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Archivo para abril, 2021

Su majestad el mar

martes, 27 de abril de 2021 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar 

Creen los científicos que los océanos tuvieron su origen hace unos 4.000 millones de años y formaron cuatro grandes regiones: los océanos Atlántico, Pacífico, Índico y Ártico, a los que tiempo después se sumó el Austral o Antártico. Este conjunto de océanos, constituido por agua salada, cubre más del 70 % de la superficie terrestre y suministra el 50 % del oxígeno del planeta. Y ha dado en llamarse mar, mar a secas, en forma genérica. Expresado en solo tres letras, el mar es tan colosal que la mente no puede entender ni su proporción, ni su edad ni su enigma. No se trata, por supuesto, de una criatura común, sino de un soberano todopoderoso. Puede asemejarse a Poseidón, el dios del mar en la mitología griega.

Se le atribuyen poderes fantásticos, y también pavorosos, dependiendo del lado por donde se mire. El mar –nombre mágico– es el mayor estremecimiento y la mayor fascinación del mundo. Desde niño, al hombre se le enseña a verlo como una fantasía, como un encanto abismal. Los ojos del entendimiento no logran penetrar en su misterio. Es una deidad masculina, pero los poetas y los marinos se han dado la licencia de convertir la palabra en femenina –la mar–, para proclamar su embeleso y perplejidad frente a la magia de las olas.

Sin el mar no habría vida en la Tierra. Es el gran dispensador de nutrientes, energía renovable, minerales y medicamentos. Además, el paraíso de los peces, los mariscos, los calamares e infinidad de especies. El 80 % de los seres vivos del planeta habita en el mar. La gente que mora en los alrededores busca en sus aguas el alimento cotidiano.

El 90 % del comercio internacional se moviliza por mar. Al mismo tiempo, grandes contrabandos de mercancías y otros elementos ilícitos, como los alucinógenos, toman esta vía clandestina en la que unas veces caen en manos de las autoridades y otras se evaporan mediante el pago de sobornos o el poder de las armas. Riquezas mal habidas, fraudes, escapes de la justicia, en un horizonte marcado por la vastedad de las aguas y el embrujo de la naturaleza, transitan desafiantes por todos los mares del mundo.

El mar es fuente de vida y también campo propicio para el delito. Es un portento de la belleza y un escenario del crimen. Como el hombre viola de mil maneras este patrimonio de la humanidad, el mar se enfurece contra la perversidad del hombre. La contaminación marina es el gran reto de la hora. Se calcula que hay más de 5 billones de partículas de plástico, con un peso total de 250.000 toneladas, que flotan por el mar. Ese plástico es el que se arroja a cada momento en las calles o en las canecas y que las industrias fabrican sin medida ni respeto por el medio ambiente.

La respuesta del mar así agredido son las tormentas, los huracanes y los ciclones. En Colombia, el huracán Iota destruyó en 10 horas, en noviembre del 2020, la isla de Providencia. Era algo impensado. Un huracán nunca había producido semejante desastre ni había llegado con el ímpetu con que Iota lo hizo. En todos los confines del mundo suceden a diario catástrofes devastadoras causadas por la furia del mar. Sin embargo, los gobiernos, las empresas y los habitantes no toman conciencia de que es necesario, para la conservación del planeta y de la propia vida, adoptar medidas drásticas para salvarnos en medio de la insensatez universal.

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El Espectador, Bogotá, 24-IV-2021.
Eje 21, Manizales, 23-IV-2021.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-IV-2021.
Aristos Internacional, Alicante, España, junio/2021.

Comentarios 

A pesar de los avances científicos y tecnológicos aún se desconoce mucho de ese gigante enigmático y hermoso. Una prueba de ello es que cada año se descubren nuevas especies animales que quién sabe en dónde estuvieron resguardadas durante todos los siglos que han pasado. También, formas vivas de vegetales. Y no se sabe cuántos restos de naufragios están bajo sus aguas. Muchos siglos transcurrieron durante los cuales la navegación fue la única vía de intercambio comercial a gran escala de los fenicios, egipcios, griegos, romanos, cartagineses, etc. Y cuántos hombres guerreros no han encontrado su tumba en aguas del mar. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Es una lástima que estos clamores no son escuchados por quienes podrían asumir soluciones a su  permanente deterioro. Gustavo Valencia García, Armenia.

El mar es vida. Recuerda la ilusión que sentíamos de niños cuando nuestros padres nos decían que íbamos a conocer el mar. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

La columna retrata ese bello monstruo, amado y temido. De él vivimos, y lo crucificamos, y cuando se rebela y reclama sus derechos, es implacable. Inés Blanco, Bogotá.

¡Nada más femenino que la mar! Es por eso que hablamos de la marea y no del mareo; es por eso que la mar simboliza a Yemayá como dueña de la mar, y en el fondo de la mar vive Olokun, otra deidad femenina que simboliza el poder destructor de la mar. Liliana (en El Espectador). (Nota del columnista. Leo en Wikipedia que Olokun, una de las deidades de la religión yoruba, “es andrógino, lo mismo hombre que mujer”). 

Gracias por la columna. Es bueno invitar a leer al poeta del mar, Rafael Alberti: «Marinerito delgado… Te fuiste, marinerito, en una noche lunada, ¡tan alegre, tan bonito, cantando, a la mar salada!….” Pedro Juan (en El Espectador).

Mirada a los grecolatinos

miércoles, 14 de abril de 2021 Comments off

Por Gustavo Páez Escobar

Me pregunta Gustavo Álvarez Gardeazábal si conozco en qué momento el grupo llamado grecolatino pasó a llamarse grecoquimbaya. Es una duda que siempre he tenido. Con motivo de la inquietud anotada, me propuse indagar más sobre el caso, y para el efecto consulté algunos textos y me dirigí a varios amigos que podían resolverla. Debe saberse, ante todo, que los grecoquimbayas no desplazaron a los grecolatinos, sino que coexistieron ambas denominaciones. Eran los mismos.

Josué López Jaramillo halló la siguiente precisión en El hada Melusina, epistolario sentimental de Silvio Villegas, sobre quién fundó el grecolatinismo: Otto Morales Benítez, prologuista de dicha obra, manifiesta que a Silvio Villegas “siempre se le ha señalado como padre de una escuela, agrupación, tendencia, que se ha denominado grecolatinismo”, y cita estas palabras del propio Villegas: “Haciéndome un homenaje que no me merezco se me ha considerado como el progenitor de un movimiento literario que ha tenido su casa matriz en la capital de Caldas y que suele denominarse con el nombre de grecolatinismo”.

José Vélez Sáenz dice que “cuando Arias Trujillo escribió su célebre carta a una reina de belleza (Josefina Dugand), y publicó su Risaralda (1935), el grecolatinismo pasó a ser grecoquimbayismo, por el fuerte contenido indiano, tropicalista, de la obra de Arias”. Aquí está la respuesta para Álvarez Gardeazábal.

El grupo se consolidó hacia el final de la década de los años 40 a 50, según afirma Octavio Jaramillo Echeverri en su libro ¿Qué es el grecolatinismo? Brillaba entonces en Manizales una pléyade de escritores formada, entre otros, por Silvio Villegas, Fernando Londoño Londoño, Antonio Álvarez Restrepo, Roberto Londoño, Arturo Arango, Gilberto Alzate, pertenecientes a la generación del 30. Otro grupo no menos importante venía de la generación del 10 y estaba constituido por personajes de la talla de Aquilino Villegas, Bernardo Arias, Rafael Arango, Francisco Marulanda, Emilio Robledo.

Existen diversas versiones sobre quién los bautizó como grecolatinos. Jaime Lopera dice que pudo ser Guillermo Valencia al oír un brillante discurso de Fernando Londoño, o Aquilino Villegas en una tertulia con Alzate Avendaño, o el cronista Luis Tejada. Ahora bien, ¿de dónde proviene el nombre de grecoquimbayas? Augusto León Restrepo cree que “como sus gestores y sus exponentes pasaban de la literatura a la oratoria y la política, los enemigos que cosechaban, para bajarlos del Olimpo, los aterrizaban con el apelativo de grecoquimbayas, peyorativo y descalificatorio”. Lo mismo considera José Jaramillo Mejía.

Los grecolatinos o grecoquimbayas marcaron una época. Eran altas figuras de las letras, la política y la oratoria, y esa escuela se prolongó por mucho tiempo. Quedó extinguida con la muerte, en mayo de 2019, de César Montoya Ocampo, el último grecolatino que quedaba. Él los define así: “Cultos en latines, conocedores de los meandros históricos de Grecia y Roma, formados en las academias de Cicerón y Demóstenes. Exquisitos en cultura, emperadores de la palabra. Hicimos historia en los areópagos con vivacidad mental apabullante”.

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El Espectador, Bogotá, 10-IV-2021.
Eje 21, Manizales, 9-IV-2021.
La Crónica del Quindío, Armenia, 11-IV-2021.

Comentarios

Qué bueno ir desvelando el origen de este apelativo que, para algunos, era una chanza pachuna de los cachacos, y para otros una prenda de orgullo de estar en tales gestas, como decía César Montoya. Eso por el lado literario. Lo que no solían perdonarnos a los caldenses en el Gun Club era que mucha parte de la economía colombiana (en los periodos conservadores, especialmente) se manejaba por ellos, como Manuel Mejía, Arturo Gómez Jaramillo, Hernán Jaramillo Ocampo, Antonio Álvarez Restrepo, Germán Botero de los Ríos, Hernán Uribe, José Restrepo, Cástor Jaramillo Arrubla y Augusto Ramírez Moreno, entre otros. Jaime Lopera, Bogotá.

Muy bueno, Gustavo, tu aporte a la historia de la región, a la que tanto quieres. Y en la que tantos amigos cosechaste. Sin lugar a dudas, por el afecto y la admiración que te profesamos, eres uno de los nuestros. Augusto León Restrepo, Bogotá.

He leído con mucho agrado la escanografía forense que ha surgido de mi pregunta sobre los grecoquimbayas, y no andaba tan equivocado cuando presuponía que algo tenía que ver el verbo de Arias Trujillo. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

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