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Archivo para lunes, 10 de octubre de 2011

¿Qué pasa con Dionisio?

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Dionisio, o Bernardo Ramírez Granada, ha venido elaborando con paciencia, autenticidad y buenos recursos literarios sabrosas crónicas sobre he­chos y personajes municipales de la Armenia antigua, que algún día serán recopiladas en libro. Libro que se ha hecho esperar y no sé si está en la intención del autor publicarlo por su cuenta o seguir esperando el cumplimiento de una ordenanza que se convirtió en letra muerta.

Ramírez Granada, que maneja una prosa erudita y refinada, es profundo conocedor de la vida comarcana y ha logrado recuperar episodios y revivir personajes pintorescos que suelen esfumarse con el paso del tiempo. Como cronista atento a la vida de su pueblo, no solo relata los sucesos que han circulado a su alrededor, sino que investiga los que se escapan a su conocimiento, y lo hace en castellano florido e ingenioso. Es fiel historiador de la ciudad, labor difícil y ponderable.

He oído hablar, desde hace varios años, del proyecto de publicación de estas crónicas. Es inexplicable que Extensión Cultural per­manezca ausente de dicha iniciativa. Si las cosas se hicieran por prelación y mérito, las Crónicas de Dionisio han debido editar­se hace mucho tiempo.

Al autor habría que pedirle que, si la acción oficial sigue renuente,  acometa  por su cuenta la edición de su libro, en la seguridad de que ten­drá éxito rotundo. Sin embargo, Bernardo Ramírez Granada no tiene pretensio­nes publicitarias y vi­ve alejado de la vanidad. Sus cróni­cas, de todas maneras, no pueden per­derse.

Nunca ha existido verdadero propósito de fundar la Biblioteca de Autores Quindianos. Para que esto ocurra se necesita juicio serio y continuidad de la persona encargada de dirigir la cultura regional. En otras partes este empleo es casi inamovible. Aquí es cuota de poder.

Por las paradojas que suelen ocurrir en los predios de la cultura, a Bernardo Ramírez Granada no se le invitó al reciente encuentro de escritores quindianos. ¿La razón? Alguien me dijo que por no se autor de ningún libro. Quedé confuso con criterio tan miope.

Si algo es Bernardo, es escritor. Otros escriben libros y no son escritores. Las Crónicas de Dionisio, que han tenido amplia divulgación en la prensa local, muestran que su autor es gran escritor. Escribe despacio y se exige mucho. Es severo con su estilo.

Sin embargo, la verdadera solidez de esas crónicas, o su perdurabilidad en el tiempo, sólo se obtendrán cuando estén empastadas. Mientras tanto, Dionisio, el alias de Bernardo, no tiene afán de volverse libro, lo cual es una lástima.

No es razonable que continúe transcurriendo el tiempo sin que los amantes de las letras tengan la feliz oportunidad de deleitarse con esta joya de la literatura quindiana.

La Patria, Manizales, 11-IX-1980.

 Apostilla:

Las Crónicas de Dionisio fueron publicadas por Quingráficas, en octubre de 1981, dentro de la Biblioteca de Autores Quindianos. Su autor me pidió unas palabras para la solapa del libro, en las cuales digo lo siguiente:  

Un hombre de cultura

Un día ya lejano fue maestro de escuela en Quimbaya y de allí arrancó, sin duda, su amor a la pedagogía. Más tarde fue rector del Colegio Rufino de J. Cuervo y luego el primer rector de la Universidad del Quindío. En el sector público ejerció las Secretarías de Educación y de Fomento y Desarrollo del departamento. Se ha destacado, además, como articulista de diferentes periódicos y revistas.

La vida de Bernardo Ramírez Granada se caracteriza por sus inquietudes pedagógicas y su vocación de escritor. A pesar de ser este el primer libro que publica, siempre ha sido escritor. Desde hace mucho tiempo viene elaborando, en forma silenciosa y alejado de afanes publicitarios, las deliciosas Crónicas de Dionisio, martilladas con elegante y castiza prosa. Por estas desfilan personajes y episodios de Armenia, su cara ciudad, y dibujan importantes perfiles de épocas memorables. Es, por sobre todo, el cronista atento al discurrir de la vida, que logra rescatar valiosas referencias de la Armenia antigua.

 Gustavo Páez Escobar

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Suma de valores

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Tiene el Quindío una serie de valores humanos que bien aprovechados serían una fuerza motora del desarrollo regional. Pero falta unidad de propósitos, o dicho en otra forma, carecemos de un equipo nacional. Hay personas que se destacan en una actividad sin que sus capacida­des sepan dirigirse en forma más útil al beneficio de su tierra.

Otras veces no se explotan esas condiciones por diversos motivos, entre los que valdría anotar los egoísmos políticos, la fal­ta de visión de los dirigentes, el des­conocimiento público de esos valores o la simple apatía para intentar mejor suerte regional.

Las personas son las que engrandecen la his­toria de los pueblos. Es obvio que las comarcas necesitan unir sus fuerzas para conseguir el progreso. No es lo mismo el político lugareño, de pronto buscarruidos y de mente opaca, o sin prestancia nacional, que el ya experimentado y que cuenta con ascendiente para hacerse sentir en el país. .

En el sector de la política el Quindío posee hombres de talla nacional. Ancízar López López, batallador de tiempo completo con acceso a los altos despachos, es un preocupado gestor de auxilios y beneficios para la región. Esto nadie lo puede desconocer.

Hugo Palacios Mejía, una firme esperanza, tiene vuelo e inteligencia para llegar lejos. Silvio Ceballos Restrepo, nuestro gobernador, fue vicepresidente del Senado. Diego Moreno Jaramillo, el único minis­tro que hemos tenido, es una reserva para todo momento. A Hernán Palacio Jaramillo, que varias veces se ha asomado a la vida nacional desde las cumbres cafeteras, lo quisiéramos ver con ma­yor figuración: cuenta con inteligencia para destacarse.

Hay además un equipo de gente joven y con made­ra para la vida pública. En este renglón están Alberto Gómez Mejía, Hugo Gó­mez Gómez, Luis Eduardo Gómez Gallego, Alber­to Gómez Ceballos. Por coincidencia, cua­tro Gómez en quienes se cifran condiciones de líderes. Es prolijo seguir enumerando otras opciones. No se trata de hacer inventarios sino de formular sugerencias. Con esto se establece que el Quindío dispone de personas capaces, pero carece de garra para llegar más lejos.

El ex gobernador Jota Iván Echeverri Osorio le prestó buenos servicios al Quindío desde la ge­rencia del ICCE. Nuestra única representación actual  ante el alto Gobierno la tiene Mario Gómez Ramírez, gerente de la Cor­poración Financiera del Transporte. Pero no se ha logra­do conformar un equipo, y por eso hay tantas esperanzas fallidas. Otros se cansan del servicio público y, marginados de toda influencia, dejan de ser impulsores del progreso.

Llegar al plano nacional no es fácil. Tampoco, por supuesto, lo es permanecer en él. Si la política es el arte de go­bernar a los pueblos, estos necesitan buenos polí­ticos para buscar su desarrollo. En nuestro caso falta sumar los valores regionales para no seguir rezagados en la vida nacional.

La Patria, Manizales, 12-IX-1980.

 

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“Déle una manito”

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Dice una campaña adelantada por La Patria: «Déle una manito a Manizales». Hay una escoba empuñada, en actitud de ejecu­ción, y un breve consejo: «Barra para adentro y también el pedacito de calle. No abandone ni queme la basura».

Con este pregón se entiende que Manizales, lugar pulcro por tradición, se propone recuperar su categoría. Como no vivimos en ella no podríamos saber  en el momento su grado de aseo, o de desaseo, pero por la lectura diaria de su periódico sabemos que existe preocupación por eliminar esos lunares que se van formando y son los que afean el rostro de la ciudad.

Hagamos lo propio y, escoba en mano, «démosle una manito a Armenia». Ya hubo un alcalde nuestro que emprendió la campaña de asear las calles y limpiar las fachadas de casas y edificios. Hasta nuestro simpático obispo, comprometido como lo hemos visto con el adelanto de Ar­menia, sacó su escoba y la hizo bailar en plena Plaza de Bolívar.

La ciudadanía se compenetró por breves días con la idea del aseo. Aquella vez salieron los carros de las Empresas Públicas en des­pliegue de eficacia, y muy ordenados, lanzaron sus mangueras sobre el pavimento y les sacaron lustre a las calzadas. Algunas personas a quienes les gusta mostrarse en estos actos se su­maron a  la invitación e hicieron público su entusiasmo por contribuir al llamado cívico.

La ciudad se aseó, pero muy poco, valga la ver­dad. Diríase que la campaña fue más publicita­ria que efectiva, pues días más tarde volvían a danzar los papeles por las calles. No se logró for­mar conciencia ciudadana.

Si cada cual pusiera su pequeña ayuda, Armenia luciría mejor. En los postes ve­mos clavados unos recipientes sin oficio, que muy pocos los utilizan: la mayoría prefiere la vía pública. Las canecas de los edificios, sobre todo, pero también las de las residencias, son sometidas a deplorable revisión por parte de tropillas de gamines y adultos especializados en búsquedas afanosas en el fondo de la suciedad, quienes dejan afuera la mi­tad del contenido.

Luego pasa el carro recolector, desvenci­jado y maloliente, y se lleva parte del depósito; la otra parte se desperdiga en el aire al tratar de llegar a su destino. El equipo es obsole­to, mandado a recoger, lo mismo que la basura. Para completar, estas recolecciones en el centro de la ciudad se hacen en horas impropias, lo que ocasiona dificultades en el tránsito.

No hay que abundar en demasiadas razones pa­ra apropiarnos de la consigna de la ciudad vecina: «Déle una manito a Armenia». Con agua, jabón y buenas escobas, pero ante todo con afán cívico, sería posible demostrar que no somos tan sucios.

La Patria, Manizales, 10-IX-1980. 

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La policía en moto

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Soy un crítico de la moto como elemento perturbador y destructor, que por lo general lo es, pero no como medio de trabajo y de utilidad. Hemos presenciado dolorosos dramas hogareños y continuamos, con todo, asediados por esta invasión satánica que obstruye el tránsito, invade la ciudad de ruidos, expone la vida de quienes se movilizan en ellas y también de quienes viajan a pie o en carro, y crea permanente zozobra en la comunidad.

Un adolescente exigió a sus padres que le compraran moto como condición para seguir estudiando. Ellos, muy complacientes, terminaron regalándosela a pesar de que la detestaban. El muchacho se encuentra hoy con las piernas rotas después de haber superado las contusiones cerebrales, y con un año de incapacidad. Es decir, no hay moto ni estudios.

En el vértigo de la vida moderna, que también es un signo de esquizofrenia, la juventud se enardece con la velocidad y el ruido. Por eso, vuela por nuestras calles desafiando el peligro y atentando contra la seguridad y el sosiego de las personas. A las motos les quitan el silenciador para que produzcan mayor ruido, o sea, mayor sensación de vértigo. Diríase que con perturbar las calles quieren mostrar superioridad. Además, olvidan el ruido del exosto, porque las autoridades no exigen sanidad ambiental.

La moto, como medio útil, merece respeto. Sirve para movilizarse al trabajo y también para la recrea­ción. Sin embargo, en ambos casos se desvirtúa esa finalidad cuando al ocupante le da por devorar distancias, y mu­chas veces,con toda la familia a bordo. No es inusual el cuadro del padre de familia acompañado de su mujer y de tres hijos pequeños culebreando por entre los vehículos, o sea, jugando con la muerte.

La policía del Quindío acaba de adquirir veinte motos para patrullar la ciudad. Es buen anuncio, y aquí entra de nuevo el pequeño vehículo como elemen­to útil. La delincuencia, que también anda en moto, y que como en Pereira y Medellín asesina por el aire, ten­drá aquí mayor control en lo sucesivo. Está bien que la policía cuente con un medio rápido de desplazamiento, si en sus manos está la seguridad ciu­dadana. Pero primero tendrá que aprender a usarlo con prudencia y pericia.

Estos modernos aparatos donados por el gobernador Silvio Ceballos Restrepo y equipados con sistemas téc­nicos, representan una garantía para todos los ciudadanos. Ojalá, además, se contrarreste el abuso de las motos particulares.

Medellín y Bucaramanga, ciudades que ya cuentan con este programa, han tenido completo éxito. Armenia será la tercera capital que por este medio entra a reprimir el avance del hampa. La noticia que en tal sentido suministra el Comando de la Policía significa una preocu­pación que aplaudimos, en bien de la seguridad pública.

La Patria, Manizales, 3-IX-1980.

Un adolescente exigió a sus padres que le compraran moto como condición para seguir estudiando. Ellos, muy complacientes, terminaron regalándosela a pesar de que la detestaban. El muchacho se encuentra hoy con las piernas rotas después de haber superado las contusiones cerebrales, y con un año de incapacidad. Es decir, no hay moto ni estudios.

En el vértigo

Cuadro de texto: z


de la vida moderna, que también es un signo de esquizofrenia, la juventud se enardece con la velocidad y el ruido. Por eso, vuela por nuestras calles desafiando el peligro y atentando contra la seguridad y el sosiego de las personas. A las motos les quitan el silenciador para que produzcan mayor ruido, o sea, mayor sensación de vértigo. Diríase que con perturbar las calles quieren mostrar superioridad. Además, olvidan el ruido del exosto, porque las autoridades no exigen sanidad ambiental.

La moto, como medio útil, merece respeto. Sirve para movilizarse al trabajo y también para la recrea­ción. Sin embargo, en ambos casos se desvirtúa esa finalidad cuando al ocupante le da por devorar distancias, y mu­chas veces,con toda la familia a bordo. No es inusual el cuadro del padre de familia acompañado de su mujer y de tres hijos pequeños culebreando por entre los vehículos, o sea, jugando con la muerte.

La policía del Quindío acaba de adquirir veinte motos para patrullar la ciudad. Es un buen anuncio, y aquí entra de nuevo el pequeño vehículo como elemen­to útil. La delincuencia, que también anda en moto, y que como en Pereira y Medellín asesina por el aire, ten­drá aquí mayor control en lo sucesivo. Está bien que la policía cuente con un medio rápido de desplazamiento, si en sus manos está la seguridad ciu­dadana. Pero primero tendrá que aprender a usarlo con prudencia y pericia.

Estos modernos aparatos donados por el gobernador Silvio Ceballos Restrepo y equipados con sistemas téc­nicos, representan una garantía para todos los ciudadanos. Ojalá, además, se contrarreste el abuso de las motos particulares.

Medellín y Bucaramanga, las dos ciudades que ya cuentan con este programa, han tenido completo éxito. Armenia será la tercera capital que por este medio entra a reprimir el avance del hampa. La noticia que en tal sentido suministra el Comando de la Policía significa una preocu­pación que aplaudimos, en bien de la seguridad pública.

La Patria, Manizales, 3-IX-1980.

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La tía solterona

lunes, 10 de octubre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Lo de «tía solterona», como rótulo de este escrito, es para llamar la atención sobre el libro que se titula La cisterna, nombre llamativo y adecuado para el ambiente en que se mueve esta novela de la escritora antioqueña Rocío Vélez de Piedrahíta.

Todos tenemos una tía solterona, así sea en la imaginación, y sin duda es personaje especial, simpático, cariñoso, a veces enigmático y por lo general pintoresco. Además, puede ser insulso, tirano e incomprensible, pero por el hecho de ser la tía se convierte en reliquia de familia. Como la tía solterona es prototipo muy caracterizado de la sociedad, no faltaba más que no le rindiéramos tributo en esta página concebida para exaltarla.

Los libros leídos a distancia saben mejor. Es lo que me ha sucedido con La cisterna, publicado en 1971 y del que se ocupó en su tiempo la crítica con elogiosos conceptos. Estos han disminuido porque esa es la suerte del libro: poco a poco se queda solo. Pero el libro no muere jamás.

Leo ahora esta obra, nueve años después de editada y cuando ha  cesado el aparato publicitario, y me complace encontrarme con una estupenda novela, de agradable contenido y fácil comprensión. No sé por qué a ciertos novelistas les da por escribir cosas que nadie entiende y que, en lugar de llevar distracción y hacer reflexionar, como es la finalidad de la literatura, terminan fatigando y enredando la mente.

Rocío Vélez de Piedrahíta, novelista y cuentista reconocida, maneja una prosa fluida, sencilla y de grato sabor humorístico. Posee la virtud de saber escribir con espontaneidad y gracia, condiciones poco comunes. Pinta los ambientes con llaneza y franqueza tan exquisitas, que cautiva de inmediato la atención del lector y se gana sus simpatías. La sátira, otra de sus herramientas, es administrada con ingeniosa maestría y no abusa de ella porque su pluma es galante.

Antes de leer su libro, el primero que conozco de su obra, sabía de su estilo desenvuelto y ameno, vertido en excelentes páginas publicadas en el Magazín Dominical de El Espectador. Habrá que decir que en su caso el ser escri­tora es un don espontáneo, y así lo refrenda en los siete libros editados. El  último de ellos, La guaca, está en las vitrinas del país. Se pone de presente en sus escritos la envidiable capacidad para alimentar su vena literaria con esta generosa cosecha.

La cisterna, queda dicho, es el marco para la tía solterona, o mejor, el pozo que termina comiéndosela. Aunque en principio la solterona suponga un ser simple, aburrido, puritano a veces, desenfadado otras, lo cierto es que la Celina de esta historia es  protagonista cautivadora, que vive sus temores y ansiedades, iguales a los de cualquier ser humano, y que ama y se deja amar, ríe y sufre, como ríe y sufre la humanidad.

Hay mujeres, y también hombres, que repudian el matrimonio por íntimas repulsas, y en otros casos por restricciones propias. En algunas circunstancias habrá impedimentos, en otras, vocación para la soltería. Hay solterones –de ambos sexos, por supuesto– voluntarios, y también involuntarios. No todos son felices, pero tampoco todos desgracia­dos. Lo mismo ocurre en el campo de los casados, de los viudos y los separados, porque tal es la miscelánea de la vida. Por eso, es bueno el ojo del novelista cuando nos cuenta intimidades.

La autora logra certeros toques sicológicos al crear ste ser de carne y hueso y con alma por dentro. Esto de encontrarle el alma a la solterona no es fácil. Novela de costumbres, La cisterna pinta los tedios, las fatigas y las angustias del diario vivir. Podría agregarse que es también novela de languideces, porque la gente en ella se muere de monotonía, sin mucho esfuerzo, como esos muebles viejos que devora el comején.

La soltería tiene sus ventajas. Muchas solteronas se jactan de vivir mejor que las casadas, y mucho mejor que las separadas. Si esto es consuelo o  frustración, allá ellas. De todas maneras, la soltería, un estado dudoso, no significa siempre falta de habilidad para el matrimonio, porque en no pocos casos es una afirmación de libertad. El alma de la solte­rona es una página misteriosa, en blanco, de suspenso y emociones, que no siempre queda fácil leer y menos poseer.

Cuando doña Rocío nos regala el retrato de la tía Celina, esa tía que todos quisiéramos tener, descubre ciertos secretos que se anidan en la naturaleza de un ser controvertido y familiar.

La Patria, Manizales, 25-X-1980.

* * *

Misiva:

Agradezco sinceramente el interés que muestra en el artículo sobre La cisterna.  A tanto tiempo de haber publicado la novela, fue para mí un gusto saber que aún tenía actualidad. Créame que sus elogios a la obra son estimulantes para mí. Rocío Vélez de Piedrahíta, Medellín.   

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