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Debate ético

jueves, 31 de octubre de 2013

Por: Gustavo Páez Escobar

Almacenes Éxito puso en su página web un aviso donde ofrecía, por 400.000 pesos, neveras cuyo precio era de cuatro millones. Para muchas personas esta oferta pasó inadvertida. Otras se apresuraron a adquirirlas, entre ellas varios empleados de Bancolombia. En este sector comenzó a crecer el rumor de que se trataba de una equivocación de la firma vendedora, y algunos de los beneficiados con la ganga animaron a sus compañeros para que aprovecharan la ocasión.

Días después, la firma descubrió el error cometido en la facturación del producto.  Entre tanto, los compradores ya tenían el electrodoméstico en sus domicilios. Fue entonces cuando el presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, se enteró de lo que él llamó “viveza” de los 40 empleados que habían adquirido la nevera. Y le escribió una carta al presidente del Éxito doliéndose de esta falta de ética. Una segunda carta la envió a los 23.000 empleados de Bancolombia reprochando el proceder deshonesto de quienes habían incurrido en dicha conducta.

Esta intervención llevó a la mayoría de empleados a devolver las neveras. Unos estaban arrepentidos del acto, mientras otros pensaban que habían procedido de buena fe, motivados por la oferta comercial, que hallron legítima. Numerosos lectores se mostraron inconformes, en correos dirigidos a El Tiempo y Portafolio, donde se publicó la noticia, por la actitud excedida del doctor Yepes al haber señalado como deshonesto a todo el grupo.

El caso se prestó para hacer representar en él, como presidente de Bancolombia, a todo el sistema bancario, cuyos excesos en los costos financieros, y la alarmante ola de fraudes cibernéticos que se hacen recaer sobre los usuarios a sabiendas de que estos no son los responsables, convierten a la banca en uno de los organismos más deshumanizados  del país. Se trata, según muchos de esos correos, de una doble moral.

De todas maneras, este capítulo controvertido da pie para acentuar los principios éticos que se han dejado perder. Virtudes como la honradez, el cumplimiento, la seriedad, el decoro andan de capa caída. En otro sentido, el abuso, el robo, el atropello, la explotación, la ventaja indebida se volvieron moneda corriente en nuestros días. Gobernantes, políticos, magistrados, empresarios, que deben ser las mayores guías morales de la sociedad, contribuyen con actos deshonestos o delincuenciales a que las costumbres se degeneren y la vida pública se pervierta.

En medio de la degradación moral a que ha llegado el país, tonifica el ánimo el hallar actitudes edificantes como las de varios taxistas que en distintas ciudades han devuelto dineros de consideración olvidados en sus carros por los usuarios del servicio. Ya se ve que la ética tiene varias caras. La ética es un valor subjetivo. O dicho de otra manera, no todo lo que brilla es oro.

El Espectador, Bogotá, 31-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 1-IX-2012.

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Comentarios:

Lo ético es asumir los errores. El Éxito ofrece al público un objeto en promoción y en razón del precio anunciado Pablo lo compra. Pablo no es responsable si el Éxito cometió un error. El Éxito tiene la obligación de entregárselo por el precio ofrecido. En Francia, Carrefour se equivocó con los precios de unos vinos de reserva, ofrecidos a 12 euros y que costaban 70. Tuvo que entregarlos por el precio fijado. Después corrigieron el error y los clientes posteriores pagaron el precio real. Es la ley. secartonpiedra (correo a ElEspectador).

Simplemente es un negocio. Un gran almacén ofertó un producto y la gente lo compró. Se pudo pensar que era un gancho comercial del oferente. Una pequeña gabela  de un pulpo para su clientela. No se nos olvide el manejo que le da el Éxito a muchos de sus proveedores y cómo los presiona en el momento de cualquier negociación. Lo que no tiene sentido es que el gerente de Bancolombia entre a presionar a sus trabajadores para que regresen el producto. Él sabía que  su banco cobraba unos precios muy elevados por las transacciones bancarias, y se las cobraba a una buena cantidad de obreros colombianos, muchos de ellos de salario mínimo, que se ven obligados a tener cuenta en su banco,  y ahí sí no dice nada don moralista. Luis Carlos Jiménez A.

Marcado un precio por un almacén serio, ese ente debe honrar lo anunciado. Por supuesto que si los auditores encuentran un error, este se debe corregir, y desde ese momento rige lo enmendado. Las promociones son en esencia eso, un error —consciente o consentido— respecto al precio de una mercancía, la cual mantendrá ese estatus hasta que se anuncie la caducidad. usacabeza (correo a El Espectador).

¿Cómo es posible que USA con 250 millones de habitantes tenga menos fraudes bancarios que Colombia que tiene 45 millones de habitantes? Porque en USA los bancos tienen que responder por todos los fraudes. En Colombia se acabará tanto fraude bancario el día que el gobierno obligue a los bancos a responder. Lira (correo a El Espectador).

¿Qué tal? Un banquero, sinónimo de usura, hablando de ética. Los principales responsables de la ruina de muchos ciudadanos son los bancos. O si no, miremos las tasas de interés de préstamos y las tasas de captación. Miprofesor (correo a El Espectador).

Es muy positivo que el columnista nos recuerde a todos que «los principios éticos se han dejado perder». En mis años de juventud en Armenia nunca se escuchaba de chantajes, de falta de honestidad, de «vivezas» de las personas en asuntos de negocios. Había «honradez, cumplimiento, seriedad, decoro». En Estados Unidos he visto que las fechorías son, y es triste decirlo, de los extranjeros. Nunca en mi trabajo, ni en mi trato con los  americanos, he visto la capacidad de engaño de gente de otros países. La explotación en Colombia es un mal congénito. Yo lo viví en los empleos que tuve allá: a las mujeres nos pagaban menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo. Amparo E. López, colombiana residente en Estados Unidos.

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