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Biografía de una angustia

El hombre siempre ha sentido espanto ante la muerte. Lo horroriza la sangre. Muchos se desvanecen ante ella. La sangre es la vida, y perderla es morir. Cuando sale a borbotones y no se detiene como en la escena dantesca que se acaba de narrar, a uno se le hiela la propia sangre.

Prólogo

GUSTAVO PÁEZ ESCOBAR


Un fragmento de la obra

PRESENCIA DE LA MUERTE

Vi al cuervo de Edgar barrenándome la nuca con su
taladro córneo,
y me abrí las arterias para el trance infinito.
Libro Tempestad, 1980.


El 29 de septiembre de 1979, una noticia brusca le da la vuelta al mundo: Germán Pardo García se ha abierto las venas. El mundo se sorprende. Colombia se estremece.

A las 5 de la mañana ocurre la tragedia. El poeta, “destrozado materialmente por la imagen de una mujer a la que sigue amando”, según lo declara más tarde, presa de infinita angustia, se abre las arterias. La sangre ha caído en una vasija preparada para el efecto, y cuando ésta se llena, forma un cauce que llega a la calle. El poeta, en medio de tremendo pavor, presencia su propia agonía. Algún amigo coincidencial advierte el flujo de la sangre, derriba la puerta y conduce al agonizante hacia la Cruz Roja.

El presidente de la República, licenciado José López Portillo, amigo y admirador del poeta, pone a su cabecera los mejores médicos del país. El corazón está a punto de detenerse: apenas tiene 25 pulsaciones. La muerte retrocede mientras un soplo de vida inunda la habitación. Los carbones del sepulcro no alcanzan a prenderse. El poeta sale vivo de la tumba. Al año siguiente publicará Tempestad, un terrible testimonio de aquellas horas de pánico. “Ese libro es el infierno bramando en mí”.

El hombre siempre ha sentido espanto ante la muerte. Lo horroriza la sangre. Muchos se desvanecen ante ella. La sangre es la vida, y perderla es morir. Cuando sale a borbotones y no se detiene como en la escena dantesca que se acaba de narrar, a uno se le hiela la propia sangre.

Hay un cuento maravilloso de Gabriel García Márquez –El rastro de tu sangre en la nieve–, publicado por la editorial Oveja Negra en 1983, donde un hilo de sangre que no se estanca mantiene petrificado al lector durante todo el relato. Es un cuento terrífico, y por fortuna un hermoso cuento de amor, en el cual la lenta agonía de Nena Daconte, ocasionada por una herida que no cesa de sangrar, invade al propio lector. Parece que García Márquez se hubiera basado en el hilo de sangre salido de las venas del poeta en aquella madrugada de horror que se replegó por los aires de América, para escribir su cuento fantástico.

Pardo García siente desde los lejanos días de su juventud especial atracción por la muerte. El suicidio de Silva es para él una imagen fascinante que después traslada a sus propios versos con extraño placer. El acercamiento de Pardo García al poeta muerto es obra de la seducción. En él ve su derrotero. Sobre el bardo de los Nocturnos anota lo siguiente Rufino Blanco Fombona: “Silva pertenecía a la gran familia de los neurópatas: delirante, ansioso, erotómano y, por último suicida… El poeta, no más feliz que el héroe, apuró también la copa socrática. Se había partido el corazón con una bala. Elegante hasta sus últimos momentos, se mató con tan estudiadas precauciones que su lecho no estaba desarreglado. Del corazón, herido, había brotado un arroyito que empurpuró las blancas sábanas. Un hilo de sangre, como una culebrita roja, serpenteaba en el suelo”. Ese mismo arroyito de sangre es el que denuncia el intento suicida de Germán Pardo García.

¿Coincidencias del destino? ¡No! Pardo García llevaba en el cerebro, desde sus visitas al cementerio bogotano, la idea fija de la muerte. La única diferencia entre ambos suicidios es que a Pardo García no lo acompañó la suerte para morir. No fue, en su fatal determinación, llamado por los dioses que asistieron a Sócrates cuando con admirable serenidad bebió la cicuta. El poeta colombiano se abre las venas, como Petronio, pero luego se las tapona la ciencia.

Comentarios

Fragmentos

Es un libro amargo, pero intenso y estremecedor. Qué afortunado y bien logrado paralelo el que hiciste de Germán Pardo García con José Asunción Silva, los más fieles retratistas de la Bogotá de antaño, del frío del páramo y de la niebla triste y gélida que envolvía como un sudario tanto los cuerpos como las almas de los ensimismados habitantes. Biografía de una angustia está llamada a ser considerada como una obra clásica en su género, y como una fuente de ineludible consulta Vicente Landínez Castro, Barichara, 15 de marzo de 1995. Repertorio Boyacense, junio de 1996.

Es tan dramática la historia de Germán Pardo García, que alguna vez dudé que fuera cierta. Leyendo tu libro, ya no puedo poner en duda que fue el poeta magistral y trágico. De qué fatal manera signó la vida de Germán aquel páramo de hielo de su aterrorizada infancia. Esta biografía me tiene hechizada. Tal vez mucho más ahora que cuando de labios del maestro escuchaba la narración de su vida vacía. Pero ni la soledad ni el destino mismo, ni su propio excéntrico modo de vida, pusieron barrera al talento fuera de serie de uno de los más grandes poetas del mundo. Gloria López de Robledo, Manizales, 15 de marzo de 1995.

Trabajo como corrector en la Imprenta Patriótica del Instituto Caro y Cuervo; tuve el honor de trabajar en su excelente libro Biografía de una angustia desde la revisión del original (entre los más pulcros y legítimamente profesionales que hayan pasado por mi humilde escritorio), prosiguiendo con las sucesivas pruebas que se van elaborando hasta garantizar la impecabilidad de la edición. Al recorrer la biografía escrita por usted, pude llegar a conocer íntimamente el alma de precipicio del poeta, con lo cual mi admiración por él y mi comprensión de su obra alcanzaron un alto nivel, más profundo y entrañable. Roberto Pinzón Galindo, Bogotá, 3 de abril de 1995.

En Biografía de una angustia, usted se consagra como tremendo biógrafo de uno de los más grandes poetas que ha dado Hispanoamérica. Usted se sublimó al haber tenido el coraje de exprimir material tan abrupto, tan divino-diabólico, tan antisocial, tan rudo y tan cósmico. Sus páginas brillan por la fluidez de su estilo, la facilidad de decir cosas difíciles, la habilidad de enderezar lo torcido. La personalidad de don Germán Pardo García es extremadamente polifacética, y yo, personalmente, tengo ideas muy encontradas y opuestas acerca de la naturaleza de este monstruo del mundo ético y del clima poético. Vicente Jiménez, Orlando, Estados Unidos, 10 de abril de 1995.

Páez Escobar nos entrega una apasionante biografía del poeta Germán Pardo García, fallecido en la ciudad de México, donde vivió y trabajó a lo largo de 60 años, el 23 de agosto de 1991. Atraído por la lectura de Pardo García y por la revista Nivel, Páez Escobar inició la redacción de la obra citada hace algunos años. Para mayor información, escribió al poeta y entre ellos se produjo una serie de cartas maravillosas, cartas que se incluyen en el libro. Por fin, acompañado de su esposa, el biógrafo vino a México para conocer personalmente al poeta y hablar con él. En síntesis, una obra extraordinaria y muy necesaria, ésta que Páez Escobar pone en nuestras manos ya que, como bien lo afirma Plinio el joven, “es una misión noble rescatar del olvido a los que merecen ser recordados. Luis D. Salem, Excelsior, Últimas Noticias, Ciudad de Méjico, 23 de marzo de 1995. Revista Manizales, mayo de 1995.

Esta lectura me ha hecho remontarme a 1969 cuando, siendo yo cónsul general de Colombia en Ciudad de México, conocí al gran poeta Pardo García y tuve el privilegio de ser recibido por él en su morada. Soy de las pocas personas a quienes él distinguió con amistad, era muy huraño (como dice Páez Escobar) y muy celoso de su intimidad, pero muy cálido cuando se lograba llegar a su fina, delicada sensibilidad. Óscar Echeverri Mejía, Diario del Otún, Pereira, 3 de julio de 1995.

Nada más acertado que una gran pluma como la suya se ocupe de otra grande, como fue la del creador de una escuela poética que, por sus características propias, yo la llamaría “pardogarciana”. El maestro Germán Pardo sabía del gran aprecio que usted siempre le profesó –sentimientos que estuvieron correspondidos–, por lo que a él no le sorprendería, si acaso hay percepciones en el más allá, es este justo homenaje post mortem. Henry Kronfle, Méjico, D. F., 4 de mayo de 1995.

Usted retrata a Germán Pardo García en la realidad cotidiana con prolija exactitud: su impecable atuendo, sus maneras, su hospitalidad presente en los pequeños detalles, y, sobre todo, su dolorosa soledad. Me conmovió el paralelismo que establece usted entre Asunción Silva y Germán. Temporalmente Pardo García era un romántico. Usted se centra en algo que para mí es fundamental: la angustia cósmica de Germán Pardo García. Allí reside su singularidad y genialidad. La hermandad del poeta con Einstein desmesura su poesía; en su libro usted trata el tema con sabia ecuanimidad. Tal vez ese género de poesía no sea la que le dé la inmortalidad. Mas el que sepa leer hallará en Germán al poeta del Apocalipsis y en sus poemas últimos la comunión con lo Absoluto. Carmen de la Fuente, Lomas Verdes, Estado de Méjico, 30 de julio de 1995.

Páez Escobar, espíritu alerta y sensitivo, se documentó cuidadosamente, exploró zonas tenebrosas, indagó, buscó, confrontó y, sobre todo, releyó y estudió con atención la poesía huracanada en la que el maestro deja innúmeras ráfagas testimoniales del dolorido y espantoso existir. Pardo García queda en este libro muy fielmente reflejado. Pocas veces un título fue mejor puesto que el de Páez Escobar. Biografía de una angustia es la vida vista desde adentro, desde lo abisal, desde el infierno mismo del dolor eternamente rugiente y acompañante. Hernando García Mejía, El Colombiano, Dominical, 30 de julio de 1995. La Crónica del Quindío, Armenia, 6 de agosto de 1995. Prensa Nueva Cultural, Ibagué, agosto de 1995.

Una biografía excepcional, con un protagonista excepcional: Germán Pardo García. Gustavo Páez Escobar ha logrado una obra singular, gracias a dos factores fundamentales: la versatilidad y el estilo literarios, de una parte; y la profundidad psicológica, de otra. Esta biografía es la penetración sutil, pero exacta, en los hechos y en los factores psicológicos que incidieron en su realización. En este caso, en la creación poética de Pardo García, uno de los más grandes poetas colombianos y, quizás, el más fecundo de todos ellos Sergio Mejía Echavarría, El Colombiano, Medellín, 9 de agosto de 1995. Platea, 33, No. 119, Medellín, septiembre de 1995.

He leído con sumo interés la biografía de Germán Pardo García. Yo conocía su obra sobre todo por las antologías de Andrés Holguín y me ha sorprendido el relato de su vida. Helena Araújo, Lausana, Suiza, 9 de agosto de 1995.

Pardo García nos legó una obra poética de magnitud y riqueza sin pares. Alimentada por esa angustia existencial que analiza acertadamente su biógrafo. Páez Escobar nos lleva a los desolados páramos de las inmediaciones de Choachí, en donde transcurrió para el poeta su amarga infancia que dejaría profundas huellas en su devenir vital. Roberto Uribe Pinto, El Nuevo Siglo, 22 de agosto de 1995.

Con la lectura de esta magnífica obra, admiro una vez más el sentido que para usted tiene la amistad. Puede sentirse orgullo de que la palabra promesa esté incluida en su código ético de caballero. Usted lo ha logrado, maestro Páez Escobar, con toda plenitud. El mismo poeta vislumbró lo que sería su estudio y anticipó las gracias por su trabajo: “Tiene usted una poderosa grandeza de alma para ver lo que está sumergido bajo capas geológicas que acumularon sobre mi alma un derrumbe de amargura”, le escribió el poeta. Francelina Villalobos de Pico, El Espectador, 29 de agosto de 1995.

Es un libro valioso, sólido desde todo punto de vista. La forma en que lo estructuras me pareció magnífica, porque los hechos, la correspondencia entre Germán y tú, sus poemas que escogiste precisos para momentos o etapas cruciales de su vida; y la angustia, siempre presente, siempre ahondando los acontecimientos, van dándole a tu obra profundo interés y atractivo. Beatriz Segura de Martínez de Hoyos, Méjico, D. F., 18 de septiembre de 1995.

Sabía que había escrito la biografía del excelso poeta Germán Pardo García, con quien me unió una generosa amistad por más de 50 años, pero la realidad superó mi expectativa al encontrar un relato minucioso escrito en un castellano limpio y transparente por el buen prosista Gustavo Páez Escobar. El espíritu del poeta golpeado fuertemente por tantas desdichas le suministró los elementos de rebeldía y angustia necesarios para inspirarle una obra atormentada, densa y valiosa. Libro rico en anécdotas, algunas de las cuales hacen estremecer. Vale la pena leer esta excelente biografía de uno de los valores literarios más puros y cimeros de la poesía colombiana de todos los tiempos. Álvaro Orduz León, El Espectador, 3 de octubre de 1995.

Germán Pardo García no ha recibido la atención crítica que merece, a pesar de haber sido propuesto varias veces para el Premio Nobel de Literatura. ¿Sería en parte por su larga residencia en México? ¿O por nunca haber querido “comerciar con sus libros”, como acostumbraba insistir? Ahora este poeta mal comprendido y mal apreciado, que llevó una vida atormentada, tiene su biógrafo ideal en Gustavo Páez Escobar, quien estudia a fondo al hombre en su Biografía de una angustia. James W. Roob (profesor emeritus, Washington), El Espectador, 23 de octubre de 1995.

Esta obra testimonia con entrevistas, análisis, ensayos, poemas, cartas personales entre el poeta y el autor de este interesante libro que requirió un seguimiento muy metódico y la investigación de una biografía intensa. Prensa Nueva Cultural, Ibagué, noviembre de 1995.

Este ensayo del notable escritor Gustavo Páez Escobar es sin duda el estudio más amplio y profundo que se ha hecho sobre el gran poeta Germán Pardo García. El autor ha seguido paso a paso las influencias del medio, las influencias literarias y la tremenda soledad que acompañó durante su larga existencia al poeta de Pankrátor. Una técnica y una instrumentación literaria y estilística adecuadas y originales para la realización de un trabajo meritorio y muy valioso dentro de la bibliografía nacional. La República, Bogotá, 19 de noviembre de 1995.

Se trata, sin duda, de una obra desgarradora, escrita con prosa magistral, sobre uno de los grandes de nuestra poesía. Además de aporte, significa reparación moral y, también, literaria a un valor de dimensión continental. Con esta biografía te sitúas como escritor de altísima categoría y, sobre todo, como un analista que ha sido capaz de acompasar el sentimiento con el rigor. Jorge Mario Eastman Vélez, embajador de Colombia en Chile, 26 de enero de 1996.

Gustavo Páez Escobar conduce al lector por los laberintos que lo llevaron a las profundidades del artista, en ocasiones oscuras y en ocasiones luminosas. Es esta una contribución óptima a la cultura colombiana, no solo porque con su trabajo el autor rescata al poeta para las nuevas generaciones, sino porque redime en parte el aura de dureza que han ido adquiriendo a través del cinismo literario muchos de nuestros escritores. Gloria Chávez Vásquez, desde Miami, Prensa Nueva Cultural, Ibagué, febrero de 1996.

Tu libro sobre Germán Pardo García es una verdadera maravilla; es el homenaje más emocionado y emocionante que pudiera rendírsele a ese gran hombre singular que vivió el dolor humano en todas sus dimensiones y supo, a través de ese dolor, entender al hombre y a Dios. Has hecho un trabajo espléndido y en ello encontrarás tu mejor recompensa. Aída Jaramillo Isaza, directora de la revista Manizales, 19 de abril de 1996.

Obras así, escritas con la frenética pasión de quien redime a uno de los más categóricos, atormentados y olvidados poetas latinoamericanos; libros sin giros teóricos que opaquen al personaje o conviertan su tragedia en literaria estructura; libros así, señalan sin pudor, como lo reconoce Páez Escobar citando a Sartre en el epígrafe de su obra, que “la biografía es un arrume de miserias”. Biografía de una angustia no sólo es el más sincero y profundo homenaje que se le haya tributado al poeta ibaguereño, sino también una visión metafísica y psicológica del acto poético. Humberto Senegal, La Crónica del Quindío, 7 de agosto de 1996.

El relato que hace usted de la vida y las múltiples facetas del poeta es realmente maravilloso. Yo tenía un muy prejuiciado concepto sobre este escritor y lo imaginaba tímido y aislado, casi sumiso ante el destino que le tocó vivir desde muy pequeño. Usted retrata, por el contrario, un alma impetuosa y de una firmeza extraordinaria en toda su existencia. La tenue línea Ibagué, Choachí, El Verjón, el Bogotá macilento de 1918 y finalmente su expatriación voluntaria al gran país mexicano, deja entrever el profundo dolor de su alma, que debe ser la columna vertebral de su poesía. Eduardo Arcila Rivera, Siglo del Hombre Editores, Bogotá, 15 de noviembre de 2007.

 
 

 

Gustavo Paéz Escobar © 2009