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El imperio femenino

sábado, 2 de noviembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

¿Quién diría que “hay siete mujeres por cada hombre”? Imposible saberlo. Lo cierto es que la afirmación se ha repetido desde tiempos remotos. Tal vez la frase corresponda a una de esas tonterías que se lanzan sin ton ni son y se repiten de boca en boca por los siglos de los siglos.

Quizás ella provenga de los musulmanes, cuyos potentados se dan el lujo (si es un lujo) de tener en sus harenes muchas mujeres. Alguien sugiere que la frase no es tan antigua, y la atribuye a Joseph Smith, fundador de los mormones, quien hacia 1830, en vista de las pocas mujeres que había en su movimiento, manifestó que Dios le había dicho que cada hombre podía casarse hasta con siete mujeres. Pero a él se le fue la mano, ya que tuvo 34, que procrearon 70 hijos.

De ciertos años para acá, las cuentas de hombres y mujeres en el mundo han venido aproximándose. Algunas estadísticas les dan ligeras ventajas a los hombres, otras igualan los dos sexos, y las más recientes sostienen que por primera vez el número de mujeres ha superado al de los hombres.

Según una computación, la población mundial llegó en fecha reciente a 6.852 millones de personas, de las cuales 3.450 millones (el 50,4%) son del sexo masculino, y 3.402 millones (el 49,6%) del femenino. Cuando ya pasamos de 7.000 millones (en octubre de 2011), se presenta una ligera ventaja de las mujeres. Con el margen de error de las encuestas, estamos empatados.

En Colombia, el número de habitantes es de 44 millones, con una ligera diferencia a favor del sexo femenino. Estos enfoques permiten determinar que los dos sexos han llegado al ajuste ideal. Según esta apreciación, a cada hombre le corresponde una sola mujer. No dos, ni siete, ni ninguna fracción, y menos las 34 del fundador de los mormones. Si esto fuera cierto, no habría tríos, ni amantes clandestinos, ni separaciones. Todo sería perfecto, como Dios manda. Pero no lo es.

A Hanna Rosin le ha dado por pregonar el final de los hombres en su obra The end of men. Y expone razones como estas: los hombres ya no tienen el control de la fuerza laboral; en las universidades hay mayor número de mujeres; el papel de los hombres como jefes de hogar se inclina hoy a favor de un matriarcado en el que ellas prefieren educar solas a los hijos. En Colombia, fuera de los motivos citados, existe este otro: las mujeres ocupan el 49 por ciento de los cargos profesionales y técnicos, y el 38 por ciento de los cargos legislativos.

El avance de la mujer es indudable. No pueden desconocerse su inteligencia, su sagacidad, su sensatez para afrontar problemas. Su liberación ante el dominio del hombre representa un importante avance social. En Colombia, adquirió en 1954 el derecho al sufragio y poco a poco se fue integrando a la vida pública. Sin embargo, al buscar romper con el machismo, ella misma se volvió (perdónenme la expresión) macho en ciertas circunstancias.

Rosin admite que el hecho de que la mujer esté arriba no significa que el mundo sea más amable, sensible y humano. En algunos casos, la mujer es tan violenta y criminal como el hombre. El asunto no es de género, sino de humanismo. La superioridad de la mujer sobre el hombre genera en ocasiones la dificultad para conseguir marido. Ante esta triste realidad, que trastoca el sentido de la familia, muchas mujeres optan por vivir aparte y llevar relaciones sin compromiso. Se liberan del hombre para ser esclavas de la soledad y el hastío.

Lo que cuenta no es el número de mujeres y de hombres. Lo que se ha perdido es la armonía de la pareja, la supremacía del hogar, por encima de machismos y tontas emulaciones.

El Espectador, Bogotá, 28-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 28-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 29-IX-2012.
Mirador del Suroeste, No. 45, Medellín, diciembre de 2012.

* * *

Comentarios:

Si hay mujeres solas, también hay hombres solos. Se habla de la soledad de la mujer pero no de la soledad del hombre. Es mejor estar sola que mal acompañada, es mejor estar sola que maltratada, es mejor estar sola que sometida… lira (correo a El Espectador).

No es cierto que la actividad laboral sea ahora mayormente femenina. La balanza se inclina todavía a favor del sexo masculino. No sé de dónde sacó los datos el columnista. La mujer, al capacitarse, pudo liberarse del yugo masculino que la mantuvo sometida y puede cumplir perfectamente con su función laboral, ser excelente esposa y ejemplar madre de familia. marthace (correo a La Crónica del Quindío).

Son cifras muy interesantes, pero ignoradas por muchos que siguen en su machismo, creyendo que el hombre es el león de la manada. Ya no es así. Me gusta mucho el final del artículo: “Lo que cuenta no es el número de mujeres y de hombres. Lo que se ha perdido es la armonía de la pareja, la supremacía del hogar, por encima de machismos y tontas emulaciones”. ¡Somos iguales! Liliana Páez Silva, Bogotá.

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La primera alcaldesa de Yopal

sábado, 2 de noviembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En lengua achagua, yopo significa corazón. Y es un árbol nativo de los Llanos Orientales cuya altura puede llegar hasta 15 metros. Yopal, hoy capital de Casanare, tomó su nombre de aquel árbol maderable, por haberse encontrado allí un bosque sembrado de yopos.

Hace 40 años, cuando era un caserío carente de energía eléctrica y otros servicios elementales, Carmenza Murgueitio de Riaño fue su primera alcaldesa. Por aquellos días comenzaba la mujer a ocupar los puestos antes reservados a los hombres. Ella no nació en aquel sitio, sino en Calarcá. Su marido, el ingeniero de sistemas Carlos Riaño Medina, había establecido en Yopal la fábrica Gaseosas del Llano, lo que explica su viaje a aquella lejana geografía.

El origen de Carmenza Murgueitio es de Cali por el ancestro paterno, y de Calarcá por el materno (Patiño). A los tres años de edad, su familia se trasladó a Cartago y después pasó a Cali. Casada con un boyacense, se estableció en Duitama, y de allí se trasladó a Yopal. Mujer de armas tomar, pronto sobresalió en la población llanera por su ánimo emprendedor y su espíritu cívico.

Con ese talante, impulsó la fundación del primer centro social del municipio, el Club Casanare. Cuando el gobernador de Boyacá pidió a los notables del pueblo, en una crisis administrativa de la localidad, que escogieran un alcalde, ellos la postularon sin la menor duda. Así se convirtió en la primera alcaldesa de Yopal.

Antes de asumir el cargo se dedicó a leer cuanto libro, norma o código le permitiera tomar conciencia del oficio que iba a desempeñar. Puso su propio estilo y su mejor empeño para salir adelante y no defraudar al vecindario. Como en el Llano estaba, demostró su destreza para montar a caballo en agotadoras jornadas de trabajo, o para pasar en una tarabita por los ríos azarosos de la pampa, lo mismo que su capacidad para resolver problemas y realizar obras de beneficio común.

En Marquetalia, el barrio de prostitución, vendían placeres baratos 12 muchachas taciturnas que en el día se encerraban en su recinto de pecado debido al repudio que les mostraban en el pueblo. No podían entrar a los almacenes, ni a los restaurantes, ni a la propia iglesia, porque se les miraba como una peste pública. Como un terror. Sin embargo, sus mayores clientes eran los notables del pueblo, que les pagaban sus servicios con vales de lenta efectividad.

Visto lo cual, la alcaldesa las visitó en su sede, les dictó una conferencia y las animó a salir a la calle sin temores, vestidas en forma decente y sin hacer escándalos públicos. Les impuso un control sanitario que ella misma vigilaba todas las semanas en el hospital. El ambiente les cambió por completo. Volvieron a ser personas. El pueblo se sociabilizó con el capítulo inevitable de la prostitución.

La falta de corriente eléctrica la solucionó en parte con plantas de ACPM. Aún estaba lejos la posibilidad de contar con los servicios básicos. Organizó varias secadoras de arroz y adelantó planes de la reforma agraria. En los dos años que duró su mandato, la población obtuvo avance significativo dentro de las precarias condiciones de entonces.

Yopal tenía menos de 10.000 habitantes. Hoy pasa de 130.000 y es la ciudad que muestra el mayor índice de crecimiento en el país. Es un centro pujante, favorecido con las regalías petroleras que permiten gozar de las ventajas del modernismo.

Al evocar los cuarenta años que han corrido desde su alcaldía, la amiga me comenta que nunca pensó, por supuesto, que aquel estrecho caserío iba a llegar tan lejos. Así evolucionan algunos municipios y se transforma el país. Y así dejan su huella personas que como Carmenza Murgueitio han hecho de la administración pública una tarea honesta y laboriosa al servicio de la comunidad.

El Espectador, Bogotá, 14-IX.2012.
La Crónica del Quindío, 15-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 15-IX-2012.

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Comentarios:

Excelente esta mujer, así es que debe actuar un gobernante.  Yopal hoy en día sufre por el problema del agua potable. Según sus propios habitantes, hoy pasa por la situación que se vivía hace 20 años, es decir, un retroceso mayúsculo. ¿Donde están las regalías? ¿Por qué hay todavía paramilitares en Yopal? Las personas de bajos recursos no pueden adquirir lotes en el centro de la ciudad porque se volvió exclusivo y costoso. Los nativos no pueden acceder a los mejores centros educativos superiores porque no tienen los mismos ingresos que un petrolero, cuando en una ciudad que recibe regalías la educación debería ser gratis. Señor columnista, no podemos vivir del pasado. keichik1 (correo a El Espectador).

Fue tan grande lo que hizo esa mujer por esa hermosa ciudad que ni los últimos diez alcaldes han sido capaces de destruirlo, con todo el empeño y la corrupción desmesurada que han puesto en lograrlo. El que Yopal lleve dos años sin un acueducto decente dice más de la nobleza de su gente que de la pujanza de sus gobernantes. Solo han pujado en favor de su bolsillo. verdemangobiche (correo a ElEspectador).

Nadie es profeta en su tierra, pero sí héroe en tierra ajena, y aquí en esta anécdota del escritor Páez está reflejado el valor de la mujer, el sentido común y el compromiso social con una región que solo ha esperado que sus gobernantes gobiernen, pero no que roben, como lo hacen hoy. pachoconsumo (correo a La Crónica del Quindío).

Como hermano menor de la exalcaldesa tuve la inmensa fortuna de vivir esa odisea. El haber vivido varios años de mi juventud bajo la protección de Carlos y  Carmenza en esa maravillosa yotrora idómita tierra tierra, llena de encantos y aventura, templó mi carácter, delineó mi futuro y todas las experiencias vividas dejaron perenne huella en mi persona y en mis recuerdos. Las ejecutorias que usted relata, y otras más, fueron muy valiosas para aquel pueblo que empezaba a descollar bajo el influjo de mentes que intentaron hacer industria y progreso en esas hermosas tierras. No se entiende por qué la página web de la alcaldía de Yopal no registra los nombres de aquellas personas que fueron sus dirigentes antes de ser Casanare departamento.  Jaime Murgueitio Patiño.

Recuerdo tantas veces haber hablado con la familia de la experiencias increíbles de mamá en Yopal, y varias veces haber mencionado el escribir un libro, o que mamá se volviera cuentista para relatar  las historias mágicas acerca de las creencias, cultura y experiencias que vivió.  Pero el tiempo fue pasando. Ahora, con este artículo en el que ella se vuelve protagonista, siento orgullo al tener en mi madre a esa mujer de armas tomar que lo fue como alcaldesa de Yopal, y que sigue siéndolo en su vida privada. Es una linda historia que vale la pena compartir, para destacar que no todos los líderes son malos, corruptos  o mediocres, y que también hay buenos y no sabemos valorarlos. Isabel Cristina Riaño Murgueitio.

Mujer

lunes, 28 de octubre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

La mujer ha subyugado al mundo. Admiro en ella la sutileza, la fragancia, el porte airoso, su fe­minidad. La mujer es el bálsamo de la vida. No le exijamos mucho, como no se le pide a la rosa que deje de tener espinas para que sea deslumbrante. Por un rostro hermoso, por un talle esbelto, por una sonrisa acariciadora, el hombre es capaz de brin­dar un imperio. Y agreguémosle un alma sensitiva y un corazón apasionado y tendremos la mayor maravilla del universo. Su delicadeza se parece mu­cho a los finos cristales que brillan porque son re­fulgentes, pero que se rompen porque son frágiles.

Armenia, 1977.

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El doctor Conchita

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En entrevista publicada por El Tiempo, el 19 de noviembre de este año, se le pregunta a Tomás Concha Sanz, quien desde hace varios años trabajaba en el Programa Presidencial para los Derechos Humanos, cómo lo llamaba Lina María Castro Torres, empleada de dicho organismo que lo denunció por acoso sexual. A lo cual responde Tomás Concha: “A veces doctor, a veces Tomás y, en algunas ocasiones, doctor Conchita”.

Dice ella en su denuncia penal que él la sometía a acoso sexual desde  un año atrás, y narra actos aberrantes que se vio obligada a realizar ante el temor de perder el puesto. Él, por su parte, se defiende con el argumento de que se trataba de relaciones sexuales consentidas, afirmación que rechaza Lina María Castro, agregando que esta conducta de su jefe era la misma que ejercía con otras empleadas.

Se viene aquí al caso trajinado de las “relaciones consentidas”. No se sabe cuál de los dos dice la verdad, o la mentira, por tratarse de versiones encontradas. Eso lo  deberá dilucidar la justicia, si es fácil. Se extraña el hecho de que la agredida hubiera tolerado esta situación durante un año, pero por otra parte no puede subestimarse la razón que ella da para permanecer callada.

Lo cierto es que en los ámbitos del poder abundan los “doctores conchitas” que cometen descarados abusos sexuales contra sus subalternas y quedan impunes. Quedan en la sombra, porque esclarecerlos no es fácil. En el presente caso, el vicepresidente Angelino Garzón no renovó el contrato de Concha, que se venció el 30 de noviembre, y fue más lejos: rechazó todo tipo de “violencia, chantaje, abuso o discriminación contra las mujeres”.

La violencia masculina en materia sexual, sobre todo cuando se desempeñan posiciones de mando, es universal. Se da en todos los países y en todos los estratos sociales. Es una tara atávica convertida en azote de la humanidad. Presidentes, gobernantes, políticos, clérigos, magnates del dinero o de la vida empresarial, para hablar solo de las cumbres elitistas, se mencionan a cada rato como protagonistas de estos desenfrenos de la moral.

Un sonado episodio de actualidad es el de Dominique Strauss-Kahn, un adicto al sexo que, tras una cadena de abusos, terminó su carrera política, como posible presidente de Francia, por sus enredos con la camarera de un hotel de Nueva York. Allí fue privado de la libertad, pero salió libre gracias a la chequera solidaria y generosa de Anne Sinclair, su cónyuge, que pagó el millón de dólares por la fianza impuesta por el juez.

Luego, él se defendió de la denuncia que en igual sentido le formuló en París la periodista Tristane Banon. En ambos casos adujo que se trató de relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”. A la postre, su esposa ha dado señales de querer divorciarse en vista de tanto escándalo. Se cansó de la farsa.

El expresidente israelí Moshe Katzav, que se vio precisado a dimitir en junio de 2007, acusado por violación y abusos sexuales, acaba de ser condenado a siete años de prisión por tales delitos. Ya sin posibilidad de absolución, protesta con el conocido argumento de las relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”.

En Afganistán, Gulnaz,  indefensa mujer violada por el marido de su prima, fue condenada a siete años de cárcel por el abuso que cometió el hombre. Increíble que esto suceda. Pero sucede en Afganistán: allí el caso fue calificado como adulterio, y la culpable de él (Gulnaz, y no el violador) representa una deshonra social que puede ser castigada con la muerte. Para evitar la cárcel, ella dice que se casaría con el violador, de quien tuvo una niña de dos años. Revela la ONU que en Afganistán ocho de cada diez mujeres son víctimas de violencia sexual. Mientras tanto, el violador de esta historia niega el hecho. Otro “doctor conchita”.

Al teniente Raúl Muñoz se le señala por sus propios compañeros de milicia en Arauca de agresión sexual contra dos menores de edad. Una de ellas fue asesinada junto con dos de sus hermanos. El teniente expone el mismo argumento, que no solo es colombiano sino universal: las relaciones sexuales consentidas.

Aleida, en la pluma de Vlado, exclama frente a este panorama catastrófico: “La víctima de acoso sexual es atacada en forma individual, sufre en el plano personal y es humillada en el ámbito social. ¿Hasta cuándo?”.

El Espectador, Bogotá, 9-XII-2011.
Eje 21, Manizales, 9-XII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 10-XII-2011.

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Comentarios:

Muy bien por denunciar este tipo de comportamiento social, que no por serlo deja de ser una conducta delictiva. En el caso reciente de Dominique Strauss-Kahn, hay que señalar que aparecieron publicados unos videos de las cámaras de seguridad del hotel en los que se observan escenas que ponen en duda el relato de la camarera. JDNA (correo a El Espectador).

Sin descartar que se hubiera podido presentar efectivamente un caso de abuso sexual, no es tampoco admisible que el columnista de todas maneras termine dando por cierta la versión de la supuesta víctima. La manera como se ha descrito el caso incluso por parte de la «víctima», el contexto, las características de ella, etc., da lugar a que se generen dudas. Hay que dejar que, ojalá en un fallo limpio y transparente, la justicia emita su fallo. También se conocen casos de mujeres que se aprovechan de ciertas situaciones para vengarse o hacerle daño a cierto tipo de personajes. Nicomedez Santacruz (correo a El Espectador).

Acertado el editorialista, independientemente de que uno u otro esté diciendo la verdad, asunto que aclarará el aparato judicial. Las formas de maltrato en el sector público, sobre todo, están a la orden del día, y no solo episodios de acoso sexual: acoso laboral, traslados injustificados, sobrecarga laboral; o en caso contrario, no asignar trabajo con el fin de buscar que el empleado se aburra, y otros por el estilo.  Domingos da Guìa (correo a El Espectador).

Comparto la preocupación y señalamientos del columnista, pero también hay casos como estos: 1) Relaciones de oficina que terminan y la mujer, por celos o despecho, acusa al varón de acoso; 2) Después del discotecazo, las jóvenes aceptan terminar el plan en un apartamento; 3) En su show de Brasil, Birtney Spears provocó a un joven poniéndole las piernas sobre los hombros, el muchacho amagó morder una pierna y los medios no lo bajaron de depravado; 4) Lo de DSK tiene todos los visos de un montaje, burdo por demás;  5) la misma niña Castro (Lina María) en las declaraciones iniciales sugiere coqueteos y vestimenta provocadora.  Anticlientelistascorruptos (correo a El Espectador).

La verdadera mujer es la que hace respetar sus derechos y los respeta, la que es digna, trabajadora, estudiosa y puede conducir su vida sin la sujeción a un hombre, la mujer inteligente es la que busca un compañero en igualdad de condiciones, la que tiene un hogar modelo para la sociedad. No es la muñeca fatua, que se deja utilizar, ni menos la que cree que en la vida se escalan posiciones a través de su cuerpo y de su sexo. Esa es la verdadera liberación femenina. Karissa (correo a El Espectador).

Por la experiencia que tuve durante el tiempo que trabajé como agente administrativo en las urgencias del hospital donde laboro en la zona metropolitana de París, puedo asegurar que los casos de maltrato son  numerosos, por los cuales acuden mujeres a consulta médica, sobre todo en traumatología, por las contusiones y traumas severos que algunas presentan en diferentes partes del cuerpo, especialmente en la cara, y en consulta psicológica por los efectos del estrés causado por las humillaciones e insultos recibidos de sus cónyuges. También existen las mujeres que se victimizan y hacen denuncias falsas contra sus cónyuges, inclusive mostrando golpes y heridas provocados por ellas mismas, con el fin de sacar algún beneficio económico, o para encubrir una infidelidad. Álvaro León Pérez Franco, colombiano residente en París.

 

Mujeres en la historia

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Dos distinguidas académicas, Mercedes Medina de Pacheco e Hilda Gómez de Monroy, acaban de poner en circulación, dentro de la serie bibliográfica de la Academia Boyacense de Historia, sendos trabajos que hablan de mujeres: Las mujeres en las Elegías de varones ilustres de Indias y La mujer colombiana y el proceso histórico de sus derechos.

Paciente labor de pesquisa tuvo que adelantar Mercedes Medina de Pacheco para localizar en los 113.609 versos que componen el poema más extenso escrito en lengua castellana –Elegías de varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos– las 179 mujeres que aparecen en dicha obra. Eran mujeres ocultas tras la sombra de los varones que protagonizaron en el siglo XVI los sucesos de la conquista y colonización del Nuevo Mundo.

Algunas de ellas cumplieron verdaderas hazañas al lado de sus hombres, pero esos hechos pasaron inadvertidos por los cronistas, quienes dirigieron sus escritos hacia la exaltación de los caudillos y se olvidaron de las heroínas. Hoy, en esta época que ha entrado a revaluar a la mujer en su justa dimensión, la escritora boyacense vuelve sus ojos al pasado para desentrañar de las páginas memoriosas de Juan de Castellanos los actos de heroísmo ejecutados por esa pléyade de indígenas ignoradas.

Si a las mujeres de entonces se les hubiera dado su real importancia, habrían salido sorprendentes capítulos sobre la sutileza, la pasión y la intrepidez femeninas, como actoras de grandes aconteceres épicos, algunos de ellos pintados de sangre y tragedia, a la altura de los dramas griegos. La autora del estudio escudriña los versos monumentales de Juan de Castellanos, párroco de la catedral de Tunja durante 35 años, y deshilvana las vivencias escondidas en el cruce de razas con los conquistadores.

El cura y escritor dejó su propia historia femenina al reconocer, al final de sus días, a su hija Jerónima y entregarla en matrimonio a Pedro de Rivera. Esa huella de su pasado, según lo anota Enrique Medina Flórez en certero ensayo sobre el poeta-cronista, fue el producto «de sus amores en Venezuela o acaso en islas del Caribe».

La autora de la investigación hace de su trabajo una obra al mismo tiempo histórica, original y apasionante. Las 179 mujeres extraviadas en aquellos versos gigantescos, de difícil lectura en nuestros días, resucitan en la pluma acuciosa de la académica boyacense. Cada una de esas mujeres tiene su propia historia. Su propio encanto y su propia fascinación.

El libro de Hilda Gómez de Monroy, cargado de feminismo, recoge las luchas de la mujer por la conquista de sus derechos durante el siglo XX. Es un recuento minucioso, basado en fuentes históricas, que se convierte en valiosa obra de consulta sobre el itinerario de sacrificios y realizaciones que condujeron al reconocimiento de la mujer como ser pensante, autónomo y generador de progreso.

Comenzando el siglo actual, la mujer no tenía la menor independencia para intervenir en la vida pública, ni se le reconocía ningún atributo como persona libre y creativa. Su condición femenina se confundía con la esclavitud hogareña, y los esposos apenas la consideraban hábil para procrear y criar hijos.

Las desigualdades ante el varón eran ostensibles y detestables, en todos los órdenes, y el exceso de sumisión de la mujer, que no sólo existía en Colombia sino en todo el continente, provocó una insatisfacción silenciosa que se manifestaría en abierta rebelión contra el machismo imperante.

No fue fácil cambiar en poco tiempo las costumbres ancestrales, pero la acción progresiva que a partir del año 1930 (punto de arranque de la lucha femenina) comenzó a surgir en el país, dirigida por voluntades aguerridas como la de Soledad Acosta de Samper, María Cano o la poetisa Laura Victoria, condujo a la conquista de los derechos políticos, civiles, culturales y laborales que hoy reconocen las leyes aprobadas en el resto del siglo XX.

Valioso trabajo el que entrega Hilda Gómez de Monroy en su obra académica, en la que recoge este proceso histórico que logró definir, en bien de la dignidad humana y del progreso nacional, la igualdad de los sexos en este mundo actual tan plagado de desequilibrios e injusticias.

El Espectador, Bogotá, 15-VIII-2002.