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Golpes en la noche

viernes, 16 de mayo de 2025 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Hace años adquirí un libro que solo ahora he leído con verdadera sorpresa. Revisando la biblioteca, muchas veces estuve frente a ese tomo taciturno, lo miré, lo consentí y luego lo regresé al estante. Se trata de La noche, novela del español Andrés Bosch (1926-1984), la cual fue Premio Editorial Planeta 1959. Para darme alguna idea de la novela, ingresé a Google y me encontré con excelentes comentarios.

Pero, al saber que versaba sobre el boxeo, el tema me desanimó por cuanto ese deporte nunca me ha despertado interés alguno debido a la violencia que contiene. Siendo así, ¿por qué lo había comprado? Lo ignoro. Esto nos pasa a los amantes de la literatura: que vamos acumulando libro tras libro a la espera de llegar algún día a sus páginas, pero el tiempo nos gana la partida al no permitirnos abarcar tanta lectura aplazada.  

Y comencé a leer. A poco andar, ya la novela me había absorbido por el estilo vigoroso, ágil y sensible con que el autor cuenta la historia. En efecto, me sentí atrapado por ese mundo extraño que se convierte en toda una batalla de golpes iracundos, algunos mortales, con que se cumple dicha función bajo el riesgo de sufrir serias lesiones, e incluso perder la vida. Ese es el boxeo. No era que me hubiera ambientado en el ring, donde se lucha con el instinto asesino de aniquilar al enemigo y no perdonarle ni el último aliento de vida.

Y sufría con cada golpe torturador que leía en la novela, con cada arremetida sanguinaria y con toda esa explosión de barbarie y odio que se concentran en dicha acción. Sentía mi propia carne lacerada, y la cara destrozada, y los labios sangrantes, y los ojos en tinieblas, y el cerebro nublado, y el alma sulfurada… Pero sucede que alrededor de ese escenario cruel, el novelista va tejiendo una historia humana y emotiva, que fue la que en verdad me sobrecogió.

Luis Canales, el protagonista de la historia, es un humilde trabajador que no quiere a su mujer, y que para romper la monotonía busca una actividad en la que pueda hacerse notar. Se apasiona por el boxeo bajo la influencia de un amigo que practica esa afición, y con el tiempo se convierte en campeón famoso.

Conforme avanza el tiempo, se entrelazan sucesos de alegría y tormento, los cuales crean una atmósfera en constante suspenso y tensión, factores básicos de la buena novela. No hay deporte sin sufrimiento. El dolor es connatural al ser humano. El cuadrilátero se vuelve el mundo de Luis Canales, y es un mundo a la vez sufrido y vivificante.

Es una historia dura. El novelista, que había sido boxeador antes de ser abogado y escritor (autor de más de una docena de obras), se mete en la piel de su personaje y en él dibuja la lucha por la vida y el deseo de ser “alguien”. Hasta que un día lo consigue, con disciplina y constancia, al conquistar el título de campeón nacional. El cambio de escena llega días después, cuando un puñetazo implacable le deja para siempre averiado el cerebro, en total oscuridad.  

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El Quindiano, Armenia. Nueva Crónica del Quindío. Eje 21 de Manizales. Abril de 2025.

Comentarios

Tuve un profesor de Filosofía que decía que si uno acumulaba libros sin leer era como tener cadáveres en la biblioteca. José Miguel Páez Barón, Bogotá.

Coincido contigo en la aversión por el boxeo, aunque te cuento que de muchacho hasta llegué a practicarlo. Afortunadamente caí en la cuenta de los riesgos que anotas en el artículo y decidí no volver a practicarlo. Tenía por entonces unos 16 años. Después fui aficionado a verlo, particularmente en la época en la que surgió Pambelé, pero ya adulto, le fui perdiendo interés y hoy día no me gusta. Son numerosas las historias tristes de boxeadores que por obtener triunfo y dinero deben acogerse a las mafias que dirigen esa actividad y tienen que someterse a perder combates para no ser excluidos. Es triste. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Juan Carlos Onetti tiene un cuento muy bello sobre un boxeador, titulado Jacob y el otro. Es muy triste también. Habrá que leer la novela que mencionas en tu excelente  artículo. Esperanza Jaramillo, Armenia.

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Las grandes cortesanas (5)

miércoles, 7 de mayo de 2025 Comments off
Gustavo Páez Escobar

Concluye con la presente entrega la serie de artículos que he escrito sobre grandes cortesanas de la historia, basado en el libro De ciertas damas, delpresidente Carlos Lleras Restrepo, quien maneja un lenguaje reposado, ameno, picante y erudito. Tales recursos hacen divertidos estos episodios protagonizados por bellas mujeres que marcaron sus épocas mediante los vínculos que tuvieron con personajes poderosos.

En el Renacimiento, siglos XV y XVI, proliferaron esas historias como parte de la expresión cultural que llevaba a las cortesanas a buscar la intimidad con figuras de la nobleza, la realeza, el capital, e incluso con altos dignatarios eclesiásticos. En Venecia la música se volvió sonido armonioso del ambiente y de la propia vida. La música estaba en todas partes y su encanto vibraba con emoción en el alma femenina. Hubo cortesanas que, fuera de poseer el nombre de escritoras, filósofas o poetisas, ostentaban el de músicas prestigiosas.    

Muchas cultivaban este arte como herramienta propicia para el amor y la conquista. Ser cortesana era un título apetecido que daba categoría. Los griegos las llamaban “heteras”, sinónimo de compañeras o camaradas, situación que fue decayendo al paso del tiempo bajo los rótulos de hetairas, zorras, rameras, furcias, prostitutas… Así de cambiante es la condición humana.

En mis notas anteriores hice alusión a seis preciosas mujeres reseñadas en el libro que comento, el que por supuesto recomiendo con sumo agrado a mis lectores, al igual que Las historias de amor de la historia de Francia, de Guy Breton. El libro de Lleras Restrepo escudriña además los sucesos de otras damas destacadas: Gaspara Stampa, Tulia d’Aragona, Verónica Franco, Diana de Poitiers, Gabrielle d’Estrées. 

Gabrielle d’Estrées (París, 1573-1599) despertó en Enrique IV de Francia, desde el momento mismo que la conoció, una pasión frenética. Él tenía 36 años, y ella 17. La joven no se sentía atraída por el monarca, pero aceptó volverse su amante, y pronto le fue desleal con otro hombre. Ejerció sobre el rey fuerte dominio, hasta el punto de influir en la abjuración del trono que pensaba hacer. Quedó embarazada por él, y este hecho ocasionó furioso rechazo en la opinión pública.

Tiempo después, Enrique luchaba por la anulación de su primer matrimonio en medio de la creciente protesta que llegó al extremo de apodar a la concubina como la duquesa de la Basura. Ante semejante borrasca, ocurrió el desenlace inesperado: el embarazo de turno, que llevaba cuatro meses (tuvo tres hijos con Enrique), se deshizo en un parto anormal, a raíz del cual la criatura nació muerta. El 10 de abril de 1599 murió la cortesana, muy rica pero abandonada por todos, y víctima de atroces dolores causados por la eclampsia. 

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El Quindiano, Armenia, 7-II-2025. Eje 21, Manizales, 8-II-2025. Nueva Crónica del Quindío, Armenia, 9-II-2025. Letras Hispanas por el Mundo, Alicante, España, febrero.

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Las grandes cortesanas (4)

lunes, 5 de mayo de 2025 Comments off
Gustavo Páez Escobar

Carolina Otero, que pasó a la historia de las grandes cortesanas con el apelativo de la Bella Otero, nació en Valga, España, el 4 de noviembre de 1868. Domiciliada en Francia, se convirtió en la reina de París a los 35 años. Era la mujer más fascinante de la Belle Époque. Carlos Lleras Restrepo, en el escrutinio que sobre ella hace en el libro De ciertas damas, recuerda que todos afirmaban que era imposible ser más bella. José Martí, deslumbrado con tanta hermosura y tanto encanto, manifiesta: Ya llega la bailarina: / soberbia y pálida llega; / ¿cómo dicen que es gallega? / Pues dicen mal: es divina.

Afincada en la cima de la celebridad, todos querían llegar hasta la Bella Otero, cortejarla y amarla, como si fuera fácil distinguirse en medio del desfile de amantes que la conquistaban con joyas, riquezas y títulos nobiliarios. Era una de las figuras más cotizadas en los altos círculos parisinos, y de allí se derivaba el incontable capital que llegó a tener. Insaciable en el anhelo de poseer, disfrutaba de sus amantes con el apetito obsceno que la consumía.

Como hija de madre soltera, conoció la pobreza extrema. Fue violada a los 10 años. Ejecutó oficios humildes, como el de bailarina de cafetines, atmósfera en que ejerció la prostitución. Un día se cruzó por su vida un banquero que, admirador de su arte para el baile, la condujo a Marsella, donde inició sus giras como bailarina erótica y consiguió fama internacional. De ahí en adelante se haría amante de hombres poderosos. El olor del dinero la llevó a los casinos de Montecarlo y Niza, escenarios absorbentes en los que dilapidó gruesas sumas de dinero.

En Niza compró una suntuosa casa de 15 cuartos, que bautizó –en su honor– como Villa Carolina, y más tarde se vio precisada a venderla cuando sus finanzas se vinieron al suelo. Y conoció la infelicidad. Ya en esas alturas de su fulgurante existencia, un día se encontró atrapada por su edad decadente. Sus hechizos se habían ajado y sus amantes se habían apartado de su camino, como suele ser la amarga verdad de la gloria efímera. El olvido la agobiaba. Era una flor seca que rodaba por las calles de Niza, donde miraba con grima su mundo arruinado: había perdido todo su capital y se hallaba sola.

Frente a semejante realidad, y rumiando la fama y los halagos del pasado lisonjero, una noche intentó suicidarse. Sin embargo, detuvo el arma y se desgonzó sobre su adversidad. Extinguida la llama amorosa, fue invadida por la melancolía. El cuerpo fulgurante de otra época estaba desfigurado por la decrepitud. Evocando su época de fasto, volvieron a su mente los días acariciantes en los que el mundo se rendía a sus pies. Se vio en la distancia del tiempo como la diosa de la Belle Époque, idea torturante que pretendió desvanecer con un alucinógeno.

Quiso prepararse un poco de café, pero fue incapaz de manejar el hornillo. Una camarera del hotel Nouvel, que descubrió el humo que salía de la habitación, penetró en el recinto y la encontró sin vida. Murió de 96 años, el 10 de abril de 1965. Solo asistieron al funeral varios crupieres y el gerente del casino de Montecarlo, que no la habían olvidado.

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El Quindiano, Armenia, 17-I-2025. Eje 21, Manizales, 17-I-2025. Nueva Crónica del Quindío, Armenia, 2-II-2025. Letras Hispanas por el Mundo, Alicante, España,  enero/2025.   

Comentarios

La forma en que retratas la vida de la Bella Otero, con todos sus contrastes de esplendor y decadencia, es fascinante y profundamente conmovedora. Logras plasmar no solo los hechos de su vida, sino también el trasfondo emocional de una época marcada por el brillo efímero y el olvido implacable. Tu narrativa no solo atrapa por su riqueza en detalles, sino también por la reflexión sobre el poder, la belleza y la fugacidad de la gloria. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Muy triste historia la de la Bella Otero. Es una enseñanza más para recordarnos que no somos eternos y que la ineludible involución humana nos toca a todos. Riqueza mal administrada y soberbia constituyen un binomio que con frecuencia conduce a la ruina y a la desesperanza. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Nunca dejará de sorprendernos cada una de las vidas de estas mujeres, rodeadas de los más insólitos comportamientos, belleza, aciertos y desaciertos que, para la época, harían sonrojar al más audaz de los mortales. Deliciosas páginas. Inés Blanco, Bogotá.

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Las mujeres de Álvarez Gardeazábal

martes, 21 de mayo de 2024 Comments off
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Continuamos con el Quindío

viernes, 19 de abril de 2024 Comments off
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