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Canciones de la guerra

martes, 21 de marzo de 2017 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El historiador Orlando Villanueva Martínez ha escrito varios libros sobre la violencia colombiana, dedicados a repasar la vida legendaria de famosos personajes insurgentes del país, como Biófilo Panclasta, Dumar Aljure, Manuel Quintín Lame, Guadalupe Salcedo, Sangrenegra, Camilo Torres Restrepo. Trabaja ahora en la biografía de Pedro Brincos, y en sus planes se encuentra la  historia de Tulio Bayer, sobre la que ya posee buena información.

Su último libro se titula Canciones de la guerra: la insurrección llanera cantada y declamada, y lleva el sello editorial de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. E incluye un video con material audiovisual sobre el contenido de la obra.

Valiosa edición que llena un vacío en el largo y sangriento historial de las guerrillas y las voces rebeldes que han protestado contra las injusticias, los atropellos y los oprobios cometidos contra la población desprotegida. Nadie había realizado la tarea académica que cumple Villanueva Martínez al recoger en su libro un repertorio significativo de canciones, poemas, testimonios, fotos y mapas sobre los sucesos bélicos ocurridos en los Llanos Orientales (o el Llano, como también se le conoce) en los años 50 y 60 del siglo pasado.       

Época turbulenta en la que los partidos conservador y liberal, trenzados en el peor sectarismo de la historia, que era instigado por la propia Iglesia católica, cubrían de sangre el territorio nacional. En los gobiernos de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez, los campesinos del Llano fueron hostigados por las fuerzas oficiales, e hicieron irrupción los temibles “chulavitas”, quienes despojaban a los nativos de sus tierras, los sometían a toda clase de vejámenes y los masacraban, como lo cuenta este corrido:

“Eran las seis de la tarde / de un 28 de marzo, / yo reconocí a esa gente, / eran policías chulavos / y algunos vecinos míos / que servían de baquianos. / Desde el guafal miré todo: / a mi mujer la mataron, / lo mismo a nuestros hijitos / de dos y de cuatro años”.

Contra esas hordas de la iniquidad surgió Guadalupe Salcedo, legítimo llanero, intrépido líder de la rebelión y convertido, por fuerza de las circunstancia, en “el terror del Llano”, como se le conocía.  Así lo dibuja esta canción:

“Ahí viene don Guadalupe / terror y muerte llevando / mientras los de Bogotá / bandolero lo han llamao, / el pueblo que lo bendice / lo nombra su abanderao (…) ¡Ánimas, don Guadalupe! / que ya el sol está clariando / y la madrugada canta / en el pico de los gallos. / ¡Si nos quitaron la patria / la estamos reconquistando!”.

Miles de llaneros seguían, con portes desarrapados, armas precarias y el ánimo erguido, al heroico capitán de la insurrección. Su imagen fulguraba en todo el país. Hasta que un día, en el gobierno del general Rojas Pinilla, lo halagaron para que se rindiera y entregara las armas. Se dejó convencer, sin sospechar que sería traicionado. Cuatro años después de haber firmado la paz caía abatido por la policía en una calle de Bogotá. Guadalupe Salcedo se volvió un mito en la historia del Llano.

Estos hechos, hoy olvidados, resurgen de manera diáfana en el libro del historiador Villanueva Martínez. Obra que tiene el mérito de recuperar el folclor llanero de aquella época tenebrosa, cuando las canciones de la insurrección pasaban de boca en boca, y se volvieron un canto de libertad.

El Espectador, Bogotá, 17-III-2017.
Eje 21, Manizales, 17-III-2017.
La Crónica del Quindío, Armenia, 18-III-2017.

Comentarios

Muy buena reseña, que he leído con especial interés tanto porque Villanueva es un referente notable en la investigación académica sobre el liderazgo insurgente en Colombia, cuanto por el aporte del artículo al entendimiento de episodios dolorosos de nuestra historia conflictiva. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

Qué bueno traer a cuento esa triste historia de la violencia partidista de los nefastos años cincuenta, porque la gente joven desconoce completamente los sucesos y fenómenos políticos de entonces y los procedimientos tortuosos de los chulavitas. Mucho menos saben quién fue Guadalupe Salcedo, y quienes vagamente tienen una idea, lo tildan de «un bandido asesino que hubo por allá en los Llanos». Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

No sé el motivo por el cual Sangrenegra, o Jacinto Cruz Usma, figura al lado de los insurgentes en esta columna. Siempre supe que Sangrenegra era un cruel bandolero. No sé si esté equivocado. Porque me imagino que el libro es para evocar personajes que lucharon por algún ideal o presionados por gobiernos opresores. César Carvajal Henazo (correo a La Crónica del Quindío).

Respuesta del autor del libro. Sobre el caso Sangre Negra, el comentarista podría tener en parte razón, aunque habría que decir que insurgente, en este caso, sería toda aquella persona que se levanta o se manifiesta, a su manera, contra el sistema, o una situación de opresión. En mi libro catalogo a Sangre Negra como un lumpen bandido, que llegó a hacer lo que hizo, no por gusto, sino porque las circunstancias lo llevaron a realizar determinadas acciones, que dentro del punto de vista de mayoría, resultan equivocadas. Orlando Villanueva Martínez.

Gran vocero de Caldas

miércoles, 24 de febrero de 2016 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

José Miguel Alzate es un enamorado entrañable de Aranzazu, su tierra natal. Este tema es recurrente en sus ensayos, conferencias y artículos de prensa. En el año 2000 publicó el libro Aranzazu, su historia y sus valores. Es autor de la letra del pasodoble Aranzazu, canción y poesía, con música de Manuel Alvarado. En El sabor de la nostalgia (2003) recoge crónicas, artículos y discursos sobre Aranzazu.

Hace un par de años compiló, en el libro Entre la soledad y la angustia, la poesía de Javier Arias Ramírez, emblema de las letras caldenses, nacido en Aranzazu en 1924 y fallecido en 1987. En 1989 editó el libro Javier Arias Ramírez, un poeta de Caldas.

Sobre este poeta ilustre, cuya obra, olvidada hoy, se enriqueció con la lectura de los grandes líricos de España y otras latitudes, dice Augusto León Restrepo: “Si algo caracteriza la producción de Javier es su desolación, sus imprecaciones aceradas, su envolvente y decidida pasión por lo humano”.    

Además, el sentido de identidad con sus raíces vernáculas lleva a José Miguel Alzate a destacar la vida de otros pueblos de su comarca, como Samaná, al que en el 2001 dedicó el libro Samaná en la historia. Por otra parte, se ocupa a menudo de los problemas y el mundo cultural de la región a través de sus artículos de prensa.

Todo esto me lleva a resaltar el hecho de que este escritor perseverante es una de las voces más genuinas y analíticas del acontecer caldense. El amor por su tierra nativa lo irradia a todo el departamento –de tan gloriosos antecedentes cultos–, y esto le ha hecho ganar el aprecio y la admiración de sus coterráneos.

El inicio de José Miguel Alzate como escritor y periodista se manifiesta en La Patria de Manizales, donde a los diecisiete años sorprendió con sus notas críticas literarias.  Al paso de los días, ha sido articulista del Diario de la Frontera, El Colombiano, La Opinión, Diario del Otún, La República, El Heraldo, Eje 21. En los últimos seis años escribe una columna en El Tiempo.com.

Es autor de ocho obras. Fuera de los títulos citados se encuentran Conceptos libres, Sinfonía en azul (libro de cuentos ganador de un concurso en Manizales) y Para conocer a García Márquez, que vio la luz hace pocos meses.

Es experto en García Márquez. Su dedicación a la obra del creador de Macondo viene desde mucho tiempo atrás, y esto se evidencia en los variados análisis que ha ofrecido en sus artículos de prensa. El reciente volumen es buen glosario de sus andanzas alrededor del escritor insignia de la literatura colombiana.

De este libro entresaco dos asuntos. Uno: el origen de la palabra Macondo. Dice García Márquez que vio el vocablo en una tablilla a la entrada de la compañía bananera, y después sabría que se trataba de un árbol gigante descubierto por Humboldt cerca de Turbaco. Y es el nombre de una tribu milenaria de Tanganika.

Dos: ¿existió la famosa mamá grande? Sí existió. Fue una mujer “rica y pintoresca” que conoció García Márquez en la población de Sucre, en la década de los cuarenta, llamada María Amalia Sampayo de Álvarez.

Esta revelación de José Miguel Alzate me incitó el nervio para releer Los funerales de la mamá grande y sacarle, por supuesto, mayor sabor a aquella historia de estupendo realismo mágico.

Eje 21, Manizales, 19-II-2016.
El Espectador, Bogotá, 19-II-2016.

* * *

 Comentarios

A José Miguel Alzate lo he seguido de vieja data en sus incursiones editoriales y periodísticas. Ha sido un insistente y profuso exponente de las virtudes de su patria chica, como también de las de Caldas, su departamento. Merecido homenaje a nuestro amigo y justa exaltación de un valor caldense de parte tuya, a quien siempre te hemos considerado, con orgullo, como uno de los nuestros. Augusto León Restrepo, Bogotá.

Te felicito por tu recurrente y valiosa tarea de poner en valor la literatura regional. Carlos A. Villegas Uribe, Medellín.

Gracias a la participación que me haces de tus notas, he podido conocer algunos personajes y aspectos relacionados con el Quindío y en general con el Eje cafetero. El haber vivido en esa zona y haberte vinculado a sus círculos culturales y periodísticos te ha permitido divulgar lo concerniente a ellos y con seguridad eres una persona muy reconocida y estimada allá. Haces una fructífera labor periodística e histórica. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Muy interesante tu columna. No conozco a este escritor. Los datos que aporta sobre la obra de García Márquez denotan la profundidad de sus investigaciones. ¡Qué buen trabajo el que haces dando a conocer personajes para muchos desconocidos, como es el caso de  José Miguel Alzate! Esperanza Jaramillo, Armenia.

Este es un estímulo que obliga a seguir adelante, trabajando con la palabra, rescatando los valores de Caldas, hablando de quienes escriben para dejar huella de su paso por la vida. José Miguel Alzate, Manizales.

Debate sobre Manizales

miércoles, 1 de julio de 2015 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Diversas opiniones se han suscitado en estos días sobre problemas palpitantes de Manizales, movidas por artículos publicados en Eje 21 por Augusto León Restrepo, exdirector de La Patria y prominente figura cívica y política de la región. Hay similitudes de criterio en lo que tiene que ver con el retroceso de la ciudad por falta de acción y liderazgo de su clase dirigente.

Se ventila, además, el caso del aeropuerto de Palestina, bautizado en sus principios  Aerocafé o Aeropalestina, y al que ahora quieren asignarle el pomposo nombre de  Aeropuerto Regional del Eje Cafetero. Obra faraónica en la que se ha invertido una suma voluminosa que hoy parece enterrada en la montaña que se explana para dicho fin, sin que se advierta su avance y la finalidad real que pueda tener para Manizales y la zona cafetera. Ni se vislumbre su terminación.

Voces respetables se han expresado sobre este panorama crítico, y todas coinciden en la necesidad de aunar esfuerzos y comprometer voluntades para que el progreso local sea afán prioritario en este momento de decadencia de la ilustre capital llamada a tener mejor suerte. “Manizales se ha agrandado pero no se ha engrandecido”, dice uno de sus hijos. A Guillermo Gärtner Posada, distinguido caldense que ha terciado en la discusión, y que me escribe a propósito de una manifestación que hice sobre el particular, le contesto:

Considero del mayor interés el debate que se adelanta en estos días, promovido por Augusto León Restrepo, en torno a la ciudad de Manizales y a la decadencia de su clase dirigente. Esta situación no es nueva. Quien con mayor tino ha puesto el dedo en la llaga ha sido Hernando Salazar Patiño con su libro Manizales bajo el volcán (1991), obra que pisó –y sigue pisando– muchos callos, y que por eso mismo trató y trata de ignorarse.

Lo que Salazar Patiño afirmaba hace 24 años cobra plena vigencia en los días actuales. Basta repasar el inventario de desaciertos, de apatías o de evasiones de los dirigentes de la ciudad, señalados en dicha obra, para determinar la veracidad de ese juicio público. En efecto, como dice usted en la amable carta que ha tenido a bien dirigirme, conozco ciertos aspectos de la vida de Manizales desde tiempos lejanos. De ahí el comentario que hice en mi columna de El Espectador sobre el libro de Salazar Patiño.

En las décadas del 70 y 80, cuando residía en Armenia como gerente de un banco y en forma paralela avanzaba en mi carrera literaria, era columnista de La Patria, en la época memorable de Augusto León Restrepo. Este ejercicio me facilitó tener un enfoque por lo menos aproximado sobre lo que acontecía en la capital caldense. En lo personal, he tenido relación con distinguidos personajes de las letras regionales.

Pero mi aproximación a ella viene desde tiempo atrás. Me refiero a las famosas vivencias del médico Tulio Bayer cuando fue secretario de Salud, recogidas en su libro Carta abierta a un analfabeto político. Fui amigo personal de Tulio Bayer, y esa circunstancia me permitió enterarme de sus luchas en la ciudad. En el 2007 publiqué la novela Ráfagas de silencio, que tiene como personaje al médico Bayer (fallecido en París, tras su largo destierro de Colombia, en 1982).

Con todo esto quiero explicarle de dónde y bajo qué circunstancias se han originado mis vínculos y admiración por Manizales. Veo con beneplácito las manifestaciones que ilustres hijos de Caldas han llevado a Eje 21 como puntos de opinión y debate alrededor de la problemática actual. Entre ellos, por supuesto, está usted.

El Espectador, Bogotá, 26-VI-2015.
Eje 21, Manizales, 26-VI-2015.

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Comentarios:

En Manizales el entusiasmo que tenía su gente se ha ido opacando. Nadie dice algo positivo sobre el aeropuerto. Más bien parece que se ha marchitado la imaginación. ¿En dónde está el civismo que era la verdadera atmósfera de los años idos? Alberto Gómez Aritizábal, Cali.

Manizales y Caldas han estado en manos de personas muy ineptas o muy corruptas. Tapasco, Víctor Renán Barco, Luis Guillermo Giraldo, los Yepes Alzate, Guido Echeverry, Pilar Villegas y tantos otros que se montan en la Alcaldía, la Gobernación, la Licorera o van al Congreso no a servir sino a servirse de esos puestos. Donalrey (correo a El Espectador.com).

Me parece que una vez más usted pone el dedo en la llaga y, por supuesto, ayuda grandemente a enriquecer el urgente y necesario debate que está en mora de darse sobre la muy preocupante y abúlica situación de nuestra querida ciudad. Ojalá todos los que sientan la fuerza interior necesaria para participar en el mismo abandonen (…mos?) la pereza espiritual que muchas veces nos cobija y revivamos las ganas de sacar a Manizales del marasmo en que se encuentra. Guillermo Gärtner Posada.

Dos de los recientes alcaldes, incluido el actual, y Luis Roberto Rivas, han realizado obras magníficas, que le han dado a la ciudad eficiencia en su movilidad y gran belleza. Entre otras, varios conjuntos viales, el parque del agua y la siembra de jardines por toda la ciudad, que le dan colorido y belleza. Y problemas heredados, como la renovación urbana en la comuna San José, se ha acometido con seriedad, y van a solucionarse. Una nueva generación de empresarios, dirigentes e intelectuales van por el camino de recuperar la grandeza de Caldas, que nefastas coaliciones políticas destruyeron. José Jaramillo Mejía, Manizales.  

Es una lástima que esto suceda y que se haya empezado a producir desde hace años sin que su gente reaccione. ¿Acaso ese mal decadente no es el que sufre Colombia entera? Yo creo que sí y que cuando se toque fondo tendrá que haber un «renacimiento» promovido por personas que prácticamente estamos hoy arrinconadas por la vulgaridad, la incultura y la incivilización generadas por el «todo es válido» para obtener poder y riqueza. Toda esta corrupción y carencia de valores éticos tendrá que disminuir notoriamente y volver a los caminos de la decencia y la moral. Esa es la esperanza que tenemos muchos. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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El impulso de Medellín

sábado, 21 de diciembre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

Grato placer experimenta el turista al visitar Medellín, la ciudad más innovadora del mundo según el concurso organizado por The Wall Street Journal y Citigroup. Esta evidencia, que causa admiración y sana envidia, salta a la vista desde que el viajero pisa la primera calle y comienza a ver la urbe esplendorosa, ordenada, limpia y cubierta de árboles (con tres árboles por habitante).

Quienes vivimos el caos de Bogotá tenemos que inclinarnos ante el portento de la capital antioqueña, que tiene al hombre y a la naturaleza como los primeros objetivos de la vida civilizada. Así tiene que ser. Pero no lo es en muchos municipios del país.

El conductor que nos traslada desde el aeropuerto de Rionegro nos revela este hecho increíble, que luego apreciamos en todos los recorridos por la ciudad: en la malla vial no se encuentra un solo hueco. “Con tu ayuda tendremos la mejor malla vial del país”, pregonan las autoridades, al tiempo que invitan a que los habitantes reporten los huecos, para proceder a repararlos. También en Bogotá se pueden denunciar los infinitos cráteres que hacen desesperante el tránsito vehicular, pero su arreglo, cuando se cuenta con buena suerte, demora dos años.

Hay en Medellín sistemas efectivos de prevención y control que brindan grandes beneficios. Uno de ellos consiste en la construcción de obstáculos ornamentales en la parte central de las vías más transitadas, para impedir que los viandantes transiten por allí y puedan ser atropellados por los vehículos. Las cebras cumplen su oficio de facilitar el paso de la gente, y los conductores le dan preferencia al peatón. Nadie abusa del pito del vehículo: de hecho, casi no se escuchan pitos en Medellín.

La máxima velocidad permitida es de 60 kilómetros por hora en la generalidad de las vías, y de 80 en las autopistas. El carro que viole esta norma se somete a ser detectado por las cámaras electrónicas instaladas a lo largo de las vías. El infractor recibirá en su vivienda el respectivo parte, sin manera de eludir su culpa. Estas reglas rigurosas son las que forman la conciencia ciudadana.

El metro inició operaciones en 1995 y se convirtió en poderoso motor de avance social, del que carece la capital del país. Medellín no se conformó con el metro, sino que años después construyó el metrocable, sistema que llega a una de las zonas más escarpadas y marginadas, la comuna noroccidental, y se integra con el metro; además, tiene en ejecución el metroplús y el tranvía, ideados para recorrer sectores estratégicos e impulsar, entre todos, la movilidad masiva de esta urbe pujante que pasa de 2´500.000 habitantes, y de 3’500.000 con su área metropolitana.

Ahora bien, el vigor de la ciudad, nacido del propio empuje de la raza antioqueña, contrasta con el índice de pobreza que se vive en algunos sectores de la población. Duele decir que Medellín es un centro de agudas diferencias sociales. Por otra parte, subsisten aún focos de violencia que no se logran extirpar a pesar del empeño de las autoridades. Estos lunares afean la cara amable de la urbe prodigiosa.

En otro sentido, no queda duda sobre el premio que ha obtenido como la ciudad más innovadora del mundo. Medellín no se detiene, y todos los días se inventa nuevos mecanismos de desarrollo. Su sentido del progreso y la creatividad, la amabilidad de su gente, la belleza de sus paisajes, la delicia de su clima y los hitos de su cultura ancestral (expuestos en numerosos museos, bibliotecas, universidades, teatros, parques y obras históricas) impregnan el ambiente de esa sustancia mágica que hace grata la estadía e invita al viajero a regresar.

El Espectador, Bogotá, 23-VIII-2013.
Eje 21, Manizales, 23-VIII-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 24-VIII-2013.

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Comentarios:

Medellín es una ciudad ampliamente discriminada, quizá la mayor en ese sentido en Colombia. Del sur hacia el centro es arbolado y muy bonito (la parte de los ricos), del centro hacia el norte es pobre y marginal (la parte de los menos favorecidos). Las montañas ocupan una población inmensa en la que la pobreza avanza de manera dramática. Sergio Almirón.

Tuve la necesidad de asistir a una cita médica en el hospital Pablo Tobón Uribe, y durante mi estadía vi aterrada cómo al metro de Medellín, orgullo paisa, le quedaron debiendo algún medio para subir ese mundo de escaleras. En su lugar encontré el  hospital de lujo Pablo Tobón Uribe. Consultorios hermosos, una cafetería de lujo, y lo mejor, un personaje de talla mayor, el hepatólogo Juan Carlos Restrepo Gutiérrez. Qué gran persona, de condiciones humanas envidiables. Yanira Araque.

¿Por qué no se da una pasada por las zonas más abandonadas y deprimidas, violentas e inseguras, esas que no salen en las publicaciones de autopromoción? Estas oleadas de elogios y aplausos no le sirven a la ciudad. Por el contrario, engordan un ego paisa ya de por sí bastante inflado, y ocultan cada vez más en el fondo una realidad que los políticos de turno no quieren dejar ver, para su beneficio. Novecientoscuatro (correo a El Espectador).  

Aunque el orgullo paisa a veces se confunde con un narcicismo regionalista, las palabras de este artículo son inspiradoras y un descanso hacia tantos comentarios negativos que leo en los foros y en la red, donde se ve un odio que me entristece, por parte de personas de otras regiones, especialmente de Bogotá. Franz Santiago Suárez Lopera.

Medellín hace todo el esfuerzo por salir adelante. A pesar de las dificultades que nunca faltan, el progreso se nota día a día y cada vez se avanza más. Jaimeur (correo a El Espectador).

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La aviación en el Eje Cafetero

sábado, 2 de noviembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

LAN anuncia que a partir del 24 de este mes suspenderá sus operaciones desde El Edén de Armenia y La Nubia de Manizales. Y seguirá cubriendo la ruta a  Matecaña,  en Pereira. Toma esta decisión debido a que el flujo principal de pasajeros está en Pereira, con un porcentaje que representa el 70 por ciento del tráfico aéreo de toda la región.

Bajo el punto de vista financiero, los vuelos a Manizales y Armenia no son atractivos para la empresa, y en cambio continuará volando a Pereira, cuyo aeropuerto queda cerca a las otras capitales. Las ciudades excluidas seguirán siendo atendidas por otras empresas, entre ellas Avianca. La posición de LAN toca un nervio regional que es el de la emulación que ha existido en los tres departamentos.

Desde la desmembración del antiguo Caldas, los tres han tenido sus organismos propios, lo cual significa independencia administrativa, que fue lo que se buscó desde que el Quindío, en primer lugar, logró su separación, seguido al poco tiempo por Risaralda. Ninguna de estas zonas quiere ser inferior a las otras.

El sentimiento regional, que es muy sensible, no puede subestimarse. Esto ha debido tomarlo en cuenta LAN cuando adoptó su decisión, para medir los efectos más allá del simple juego de las cifras. Los vínculos comerciales con un país o una región demandan al mismo tiempo el análisis de la idiosincrasia local. La región, conformada por tres departamentos de parecida identidad, y conocida como el Eje Cafetero, posee sin embargo características diferentes en sus maneras de ser.

Hoy los tres departamentos se han dado a la tarea de examinar sus propias condiciones, llámense ventajas o falencias, frente a la decisión de LAN. Los juicios que han planteado sus dirigentes y medios de comunicación son constructivos dentro de las miras de desarrollo de cada una de estas regiones. Como consecuencia, se observa que las tres capitales buscan mejorar sus aeropuertos.

Pereira expone la necesidad de modernizar la terminal de Matecaña para convertirse en la verdadera central de toda la zona. Sobre esto habría que anotar que el terreno  no admite más ampliación, y que el hecho de estar ubicado en sitio céntrico de la ciudad, significa un inconveniente. En Manizales, La Nubia dispone, igualmente, de poco terreno para ampliarse y tiene que afrontar problemas meteorológicos que causan la frecuente cancelación de vuelos. El Edén de Armenia es el que cuenta con mayor facilidad atmosférica y con la posibilidad de aumentar su campo de aterrizaje.

Avanza, entre tanto, la construcción del aeródromo de Palestina, en Caldas, para el que ya se ha escogido el nombre de Aeropuerto Internacional del Café, o Aerocafé, que quedaría a 35 minutos de Manizales y a una distancia similar de Pereira. Es una obra ambiciosa, para la que se contempla una pista inicial de 2.400 metros. A Manizales le remediaría sus dificultades actuales. Quedarían por verse los beneficios reales para el resto del Eje Cafetero.

Armando Rodríguez Jaramillo, ejecutivo y periodista de Armenia preocupado por el progreso de su comarca, me dice que la discusión no solo debe girar sobre los aeropuertos, sino comprender el impulso de las vías terrestres y la recuperación del ferrocarril. Al tocar el nervio de los intereses regionales, LAN ha puesto sobre el tapete la atención que deben dispensar políticos, gobernantes y empresarios a las necesidades comunes. Luchando por el regionalismo, se conseguirá mayor avance de toda la zona. ¡Bienvenidos al futuro!, dijo el presidente Gaviria al asumir su cargo.

El Espectador, Bogotá, 21-IX-2012.
Eje 21, Manizales, 21-IX-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 22-IX-2012.

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Comentarios:

El aeropuerto Matecaña de Pereira es el de más flujo en la región, porque las aerolíneas lo han favorecido con menores tarifas para ese terminal. Fue el primer aeropuerto internacional del Eje Cafetero. Sin embargo, está al borde del colapso por su capacidad, ubicación, horribles vías de acceso y no tiene más extensión en su lote para expandirse. El mejor es El Edén, que tiene una infraestructura de última tecnología y una pista para vuelos internacionales, además de vías de acceso impecables y poco tráfico. Jonvel (correo a El Espectador).

Están la Nubia, Matecaña, El Edén, el de Palestina y el de Cartago, este último requeriría menor inversión. Cinco aeropuertos para una pequeña región. Parece que tener aeropuerto, aunque no le lleguen aviones, da estatus. Igual sucedió en España con aeropuertos en Castellón y Ciudad Real que costaron un potosí, y ahora no hay ni un vuelo a esas ciudades. ¡Y España quebrada…! ¿Dónde está Planeación Nacional para que ponga sensatez a semejante polémica? locomercurio (correo a El Espectador).

Aquí es donde veremos la capacidad de respuesta del empresariado del sector turismo para enfrentar estos embates regionales y trabajar por el posicionamiento del Quindío en el escenario nacional. guiarcolombia (correo a La Crónica del Quindío).

Necesitamos una doble calzada que pase cerca de nuestro aeropuerto, hay que mejorar la vía Armenia El Edén, transformándola en doble calzada con separador central y bien iluminada, y entregarle a Aerocivil los predios que solicita para que amplíe las instalaciones y avance en el terminal de carga aéreo. El Edén es el mejor aeropuerto de los tres, posee la pista más larga, las mejores condiciones meteorológicas y de seguridad, la mejor aproximación. El de Pereira presenta un problema de hundimiento en su cabecera. La noticia es muy mala para nuestro turismo. Hay que luchar para que LAN regrese.  Cgaviriag (correo a La Crónica del Quindío).

Usted que fue un banquero de larga trayectoria, sabe muy bien que en cuestiones de intereses comerciales y de las inversiones que demandaría mantener una línea aérea que no resulta productiva, no existen motivos de sentimientos regionales. Se trata de una empresa privada, cuyos dueños son inversionistas, normalmente anónimos, a quienes sólo les interesa la productividad de su empresa. Así es de simple y de frío el manejo de ese tipo de empresas y situaciones. Gustavo Valencia García, Armenia.

La representación política de Armenia en el Congreso no es garantía para unir esfuerzos en pro de una campaña por el terminal de El Edén. Este adolece hace tiempo de muchas falencias: baños dañados, pisos en mal estado… El futuro aeropuerto de Palestina afronta investigaciones de tipo fiscal. Pero para no hacernos ilusiones, el dueño de los aviones, don Efraín Efromovich, dijo muy clarito no estar interesado en los de Armenia, Manizales y Palestina. Gilberto Cifuentes (correo a La Crónica del Quindío).

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