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Biblioteca Torres Quintero

viernes, 11 de noviembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

En la Biblioteca Departa­mental de la ciudad de Tunja se ha fijado el re­trato de Eduardo Torres Quintero, el mayor promotor de la cultura boyacense en los últimos tiempos. Por eso, el recinto lleva el nombre de este gran batallador de las letras. La bi­blioteca fue creada por la ley 92 de 1870, expedida por la Asamblea Legislativa de Boyacá y sancionada por Feli­pe Pérez, presidente del enton­ces Estado Soberano de Boyacá. Hoy funciona como dependen­cia del Instituto de Cultura y Bellas Artes, y es su directora, desde hace 14 años, la bibliotecóloga Josefina Vinueza Benavides, que ha cumplido una labor digna de aplauso.

Es interesante observar có­mo, a través de los 121 años transcurridos, esta casa de lec­tura e investigación se ha man­tenido como motor de la cultura regional. Han dirigido su desti­no prestantes figuras de las le­tras, como Juan Clímaco Hernández, uno de los más notables escritores de Boya­cá y representante del movimiento indigenista de Colombia.

Supera la biblioteca los 20.000 volúmenes, acervo que se va a incrementar mediante la campaña que ha ini­ciado Josefina Vinueza para que los escritores de la región hagan llegar sus obras con destino a la Sala Boyacá, proyectada para recuperar el material bibliográfi­co que ha producido el departa­mento a lo largo de su existen­cia. Este llamado es extensivo a los editores y entidades tanto oficiales como privadas que pro­ducen publicaciones.

Una biblioteca pública es el mejor sitio para guardar la me­moria de los pueblos y exhibir las raíces cultas de un país o una comarca. Allí es donde mejor se protege el nombre del escritor contra el comején del tiempo. Si, por ejemplo, un ar­chivo histórico no defiende la novela histórica Los tres Pedros en la red de Inés de Hinojosa, del sogamoseño Temístocles Avella Mendoza, no se hubiera rescata­do, un siglo después, esta joya bi­bliográfica que permanecía igno­rada por las actuales generacio­nes; obra que sirvió de guía para otra famosa novela, también de autor boyacense: Los pecados de Inés de Hinojosa, de Próspero Morales Pradilla.

En la biblioteca tunjana se ha creado, dentro de la Sala Infan­til, el que su directora llama el Club de Amigos, integrado por niños de 6 a 12 años, a quienes se les estimula el gusto por la lectura y además se les organiza en grupos de danzas, teatro y títeres. Estuve allí hace poco y quedé maravillado con la abun­dante asistencia que encontré, sobre todo del sector estudian­til. La prueba de una biblioteca está en el número de lectores que tenga. Y esta de Boyacá, que no se conforma con abrir sus puertas a todos los públicos, mantiene, con sus unidades mó­viles, permanentes desplazamien­tos a los municipios que carecen de dicho servicio.

En las bibliotecas reposa el alma de los pueblos.

El Espectador, Bogotá, 23-X-1991.

 

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