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El café y el hombre

miércoles, 5 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Nos hemos acostumbrado a mirar la prosperidad del café, pero pocas veces nos detenemos en las penurias de quienes hacen posible ese bienestar. El trabajador campesino, no pro­pietario, resulta un deshereda­do en medio de la abundancia de predios que él mismo cultiva con sudores y angustias.

El desnivel social, el mayor lastre de la humanidad, ha provocado siempre grandes conflictos. La desigualdad de clases es el mayor acicate para las revoluciones y peligroso reto para los gobiernos. Por eso los postulados de la Iglesia, en esta hora dramá­tica del mundo, claman por la protección del rico hacia el pobre; por el salario justo; por la seguridad de la familia y el razonable equilibrio humano.

La vida en los campos cafete­ros es sufrida. Las familias se acostumbraron a ser numero­sas y por eso crecen apiñadas y rodeadas de estrecheces. Hay que distinguir entre el obrero ocasional perteneciente a la población trashumante que re­corre el país sin arraigo a ningún medio, y el que perma­nece y muere en su tierra, y no en la suya propia, sino en la de sus amos. Es este el tenaz hacedor de riquezas ajenas, fiel con la parcela que nunca será suya y quien a duras penas consigue formar a la prole en la misma severa condición de eternos jornaleros.

Vistas así las circunstancias extremas del campesino, es preciso hacer un alto para pregonar algunas de las realizaciones del Comité de Cafeteros del Quindío, entidad digna de ponderación. Y lo que se diga de este Comité tomado de modelo, por ser conocido en su espíritu de servicio por quien esto escribe, ojalá sea el común denominador de los otros comités del país.

Situados en el Quindío, ha de saberse que es la región colombiana que posee mayor electrificación rural. Los es­fuerzos del Gobierno departamental y del Comité de Cafete­ros se han complementado para crear reales obras de infraest­ructura campesina, como la apertura y sostenimiento de caminos veredales, la instala­ción de acueductos, la cons­trucción de puentes, escuelas, restaurantes, campos deporti­vos, centros de salud y todo un engranaje de higiene ambiental. Los hijos del campo, en otro tiempo huérfanos de todo miramiento, reciben hoy aten­ción médica en cualquier hospi­tal del Quindío y tienen acceso a una vasta red de escuelas.

Acaba ahora el Comité de fundar el «Centro de Servicios para el Trabajador Cafetero», en la ciudad de Armenia, empresa única en el país y en Latinoamérica, cuya mira exc­lusiva es el campesino cafetero no propietario. Tiene como finalidad la de satisfacer im­portantes necesidades del tra­bajador, al tiempo que le brinda esparcimiento y educación. En­cuentra allí el campesino consulta médica y odontológica, farmacia, cafetería, cine re­creativo y educativo, alfabeti­zación, servicio de correo, peluquería, biblioteca, teatro, televisión, deportes y todo un conjunto de beneficios que lo ponen en contac­to con la civilización y lo hacen sentir digno.

Las obras positivas merecen destacarse. Esta ojeada al pa­norama del Quindío, donde el café se suda y luego se inyecta a la economía del país, indica que hay preocupación por el cam­pesino cafetero. El primer obje­tivo de una sociedad culta debe ser el hombre. Romper los desequilibrios sociales con esta clase de proyecciones es una manera de engrandecer la exis­tencia.

Así lo entienden Hernán Pa­lacio Jaramillo, el dinámico y visionario presidente del Comi­té de Cafeteros del Quindío, empresario convencido de la bondad campesina, y el entu­siasta grupo que lo acompaña en estos programas altruistas.

Ojalá algún día fuera posible redimir por completo a aquel «siervo sin tierra» pisoteado por el hombre, lo mismo en los campos de Tipacoque que en los del Quindío –donde quiera que existan amos y peones–, del que no siempre, o casi nunca, nos acordamos en el diario trajín de otros afanes.

La Patria, Manizales, 29-V-1979.
El Espectador, Bogotá, 1-VI-1979.

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Misiva:

A nombre del Comité y mío propio te expreso sincera gratitud por el artículo que publicaste, lleno de generosos términos para nuestra entidad cafetera. Realmente la obra que se está adelantando en el campo de la salud rural es de grandes proporciones y benéficos resultados y constituye para el Comité su máximo orgullo. Esperamos seguir adelante y que personas de tu calidad humana y literaria nos colaboren llevando el mensaje a nuestros campesinos y cafeteros de la región. Hernán Palacio Jaramillo, presidente del Comité de Cafeteros del Quindío.

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