Archivo

Archivo para abril, 2018

Turbión en el Quindío

miércoles, 18 de abril de 2018 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La decadencia del Quindío viene de años atrás. Siendo el “departamento piloto de Colombia” hace 51 años, ha pasado a ser una región deprimida en el aspecto económico, e inmoral en el ejercicio administrativo de algunos de sus gobernantes. La nómina de líderes notables que consiguió, primero, la emancipación de Caldas, y luego hizo florecer el nuevo ente territorial durante varios años, está desdibujada en nuestros días.

A un dilecto amigo de la región le he comentado que el problema actual del Quindío obedece a la falta de líderes. Esa nómina, que fue de lujo, se dejó extinguir y no fue remplazada. Como consecuencia, vino la improvisación de nuevas figuras de la política, hecho que se suma a su falta de vocación para el servicio público y a sus ansias de poder y riqueza. Todo esto llevó a los casos de corrupción que se han destapado en estos días.

Entre los años 2012 y 2015 se presentó un curioso matriarcado en los cargos de gobernadora del Quindío y alcaldesa de Armenia, Sandra Paola Hurtado y Luz Piedad Valencia. Durante sus mandatos se mantuvieron en permanente discordia, olvidándose del bien común para el que fueron elegidas. Ambas, en las recientes elecciones legislativas, perdieron las curules a que aspiraban en el Congreso. Esto constituye una lección, tardía pero moralizadora.

La exalcaldesa Valencia acaba de ser capturada, junto con otras cinco personas, entre ellas su esposo, acusados de haberse apropiado de por lo menos 22.000 millones de pesos en el “carrusel de los contratos” adjudicados para un presunto plan de obras por valorización. Por su parte, la exgobernadora Hurtado fue inhabilitada por la Procuraduría a causa del otorgamiento de seis contratos sin el cumplimiento de los requisitos legales. En ellos intervino ‘Toto’, su novio, hombre detrás del trono. Diríase que estas damas convirtieron la hacienda pública en sus haciendas privadas. Hasta aquí llegó la feria de las vanidades.

El café, que fue el eje de la economía regional, registra la peor crisis desde la creación del departamento. Los costos de producción y los bajos precios del grano en el mercado volvieron ruinosa esta actividad. En vista de eso, ha comenzado a sustituirse el café por el aguacate Hass, que ofrece superior rentabilidad. Ojalá esta fórmula no se convierta en un consuelo aleatorio.

CLUB DE LOS SUICIDAS. En artículo de mayo de 2017 me referí a esta entidad que operó en Armenia en los años 30. La consigna era el suicidio, y a quien le llegaba el turno debía cumplir su palabra. Si la rehusaba, era asesinado. Así, desaparecieron alrededor de 100 personas. La rata de suicidas de la actualidad, una de las más altas del país, estremece a la sociedad quindiana. Es un problema de salud pública.

Leí en estos días el cuento titulado El club de los suicidas (1878), de Robert Louis Stevenson, escritor escocés que vivió entre los años 1850 y 1894. Y descubrí que el reglamento de ese club era similar al establecido en Armenia años después. Esto indica que de aquel cuento se tomó la idea para crear el macabro organismo quindiano.

El Quindío está de malas después de tanta prosperidad. Va de tumbo en tumbo, y parece no detenerse su cadena de desastres. Ojalá algún poder providencial lo regrese a la época de bienandanza que representó su creación como departamento ejemplar. Me duele el Quindío, tierra a la que me une profundo sentimiento de afecto y solidaridad.

El Espectador, Bogotá, 14-IV-2018.
Eje 21, Manizales, 15-IV-2018.
La Crónica del Quindío, Armenia, 15-IV-2018.

Comentarios

Envié el artículo a grupos de opinión. No sé qué pasa con los líderes. Será que la clase  política la hemos dejado en manos de cualquiera. Deberían eliminarse los pagos a los servidores públicos elegidos por voto. Recuerdo que cuando mi padre fue concejal de Armenia era ad honorem. Y solo se pagarían viáticos de transporte y estadía. Los recursos del Estado son sagrados. María Eugenia Beltrán Franco, Armenia.

En síntesis, el Quindío viene suicidándose inexorablemente, y el sentimiento no es de ahora. Cómo nos duele. Josué López Jaramillo, Bogotá.

No alcanza uno a imaginarse que en todas partes de nuestro maltrecho país sus gobernantes se maten por el poder, únicamente para tener la ocasión de robar los bienes de los colombianos. Qué degradación, y lo peor es que no les da ni vergüenza de sus actos y la justicia no los castiga. Tú que viste florecer el Quindío, hoy, con toda razón, lloras su desgracia. Inés Blanco, Bogotá.

Hace unas semanas estuve en Armenia y quedé impactado al ver cómo se encuentra de descuidada la ciudad. La calle Real, que hace unos años lucía hermosa e inclusive ganó un premio nacional, se encuentra en estado deprimente. Igual situación se vive en la plaza de Bolívar donde es común ver gente de la calle durmiendo en las bancas y andenes. William Piedrahíta González (colombiano residente en Estados Unidos).

Categories: Quindío Tags:

El Atrato se defiende

jueves, 5 de abril de 2018 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Conocí el Chocó en 1990. En Quibdó la pobreza se traslucía en niños famélicos, de mirada taciturna y vientres abombados –invadidos de parásitos–, que se deslizaban por las calles como testimonios vivientes del eterno abandono en que ha vivido la población. Y me maravillé ante el espectáculo del torrentoso Atrato –el más caudaloso de Colombia–, que bordea la ciudad y representa el mayor medio de transporte de la región. “El río Atrato parece que gimiera, en sus sordos lamentos, siglos de esclavitud”, anoté en el artículo El Chocó merece más (El Espectador, 24-IX-1990). En los 27 años que han transcurrido desde entonces, la situación del departamento sigue siendo dramática.

El contraste entre los dos extremos que allí se tocan no puede ser más desconcertante. De una parte está el patrimonio ecológico, constituido por la biodiversidad y la minería, y de la otra, la miseria y la degradación humana. Políticos, gobernantes y los implacables explotadores de la naturaleza parece que se hubieran coaligado a lo largo del tiempo para extraer la fortuna a costa de la esclavitud de los moradores, la mayoría pertenecientes a comunidades negras e indígenas.

El Atrato tiene una extensión de 750 kilómetros y pasa por territorios del Chocó (69%) y de Antioquia (31%). Durante su recorrido se vigoriza con más de 300 afluentes, entre ríos y quebradas. Desde Quibdó hasta Urabá son navegables 508 kilómetros en embarcaciones de alta capacidad, y se convierte además en vía que conduce a Turbo y el puerto de Cartagena. En la cuenca habitan más de 470.000 personas que subsisten de la pesca, la minería y la agricultura en pésimas condiciones.

El Chocó, una de las zonas más lluviosas del mundo, es el único departamento de Colombia que tiene dos océanos: Pacífico y Caribe. Es territorio de agua, y asimismo de enfermedades, analfabetismo, pobreza extrema, corrupción y desempleo. La malaria, la tuberculosis y la desnutrición infantil son males crónicos que diezman a las familias y menoscaban la ilusión de vivir. Los políticos se roban los presupuestos para la salud, y nada pasa.

En medio de este panorama aterrador, fue puesta una tutela que busca recuperar el Atrato. Parecía una acción infructuosa, de las tantas que se han intentado y se han hundido en los ríos legendarios. Sin embargo, tuvo éxito en la Corte Constitucional. En el fallo de la sentencia T-622 del 10 de noviembre de 2016 (publicado en mayo de 2017), el alto tribunal “reconoce al río Atrato, su cuenca y sus afluentes como una entidad sujeta de derechos”. Colombia se convierte en el tercer país del mundo en el que se protegen los derechos de un río como si fueran los derechos de una persona.

Esto, en buen romance, significa que el Estado debe desalojar de aquel territorio la minería ilegal y la contaminación, purificar las aguas de los ríos y dispensar condiciones dignas a los miles de habitantes que han vivido entre el abandono, la insalubridad, el hambre y la miseria. Antioquia se proclamó guardiana y actora de este programa de largo alcance. Corresponde al próximo gobierno responder por lo que ya es mandato de la ley. Ojalá sentencia tan providencial no se convierta en letra muerta. Será la Corte Constitucional la que garantice su ejecución.

El Espectador, 30-III-2018.
Eje 21, Manizales, 31-III-2018.
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-IV-2018.

Comentarios

Conocí desde los años 70 el Atrato y también el San Juan (que desemboca al Pacífico). El San Juan era por excelencia el río de la minería: su principal poblado era Istmina y sobre su cuenca de influencia estuvo la Chocó Pacífico que explotó el oro de varios municipios. La devastación por minería se acentuó en ese río, pero en el río Atrato la devastación fue forestal: sus maderas se las llevaban las compañías americanas (Maderas del Atrato) y las españolas (Maderas de Urabá) para sus países, en embarcaciones transatlánticas propias, que llegaban hasta el golfo de Urabá para el cargue exclusivo de esas maderas. Fue tal el negocio que Maderas del Atrato tuvo una línea de ferrocarril de más de 20 kilómetros dentro de la selva para el transporte de maderas hasta los afluentes hídricos más cerca al río Atrato. ¡Qué bueno recordar esos tiempos, y, como usted, haber sido testigo de tantos acontecimientos tan poco conocidos por tan pocos! Carlos Alberto Tamayo Palacio (La Crónica del Quindío).

Yo  lo conocí mucho antes, en 1963, y no tendría que añadir un adjetivo a lo que anota el artículo. El minagricultura de entonces, Virgilio Barco,  se las ingenió para mejorar un poco la vida de los cultivadores de arroz con unas pequeñas secadoras, pero los políticos siempre saben caer donde hay algún dinero y nadie supo dónde ni quiénes lo aprovecharon, pero de ningún modo fueron los agricultores. 55 años y todo sigue igual o peor. Josué López Jaramillo, Bogotá.

Categories: Ecología, Regiones Tags: ,