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Archivo para julio, 2023

Stoner: obra maestra

martes, 18 de julio de 2023 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

Leo esta novela 58 años después de ser publicada. Su autor es el profesor y escritor norteamericano John Williams, nacido en 1922 y fallecido en 1994. Procedía de una familia pobre de agricultores. Después de haber tenido algunos empleos en periódicos y emisoras de radio, se enroló en el ejército durante dos años y medio. En 1954 obtuvo el doctorado en la universidad de Misuri, donde fue nombrado profesor, y al año siguiente pasó a dirigir, durante más de treinta años, el programa de escritura creativa en la universidad de Denver.

En 1948 publicó su primera novela, Solo la noche. Su tercera novela, Stoner, vio la luz en 1965, y a ella siguió El hijo de César (1973), ganadora de un galardón y que durante mucho tiempo fue la más conocida. En cambio, poca atención se dispensó a Stoner, que fue inadvertida y llegaría a ser su obra maestra.

Es oportuno hacer notar lo caprichoso que es el mundo literario. Hay obras que reciben alta ponderación y luego caen en el olvido. En sentido contrario, existen textos de excelente factura en los que pocos se fijan, y con el tiempo muestran su importancia. Hay que desconfiar del best seller, que suele ser un producto artificial impulsado por las editoriales como generador de ventas, en el que no siempre existe calidad, sino que se presta para explotar el nombre del autor de prestigio.

Stoner recoge rasgos autobiográficos de Williams, derivados de su ejercicio profesoral y de su vida conyugal. El protagonista de la obra, William Stoner, nace, al igual que el escritor, en una pequeña granja, obtiene el doctorado, trabaja como profesor durante largo tiempo, y se niega a ir a la guerra (lo contrario de lo que le pasó al novelista, hecho que él resalta, sin duda, como repudio a los conflictos bélicos).

Están muy bien pintados los sucesos que ocurren en el campo docente, donde se destaca el gran carácter de Stoner en su trato con profesores y alumnos. Es un mundo manejado por los afectos y los odios, las simpatías y las malquerencias, las intrigas y las ambiciones, como sucede en toda sociedad.  Esa es la humanidad reinante en todas partes. Por lo tanto, nada extraño se estaría narrando, pero el escritor sabe manejar a los personajes y sus actos con altas dosis de sicología y sabiduría. Crea elementos impactantes que mantienen en constante tensión al lector.

Edith, la esposa de ficción, es mujer fría, descortés, insustancial, frígida en la vida sexual, que incluso tolera el amorío que induce a su marido a buscar una fórmula sentimental con Catherine, que es todo lo contrario: afable, amorosa, inteligente. Es un trío nacido de las circunstancias. Admirables los ingredientes de ternura y talento con que John Williams ha movido este drama a la vez apasionante y aleccionador. La novela, que tuvo pocos lectores al comienzo, años después cogió vuelo y ha sido traducida a más de veinte idiomas.

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Eje 21, Manizales, 14-VV-2023. Nueva Crónica del Quindío, Armenia, 16-VII-2023.

Comentario 

Contigo se descubren con frecuencia obras y autores no tan conocidos, pero de mucho valor e interés literario o periodístico. Es el caso de Stoner y su autor John Williams, ambos desconocidos por mí y estoy seguro que por la mayoría de tus lectores. Gracias por esa labor de divulgación. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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Encuentro con Guillermo Cano

jueves, 6 de julio de 2023 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

En 1971 se inició en Armenia mi carrera periodística en El Espectador, la que se traduce en 1.235 artículos de los 2.026 que he escrito en la prensa nacional. En nota de estos días comenté a mis lectores el motivo que tuve para retirarme este mes de dicha labor.

Desde mucho antes de pertenecer a la nómina de escritores del diario sentía profunda admiración por la figura de su director, Guillermo Cano, el periodista magistral que pasó a la historia por sus valientes actuaciones y vibrantes editoriales en los que defendía a todo trance la moral y atacaba los abusos de políticos y gobernantes. Fue un incansable jinete de la democracia, la justicia y el humanismo. Con su inmolación por Pablo Escobar conquistó la gloria eterna. Su brazo derecho era José Salgar, subdirector del diario, otro maestro de periodistas y practicante desde muy joven de las reglas de la comunicación.

Dentro de un concurso promovido por el Magazín Dominical tuve la suerte de ver, en mayo de 1971, galardonado en sus páginas el cuento que elaboré para dicho efecto, el cual me abrió las puertas de la literatura. A partir de entonces vieron la luz en el Magazín continuos escritos de mi autoría que alternaban con mis notas de opinión en la página editorial.

Sin embargo, yo no conocía a nadie en el periódico ni contaba con padrino alguno que me impulsara. Mis escritos se abrían camino por sí solos, y a la larga me permitieron asegurar bases firmes para afianzarme en la historia de El Espectador durante más de medio siglo. Los años 70 y 80 representan mi época dorada en el periodismo, y toda esta amplia trayectoria está ennoblecida por la entrega vital –ejercida con toda disciplina, rigor, ética y carácter– al que Albert Camus llamó “el oficio más bello del mundo”.

Dos o tres escritores envidiosos de Armenia –elementos que no faltan en ninguna parte–, al ver el éxito de mis artículos, se dieron a la tarea de difundir el infundio de que ese hecho obedecía a la palanca que yo tenía con los directivos del periódico. Ese rumor maligno llegaba con frecuencia a mis oídos, y yo lo dejaba pasar. No tenía por qué inmutarme.

Después de dos o tres años de incursionar en las páginas del diario, le pedí a Otto Morales Benítez, en un viaje que hice a Bogotá, que me consiguiera una entrevista con Guillermo Cano. Ardía en deseos de conocerlo, y las condiciones no se habían dado. Él me mandó decir que, aunque sufría un quebranto de salud en su residencia, con el mayor gusto me esperaba en su oficina del periódico. Por supuesto, me sentí apenado con su gentileza, y al mismo tiempo honrado con semejante gesto de generosidad.

Fue un encuentro hermoso, sensible e inolvidable, en el cual Guillermo Cano me manifestó que el periódico era el mío y que se sentía grato con mis colaboraciones. Al despedirme, sentí que algo grandioso había ocurrido.

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Eje 21, Manizales, 1-VII-2023. Nueva Crónica del Quindío, 2-VII-2023.

Comentarios 

Gracias por este lindo recuerdo que hoy nos compartes. Felicitaciones, y honra a tus escritos y al gran Guillermo Cano. Eduardo Arcila Rivera, Bogotá.

Desde todo punto de vista eres merecedor de una enorme felicitación por la actividad periodística y cultural que por espacio de cincuenta y dos años realizaste en El Espectador. Los temas de tus columnas siempre gozaron de gran acogida por los lectores, como lo comprueba este hecho de haber permanecido vigente más de medio siglo. Siempre recibo tus escritos con placer de lector agradecido. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.