo, a veces por su propia mano. Inés Blanco, Bogotá.

Médicos y medicinas

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Entre los diversos comentarios recibidos sobre mi columna El médico de hoy me llegó este de Pablo Ramírez Duque: “Con respecto a su artículo, me preocupa que generaliza y a todos los médicos nos mete en el mismo costal”.

Tiene razón: no todos los médicos incurren en el mismo grado de deshumanización a que ha llegado la medicina en nuestros días. La crítica se refiere a la medicina en general, y la honrosa excepción la ofrece buen número de galenos humanitarios que a pesar del transcurso del tiempo y la distorsión de las costumbres no han olvidado el juramento de Hipócrates. Si el doctor Ramírez Duque se encuentra en este caso, lo celebro.

La salud en Colombia pasa por una de las encrucijadas más serias desde hace mucho tiempo. Está en cuidados intensivos. La ley 100 de 1991 es la causante principal de los problemas protuberantes que registra el sistema de salud pública. Dice otro comentarista de mi columna: “Los médicos no tenemos la culpa del deterioro de nuestras condiciones de trabajo y también somos víctimas del sistema. Si esta lucha la perdemos los médicos, la perderá la sociedad”. Tal afirmación no puede ser más real.

El encarecimiento de las medicinas sufrió duro golpe con el régimen de libertad de precios decretado en el 2006. Esta medida, lejos de conseguir que las drogas fueran más accesibles al bolsillo de la gente, produjo el efecto contrario: se abrió el camino para las alzas desorbitadas que hoy se incrementan a cada rato y representan un alarmante método de explotación. Duele saber que Colombia es el país con los medicamentos más caros del mundo, como lo prueba un estudio de Health Action International.

Aquí un medicamento puede valer dos, tres, diez veces más… –qué horror– de lo que cuesta en los países vecinos. Así lo demostró Juan Gossaín en su crónica de El Tiempo titulada En Colombia es más barato un ataúd que un remedio. Uno de los  anuncios de Santos en su campaña presidencial fue el de reformar el régimen de la salud con medidas capaces de rectificar los errores cometidos en los últimos veinte años.

A mitad de su gobierno, seguimos lo mismo, o peor que antes. Las EPS se volvieron ingobernables y pueden causar un colapso de incalculables consecuencias. La nueva ley 100, abanderada por Santos (ley 1438 del 2011), terminó en tremendo fracaso.

En cuanto a las medicinas, se presentan dos extremos: si el enfermo es atendido por una EPS, el médico le receta medicinas baratas, a veces ineficaces, por ser a cargo de la entidad, cuyos gastos debe controlar el médico; y si se trata del servicio prepagado, se formulan drogas costosas (bajo la presión de los laboratorios), por suponerse que el paciente dispone de recursos para adquirirlas.

Muy mal anda el país cuando los pacientes tienen que obtener con tutelas el derecho a la salud. En 2011 se presentaron 105.947 tutelas, una cada cinco minutos, y el 67 por ciento fueron para reclamar servicios incluidos en el POS (El Tiempo, 5-VIII-2012).

Cuenta el médico Tulio Bayer en su novela Carretera al mar que al llegar el médico  al pueblo donde debía prestar el año de medicina rural, el boticario, que al mismo tiempo era el gamonal, le mostró las existencias de medicinas y le propuso este negocio: “Usted, doctor, se acuerda de formular lo que yo tengo aquí, y yo le daré el diez por ciento de todas las recetas”. A renglón seguido anotó: “Es un negocio que se hace siempre con los médicos que vienen a los pueblos”. El médico de la novela, que era el propio Tulio Bayer, había recibido dicha oferta en la vida real. Y se negó a aceptarla. Esto le costó su desgracia en el pueblo.

Años después, Bayer sería director científico de los Laboratorios CUP en Bogotá. Especializado en Farmacología en la Universidad de Harvard, aplicó los principios éticos que gobernaban su ejercicio profesional. Pero se encontró con un foco de corrupción en este laboratorio que tenía alto prestigio en el país. Se rebeló ante ciertas prácticas que quisieron imponerle, y fue despedido del cargo. Esta denuncia la hace  Bayer en su libro Carta abierta a un analfabeto político.

Los hechos anteriores sucedieron hace más de medio siglo. De entonces a hoy, por lo que se ve, las cosas no han cambiado.

El Espectador, Bogotá, 10-VIII-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 11-VIII-2012.
Eje 21, Manizales, 11-VIII-2012.

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Comentarios:

Uno podría pensar que esta columna es una más entre el montón de quejas sobre el sistema de «salud» que sostenemos entre todos, directa o indirectamente. Pero no. Cita vínculos interesantes, y recuerda una verdad de a puño: la plata es la que manda. Y la gente solo está al servicio de ella, no importa si con ello debe pasar por encima de la vida de otros, de la educación de los demás, de los derechos del resto, incluidos, curiosamente, los propios. Porque es chistoso, pero si quienes favorecen la corrupción y se meten en ella cayeran en cuenta que tarde o temprano ellos mismos (o sus familiares, amigos, seres queridos) caerán siendo víctimas de la acción mafiosa… lo pensarían un poco. Suesse (correo a El Espectador).

No creo que Santos cambie la ley 100, si su actual ministra de Salud formó parte en la creación del esperpento de dicha ley al lado de Londoño de la Cuesta. La salud gerenciada que nos impuso la ley 100 fue rechazada en Europa. Pedrito el antitraqueto (correo a El Espectador).

¿Saben cuáles son las tarifas que pagan las EPS a los médicos y laboratorios? La vigente del Seguro Social del año 2001. Así un profesional que se respete y estime no vende su alma y conocimientos que tanto le costó obtener,  por estas limosnas.  Juancala (correo a La Crónica del Quindío).

Y por qué cuestionar tal afirmación si el médico, un profesional que tiene que competir con resultados mas no con calidad para permanecer en el mercado, ha deshumanizado su labor para responder a los intereses de las EPS y entidades que solo buscan lucro pero no calidad y menos respeto por la vida y salud de los pacientes. Antonioruizvelez (correo a La Crónica del Quindío).

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El médico de hoy

jueves, 31 de octubre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Hipócrates (siglo V a. C) creó su célebre juramento como la primera lección que impartía a sus discípulos para inducirlos al ejercicio de la medicina. Con el correr del tiempo, se estableció que dicho juramento de carácter ético y humanitario debían pronunciarlo quienes se graduaban de médicos, ante sus compañeros de profesión y ante la comunidad.

Hoy el juramento tiene sentido histórico, y dejó de ser real. El médico actual no es el mismo médico de la antigüedad. La medicina se deshumanizó. El espíritu samaritano que practicaban los discípulos de Hipócrates, y que se extendió miles de años después, se fue apagando, por lo menos en la cultura nuestra, durante la segunda mitad del siglo XX, hasta llegar a su desaparición en el mundo moderno.

A esa conclusión llega el reconocido médico Fernando Sánchez Torres en reciente artículo publicado en El Tiempo. El galeno de hoy, que se mueve en un mundo tecnológico, acelerado y mercantilista, y que carece de tiempo y sensibilidad para dedicarle demasiada atención al paciente, ya no es, no puede ser, aquel profesional humano de la época de Hipócrates.

“La deshumanización ha sido la mayor desgracia que ha podido ocurrirles a los pacientes y a la medicina misma”, comenta Sánchez Torres. Y advierte que “el médico sin humanitarismo, carente de compasión frente a las desgracias ajenas, jamás podrá ser médico de verdad”. Tremendo juicio expresado por una autoridad médica del ayer no tan lejano, en quien prevalece, sin duda, el modelo hipocrático, por más desalojado que este se encuentre en la era moderna, la de las máquinas portentosas que no tienen necesidad de consentir al enfermo. Los resultados los da hoy la ciencia computarizada con precisión desconcertante.

Los aparatos desplazaron al médico, el que se volvió esclavo de ellos. De ahí su distancia física y espiritual del paciente. Solo falta que los aparatos del mañana, que ya se ven llegar, formulen los medicamentos. Cuando esto ocurra, el médico quedará relegado a una figura histórica, a una leyenda, como el propio juramento de antaño que terminó extinguiéndose en el mundo globalizado y vertiginoso de la época presente. Época que con todo y sus prodigios cibernéticos, y el descubrimiento de enfermedades y los avances científicos, no puede ignorar la naturaleza humana. Pero la ignora, y ahí está lo más delicado del problema.

Lo grave es que la máquina no puede llegar al alma de las personas: a los  temores y angustias, a las ansiedades, a la sensibilidad, a la autoestima. De la misma manera, el paciente no puede ser un simple mapa de enfermedades que se miran por el “ojo mágico” de los aparatos, sino que necesita comprensión y calor humano. El “ojo clínico” de la medicina antigua duerme hoy en el baúl de los recuerdos.

Veamos el caso de las gemelas que nacieron en Bogotá con parálisis cerebral, hijas de Benjamín Romero y Paola Gómez, y que llevan tres años sometidas a pésima atención de los servicios médicos que debe prestarles la IPS de Saludcoop. Para obtenerlos, sus padres han tenido necesidad de entablar continuas tutelas y someterse a tratos denigrantes y al tortuoso camino de la tramitomanía.

Cuenta Paola, la madre, que un día en que le manifestó a una médica que los medicamentos formulados no producían efectos en sus hijas, la médica le gritó que las niñas nunca se iban a mejorar… Caso patético que refleja la deshumanización de la medicina.

En otro sentido, el médico de hoy no recibe la necesaria retribución económica por sus servicios, lo cual, por supuesto, es injusto y contraproducente. Desde la ley 100, el Estado es culpable de esta falla protuberante que no ha logrado corregir ningún gobierno. Esto facilita los sistemas de atracción que ejercen algunos laboratorios mediante halagos económicos (viajes, regalos y otras prebendas), a cambio de que formulen determinadas drogas, de alto costo, que favorecen las finanzas de los laboratorios y lastiman el bolsillo de los pacientes. Esta falta de ética vulnera, de modo bochornoso, la moral médica.

Descanse en paz, Hipócrates, y no se le ocurra abrir los ojos a este mundo médico del siglo XXI que olvidó los principios y que por lógica se desentendió del paciente.

El Espectador, Bogotá, 3-VIII-2012.
Eje 21, Manizales, 3-VIII-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 4-VIII-2012.

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Comentarios:

De acuerdo. Todo eso es verdad. Pero hay más: con los avances de la tecnología, la gente cree que la medicina tiene que solucionar todas las enfermedades, y eso no es así. Hay patologías incurables y el dolor y la muerte son inevitables. En contraste, en la antigüedad la gente entendía la enfermedad como algo ineludible y la muerte era voluntad de los dioses. Los médicos eran artesanos que ayudaban un poco, pero eran las fuerzas sobrenaturales las que decidían. Y por eso los médicos de antaño decían: si no puedes curar, intenta aliviar el dolor; si no logras quitar el dolor, al menos intenta consolar (eso era lo humanitario).  Esparta (correo a El Espectador).

Soy médico y este artículo tiene solo un renglón de verdad, el pésimo salario que recibimos los médicos que en su mayoría son contratados por cooperativas ahora mal llamadas sindicatos, sin derecho a ninguna prestación laboral pero con toda la subordinación. Los gerentes de las EPS reúnen a los médicos y los presionan para disminuir el costo médico a cambio de no perder su trabajo, como en mi caso: 5 pacientes en una hora. ¿Cómo pretende usted que trabajemos bien, si ahora somos tratados peor que esclavos y cargamos con toda la responsabilidad, porque las EPS siempre se lavan las manos? Donald trump (correo a El Espectador).

La medicina se prostituyó cuando los médicos aceptaron que los laboratorios les paguen comisión por recetar las drogas que ellos venden. Es aberrante. Abcabc (correo a El Espectador).

Tanto el autor como el doctor Sánchez plantean una falsa contradicción entre la tecnología y el trato humano con el paciente.  ¿Qué cosa más humana que poder hacer un diagnóstico y un tratamiento correctos con la tecnología más adecuada? Gran parte de la clínica no tiene capacidad para realizar diagnósticos exactos. Otro problema es el del trato con el paciente, y este no tiene nada que ver con que el médico use la tecnología. Tiene que ver con su formación y con las condiciones concretas de trabajo: tiempo, remuneración, facilidades de trabajo, motivación, etc.  No es lo mismo la consulta privada que la institucional. La privada y la más costosa es de mejor calidad. La calidad cuesta. Epifanio (correo a El Espectador).

Al médico de hoy se le olvidó la clínica y basa su diagnóstico en máquinas (TAC, ecografía, RM). Por ejemplo, los ginecólogos hoy desconocen el tacto vaginal para evaluar un trabajo de parto. Ahora tienen la cervicometría para ver si el cuello uterino se está borrando. No saben usar el fonendoscopio de Pinard, ahora tienen monitores fetales, no saben diagnosticar un sufrimiento fetal, ahora necesitan doppler feto-placentario y ecografía de bienestar fetal. En otras palabras, los obstetras de hoy son técnicos cesaristas, porque ya no saben atender un parto vaginal. Pedrito el antitraqueto (correo a El Espectador).

Estoy de acuerdo con Sánchez Torres, no por lo que dice sino por su ejercicio ético de la profesión; me remonto veintinueve y treinta un años cuando como médico obstetra recibió a dos de mis hijos. Gracias por su prontitud y eficacia (aún siendo decano y después rector de la Nacional), gracias por el recuerdo que tengo del verdadero médico que sin gritos ni estrujones permitió la vida de las tres personas puestas a su cuidado en circunstancias de diagnósticos extremos. Usacabeza (correo a El Espectador).

El otrora médico familiar que asistía a todo el núcleo, inclusive en sus hogares, verdadero apóstol en su ejercicio profesional, se acabó, por las razones que usted tan bien expone en su columna.  Gustavo Valencia García., Armenia.

Sin duda la ley 100 y sus particulares afanes privatizadores ayudan a deshumanizar la medicina. Carlos A. Villegas Uribe, colombiano residente en Estados Unidos.

Muy buen enfoque el de esta columna. Sin duda encierra una velada crítica al neoliberalismo –gavirouribista– que volvió mercancías los bienes públicos sociales. No olvidemos que un gran pensador, Gaetano Mosca, dijo que «la política es la piel de todo lo demás». Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

Desde la Historia de la Medicina y las lecciones de Don Pedro Laín Entralgo, incursioné en esta hermosa práctica: la ética médica. Dolorosa, pero real, la apreciación de esta columna. Marta Nalús Feres, Bogotá.