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Sólo Boyacá

sábado, 11 de febrero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

La adhesión de Otto Morales Benítez al departamento de Boyacá viene desde sus albores estudiantiles, cuando comenzó a descifrar los hechos patrióticos y a comprender el sentido de la nacionalidad. Y más tarde, en su vida pública y en su carrera de escritor, cuando se compenetraba cada vez más con los símbolos y los valores vernáculos de que es tan rica la tierra boyacense. Ya desde 1950, en el capítulo Algunos aspectos de su cultura, que hace parte de su reciente libro Sólo Boyacá, dedicado con devoción a esta parcela grande de la patria, divagaba con hondura sobre la obra de Eduardo Caballero Calderón, que gira, casi toda, alrededor de Tipacoque y el alma campesina.

Los enfoques contenidos en esta obra de 514 páginas, publicada con el auspicio de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, indican que Morales Benítez conoce muy bien a Boyacá. Se dedicó a estudiarlo desde sus lejanas mocedades, lo visitó muchas veces en sus giras políticas, lo escudriñó en numerosos trabajos como escritor analítico, y hoy remata el concepto con este acopio de ensayos que le fueron brotando con espontaneidad al paso de los días, en más de medio siglo de fecunda indagación.

Nunca fue invitado de piedra, sino que aprovechó sus contactos con la tierra y con la gente para saber cómo piensan, escriben, actúan los boyacenses, y para detenerse en los monumentos y obras de arte que surgen como testimonio del  pasado glorioso. El escritor se escapa a Boyacá siempre que encuentra un resquicio para asistir a los sucesos comarcanos. Allí se dedica a husmear la historia, remover la piedra milenaria, pasear por los horizontes mágicos y aprender nuevas cosas.

Para decirlo de otra manera, Morales Benítez es un boyacense más. Este título tan bien ganado es el franco reconocimiento que le hace la región por su identidad con las tradiciones, las costumbres y los valores locales y por su asidua labor de divulgación de todo lo positivo que allí existe y le da hitos de grandeza a la comarca. Con esta consideración, la Academia Boyacense de Historia lo designó hace muchos años como socio honorario.

La historia y la cultura boyacenses, unidas a los paisajes y a la riqueza terrígena, constituyen dones inapreciables, de desconcertante magnitud. Nunca se terminará de interpretar el pasado histórico de Boyacá, ni abarcar la pléyade de hombres, ubicados en los campos del arte, la literatura, la política, la vocación religiosa o el ejercicio militar, que han sido las tendencias más marcadas de los pobladores de ayer y de hoy.

Por todas estas áreas pasea su pluma Morales Benítez, unas veces para exaltar las gestas patrióticas o admirar el patrimonio artístico, otras para estudiar la obra de los escritores y poetas. Y siempre para señalar a Boyacá como departamento de infinitos caminos y portentosas virtudes.

El tema del mestizaje, uno de los hechos indoamericanos más estudiados por el escritor caldense, encuentra aquí terreno fértil para elaborar planteamientos de interés para la cultura nacional. El folclor y la identidad cultural, que se expresan lo mismo en los caballitos de Ráquira, en el arte religioso o en la música autóctona, llevan de la mano al analista reflexivo que hay en Morales Benítez para resaltar la autenticidad de la raza aborigen.

Cuando escarba en los veneros del arte y las letras, decanta grandes figuras reconocidas a lo largo de los años, como Eduardo Caballero Calderón, Armando Solano, José Mar, Gabriel Camargo Pérez, los hermanos Torres Quintero, Vicente Landínez Castro, Enrique Medina Flórez o Javier Ocampo López , y se detiene en nuevas revelaciones, como el escultor César Gustavo García Páez.

El libro de Otto Morales Benítez es un canto a Boyacá. En el juego de los amores mutuos faltaba esta declaración a la tierra que lo ha acogido, lo ha agasajado y lo distingue como personaje entrañable. El título de la obra es una expresión de exclusividad literaria, que hace más firme la unión espiritual: Sólo Boyacá.

El Espectador, Bogotá, 24-X-2002.

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