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El reinado del silencio

martes, 31 de marzo de 2020 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

En el principio del coronavirus –cuyo primer caso fue detectado el mes de diciembre en Wuhan (China)–, nadie pensaba que el mal se extendería por todos los continentes,  excepto la Antártica (en total, 185 países). Hoy las personas contagiadas pasan de 400.000, y las muertas, de 17.000.

La progresión crece a ritmo vertiginoso y se acentuará en los próximos meses, de acuerdo con el cálculo de los científicos. Veamos estas cifras: la pandemia tardó 67 días en llegar a los 100.000 contagiados, 11 más para alcanzar los 200.000 y solo 4 días después llegaba a 300.000.

Algunas pandemias han dejado millones de muertes en el mundo, entre ellas la peste negra, en el siglo XIV; la viruela, en el siglo XVI; la gripe española, a principios del siglo XX; el sida, a finales del siglo XX. En cuanto al coronavirus, lo peor está por llegar. Pero no hay que dejarse manejar por el pánico. Mantener la calma es la mejor fórmula para enfrentar uno de los mayores desafíos que recibe la humanidad. Y luego, practicar con rigor los sistemas preventivos diseñados para todo el planeta, y que en Colombia se están ejecutando con medidas severas como la cuarentena nacional.

En Colombia, hasta el momento de escribir esta nota, se contabilizan 378 contagiados y 3 muertos. Esto contrasta con otras latitudes en las que los resultados son alarmantes. Los países más infectados son China (con 82.000 casos), Italia (con 69.000), Estados Unidos (con 52.000), España (con 46.000). Del número total de infectados, 100.000 han sido sanados.

Para tener mejor perspectiva del fenómeno, debe observarse la densidad de población: China tiene 1.400 millones de habitantes; Estados Unidos, 320 millones, y Colombia, 50 millones. Otro dato destacable está en China, al mostrar, a raíz de la rígida disciplina  que allí se cumple, una línea en descenso frente a la aparición de nuevos infectados.

El coronavirus es un llamado a la conciencia universal para que reflexione sobre el mal comportamiento de la humanidad respecto a las reglas de la convivencia, pervertidas en buena parte del planeta, y que se reflejan en la tiranía de los gobiernos, la corrupción pública, la guerra entre naciones, la guerra entre hermanos, los abusos de los poderosos, la crueldad contra los desvalidos, el atropello contra la naturaleza. El mundo está descarriado.

En estos días de aislamiento, apreciaremos lo que tenemos y no podemos disfrutar. Sabremos valorar el sentido de la vida, de la libertad, de la salud, de la solidaridad, de las cosas sencillas. Aprenderemos que todos somos perecederos.

El silencio de las horas y la densidad de las noches dirá que nuestra conducta social y familiar tal vez va por mal camino y que debemos salvar los valores fundamentales. A políticos y gobernantes los llamará al orden para que sepan buscar las soluciones que necesita el pueblo, en lugar de asaltar los bienes del Estado para su propio beneficio.

El coronavirus es un golpe en la conciencia. Después, todo será distinto. Colombia será otra. El mundo cambiará. Muchas cosas se irán al suelo y habrá que reconstruirlas. “Si la humanidad no aprende de esto, no tiene futuro”, dice el siquiatra Rodrigo Córdoba. Oigamos las palabras del profeta Isaías: “Anda, pueblo mío, entra en tu casa y cierra las puertas detrás de ti. Escóndete un poco hasta que pase la ira del Señor”.

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El Espectador, Bogotá, 28-III-2020.
Eje 21, Manizales, 27-III-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 29-III-2020.
Aristos Internacional, n.° 20,  Alicante (España), 5-IV-2020.

Comentarios 

Considero que tienes toda la razón en tu artículo.  Como por ejemplo: “El mundo está descarriado”. Y las cifras que citas siguen creciendo de manera alarmante. Qué tormenta. Afortunadamente también es cierto que “Cuando más oscura está la noche más cerca está el amanecer”. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Nada volverá a ser igual en la vida del ser humano. Ahora los gobiernos corruptos y los ladrones de cuello blanco que abundan en nuestros países americanos se están dando cuenta de que el dinero que se han metido a los bolsillos, por generaciones, hace  falta para atender a satisfacción, o por lo menos en gran medida, esta crisis en salud pública que requiere recursos inmensos, infraestructura, insumos y personal calificado para atender a los enfermos. Inés Blanco, Bogotá.

Bien hiciste en advertir sobre el peligro del virus y el próximo incremento de casos que se presentará. Y por supuesto, tu recordatorio para los humanos sobre las iras de Dios y la naturaleza. Creo que mucha gente tendrá tiempo suficiente durante este confinamiento para pensar y autoevaluarse respecto a su comportamiento y actitud ante los demás, ante el mundo, ante la naturaleza y ante la loca e irreflexiva busca de la riqueza material. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Las raíces de Obama

miércoles, 4 de septiembre de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Tuvieron que pasar 220 años a partir del gobierno de George Washington (1789) para que un afroamericano fuera presidente de Estados Unidos. Barack Obama se convirtió en el presidente número 44 y en el primer negro que lograba ese privilegio. Hecho  por demás significativo, sabiendo que el 75% de la población es de raza blanca y el 13% afroamericana, lo que se refleja en el fuerte racismo que impera en el país.

Obama nació en Honolulu, Hawái, en el hogar formado por un negro africano, que era economista keniano, y una blanca, antropóloga estadounidense. Tenía dos años de edad cuando su padre abandonó la familia. Pocos años después, el hijo recibió en Nueva York, donde cursaba estudios en la Universidad de Columbia, la noticia de que su padre, con quien solo se había visto una vez, a la edad de diez años, había muerto en un accidente de circulación. La relación entre ellos era inexistente.

En Harvard obtuvo el título de abogado, y allí se vinculó más tarde como profesor. Después ejerció su oficio de jurista durante varios años. En Chicago trabajó como organizador comunitario, experiencia que le permitió captar los problemas públicos, comenzando por los raciales. Así surgió la inquietud política que lo llevó en enero de 1997 a la posición de senador del estado de Illinois.

Un día se detuvo a meditar en su propia identidad, en su raza y significado. A su familia  casi no la conocía. Su padre se había casado tras el abandono del hogar, y tuvo otros  seis hijos, hermanos incógnitos de Obama. También su madre se había casado de nuevo, y había vuelto a separarse. Murió víctima de un cáncer.

En medio de la perplejidad en que transcurría su vida, Obama decidió visitar a su gente. Deseaba dialogar con ellos para enterarse de sus problemas, ideas y sueños. Buscaba instaurar la comunicación que nunca había existido. Viajó de Kansas a Hawái y luego a Kenia, y se reunió por primera vez, en ambiente llano y efusivo, con sus familiares distantes. Al descubrir sus propias raíces, terminó entendiéndose a sí mismo.

La figura de su padre –el otro Barack Obama–, lejos de causarle aversión, le resultaba magnética, quizás por representar una marca, un ineludible vínculo de la sangre. Auma, la hermana que acababa de conocer, lo llamaba el viejo. En el libro Los sueños de mi padre, el futuro presidente anota: “A mí me gustaba el apodo, sonaba familiar y distante a la vez, una fuerza básica imposible de comprender del todo”.

El libro fue editado en 1995, y ahora sale en edición española de Penguin Random House. En él describe Obama sus días de la infancia; sus nexos con la familia materna, proveniente de Kansas; su época de estudiante y luego de abogado; su labor como organizador comunitario, y a la postre, su visita a la familia paterna, cuyos orígenes vienen de Kenia.

Se advierte en estas memorias la vocación y el nervio del político que comienza a dar pasos firmes en su carrera por la conquista del poder. Pinta en ellas, con amenidad y gran fuerza narrativa, e incluso poética, las diversas situaciones que surgían a su paso. A su gente la trató con emoción y afecto. En África se encontró con sus raíces, y también con las angustias del pueblo. Este panorama tocó sus fibras íntimas y movió su sensibilidad hacia las causas populares.

El libro se publicó dos años antes de su elección como senador y se convirtió en el puente de entrada a la política. Años después vendría su victoria como presidente  de la nación (2009-2017). ¿Cuánto tiempo pasará hasta que Estados Unidos vuelva a tener otro presidente negro?

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El Espectador, Bogotá, 31-VIII-2019
Eje 21, Manizales, 30-VIII-2019
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-IX-2019

Comentarios 

Muy concreto e interesante artículo. Admiro mucho  la figura de Obama, leo sus discursos con fruición. Me parece ante todo un gran humanista. Vi por Netflix una película sobre su juventud, muy interesante, porque muestra una etapa bastante complicada.  Esperanza Jaramillo, Armenia.

Importante página sobre el origen y el recorrido humano, social y político de un hombre que llegó a ser presidente de los Estados Unidos gracias a su sensibilidad, capacidad y carisma y al hecho de haber sufrido abandono y alejamiento de sus raíces familiares. La vida lo formó en medio de carencias y lo hizo profundizar en la problemática del pueblo americano y del África, y como resultado logró dirigir con eficiencia los destinos de una potencia que es dominante en todos los continentes.  Inés Blanco, Bogotá.

 

Michelle Obama

jueves, 7 de febrero de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

Formidable el libro Mi historia, de Michelle Obama. A los pocos días de su salida, en noviembre pasado, lo habían comprado más de 2 millones de lectores en Estados Unidos, y hoy continúa ocupando el número uno en ventas en ese y otros países. Ha sido traducido a 31 idiomas.

De manera auténtica y desprovista de toda ostentación, la autora cuenta sus primeros años de pobreza hasta llegar a ser la primera dama de los Estados Unidos. No se trataba de una ciudadana común y corriente, sino de algo mucho más restrictivo: de una mujer de raza negra que al lado de su novio y luego esposo, Barack Obama, del mismo color, se abría campo en medio de enormes aprietos, tanto para entrar a universidades en las que la gran mayoría de estudiantes eran blancos, como para hacerse valer en los círculos del trabajo, de la sociedad y la política.

Su mundo se circunscribía a un barrio de clase pobre en las afueras de Chicago. Desde entonces, sus padres le inculcaron la regla de que tenía que ser mujer fuerte, de carácter y principios. Robbie, su tía abuela, le mostró caminos de superación, le dio clases de piano y a su muerte dejó de herencia a sus padres la casa donde vivía. Fueron propietarios por primera vez de un inmueble.

Estudió en las universidades de Princeton y Harvard. Y se vinculó a prestante firma de abogados en Chicago. Allí conoció a Barack Obama, con quien se casó en 1992. La empatía con el futuro mandatario, tanto en el campo afectivo como en el de los ideales, era evidente. Sin embargo, Michelle no se sentía atraída por la política, si bien se propuso –y logró– ser la mano derecha de su esposo en la vida pública.

La llegada de los cónyuges con sus dos hijas a la Casa Blanca marca un hito en la historia norteamericana. El libro describe a la perfección la atmósfera de luces y sombras que se respira en el dorado recinto de los presidentes, lleno esplendor y al mismo tiempo de limitaciones, sofocos y cosas extrañas. Ellos supieron acomodar este ámbito a su propio estilo como la primera pareja de raza negra que accedía al poder de la nación.

La Casa Blanca es un palacio desconcertante, con 132 habitaciones, 35 baños y 28 chimeneas. Comparada con la humilde vivienda donde Michelle y su familia residieron en convivencia con sus tíos y primos, representaba un salto no tanto deslumbrador, como traumático. Pero se acostumbraron al cambio. De entrada, la nueva ama de casa informó al personal doméstico que sus hijas se harían la cama todas las mañanas, y a ellas les advirtió que debían mantener la educación y la amabilidad que habían aprendido en el hogar y abstenerse de solicitar lo que no necesitaran o que pudieran conseguir por sus propios medios.

Mientras Obama acometía grandes programas nacionales y mundiales, la primera dama se las ingeniaba para desarrollar ideas de menor entidad, pero benéficas y trascendentes en los campos de la salud infantil, la educación, la actividad física y la alimentación saludable. Concientizó a la opinión pública sobre los peligros que entraña la obesidad infantil, tan marcada en el país. Y dejó su huella personal en el huerto orgánico de la Casa Blanca.

Este es su mensaje final: “Hay cosas que nos hacen poderosos: darnos a conocer, hacernos oír, ser dueños de nuestro relato personal y único, expresarnos con nuestra auténtica voz. Y hay algo que nos confiere dignidad: estar dispuestos a conocer y escuchar a los demás. Para mí, así es como forjamos nuestra historia”.

El Espectador, Bogotá, 2-II-2019.
Eje 21, Manizales, 2-II-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 3-II-2019.

Comentarios 

Michelle Obama y toda su familia son personas que no se dejan influenciar por la fama y el poder. De sencillez admirable, que los hace ser muy especiales en cualquier parte, sobre todo en Estados Unidos, país donde todo gira alrededor de lo material y el consumo. Este escrito induce  a leer su historia y conocer al detalle cómo surgió en medio de la pobreza y cómo llegó a ser la primera dama del país más poderoso del mundo. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Estoy precisamente comenzando a leerla (15 páginas llevo) y estoy sorprendido del estilo, la sencillez y la sinceridad como se expresa en algunas partes. Hay Michelle para rato. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Todo un testimonio y ejemplo de vida para muchas generaciones. Jaime Vásquez Restrepo, Medellín.

Se trata de una pareja bonita, por decirlo de alguna manera, que se hizo querer a nivel mundial y que da a conocer sus historias con la sencillez, calidad y cualidad de personajes ni más ni menos que presidente y primera dama  de los Estados Unidos. Su carisma, inteligencia y origen son sellos de garantía. Inés Blanco, Bogotá.

El cardenal Castrillón

lunes, 28 de mayo de 2018 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Falleció en Roma el pasado 17 de mayo, a la edad de 88 años, y está considerado como uno de los personajes del clero colombiano que mayor figuración han tenido en las esferas del Vaticano. Se mantuvo durante largo tiempo en el poder eclesiástico, tanto de Colombia como de la Santa Sede, y protagonizó en nuestro país sonados sucesos en la vida nacional.

García Márquez publicó en la revista Cambio, en abril de 1999, un documentado reportaje sobre la vida y los méritos del prelado, a quien Juan Pablo II había investido con el poderoso cargo de prefecto de la Congregación para el Clero del Vaticano,  una de las mayores dignidades de la nómina pontificia, como que es el jefe de más de 400.000 sacerdotes en el mundo. En dicho texto se resalta la importancia que el cardenal tenía en el ámbito del Vaticano, y se le señala como papable. Era un político sagaz movido por sus convicciones religiosas.

En Colombia protagonizó varios actos controvertidos. Entre ellos está su vehemente oposición, en 1975, siendo obispo de Pereira, al nombramiento que López Michelsen hizo de Dora Luz Campo de Botero como gobernadora de Risaralda. Ella llevaba en Barranquilla una vida digna dentro de un matrimonio respetable. Pero el obispo vetó la decisión presidencial por el hecho de que Dora Luz se había casado por la Iglesia y ahora estaba unida en matrimonio civil.

En las elecciones presidenciales de 1974, siendo obispo de Pereira, atacó a Álvaro Gómez por ofrecer en su programa el divorcio y prohibió a los católicos votar por él. En 1994, como arzobispo de Bucaramanga, descalificó a Ernesto Samper por recibir ayuda de iglesias protestantes y pidió votar en blanco. Esta injerencia en asuntos del Estado guarda similitud con la intervención en política, muchos años atrás, de Miguel Ángel Builes como obispo de Santa Rosa de Osos. Época de ingrata recordación que desencadenó el terrible sectarismo religioso en una de las etapas más violentas de la vida colombiana.

La tensión injusta que se produjo contra la recién nombrada gobernadora, que llegaba con las mejores intenciones de servirle a su tierra, se prolongó por cerca de dos semanas. Los párrocos de Pereira, alentados por el obispo, amenazaron con el cierre de los templos si no se revocaba el nombramiento, hasta que Dora Luz se vio precisada a dimitir. Esta situación le quitó a la dama la honra y la tranquilidad, y le ocasionó, lo mismo que a sus hijos, serios problemas de salud. El obispo nunca mostró arrepentimiento por esta acción inhumana.

En Armenia, recibió de Carlos Lehder un dinero a cambio de que le bendijera la Posada Alemana, hecho que no había querido aceptar el obispo local, Libardo Ramírez Gómez. La revista Semana publicó unas fotografías en las que el obispo de Pereira aparecía en diálogo con el mafioso. Ante el escándalo nacional que causó el suceso –conocido como “narcolimosnas” o “narcoiglesia”–, Castrillón haría esta confesión años después: “Yo mismo he recibido dinero de la mafia y lo he repartido entre 105 pobres”. Estas palabras no fueron bien recibidas por la opinión pública.

Como arzobispo de Bucaramanga, lanzó graves acusaciones contra los altos mandos militares que ordenaban aplicar la pena de muerte en forma extrajudicial. Sus palabras causaron hondo malestar en la institución, y por tal motivo se le instó a que presentara pruebas ante la Fiscalía General. Él manifestó que no acusaba a nadie en particular y que su denuncia estaba basada en informes recibidos de personas de su entera confianza. Este fue otro resbalón del prelado. Si no podía sostener su afirmación, ha debido guardar silencio, como lo recomienda la prudencia. Le faltó seguir el consejo de don Quijote: “Al buen callar llaman, Sancho”.

Su carrera en el Vaticano tuvo triste final. En el 2009, un periódico francés publicó una carta en la que Castrillón felicitaba a un obispo que se abstuvo de denunciar a un sacerdote a quien la justicia francesa había condenado a 18 años de cárcel por abuso de menores. Este detonante dio al traste con la brillante trayectoria del prelado colombiano que había ascendido a las cumbres más altas de la jerarquía vaticana. Como por esa fecha había cumplido los 80 años de edad, el papa Benedicto XVI aceptó su renuncia.

Esta sucesión de triunfos y fracasos señala la patética realidad de los seres humanos que se mueven en los estratos del poder y un día deben abandonar los escenarios de la gloria. Darío Castrillón es uno de esos casos, por demás doloroso. La condición humana hace al hombre sujeto de logros y también de flaquezas.

Sin espacio para reseñar toda la cadena de éxitos del cardenal, cabe exaltar su personalidad como abanderado de la paz. Dice Hernán A. Olano García en artículo publicado en El Tiempo: “Castrillón había defendido siempre una salida negociada al conflicto armado interno, y consideraba que cualquier otro procedimiento sería un genocidio. Por eso recalcaba la necesidad del diálogo como salida humana”.

El Espectador, Bogotá, 25-V-2018.
Eje 21, Manizales, 25-V-2018.
La Crónica del Quindío, Armenia, 27-V-2018.

Carta a monseñor Libardo Ramírez Gómez, exobispo de Armenia

Bogotá, 26 de mayo de 2018

Apreciado monseñor Libardo:

Leí con mucha atención la copia de la comunicación que usted me hace llegar, dirigida a Hernán Olano García, director del Departamento de Historia de la Universidad de la Sabana. Por primera vez me entero de que monseñor Darío Castrillón, en ese momento obispo de Pereira, no fue quien bendijo la Posada Alemana, sino el presbítero Cristóbal Ospina, párroco de Salento.

Para escribir mi reciente artículo sobre el cardenal Castrillón consulté distintas fuentes de información, sobre todo las divulgadas por internet sobre ese hecho lejano, ocurrido hace 43 años (en ese momento yo era vecino de Armenia, como usted lo sabe), y en todas se afirma que el autor de la bendición fue el obispo de Pereira. Esto sucede muchas veces: que una versión, al pasar de boca en boca, termina distorsionando la realidad.

De todas maneras, el obispo Castrillón estuvo presente en la ceremonia. Participó de ella. En cambio, usted estuvo ausente por propia decisión. La revista Semana publicó unas fotos en las que monseñor Castrillón aparece conversando con Carlos Lehder. De ahí la “cercanía” que comenta Hernán Olano en su artículo de El Tiempo. Según revelación que más tarde hizo el propio obispo, recibió de Lehder un dinero para obras diocesanas.

Deseo que se encuentre usted disfrutando de salud y bienestar.

Gustavo Páez Escobar

Mujica, sin corbata

martes, 7 de marzo de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

José Mujica (Pepe, o el Pepe, lo llaman en Uruguay) nunca ha usado corbata. Tal vez eso ha contribuido a mantener auténtica su personalidad. Durante los  años de su gobierno (2010-2015) siempre concurría al despacho en traje sencillo y sin la menor afectación, como si se tratara del más simple de los ciudadanos que recorriera las calles de Montevideo. No cambió su chacra en Rincón del Cerro, donde vivía con absoluta felicidad en compañía de su esposa, por el palacio presidencial, donde se sentiría extraño y cohibido.

Ni quiso cambiar su viejo automóvil Volkswagen Fusca, modelo 1987, por el lujoso de la presidencia. Una vez un jeque árabe le ofreció un millón de dólares por el auto desvencijado, y él rechazó la oferta con esta razón genial: “Ese vehículo nos lo regaló un puñado de amigos que hizo una colecta. Nunca podríamos venderlo, pues ofenderíamos a ese puñado de amigos”.

 Hombre modesto, bonachón, elemental, bromista, y dotado al mismo tiempo de aguda concepción filosófica y gran sensibilidad humana, desconcertó al mundo con su carisma y sus singulares maneras de gobernar en medio de la pobreza, la pulcritud y la renuncia a las aureolas y los bienes materiales. Por encima de su propia condición económica estaba la suerte de la nación y de sus paisanos, y a esa causa consagró todas sus energías y capacidad social, con resultados admirables.

Se jacta en decir que es rico con lo poco que tiene. No necesita más para ser feliz: “Pobre no es el que tiene poco –dice–, pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea más y más”. El 90 por ciento del sueldo de presidente lo donó para los pobres, y lo mismo hizo su esposa, la senadora Lucía Topolansky.

Conducta ejemplar y desconcertante frente a los bochornosos sucesos de corrupción y pillaje que hoy se destapan en los países latinoamericanos, en cabeza de presidentes, ministros, altos funcionarios y políticos de toda laya. La ley del momento es llegar a las altas posiciones para enriquecerse.

A Mujica se le conoce como el presidente más pobre del mundo. Difícil, cuando no imposible, que su caso tenga seguidores. Pero de lo que no puede dudarse es del asombro que despierta en un mundo envilecido por la avaricia y la corrupción. Quizás la mayoría de los gobernantes compadezcan a este buen señor de la decencia, la pulcritud y la moralidad, pero algún freno se opera en el campo de los desenfrenos del poder. La semilla está sembrada.

Mujica es un político distinto. De su experiencia como guerrillero y de los largos años pasados en presidio extrajo el conocimiento de la sociedad y la sabiduría del filósofo. Y los aplicó en su tránsito por la vida pública, como diputado, senador, ministro y presidente de la república.

Su lenguaje es claro, sencillo, directo, sin retóricas ni esguinces. Amante de decir la verdad, su discurso llegó a la masa, y la gente supo captarlo y lo siguió como el líder capaz de adelantar la silenciosa revolución que se adelantó en su gobierno.

Por eso, Pepe Mujica, el del pueblo, fue un presidente sin corbata. Con ella, se habría falseado. Así lo analiza Allan Percy en el libro Mujica, una biografía inspiradora, que me obsequió mi nieta Valeria, de 3 años, y que he leído con mucho agrado. Los nietos saben penetrar en la mente de los abuelos.

El Espectador, Bogotá, 3-III-2017.
Eje 21, Manizales, 3-III-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 5-III-2017.
La Píldora, n.° 187, Cali, mayo-junio/2017.

Comentarios

Excelente y justísima nota sobre un hombre admirable por su sabiduría y su actitud democrática. He leído esta nota con extraordinario agrado. Alpher Rojas, Bogotá.

Hermoso y expresivo artículo en relación con este personaje de tan elemental como ejemplar personalidad. Él es un terrón de la fecunda tierra latinoamericana. Carlos Martínez Vargas, Fusagasugá.

El expresidente Mujica es un ejemplo para el mundo y  para una clase dirigente y política que cada día da peor ejemplo de ambición mezquina, donde imperan la corrupción y las ansias de poder, cuando arrasa con valores sin importar las nefastas consecuencias. Gustavo Valencia, Armenia.

Comparto completamente el sentimiento frente a la corrupción que por estos días no deja de sorprendernos con más casos. Mujica, gran líder y ejemplo de lo que realmente es vivir plenamente feliz sin bienes materiales. Ah, maravillosa la mención de la nieta Valeria, qué alegría disfrutar de su regalo. Diana Muñoz, Bogotá.

Muy oportuna, en el momento por el cual pasan las FARC-EP en Colombia, esta columna sobre el admirable Mujica, cuyo pasado guerrillero en las filas de los aguerridos tupamaros bien podría servir de modelo y ejemplo a los empecinados en desvirtuar, social y políticamente, cuanto ha ocurrido y viene sucediendo con el proceso de paz en nuestro país. Sorprendente este político, quien afirma carecer de religión y ser un panteísta siempre asombrado con el espectáculo de la naturaleza. El director de cine servio-francés Kusturica lleva cuatro años filmando un documental sobre este hombre de alma confuciana a quien considera «el último héroe de la política». Umberto Senegal, Calarcá.

Los nietos saben penetrar en la mente de los abuelos y Mujica lo hizo en su pueblo y en quienes admiramos su manera correcta para actuar, su honestidad y sus principios morales irrompibles. Linda reseña de un excelente presidente y de un ser humano extraordinario. No podía terminar mejor el artículo que con el comentario hacia los nietos y en este caso hacia Valeria. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Un hombre diferente, como lo pinta el artículo y como él se ha dado a conocer en el mundo. Nunca se dejó tentar por el diablo del dinero, a pesar del poder que ha tenido en la vida política de su país. Valeria, tan linda, ya veremos en pocos años lo que esa niña, con la luz del abuelo, el apoyo de los padres y el consentimiento de la abuela, llegará a ser. Inés Blanco, Bogotá.