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Sí a la esperanza

martes, 6 de septiembre de 2016

Por: Gustavo Páez Escobar

Dijo Humberto de la Calle en días pasados: “Los enemigos de la paz son los que han llenado las redes sociales de falacias y mitos”. Esta situación se acentúa cada día  más conforme nos acercamos al plebiscito que definirá la suerte del convenio firmado en La Habana, documento bautizado con el título de “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

El rótulo de este trabajo dio lugar a que el Centro Democrático, que no descansa en su plan de atacar cuanto se oponga a sus ideas y propósitos, critique la pregunta elaborada por el Presidente para someterla a votación popular.

Dicen los dirigentes de esa casa política que, al tomar dicho título como base para formular la pregunta, se induce al elector a marcar la casilla del Sí. Esta suspicacia carece de fundamento. ¿Acaso no se pregunta, con claridad y concreción, si el elector apoya o no lo acordado en dicho documento? Es eso lo que el pueblo va a refrendar o a reprobar. Ese es el objeto de la consulta popular.

Entre las críticas que se hacen al proceso de paz se encuentran las siguientes: que Santos entrega el país a las Farc; que lo lleva al castro-chavismo; que hay impunidad al no establecerse el pago de las penas en cárceles con barrotes; que los exguerrilleros no deben ocupar curules parlamentarias; que se les premia al asignarles un auxilio económico para su subsistencia inicial en la vida civil…

Los opositores atacan el acuerdo sobre la justicia transicional y por supuesto no están de acuerdo con la creación del Tribunal de la Paz. Según ellos, este organismo interfiere la vida de la justicia ordinaria. Pero no se adentran en la función temporal que cumplirían las instancias convenidas, ni dilucidan los otros mecanismos que se fundarían para hacer posibles la dejación de las armas y la construcción de la paz.

Mientras tanto, el mundo entero aplaude los logros que obtiene Colombia después de medio siglo de violencia, que deja 220.000 muertos y 8 millones de víctimas por el conflicto con las Farc y el Eln (entre ellas, millón y medio de niños y adolescentes). Ningún otro acuerdo había llegado tan lejos. Hemos conseguido un sitio privilegiado de recuperación entre los países castigados por la  guerra, y no obstante, hay quienes buscan que el conflicto nunca termine. Desde que no sean ellos los autores de las medidas, todo está mal hecho.

Disentir es legítimo derecho de la democracia. Lo malo está en ejercer esa acción bajo la carga del odio, del sectarismo, de la alucinación o la revancha. Lo deseable es el diálogo civilizado, la controversia respetuosa, la conducta equilibrada. Y lo que debe imperar en estos momentos es la invitación a que los ciudadanos lean con cuidado la letra de los acuerdos y reflexionen en conciencia sobre la fórmula que más convenga, lejos de presiones y de los mensajes tendenciosos que inundan las redes.

No se va a votar ni por Santos ni por Uribe. Se va a votar por el documento de La Habana, producto de cuatro años de deliberaciones, al frente de las cuales actuaron, en nombre del Gobierno, personas del mayor prestigio, erudición y credibilidad.

 Muchos votaremos, con el Sí, por la esperanza de un país mejor. Votaremos por el perdón y la reconciliación, necesarios para el desarrollo humano. Votaremos por nuestros hijos y nuestros nietos. Por las futuras generaciones.

El Espectador, Bogotá, 2-IX-2016.
Eje 21, Manizales, 2-IX-2016.
La Crónica del Quindío, Armenia, 4-IX-2016.

Comentarios

Yo también, como la mayoría de mi familia, votaremos Sí. Gracias por ayudar en esta campaña para la búsqueda de un mejor país para todos los que lo habitamos y para las generaciones futuras. Ramiro Borja Ávila, Bogotá.

Artículo democrático e ilustrativo acerca del momento histórico y decisivo, cuando Colombia le apunta a la paz. Quizás no nos toque morirnos sin acercarnos cada vez más a este sueño que ya no es utopía. Inés Blanco, Bogotá.

Hay que ser muy ingenuo y estulto para creer que el circo habanero va a traer paz. La principal razón es la corrupción política que se verá incrementada en el Congreso (ya podrido) por unos criminales de guerra indultados. Los que van a votar Sí es porque o son comunistas, o ingenuos, o estultos, o ignorantes, o están amenazados, o vendieron su voto, o todo a la vez. Votar Sí es inmoral porque es legitimar, justificar, indultar y premiar a unos psicópatas narcoterroristas. Kaliman7 (mensaje a El Espectador).

Artículo con planteamientos serios y a favor del SÍ en el próximo plebiscito. No sobra aclarar que no soy santista, ni uribista, ni comunista, ni simpatizo con las Farc. Simplemente creo que no se pueden echar por la borda 4 años de conversaciones serias y desperdiciar una oportunidad excepcional para desarmar a la guerrilla más vieja y feroz que hemos tenido, para iniciar una etapa nueva de este país que no  merece la suerte de seguir derramando sangre inocente, destruyendo familias, tierras, hogares y patria. Y no podemos mirar despreciativamente el apoyo internacional que desde el papa hasta gobernantes de países pequeños han dado al cierre de las conversaciones de La Habana. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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