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El doctor Conchita

sábado, 11 de febrero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

En entrevista publicada por El Tiempo, el 19 de noviembre de este año, se le pregunta a Tomás Concha Sanz, quien desde hace varios años trabajaba en el Programa Presidencial para los Derechos Humanos, cómo lo llamaba Lina María Castro Torres, empleada de dicho organismo que lo denunció por acoso sexual. A lo cual responde Tomás Concha: “A veces doctor, a veces Tomás y, en algunas ocasiones, doctor Conchita”.

Dice ella en su denuncia penal que él la sometía a acoso sexual desde  un año atrás, y narra actos aberrantes que se vio obligada a realizar ante el temor de perder el puesto. Él, por su parte, se defiende con el argumento de que se trataba de relaciones sexuales consentidas, afirmación que rechaza Lina María Castro, agregando que esta conducta de su jefe era la misma que ejercía con otras empleadas.

Se viene aquí al caso trajinado de las “relaciones consentidas”. No se sabe cuál de los dos dice la verdad, o la mentira, por tratarse de versiones encontradas. Eso lo  deberá dilucidar la justicia, si es fácil. Se extraña el hecho de que la agredida hubiera tolerado esta situación durante un año, pero por otra parte no puede subestimarse la razón que ella da para permanecer callada.

Lo cierto es que en los ámbitos del poder abundan los “doctores conchitas” que cometen descarados abusos sexuales contra sus subalternas y quedan impunes. Quedan en la sombra, porque esclarecerlos no es fácil. En el presente caso, el vicepresidente Angelino Garzón no renovó el contrato de Concha, que se venció el 30 de noviembre, y fue más lejos: rechazó todo tipo de “violencia, chantaje, abuso o discriminación contra las mujeres”.

La violencia masculina en materia sexual, sobre todo cuando se desempeñan posiciones de mando, es universal. Se da en todos los países y en todos los estratos sociales. Es una tara atávica convertida en azote de la humanidad. Presidentes, gobernantes, políticos, clérigos, magnates del dinero o de la vida empresarial, para hablar solo de las cumbres elitistas, se mencionan a cada rato como protagonistas de estos desenfrenos de la moral.

Un sonado episodio de actualidad es el de Dominique Strauss-Kahn, un adicto al sexo que, tras una cadena de abusos, terminó su carrera política, como posible presidente de Francia, por sus enredos con la camarera de un hotel de Nueva York. Allí fue privado de la libertad, pero salió libre gracias a la chequera solidaria y generosa de Anne Sinclair, su cónyuge, que pagó el millón de dólares por la fianza impuesta por el juez.

Luego, él se defendió de la denuncia que en igual sentido le formuló en París la periodista Tristane Banon. En ambos casos adujo que se trató de relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”. A la postre, su esposa ha dado señales de querer divorciarse en vista de tanto escándalo. Se cansó de la farsa.

El expresidente israelí Moshe Katzav, que se vio precisado a dimitir en junio de 2007, acusado por violación y abusos sexuales, acaba de ser condenado a siete años de prisión por tales delitos. Ya sin posibilidad de absolución, protesta con el conocido argumento de las relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”.

En Afganistán, Gulnaz,  indefensa mujer violada por el marido de su prima, fue condenada a siete años de cárcel por el abuso que cometió el hombre. Increíble que esto suceda. Pero sucede en Afganistán: allí el caso fue calificado como adulterio, y la culpable de él (Gulnaz, y no el violador) representa una deshonra social que puede ser castigada con la muerte. Para evitar la cárcel, ella dice que se casaría con el violador, de quien tuvo una niña de dos años. Revela la ONU que en Afganistán ocho de cada diez mujeres son víctimas de violencia sexual. Mientras tanto, el violador de esta historia niega el hecho. Otro “doctor conchita”.

Al teniente Raúl Muñoz se le señala por sus propios compañeros de milicia en Arauca de agresión sexual contra dos menores de edad. Una de ellas fue asesinada junto con dos de sus hermanos. El teniente expone el mismo argumento, que no solo es colombiano sino universal: las relaciones sexuales consentidas.

Aleida, en la pluma de Vlado, exclama frente a este panorama catastrófico: “La víctima de acoso sexual es atacada en forma individual, sufre en el plano personal y es humillada en el ámbito social. ¿Hasta cuándo?”.

El Espectador, Bogotá, 9-XII-2011.
Eje 21, Manizales, 9-XII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 10-XII-2011.

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Comentarios:

Muy bien por denunciar este tipo de comportamiento social, que no por serlo deja de ser una conducta delictiva. En el caso reciente de Dominique Strauss-Kahn, hay que señalar que aparecieron publicados unos videos de las cámaras de seguridad del hotel en los que se observan escenas que ponen en duda el relato de la camarera. JDNA (correo a El Espectador).

Sin descartar que se hubiera podido presentar efectivamente un caso de abuso sexual, no es tampoco admisible que el columnista de todas maneras termine dando por cierta la versión de la supuesta víctima. La manera como se ha descrito el caso incluso por parte de la «víctima», el contexto, las características de ella, etc., da lugar a que se generen dudas. Hay que dejar que, ojalá en un fallo limpio y transparente, la justicia emita su fallo. También se conocen casos de mujeres que se aprovechan de ciertas situaciones para vengarse o hacerle daño a cierto tipo de personajes. Nicomedez Santacruz (correo a El Espectador).

Acertado el editorialista, independientemente de que uno u otro esté diciendo la verdad, asunto que aclarará el aparato judicial. Las formas de maltrato en el sector público, sobre todo, están a la orden del día, y no solo episodios de acoso sexual: acoso laboral, traslados injustificados, sobrecarga laboral; o en caso contrario, no asignar trabajo con el fin de buscar que el empleado se aburra, y otros por el estilo.  Domingos da Guìa (correo a El Espectador).

Comparto la preocupación y señalamientos del columnista, pero también hay casos como estos: 1) Relaciones de oficina que terminan y la mujer, por celos o despecho, acusa al varón de acoso; 2) Después del discotecazo, las jóvenes aceptan terminar el plan en un apartamento; 3) En su show de Brasil, Birtney Spears provocó a un joven poniéndole las piernas sobre los hombros, el muchacho amagó morder una pierna y los medios no lo bajaron de depravado; 4) Lo de DSK tiene todos los visos de un montaje, burdo por demás;  5) la misma niña Castro (Lina María) en las declaraciones iniciales sugiere coqueteos y vestimenta provocadora.  Anticlientelistascorruptos (correo a El Espectador).

La verdadera mujer es la que hace respetar sus derechos y los respeta, la que es digna, trabajadora, estudiosa y puede conducir su vida sin la sujeción a un hombre, la mujer inteligente es la que busca un compañero en igualdad de condiciones, la que tiene un hogar modelo para la sociedad. No es la muñeca fatua, que se deja utilizar, ni menos la que cree que en la vida se escalan posiciones a través de su cuerpo y de su sexo. Esa es la verdadera liberación femenina. Karissa (correo a El Espectador).

Por la experiencia que tuve durante el tiempo que trabajé como agente administrativo en las urgencias del hospital donde laboro en la zona metropolitana de París, puedo asegurar que los casos de maltrato son  numerosos, por los cuales acuden mujeres a consulta médica, sobre todo en traumatología, por las contusiones y traumas severos que algunas presentan en diferentes partes del cuerpo, especialmente en la cara, y en consulta psicológica por los efectos del estrés causado por las humillaciones e insultos recibidos de sus cónyuges. También existen las mujeres que se victimizan y hacen denuncias falsas contra sus cónyuges, inclusive mostrando golpes y heridas provocados por ellas mismas, con el fin de sacar algún beneficio económico, o para encubrir una infidelidad. Álvaro León Pérez Franco, colombiano residente en París.

 

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