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Archivo para abril, 2015

Ciudades con ríos

lunes, 27 de abril de 2015 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Conocí Montería en 1961. Residía en Cartagena, y recuerdo el viaje escabroso que efectué por una pésima carretera y bajo el sofoco de una temperatura abrasadora.  Era un pueblo pequeño, descuidado y con pocos signos de progreso. Nueve años atrás había sido elegida capital del nuevo departamento de Córdoba. Durante los años siguientes he estado varias veces en Montería, y en cada ocasión advertía nuevos avances en su desarrollo.

En el 2002 mostraba notorio crecimiento, si bien la lucha era grande por resolver sus agudos problemas urbanísticos y sociales. Regresé allí en días pasados, 13 años después del viaje anterior, y surgió una ciudad transformada. Algo estupendo había ocurrido en el entorno: raudas avenidas, edificios gigantes, florecientes empresas comerciales, puentes airosos sobre el río Sinú.

Pregunté a sus habitantes a qué obedecía el excelente estado de las calles, en las que no apareció un solo bache, y a qué se debían el orden y el aseo, y de dónde había salido su confortable hotelería. Me respondieron, con vanidad, que al hecho de contar con buenas autoridades, con el alcalde Carlos Eduardo Correa a la cabeza, las que no solo saben dirigir el desarrollo armónico, sino fomentar el espíritu cívico de los ciudadanos. De aquel lugar deteriorado de hace medio siglo no queda nada.

Hoy Montería es ejemplo de progreso para el país. Del estrecho vecindario de 1961 ha pasado al centro populoso y amable de la actualidad, con más de medio millón de habitantes, y lo que es más importante, con eficientes sistemas de planeación y proyectos vigorosos de largo alcance.

La ciudad le daba la espalda al Sinú, y tras un inteligente reajuste del modelo municipal, hoy le da la cara. Allí se construyó en varios años el parque Ronda del Sinú, en una extensión de tres kilómetros, lo mismo que un muelle náutico dedicado al deporte y el ecoturismo. El río Sinú es el dios tutelar de la población, y alrededor de él llegaron el progreso y la evolución. Es su eje central. En la parte social, se reubicaron 400 viviendas que estaban regadas en las riberas del río.

Tan significativo ha resultado este tributo al río, en tiempos como los actuales que reclaman el cuidado celoso del agua como elemento de vida y de ornato urbanístico, que Montería fue escogida como sede del I Foro Global de Ciudades con Ríos. Grandes personalidades hicieron presencia en dicho evento, entre ellas el alcalde de Bilbao (España), autor del cambio radical de su ciudad.

Es propicio el momento para mirar a otras ciudades: unas, que no saben cuidar este regalo de la naturaleza, y otras, por el contrario, que aprecian el privilegio de este tesoro. En la capital del país, los ríos Bogotá y Tunjuelo representan serios problemas de contaminación y son focos de suciedad e insalubridad. En algunos trayectos, el primero de ellos es una cloaca y un incontrolado vertedero de basura. Desde años atrás se oyen voces que claman por su recuperación –que hoy tiene elevado costo por no haberse acometido a tiempo, como tantas de las falencias bogotanas–, pero la solución se hace esperar.

En el caso opuesto están Medellín y Barranquilla, la primera con la ejecución de  obras de gran progreso en los corredores viales denominados Parques del Río, y la segunda, con la construcción de la Avenida del Río y un malecón de 700 metros.

Dice el alcalde de Bilbao, Ibon Areso, que “los ríos son las nuevas avenidas de las ciudades”. Exacta definición.

El Espectador, Bogotá, 24-IV-2015.
Eje 21, Manizales, 24-IV-2015.

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Comentarios:

Qué alegría leer que por lo menos en una población hay gobernantes decentes y trabajadores!  Jorge Enrique Ángel Delgado.

Si usted se mete a la Montería del sur no creo que afirme todo lo que dice en ese texto. Toda la inversión se hace en el norte y en el centro de la ciudad. Para el sur hay como 40 o 60 obras que las empiezan y no las terminan. La gran mayoría de los barrios no tienen colegio. Luis Javier Sánchez Vega, Montería.

Excelente artículo para narrar lo que está sucediendo en Montería de la mano de nuestro alcalde, quien le ha devuelto el río a la ciudad y la ciudad a la gente. Luisana Riveira Oñate, Montería.

Muy buena apreciación que hace sobre mi ciudad, Montería. Es grato saber y leer cosas muy buenas de Montería, que se vea el progreso que hemos tenido en estos últimos años. José David Bohórquez, Montería.

Este artículo me hace cambiar la imagen que tengo de Montería, ciudad que conocí hace unos 25 años y a la que fui 3 o 4 veces por cosas de trabajo y que nunca me gustó (igual que Sincelejo). Ahora mi concepto será diferente basándome en esta nota. Y al margen comento que Bilbao me encantó y en realidad allí el río es una arteria importantísima, limpia y en sus riberas existen numerosos atractivos (entre ellos el Museo Guggenheim). Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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Faro de la ética y la rectitud

lunes, 13 de abril de 2015 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El doctor Carlos Gaviria Díaz, magistrado de la Corte Constitucional en los años 1993-2001, falleció en Bogotá el pasado 31 de marzo, en momentos en que la alta corporación rueda por los despeñaderos de la degradación y el escándalo, a raíz de los torpes procederes ejecutados, al paso de los años, por varios de sus miembros. Esto les sucede a las instituciones –y por supuesto a las personas– cuando pierden el honor y la respetabilidad.

Qué contraste: mientras Carlos Gaviria fue ejemplo de ética y contribuyó al sólido prestigio que tuvo la Corte, el actual presidente, Jorge Pretelt Chaljub, que se niega a separarse de su cargo a pesar de las graves faltas que se le imputan, constituye la mayor mancha que ha caído sobre la entidad. Dos estilos se enfrentan a través de estas figuras tan disímiles: el de la dignidad y el de la deshonra, el de la decencia y el de la provocación, el de la probidad y el de la abyección.

Muchas son las virtudes que se atribuyen al jurista antioqueño. Su firmeza intelectual, su rectitud moral y formación académica jugaban con la amplitud de su pensamiento y su tolerancia con las ideas ajenas. Amigo del diálogo civilizado, del que sacaba motivos para enriquecer su propia ideología, no se disgustaba con quien exponía juicios diferentes a los suyos. Lo escuchaba con atención, discutía los puntos divergentes, y a veces aceptaba la posición del otro. Nunca pretendía imponer su propio criterio, y mantenía sus convicciones en la zona de la serenidad.

Como poseía fino sentido del humor y altas dosis de humanismo, con una carcajada jovial resolvía un tema espinoso. A su vera no quedaban enemigos. La gente lo admiraba, lo respetaba y lo seguía. Cuando en las presidenciales del 2006 se enfrentó al presidente Uribe y obtuvo la mayor votación lograda por la izquierda en toda su historia (2’600.000 sufragios), puso en evidencia su poder de seducción sobre las masas. Buena cantidad de esos votos fueron por él mismo, por Carlos Gaviria como persona, más que por su partido.

Su mayor campo de acción estuvo en la cátedra universitaria. Por más de 30 años se desempeñó como profesor de Derecho de la Universidad de Antioquia, y en 1971 fue alumno suyo Álvaro Uribe Vélez. Dos temperamentos antagónicos. El uno sosegado y reflexivo, el otro impetuoso y ególatra. Ambos, inteligentes y líderes. Sería interesante saber cómo se entendían en el aula y cuál era el tono de sus discusiones y sus divergencias, las que más tarde se llevarían al escenario nacional, tanto en el debate de los partidos como desde el ámbito parlamentario, donde Carlos Gaviria fue senador en el periodo 2002-2006.

Fue hombre radical de izquierda y demócrata convencido. Nunca conoció el sectarismo. Propulsor de los derechos humanos, la libertad y la igualdad, la equidad social, la libre expresión, la libertad de cultos (a pesar de su posición de agnóstico). Sus ideas  eran coherentes y sus argumentos, nítidos. Defensor de la eutanasia, la dosis mínima en el consumo de drogas y la libre decisión de la maternidad.

Hace menos de un año fui con mi señora a ver una película en Cinemanía. En la fila delantera a la nuestra estaba Carlos Gaviria, solo. ¡Solo, quien había sido rodeado de 2’600.000 colombianos en la campaña presidencial! Por cierto que no se trataba de la soledad del poder, sino de la libertad para estar solo. Y encontrar el regocijo íntimo en una sala de cine, alejado de la muchedumbre.

Cuando terminó la película, se levantó de la silla y nos saludó con amabilidad, como si fuéramos viejos amigos. Al avanzar por el recinto, dispensaba muestras de simpatía a los asistentes, y todos lo miraban con agrado y admiración. Se subió al automóvil que lo esperaba a la salida del cine, y se perdió de vista, causándonos gratísimo recuerdo. “Un hombre para Diógenes”, dice Osuna. “El sabio de la tribu”, según Semana.

Esta clase de prototipos humanos son los que necesita Colombia. Pasan por la vida como un meteoro, como una ráfaga de luz intensa y fugaz. Y de pronto desaparecen de la escena, dejando una estela de cordura, sensatez y sapiencia.

El Espectador, Bogotá, 10-IV-2015.
Eje 21, Bogotá, 10-IV-2015.

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Comentarios:

Sí, en donde participara Carlos Gaviria era objeto de admiración y simpatía. Pese a su timidez, podían más su sencillez y respeto total por el otro, para agradecer esas muestras de cariño. Un faro de sapiencia, humanidad y rectitud que su muerte no apagó. La unanimidad y proliferación de columnistas y artículos reconociendo sus atributos dan muestra de ello. Su luz refulge especialmente al contrastarla con el advenedizo Pretelt. En cuanto a conductas criminales y de favores cruzados, nunca fue tildado. Era un Maestro. Sofía Fuentes (correo a El Espectador).

Y corren ríos de tinta de los articulistas, denunciando corruptelas, trapisondas, nepotismos, negociados etc, etc, etc… y nada pasa, todo sigue igual o peor. Y si el presidente de la Corte Constitucional no renuncia, al menos siquiera por dignidad, qué podemos esperar, con ese ejemplo, del resto de bandidos en el Senado, la Cámara y en los juzgados. Poco a poco se nos va acabando la esperanza en Colombia. Luis Quijano, (USA).

Me causó impacto tu columna, homenaje a Carlos Gaviria, porque me devolvió la esperanza de que aún existe en este mundo esa especie exquisita de seres humanos. Gloria Chávez Vásquez, Nueva York.

Le haces un justísimo homenaje a un grande de Colombia que supo mantener enhiestas las buenas virtudes del ciudadano, del académico y del dirigente político y social. Fui su amigo personal y aprendí de sus valores legítimos contrapuestos a los valores de muerte y discriminación. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

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