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Archivo para junio, 2019

El legado de Adel López Gómez

miércoles, 26 de junio de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nació en Armenia el 18 de octubre de 1900, y a los 20 años se trasladó a Medellín, donde inició su oficio periodístico. Años después se radicó en Bogotá y se vinculó a Cromos, El Gráfico, Revista de las Indias, Revista de América, El Tiempo y El Espectador. La labor más notable la desarrolló en La Patria, de Manizales, donde se residenció en 1940 por el resto de sus días.

Allí sobresalió como uno de los cuentistas más importantes del país. Maestro de la crónica y del género costumbrista, sus artículos en La Patria representan un dechado de pulcritud idiomática y belleza literaria. Esta virtud le valió el ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua y el doctorado honoris causa conferido por la Universidad de Caldas.

Un día le dio por irse a vivir sin esposa ni hijos al Urabá antioqueño como almacenista de una empresa constructora de la carretera al mar. Sobre este episodio hizo años después esta confesión: “En 1939 me marché a las selvas de Urabá. Quería un tratamiento de violencia para cierto sarampión pasional y extramatrimonial que se había apoderado de mí”. Frutos de esta fugaz aventura fueron la novela Allá en el golfo y Cuentos del lugar y de la manigua.

El primero de tales libros fue publicado en 1995, como obra póstuma, por la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. El autor no tuvo interés en que saliera a la luz durante su vida. En él pinta las características de aquella región plagada de contrabandistas, miseria, enfermedades, pasiones borrascosas y convulsos dramas humanos.

Adel López Gómez es autor de más de 20 obras publicadas. Ejecutó su haber literario entre Medellín, Bogotá, Turbo y Manizales. Dejó inéditos los libros Escribe Eros, que reposa en la Biblioteca Piloto de Medellín, y Las ventanas del día, elaborado en un solo ejemplar, con bella ornamentación del pintor Restrepo Rivera, texto que está en poder de un pariente suyo en Cali. Una copia se encuentra en la biblioteca antes citada.

Murió el 19 de agosto de 1989. Dos años atrás había deplorado yo su ausencia de La Patria, y así lo expresé en un artículo. Él me contestó que tan dolorosa circunstancia, después de cerca de medio siglo de labor continua, obedecía a su estado físico que le había hecho perder sus ritmos interiores.

El filántropo Braulio Botero Londoño, fundador del Cementerio Libre de Circasia, me contó que la víspera del deceso fue a visitarlo al hospital y tuvo con él calurosa entrevista. Lo invitó a que pasara los días de la convalecencia en su finca Versalles, de Circasia, y en eso quedaron. Al día siguiente por la tarde se enteró de que lo estaban sepultando.

Adel respiraba literatura por todos los poros. Las letras eran su credo y su esencia vital. Con su pluma dibujó paisajes, montañas, ríos, almas, alegrías y tristezas. Su prosa castiza y amena era la delicia diaria de sus fervientes lectores de La Patria. Pertenecía a la escuela de los grandes cuentistas antioqueños e hizo de Maupassant su maestro de cabecera. Su biblioteca y valiosos archivos están hoy en la Sala Antioquia de la Biblioteca Piloto de Medellín.

Al cumplirse en los próximos días 30 años de su muerte, nada mejor que volver, como lo hace esta nota, sobre las huellas de este personaje emblemático de la zona cafetera que con su creación artística supo engrandecer el destino.

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El Espectador, Bogotá, 22-VI-2019.
Eje 21, Manizales, 21-VI-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-VI-2019.

Comentarios 

Muchas gracias por compartir este bello escrito sobre el gran personaje que fue Adel López, de quien contamos con el privilegio de poseer sus archivos en la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto; con toda seguridad lo tendremos muy presente como aporte para aquellos usuarios interesados en investigar o conocer más sobre este importante escritor colombiano. Sala Antioquia.

Qué grato leer estas notas sobre Adel. Recuerdo que en los últimos días de octubre de 1985, cuando regresaba de dictar unas charlas en Armero y Honda sobre los peligros del volcán, paré en su casa a hacerle una visita y explicarle mi teoría y mis temores, que él ya había leído y entendido por mis columnas en La Patria sobre el tema. Me queda la satisfacción de que gracias a los diálogos esporádicos con Braulio Botero Londoño logramos hacerle más de una reverencia, a la que era tan huraño. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

De Adel leí algunas de sus publicaciones en La Patria hace muchos años. Lo recuerdo como gran escritor. Su influencia de Maupassant debe haber sido muy valiosa. Para mí, Maupassant es lo máximo como cuentista. Recuerdo cuando leí Relatos, que, tan pronto empezaba uno de sus cuentos, de inmediato me atrapaba y no quería que se terminara por ese gran encanto que tenían sus narraciones. Muy buena columna. William Piedrahíta González, Miami.

William Piedrahita al referirse a tu columna sobre mi papá, ha dicho «muy buena columna». Yo coincido con esa apreciación, pero agrego algo más: bella y generosa columna sobre alguien que es vital en mi vida: mi papá. Gracias por recordarlo. Tu generosa tarea de toda la vida ha sido esa: no dejar que caigan en el olvido total todos aquellos que han escrito en nuestra patria, todos aquellos que, junto contigo, forman esa élite, ese grupo de privilegio de escribir, de dar opinión, de emitir conceptos, de hablar de belleza, de amistad, de entendimiento. Diana López de Zumaya, Ciudad de Méjico.

Curiosidades de los libros

miércoles, 12 de junio de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

La mayoría de los libros de Vicente Pérez Silva tienen esta característica común: que han sido producto de larga indagación, disciplina que le ha permitido realizar certeras y por lo general novedosas revelaciones sobre cada materia. En sus pacientes pesquisas se encuentran títulos como Bolívar en el bronce y la elocuencia, Anécdotas de la historia colombiana, Código del amor, La picaresca judicial en Colombia.

Mucha similitud tiene con su coterráneo Ignacio Rodríguez Guerrero, otro pesquisidor de novedades bibliográficas, y autor de la obra Libros colombianos raros y curiosos, que fue editada en tres volúmenes, hace ya largos años, por la extinguida Biblioteca Banco Popular.

Sale ahora a la luz, con la autoría de Pérez Silva, Anécdotas y curiosidades alrededor del libro en Colombia, con el sello del Grupo Editorial Ibáñez, la misma empresa que ha difundido varias de sus obras. El connotado escritor nariñense se dedicó a escrutar en este volumen, con el olfato de sabueso que posee, extrañas y graciosas ocurrencias descubiertas en el mundo misterioso del quehacer literario.

Este libro contiene peculiares hallazgos que han surgido y han sido recolectados en esta travesía intelectual, a la vez ingeniosa y penetrante. Toda actividad o profesión reúne rasgos propios, insólitos algunos, que pintan un estilo de vivir en este planeta lleno de sorpresas, ironías y contrastes. Pérez Silva se detiene en estas rarezas humorísticas para airear el duro oficio literario y transmitir un mensaje grato. Su pluma instruye y divierte, que tal debe ser la misión del escritor.

Son historias breves, ágiles y concisas, que concatenan una serie de humoradas y de sucesos serios. Algunos, cáusticos. Todos, memorables. Por aquí pasan anécdotas como la de Santander prisionero en una biblioteca; o la de Bolívar en la biblioteca del español Mier y Benítez; o la de Marco Fidel Suárez leyendo a Voltaire; o la de un libro en piel de mujer; o la de García Márquez como vendedor ambulante de libros; o las de libros hurtados, o plagiados, o en la hoguera…

Este husmeador de casos pintorescos me encasilla en su reciente obra con algunos episodios jocosos que publiqué en el año 2010 bajo el título Dolores y travesuras del libro. Entre ellos está el de mi novela Ventisca, editada en 1989 por la Universidad Central. El rector, Jorge Enrique Molina, se había dejado ganar del tiempo para escribir el prólogo, y en esta forma llegó el día que estaba programado para la presentación en la Feria Internacional del Libro.

Ya a punto de iniciarse el acto, llegó el rector con un ejemplar de la novela, lo depositó en la mesa principal, para que todos lo vieran, y mostró en el aire la portada. Alguien quiso hojear el libro, pero él fue hábil para mantenerlo asido a la mano. Concluida la ceremonia, anunció que la obra venía en camino, y se ausentó de la sala. Pasó el tiempo, y el libro no apareció.

A mí me tocó sufrir la pena y la incomodidad de no lograr poner en circulación la obra entre el público, en el que había amigos e invitados especiales. ¿Qué había sucedido? Que al no haber llegado a tiempo el prólogo a la editorial, no había podido concluirse el trabajo. Lo que el rector había mostrado era el taco con las hojas impresas, y encima, la portada. Pasado el momento amargo, queda la anécdota de humor que ahora recrea Pérez Silva.

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El Espectador, Bogotá, 8-VI-2019. Eje 21, Armenia, 7-VI-2019. La Crónica del Quindío, 9-VI-2019.

Comentarios 

Magnífico anuncio del nuevo libro del gran escritor y amigo nariñense Vicente Pérez Silva. Él, trabajador silencioso y dedicado, navega en las aguas profundas y rigurosas de la investigación y cada libro que edita es una verdadera joya. Inés Blanco, Bogotá.

Qué maravilla todos esos recuerdos y anécdotas. Cada libro tiene una historia muy particular. Cada criatura literaria es especial tanto para su autor como para quienes trajinan en el mundo del libro. Colombia Páez, Miami.