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Archivo para agosto, 2019

El niño héroe

miércoles, 21 de agosto de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En julio de 1819 llega Bolívar a Belén, Boyacá, y se entrevista con Juan José Leiva, amigo de la causa libertadora. Allí conoce a Pedro Pascasio Martínez, joven campesino que aún no ha cumplido los doce años de edad y tiene el oficio de cuidar los caballos del hacendado. Enrolado en las filas patriotas, el Libertador le asigna la tarea de cuidar su propio caballo.

En el Pantano de Vargas, Bolívar recibe el obsequio que le hace Casilda Zafra, natural de Santa Rosa de Viterbo, de “un hermoso caballo tordillo, radiante, espumoso y triunfal”, como se le describe, y que el nuevo dueño bautiza con el nombre de Palomo en honor a su blancura y bizarra estampa. Con él cabalgará triunfante por las batallas del Pantano de Vargas, Boyacá, Bomboná y Junín.

Con el tiempo, Palomo llega a ser tan famoso como Bucéfalo (el de Alejandro Magno), o Marengo (el de Napoleón Bonaparte), o Rocinante (el de don Quijote). El humilde campesino se vuelve el gran amigo del caballo predestinado para la gloria, al que da de comer, baña y consiente como no ha mimado a ningún otro caballo.

Como soldado del batallón Rifles, Pedro Pascasio aprende el arte de la guerra y persigue al enemigo con la valentía que le inspira el Libertador. Bolívar y Palomo son sus ídolos y de ellos recibe el vigor con que ataca a las fuerzas enemigas. Presencia los horrores de la guerra y su espíritu se llena de ardor patriótico para no desfallecer en su misión.

Cuando por todas partes resuena el triunfo en el Campo de Boyacá, y él ve el entorno  cubierto de sangre y tragedia, comprende lo que significa la libertad. La batalla ha sido ganada. El guerrero está exhausto y jubiloso a la vez. Ahora es libre, y volverá a su parcela como el leñador y carguero que ha sido. En pocos días ha madurado muchos años. Se siente todo un hombre.

Con hombría y valor se enfrenta al poderoso coronel José María Barreiro, comandante del ejército español, a quien descubre oculto en unas rocas próximas al río Teatinos. Pedro Pascasio le apunta con su arma, al tiempo que el militar le ofrece varias monedas de oro a cambio de su libertad. Y queda estupefacto cuando escucha esta orden del soldado intrépido: “Siga adelante, si no lo arriamos”. Y sin vacilación lo entrega a Bolívar. El 11 de octubre, Barreiro es fusilado en Bogotá junto con otros prisioneros.

El Libertador premia la acción del niño héroe con la suma de cien pesos, y lo asciende al grado de sargento. ¡Un sargento que no ha cumplido los doce años de edad! Caso único. Muchos historiadores lo consideran el prócer más joven del mundo. Cuando la independencia es ya una realidad, Pedro Pascasio regresa a sus faenas agrícolas.

En 1880, 61 años después de la Batalla de Boyacá, el Congreso de Colombia enaltece su proeza y le otorga una pensión vitalicia de veinticinco pesos, que solo cobra una vez debido a la dificultad de viajar a Bogotá por los pésimos caminos de entonces.

Muere en su tierra natal a los 77 años de edad, el 24 de marzo de 1885. Su heroísmo, coraje y pulcritud escriben una nota grandiosa en la historia de la patria. Tal vez su mensaje contra la ambición y la avaricia llegue a los días actuales, pero pronto se olvidará en medio de la disolución de valores que desquicia la vida nacional.

Desde las estatuas levantadas en varios lugares del país, la mirada del héroe se dirige hacia el Ejército de la nación y con dedo acusador señala a los autores de los actos de corrupción que han estallado en estos días, en plena celebración del bicentenario de la Independencia. Al mismo tiempo, mira a los miles de valerosos soldados –como él lo fue– que con abnegación, sacrificio y grandeza luchan en ciudades, pueblos, campos y selvas por conquistar para los colombianos una patria grande, tranquila y amable. Patria que no hemos logrado tener.

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Academia Boyacense de Historia. El escritor Vicente Pérez Silva ha dirigido una carta de adhesión a esta prestigiosa entidad con motivo de la omisión que tanto el presidente de la república como la vicepresidenta y el gobernador del departamento tuvieron al dejar de mencionar en sus discursos en el Puente de Boyacá el nombre del principal organismo cultural de la región. De esta manera, pasaron por alto el papel fundamental que este ha ejercido en la preservación de la memoria de grandes sucesos históricos, como el que acaba de evocarse. Inaudita esta falta de reconocimiento. Me solidarizo con la nota de Pérez Silva.

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El Espectador, Bogotá, 17-VIII-2019.
Eje 21, Manizales, 16-VIII-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 18-VIII-2019.

Juan José Rondón: de lancero a prócer

martes, 6 de agosto de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

El 25 de julio de 1819 se libraba en el Pantano de Vargas feroz lucha entre las tropas patriotas y realistas dentro del propósito de independencia de la Nueva Granada. Bolívar buscaba cerrarle el paso a José María Barreiro, que se dirigía a Bogotá. La desventaja era ostensible para el Libertador. Su ejército cumplía extenuantes horas de combate causadas por la fatiga y la confusión que se derivaban del ascenso al páramo de Pisba.

Bolívar había nombrado a Santander jefe de la Vanguardia del Ejército Libertador, y bajo su mando, los valientes guerreros habían avanzado por abruptos caminos, ríos torrentosos y montañas glaciales, hasta llegar a Tame y Pore tras un mes de travesía. Su   aspecto era lastimoso. Algunos se habían vuelto para su tierra y otros habían fallecido en el viaje.

Barreiro empleaba toda su capacidad bélica, y Bolívar pensaba que hacía otro tanto. Pero se había olvidado de la caballería. Mientras las tropas realistas masacraban al enemigo en forma salvaje, Barreiro lanzó este grito triunfal: “Ni Dios me quita la victoria”. Presa del desconcierto, Bolívar manifestó que todo estaba perdido.

Rondón le refutó: “¿Por qué dice eso, general, si todavía los llaneros de Rondón no han peleado?”. Volviendo en sí, el Libertador pronunció su histórica frase: “¡Coronel Rondón, salve usted la patria!”. Y el lancero pronunció estas palabras que sonaron como un trueno en el campo de batalla: “¡Que los valientes me sigan!”.

Y saltaron a la pelea los 14 centauros que él comandaba. Los llaneros todos salieron del estupor y, con una carga de caballería, como jamás se había visto en la campaña libertadora, derrotaron al enemigo. Apabullados, los realistas se dieron a la fuga.

Vemos hoy, dos siglos después, que la figura cumbre de aquella epopeya fue Rondón. ¿Qué le habría pasado a la libertad si se pierde la batalla del Pantano de Vargas? Quizás  Bolívar habría muerto en la contienda, o habría sido capturado y pasado por las armas. Por supuesto, no hubiera tenido lugar la Batalla de Boyacá y la historia habría cambiado de rumbo por completo.

Rondón está hoy exaltado en varios sitios y entidades del país: el soberbio Monumento a los Lancero, de Rodrigo Arenas Betancourt, en el Pantano de Varga; el aeropuerto de Paipa; el municipio Rondón, en Boyacá; la unidad de caballería del Ejército denominada “Coronel Juan José Rondón”, y varios colegios. En Soatá, mi patria chica, un parque lleva su nombre y allí se erige una estatua con esta inscripción: “Juan José Rondón, héroe entre los héroes. Queseras del Medio, Pantano de Vargas, Boyacá. Nacido en Soatá y muerto en Valencia (Venezuela)”. Y tiene esta fecha: 1922 (conmemorativa del centenario de su muerte, a los 32 años de edad). Sus restos reposan en el Panteón Nacional de Venezuela.

El canónigo Peñuela aseveró, basado en una partida de bautismo aparecida en la parroquia con el mismo nombre, que el prócer era soatense y no venezolano. La versión ha sido refutada por notables historiadores, entre ellos S. T. Forzán Dagger en artículo publicado en el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República (vol. 12, núm. 5, de 1969). ¿Llegará a mi pueblo algún alcalde que con valentía –y en honor a la verdad– rectifique esta falsedad histórica?

En el soneto Los caballos de Rondón, de José Umaña Bernal, se siente el palpitar de la patria y el arrojo de los lanceros fantásticos: “Eran potros aquellos de la pampa, corceles / de hirsutas crines largas y rudo galopar; / para luchar traían sus pechos por broqueles / y toda la locura del nervio en el ijar…”

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El Espectador, Bogotá, 3-VIII-2019.
Eje 21, Manizales, 2-VIII-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 4-VIII-2019.

Comentarios 

Muy bueno y oportuno artículo sobre Juan José Rondón. Su acción fue definitiva en esa y otras batallas. Alberto Gómez Aristizábal, Cali.

Oportuno y magnífico el artículo. Como ya no se enseña historia patria, les toca a los escritores volver a escribirla. Josué López Jaramillo, Bogotá.

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Ignorancia sobre los próceres

EL TIEMPO – Bogotá, 7 de agosto de 2019

Señor director:

Me cuenta el escritor e historiador Eduardo Lozano Torres que se le ocurrió, por simple curiosidad, hacer una pequeña encuesta entre amigos, parientes y conocidos con esta pregunta: ¿usted sabe en dónde nació Juan José Rondón? Los porcentajes de las respuestas fueron los siguientes: Boyacá (sin especificar el municipio), 46,7%; Soatá, 13,3%; Ecuador, 6,7%; Venezuela, 6,7%; no sabe, 26,6%. La inmensa mayoría se rajó. Solo acertó el 6,7% (Venezuela, sin especificar el municipio).

Trasladada esta muestra a escala nacional (como ocurre con las encuestas), no resulta desenfocado pensar que existe un abrumador índice de ignorancia sobre los próceres y los grandes sucesos de la patria.

La triste realidad es que hoy no se estudia en los centros educativos la materia Historia Patria. Gustavo Páez Escobar 

Comentarios 

Mi opinión personal acerca del conocimiento y de la cultura general hoy en día es que el internet y el fácil acceso a la información están acabando con la tarea de memorizar fecha, sitios y acontecimientos. Yo no culpo a nadie, simplemente creo que el mundo cambió y el fácil acceso a la información está eliminando esa capacidad de aprendizaje y memorización. Mauricio Guerrero, Miami.

Qué cierto es este panorama. Y como si fuera poco estamos olvidando el aporte sustancial de Anzoátegui en este proceso independentista. Jaime Lopera, Armenia.

Realmente, se abandonó la enseñanza de la Historia y más que todo no hay profesores bien capacitados, para  hacerla viva y amena, de modo que no solo informe. Por ejemplo, ¿qué tal dos años de Historia con alguien como Diana Uribe? Elvira Lozano Torres, Tunja.