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Archivo para febrero, 2012

Un banquero con corazón

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Me ha causado sorpresa y admiración la entrevista que tuvo Semana con el presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, donde este expone una serie de medidas que ha puesto en ejecución a fin de crear un saludable clima de relaciones humanas en su institución.

El joven ejecutivo antioqueño cumplió una brillante labor en el Grupo Argos y ha estado vinculado a las juntas directivas de importantes empresas. Desde hace un año está al frente de Bancolombia, entidad que ocupa el primer puesto en el sector financiero del país. El doctor Yepes contradice, con sus declaraciones a Semana, el viejo dicho de que “el banquero no tiene corazón”.

Esto, por desgracia, resulta cierto en la generalidad de los casos. En efecto, la atmósfera febril que se vive en la banca convierte a sus directivos en personas a veces insensibles a las dolencias ajenas, al moverse bajo la rigidez de las cifras y las exigencias implacables del capital como mecanismo hecho para producir utilidades. Lo cual no se opone a que los institutos financieros se manejen con sentido humano hacia sus empleados y sus clientes, los mayores productores de los  rendimientos económicos.

El presidente de Bancolombia, consciente de esta triste realidad, dice que “a los bancos les ha faltado autocrítica y que lo importante no es solo ganar”. Por lo pronto, él ha puesto en práctica una política más flexible y amable con sus colaboradores. Y con la clientela, al racionalizar las comisiones y demás costos financieros. Ojalá que su ejemplo tenga eco en todo el sistema.

Las cargas onerosas que existen hoy por el uso de los cajeros automáticos y la utilización de servicios elementales han creado un manifiesto ambiente de malestar público hacia la banca, al tiempo que esta no se ha preocupado por suavizar el grave impacto que por dicha causa deteriora las relaciones entre las dos partes. Se espera, por supuesto, que las puntadas que ha dado el doctor Yepes favorezcan un cambio radical de estos métodos lesivos para el público, e incluso para los bancos, quienes en lugar de atraer clientes los alejan de sus arcas. La “ley del colchón” es la respuesta contundente, a la vez que perjudicial para la economía nacional, que miles de colombianos han adoptado frente a los abusos crecientes del sistema financiero.

Esta columna ha denunciado la alarmante ola de inseguridad que se vive en Colombia por los fraudes bancarios. Lo peor está en que en la mayoría de los casos, como los usuarios lo describen con dolorosas experiencias, son ellos mismos los sacrificados.

Hoy lamento tener que traer a colación otro suceso similar a los narrados en las columnas anteriores, esta vez ocurrido en la ciudad de Armenia, según consta en la demanda  entablada por Luis Alberto Restrepo Gómez, apoderado de una señora que manejaba una tarjeta de crédito de Conavi (y luego de Bancolombia cuando las dos entidades se fusionaron). El abogado demanda el fraude que por varios millones de pesos fue víctima su defendida en el año 2007.

El dinero le fue sustraído por idénticos sistemas a los que varias personas comentan a través de mi columna del 24 de noviembre, titulada El flagelo cibernético. En el presente caso, y a raíz de la estafa que por caminos tortuosos se cometió en otra ciudad diferente a Armenia, a la titular de la cuenta se le ha involucrado en un asunto penal. Una verdadera calamidad la suya.

Su nombre fue reportado a Datacrédito como cliente morosa  por no pagar las sumas sustraídas mediante los sistemas de alta técnica que emplean los defraudadores, y que algunos bancos suelen imputar a sus clientes indefensos. A raíz de tales hechos, la citada señora se vio precisada a cerrar su negocio en Circasia, entró en estado de depresión y perdió la tranquilidad.

Eso es lo que dice el abogado en su demanda, que ya lleva varios años en curso, y cuyo éxito es incierto por las mismas circunstancias que han tenido que afrontar otros colombianos víctimas de estas maniobras para ellos indescifrables. Es muy posible (así lo creo) que el banquero humanista no conozca este episodio, que por supuesto se escapa a su control directo.

El Espectador, Bogotá, 15-XII-2011.
Eje 21, Manizales, 16-XII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 17-XII-2011.

*  *  *

Comentarios:

Es preocupante el comportamiento de las entidades financieras que ofrecen el servicio cibernético, lo administran, lo cobran y no responden por el control adecuado ni por una respuesta expedita a los clientes cuando nos vemos afectados. Entiendo que ellas están obligadas a tener un seguro para responder en caso como el que usted narra en su columna. Los defensores del cliente deberían ser ágiles, diligentes, dedicados a los clientes. Pero realmente no se ve su gestión cuando los clientes acudimos a ellos.  Iván Alviar.

Leí la entrevista de Semana, y me pregunté: ¿Será posible que un presidente de banco hable en esos términos?  Ojalá otros ejecutivos como él se dieran cuenta de que el capital humano es el que hace posible los resultados positivos de cualquier empresa. Esperanza Jaramillo, Armenia.

 

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El doctor Conchita

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En entrevista publicada por El Tiempo, el 19 de noviembre de este año, se le pregunta a Tomás Concha Sanz, quien desde hace varios años trabajaba en el Programa Presidencial para los Derechos Humanos, cómo lo llamaba Lina María Castro Torres, empleada de dicho organismo que lo denunció por acoso sexual. A lo cual responde Tomás Concha: “A veces doctor, a veces Tomás y, en algunas ocasiones, doctor Conchita”.

Dice ella en su denuncia penal que él la sometía a acoso sexual desde  un año atrás, y narra actos aberrantes que se vio obligada a realizar ante el temor de perder el puesto. Él, por su parte, se defiende con el argumento de que se trataba de relaciones sexuales consentidas, afirmación que rechaza Lina María Castro, agregando que esta conducta de su jefe era la misma que ejercía con otras empleadas.

Se viene aquí al caso trajinado de las “relaciones consentidas”. No se sabe cuál de los dos dice la verdad, o la mentira, por tratarse de versiones encontradas. Eso lo  deberá dilucidar la justicia, si es fácil. Se extraña el hecho de que la agredida hubiera tolerado esta situación durante un año, pero por otra parte no puede subestimarse la razón que ella da para permanecer callada.

Lo cierto es que en los ámbitos del poder abundan los “doctores conchitas” que cometen descarados abusos sexuales contra sus subalternas y quedan impunes. Quedan en la sombra, porque esclarecerlos no es fácil. En el presente caso, el vicepresidente Angelino Garzón no renovó el contrato de Concha, que se venció el 30 de noviembre, y fue más lejos: rechazó todo tipo de “violencia, chantaje, abuso o discriminación contra las mujeres”.

La violencia masculina en materia sexual, sobre todo cuando se desempeñan posiciones de mando, es universal. Se da en todos los países y en todos los estratos sociales. Es una tara atávica convertida en azote de la humanidad. Presidentes, gobernantes, políticos, clérigos, magnates del dinero o de la vida empresarial, para hablar solo de las cumbres elitistas, se mencionan a cada rato como protagonistas de estos desenfrenos de la moral.

Un sonado episodio de actualidad es el de Dominique Strauss-Kahn, un adicto al sexo que, tras una cadena de abusos, terminó su carrera política, como posible presidente de Francia, por sus enredos con la camarera de un hotel de Nueva York. Allí fue privado de la libertad, pero salió libre gracias a la chequera solidaria y generosa de Anne Sinclair, su cónyuge, que pagó el millón de dólares por la fianza impuesta por el juez.

Luego, él se defendió de la denuncia que en igual sentido le formuló en París la periodista Tristane Banon. En ambos casos adujo que se trató de relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”. A la postre, su esposa ha dado señales de querer divorciarse en vista de tanto escándalo. Se cansó de la farsa.

El expresidente israelí Moshe Katzav, que se vio precisado a dimitir en junio de 2007, acusado por violación y abusos sexuales, acaba de ser condenado a siete años de prisión por tales delitos. Ya sin posibilidad de absolución, protesta con el conocido argumento de las relaciones consentidas. Otro “doctor conchita”.

En Afganistán, Gulnaz,  indefensa mujer violada por el marido de su prima, fue condenada a siete años de cárcel por el abuso que cometió el hombre. Increíble que esto suceda. Pero sucede en Afganistán: allí el caso fue calificado como adulterio, y la culpable de él (Gulnaz, y no el violador) representa una deshonra social que puede ser castigada con la muerte. Para evitar la cárcel, ella dice que se casaría con el violador, de quien tuvo una niña de dos años. Revela la ONU que en Afganistán ocho de cada diez mujeres son víctimas de violencia sexual. Mientras tanto, el violador de esta historia niega el hecho. Otro “doctor conchita”.

Al teniente Raúl Muñoz se le señala por sus propios compañeros de milicia en Arauca de agresión sexual contra dos menores de edad. Una de ellas fue asesinada junto con dos de sus hermanos. El teniente expone el mismo argumento, que no solo es colombiano sino universal: las relaciones sexuales consentidas.

Aleida, en la pluma de Vlado, exclama frente a este panorama catastrófico: “La víctima de acoso sexual es atacada en forma individual, sufre en el plano personal y es humillada en el ámbito social. ¿Hasta cuándo?”.

El Espectador, Bogotá, 9-XII-2011.
Eje 21, Manizales, 9-XII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 10-XII-2011.

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Comentarios:

Muy bien por denunciar este tipo de comportamiento social, que no por serlo deja de ser una conducta delictiva. En el caso reciente de Dominique Strauss-Kahn, hay que señalar que aparecieron publicados unos videos de las cámaras de seguridad del hotel en los que se observan escenas que ponen en duda el relato de la camarera. JDNA (correo a El Espectador).

Sin descartar que se hubiera podido presentar efectivamente un caso de abuso sexual, no es tampoco admisible que el columnista de todas maneras termine dando por cierta la versión de la supuesta víctima. La manera como se ha descrito el caso incluso por parte de la «víctima», el contexto, las características de ella, etc., da lugar a que se generen dudas. Hay que dejar que, ojalá en un fallo limpio y transparente, la justicia emita su fallo. También se conocen casos de mujeres que se aprovechan de ciertas situaciones para vengarse o hacerle daño a cierto tipo de personajes. Nicomedez Santacruz (correo a El Espectador).

Acertado el editorialista, independientemente de que uno u otro esté diciendo la verdad, asunto que aclarará el aparato judicial. Las formas de maltrato en el sector público, sobre todo, están a la orden del día, y no solo episodios de acoso sexual: acoso laboral, traslados injustificados, sobrecarga laboral; o en caso contrario, no asignar trabajo con el fin de buscar que el empleado se aburra, y otros por el estilo.  Domingos da Guìa (correo a El Espectador).

Comparto la preocupación y señalamientos del columnista, pero también hay casos como estos: 1) Relaciones de oficina que terminan y la mujer, por celos o despecho, acusa al varón de acoso; 2) Después del discotecazo, las jóvenes aceptan terminar el plan en un apartamento; 3) En su show de Brasil, Birtney Spears provocó a un joven poniéndole las piernas sobre los hombros, el muchacho amagó morder una pierna y los medios no lo bajaron de depravado; 4) Lo de DSK tiene todos los visos de un montaje, burdo por demás;  5) la misma niña Castro (Lina María) en las declaraciones iniciales sugiere coqueteos y vestimenta provocadora.  Anticlientelistascorruptos (correo a El Espectador).

La verdadera mujer es la que hace respetar sus derechos y los respeta, la que es digna, trabajadora, estudiosa y puede conducir su vida sin la sujeción a un hombre, la mujer inteligente es la que busca un compañero en igualdad de condiciones, la que tiene un hogar modelo para la sociedad. No es la muñeca fatua, que se deja utilizar, ni menos la que cree que en la vida se escalan posiciones a través de su cuerpo y de su sexo. Esa es la verdadera liberación femenina. Karissa (correo a El Espectador).

Por la experiencia que tuve durante el tiempo que trabajé como agente administrativo en las urgencias del hospital donde laboro en la zona metropolitana de París, puedo asegurar que los casos de maltrato son  numerosos, por los cuales acuden mujeres a consulta médica, sobre todo en traumatología, por las contusiones y traumas severos que algunas presentan en diferentes partes del cuerpo, especialmente en la cara, y en consulta psicológica por los efectos del estrés causado por las humillaciones e insultos recibidos de sus cónyuges. También existen las mujeres que se victimizan y hacen denuncias falsas contra sus cónyuges, inclusive mostrando golpes y heridas provocados por ellas mismas, con el fin de sacar algún beneficio económico, o para encubrir una infidelidad. Álvaro León Pérez Franco, colombiano residente en París.

 

Le rompieron las alas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Cuando el sargento José Libio Martínez fue secuestrado por las Farc en diciembre de 1997, Johan Steven no había nacido. En cautiverio, el sargento se enteró de la llegada de su hijo al mundo equívoco que le correspondería vivir. Nunca llegaron a conocerse. Y han transcurrido 14 años. El menor tiene casi los mismos años que su padre duró prisionero en la selva.

El secuestro selvático significa la lenta extinción de la vida. La muerte de la dignidad. Es el oprobio más cruel que puede recibir la persona. Íngrid Betancourt narra a la perfección, en su libro No hay silencio que no termine, esta tortura inconcebible en la naturaleza humana. Esos son los sistemas salvajes que emplean las Farc en esta guerra atroz, cercana al medio siglo, que tanta sangre ha derramado y tantas esperanzas ha frustrado en el país.

El sargento Martínez era el secuestrado que llevaba más tiempo en poder de los guerrilleros. Por eso tenía el precio más alto: había que mantenerlo retenido para ejercer mayor presión sobre el Gobierno a fin de obtener ventajas superiores por su liberación. Así de inicua y rastrera es la industria del secuestro. Como la esperanza es lo último que se pierde, el prisionero soñaba con salir algún día de la selva. ¿Cuándo? El tiempo en la selva es eterno.

Lo único cierto allí es la esclavitud sin horizontes, incesante y despiadada, que no deja un espacio para respirar los aires de la libertad. Esto, a pesar de que se mantenga prendida la llama de la estéril ilusión, la que a cualquier momento puede apagar una ráfaga de fusil o un tiro de gracia. Ese tiro de gracia fue el que acabó con la existencia del sargento Martínez y tres de sus compañeros en  miserable cambuche convertido en madriguera de la infamia.

Su hijo Johan Steven, una llama al viento que apenas comienza a vivir cuando ya tiene que padecer el infierno de la guerra, salió en Bogotá a recibir los restos de su padre, a quien no conoció. No lo conoció, pero lo sentía, lo palpaba, hablaba con él en sus noches de perplejidad. “Señores de las Farc, no esperaba que ustedes lo mataran, que me lo enviaran en un ataúd”, clamó el joven, sin derramar una lágrima. Ya no le salían más lágrimas, porque su corazón estaba petrificado, se había quedado quieto en el oleaje de su infortunio. Se había vuelto una roca en medio de la tempestad.

“Señores de las Farc –continuó impertérrito en su plegaria–, el 26 de noviembre me rompieron las alas, el anhelo de conocer a mi padre personalmente, de darnos ese abrazo tan anhelado durante 13 años, 11 meses y 5 días”. Los llamó señores, como si se tratara de unos caballeros. Y no tuvo necesidad de papel: las palabras le salían del alma, le punzaban el sentimiento, lo hacían  elocuente en medio de la desgracia.

Esta serenidad impasible y conmovedora penetró en la sensibilidad más estremecida de los colombianos y le dio la vuelta al mundo. En un instante, la palabra sosegada de este huérfano de la violencia que todavía no concibe que su padre se le haya escapado cuando creyó tenerlo tan cerca, creció por todos los confines como la voz clamorosa de este país de huérfanos y de viudas que no entiende tanta iniquidad. Este país que no sale de su estupor cuando las noticias dan cuenta de los crímenes de guerra que no tienen perdón de Dios.

Johan Steven tiene 13 años. Eso es lo que dicen sus papeles. Pero yo no sé cuántos años ha madurado por culpa de los episodios de locura que destrozan el derecho a ser niños. Yo lo vi con cara de adulto en las imágenes de la televisión. Este niño grande ha quedado con las alas rotas, y no se sabe hacia dónde levantará el vuelo. El país vive con las alas rotas. Johan Steven es hoy el rostro más duro del secuestro y de la violencia colombiana.

El Espectador, Bogotá, 30-XI-2011.
Eje 21, Manizales, 30-XI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 3-XII-2011.
Aristos Internacional, n.° 34, Alicante (España), agosto/2020.

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Comentarios:

Muy buena columna. ¿Ni siquiera nuestros nietos o biznietos podrán ver este país en paz?  Gustavo Valencia García, Armenia.

En este artículo está plasmada la realidad que estamos viviendo por culpa de la  guerra permanente de las Farc, sin objetivos y sin ningún horizonte. Este adolescente que maduró demasiado pronto por esa realidad, mostró su dolor ya sin lágrimas. Veo en él un futuro líder y creo que será un orgullo no solo para su familia sino para Colombia. Ligia González, Bogotá.

Cuando leo y veo las noticias siempre horribles de las Farc no puedo menos de sentir un odio y una rabia que enceguecen todo mi corazón. ¿Qué buscan las Farc con esos asesinatos tan viles y cobardes como los recientes y los que cometieron con los diputados de Cali?  Fuera de que no tienen ninguna bandera política se convirtieron en unos vulgares narcotraficantes, secuestradores y asesinos. Luis Quijano, colombiano residente en Houston (Estados Unidos).

Este artículo despierta la conciencia del ser humano más inconsciente. Gloria Chávez Vásquez, Nueva York.

Leí su artículo y con una lágrima que se negaba a desprenderse, sólo puedo decirle: una obra de arte al dolor y a la infamia. ¡Pobre nuestro país! Juan Fernando Echeverri Calle, Medellín.

Una pieza magistral, que interpreta muy bien lo que yo creo que sentimos todos los colombianos de bien.  Beatriz Rivera, Medellín.

Magnífica columna, y te felicito por ella, al mismo tiempo que me duele pensar que hayas tenido que escribirla. Creo que hubieses preferido, como yo, que no fuera necesario hacerlo. Ricardo Bada, Colonia (Alemania).

Las Farc es la plaga más temible, pavorosa, cruel y despiadada que hay sobre la faz de la tierra. Dios nos proteja a todo momento de esta máquina de la muerte.  Juanlunados (en La Crónica del Quindío).

He leído con la atención debida el artículo Le cortaron las alas. Excelente página que supo interpretar el dolor de ese niño que no pudo conocer a su padre por la intransigencia de una guerrilla que no se conmueve por nada. José Miguel Alzate, Manizales.

 

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Cuestiones idiomáticas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

A Helena Manrique Romero (27 y 28-XI-2011).

Helena: Respecto a su nota sobre la nueva Ortografía de la lengua española, permítame hacer las siguientes anotaciones:

Acento y tilde no son sinónimos. El acento es la mayor entonación de la voz con que se pronuncia una sílaba, y a veces la respectiva vocal va marcada con tilde. Otras veces, aunque exista la acentuación de la voz, no se marca la tilde. La tilde es el signo gráfico que se marca sobre las vocales de acuerdo con las reglas establecidas.

Después de las normas de acentuación promulgadas por la Academia Española en 1959, está la Ortografía de 1999, que es la anterior a la que ahora se divulga (la de 2010).

Dice usted que el adverbio solo debe tildarse (sólo) cuando «es imperativo». No entiendo lo de «imperativo». Se marca la tilde para evitar el riesgo de la ambigüedad.

Sintáxis, que usted escribe con tilde, no la lleva.

1.931, 1.959, que usted escribe con punto, no lo llevan por tratarse de años: 1931, 1959.

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Una misma cosa son el acento gráfico y la tilde. En este caso sí puede hablarse de palabras sinónimas, por tener el mismo significado. El acento prosódico es otra cosa: este no siempre exige el uso de la tilde. Estamos de acuerdo: el idioma es mutante. Sin embargo, hay reglas que no cambian, o lo hacen con mucha parsimonia. Lo mismo sucede con las palabras, si bien el DRAE ha abierto hoy sus páginas a infinidad de palabras de la época moderna (sobre todo las técnicas), lo mismo que a regionalismos o voces nuevas que antes permanecían huérfanos de la aceptación académica durante largos años, y muchas veces, cuando esto ocurría, ya el vocablo estaba en desuso. Gustavo Páez Escobar

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El flagelo cibernético

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Leí en estos días una página periodística donde se dice que Colombia es un país flagelado por los fraudes bancarios. La expresión es exacta. Cada día aumenta más este delito, y cada día la noticia asusta más a las personas que hacen sus operaciones con tarjetas plásticas o por internet.

Algunas entidades financieras han blindado sus sistemas de seguridad para protegerse contra los defraudadores y amparar a sus clientes. Otras no. Hay palabras nacidas en este campo que antes nadie conocía y ahora se volvieron corrientes: phishing, skiming, vishing, clonación, falsa lectora, virus troyano, ciberladrón… Muchos no saben qué quieren decir, pero sienten sus efectos arrasadores cuando les roban sus dineros en los bancos y sobre todo cuando estos no les responden por el fraude.

A raíz de la columna que sobre este asunto publiqué en julio de 2010, continúo recibiendo comunicaciones de gente lastimada por este flagelo público. Copio algunas de ellas:

«Yo perdí en el 2008 $ 19 millones de pesos de mi cuenta en el BBVA. Pagaron durante tres días cuentas de teléfonos celulares por ese monto. Yo nunca había efectuado un pago en línea. No valió todo lo que reclamé. Me dijeron en todos los tonos que yo le había dado a alguien la clave porque todas las operaciones se habían realizado exitosamente. Esta es la frase de cajón. La gerente de la oficina donde tenía mi cuenta sabía que soy pensionada del Banco de Bogotá y los últimos seis años fui gerente de una oficina de Granahorrar. Así que mal podría no saber las condiciones de confidencialidad y cuidado con las claves y las tarjetas. Qué injusticia». A. Bornacelli.

A mi esposa le hicieron cuatro retiros de su cuenta de ahorros por cajero electrónico de Barranquilla, cuando la cuenta es de Bogotá. Procedimos de inmediato a hacer el reclamo. Como usted lo dice, es una proforma dado que esto al parecer se presenta con muchos clientes. Carlos Orlando Ramírez Santana.

«En dos ocasiones hemos sido robados a través de internet. La cuenta es de Bancolombia, quien  previa investigación ha devuelto la totalidad del fraude a nuestra empresa. Sin embargo es muy importante que usted alerte a los lectores, porque este fenómeno aumenta cada día». Jorge Iván Arango H.

«En el BBVA me robaron la suma de $2,3 millones a través de internet, transfiriéndola de mi cuenta a una cuenta de Santa Marta del mismo banco. Coloqué la denuncia en la Fiscalía, coloqué reclamación en el BBVA y en la Superintendencia Bancaria. La Fiscalía no ha hecho nada, y el BBVA me respondió que la culpa era mía y no me devolvió nada. La Superintendencia le dio la razón al BBVA». Ricosblanc.

«He sido víctima de un robo a través de cajeros electrónicos y tenía mi cuenta en Colmena. El robo se llevó a cabo en una ciudad que dista mucho de la ciudad donde resido y que no he visitado. Colmena me respondió haciéndome saber que la culpa es mía. Es muy probable que haya complicidad de funcionarios de la misma entidad». Andrés Vinasco Lalinde.

«Mi caso sucedió entre el 2 y el 3 de diciembre de 2009, en Colmena. Vivo en un municipio de Antioquia y la clonación y el fraude ocurrieron en Santa Marta. Hasta el momento no ha sido posible recuperar el dine­ro ($ 13’200.000), retirado por compras, retiro en cajero y por internet». Iván Darío Ruiz Rojas.

«De mi cuenta extrajeron una suma de dinero desde un cajero electrónico ubicado en una población del Atlántico, siendo mi domicilio la ciudad de Bogotá». Cristian Castillo.

«He sido víctima de dos robos en mi cuenta de ahorros de Colmena. La primera vez me robaron $1.000.000 en un cajero de una ciudad que jamás he tenido el placer de conocer (Barranquilla), mientras yo me encontraba en Manizales, y justo un año después me retiraron por internet desde mi cuenta $4.269.000, a lo que dicha entidad simplemente aduce no ser responsable por el manejo de tarjeta y claves». María Cristina Buriticá Galvis.

«Me sacaron $ 2.000.000 de mi cuenta del Banco Caja Social. He remitido cartas al banco y a la Superintendencia Financiera. Coloqué la respectiva denuncia en la Fiscalía. La verdad no sé qué más hacer». Mauricio Arturo Pineda Arias.

El Espectador, Bogotá, 24-XI-2011.
Eje 21, Manizales, 25-XI-2011. Eje 21, Manizales, 25-XI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-XI-2011.

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Comentario:

Así como “Colombia es un país flagelado por los fraudes bancarios”, también la regla es que los bancos se están especializando con todos los medios y los métodos para eludir la responsabilidad que les cabe. Y lo más triste es que aprovechándose del desconocimiento del común de las gentes y aun de quienes alcanzamos a medio distinguir la diferencia entre el fraude cibernético y la clonación, les ha quedado relativamente fácil a los bancos engañar a la mayoría de los clientes afectados, atribuyendo todos los fraudes a esta última figura. Luis Alberto Restrepo Gómez, abogado, Armenia.