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Los sucesos del Concejo

martes, 11 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

En el Concejo de Armenia no sucedió nada diferente a ejercer las reglas de la democracia. No se ve, enton­ces, razón válida para que unos grupos políticos se enfurezcan por haber perdido el dominio de la corporación, y pidan la cabeza del Gobernador, atribuyéndole maniobras que él, como funcionario público, no podía practicar. Si el grupo a que pertenece hizo coali­ción con otras fuerzas también respetables, y entre ellas impusieron la mayoría, esto es ni más ni menos que adelantar estrategias que todos tienen libertad de bus­car.

Cabe decir que proponer no es obligar. En la misma forma que los llamados grupos tradicionales hicie­ron tolda aparte para apoderarse del Concejo, y no lo consiguieron, los restantes formaron una votación más amplia y son los que dirigen hoy la corporación. Pero no son los puestos lo importante. Lo que en realidad vale es lanzar ideas novedosas en beneficio de Armenia. Parece que a  muchos concejales les dolieran más las posiciones que el servicio a la ciudad.

La esencia de la democracia consiste en que las decisiones obedezcan a la voluntad mayoritaria de la opinión pública. Mucho le temen los pueblos a las dictaduras y estas se imponen cuando se desconoce el libre acceso a estas reglas sanas que, en el caso del Concejo de Arme­nia, consisten en unirse para estructurar hechos positivos.

En Armenia se ha perdido mucho tiempo. El Concejo ha estado casi siempre en las mismas manos, con ligeros cambios. Entre tanto, viejos vicios agotan la paciencia de la ciudad frenada en su desarrollo. Se necesitan nue­vos enfoques. La opinión pública urge por que se trabaje con vigor a fin de lograr la evolución que se requiere.

Las principales urgencias del momen­to son agua, luz y alcantarillado. Este solo programa sería suficiente, pero además faltan vías, teléfo­nos, semáforos, aseo y, en una palabra, urbanismo progresista. No debe perderse el tiempo en cambiar empleados y remover la estructura que pasado mañana, por las mismas reglas de juego, volvería a desmontarse. ¿Con quitarles el pan a unas humildes familias se consegui­rán los remedios que pide la ciudad?

Cuando dejemos el sentido burocrático con que por desgracia se obra desde todos los frentes, se habrá dado el paso saludable de anteponer a la rebatiña de los puestos públicos el servicio a la comunidad.

Bienvenidos sean los nuevos dignatarios del Concejo si ellos presentan reales soluciones. Lo que importan no son las personas sino los resultados. De todas mane­ras, vemos importantes figuras de las que mucho espera la ciudadanía. Ojalá el Concejo dé en el clavo. An­tes que pedir la cabeza del Gobernador, se debería preparar la visita del señor Presi­dente de la República. De ese hecho han de derivarse auxilios y soluciones para el desarrollo regional.

La Patria, Manizales, 8-XI-1980.

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