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Archivo para lunes, 23 de diciembre de 2013

Una mancha en Inzá

lunes, 23 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Apenas comenzaba a clarear. En el monte vecino, los jirones de niebla huían a paso lento conforme penetraban rayos imprecisos de luz. Un vecino se asomó por la ventana y observó la llegada de algunos campesinos con sus productos agrícolas. Era el día del mercado semanal: sábado 7 de diciembre.

Una camioneta que transportaba abundante cantidad de cebolla se detuvo en la entrada del pueblo. Luego se estacionó frente a la estación policial. Allí también está ubicada una unidad de la Brigada Móvil 29 del Ejército. Eran las 5:30 de la mañana. Los campesinos comenzaban a organizar sus bultos en los toldos, optimistas de sacar el mejor provecho en la venta semanal de su sufrida mercancía.

De repente, explotaron varios artefactos lanzados contra la estación de la Policía desde la camioneta cargada de cebolla. Y todo se volvió confusión y terror. La onda explosiva destruyó la estación y causó daños graves a muchas viviendas. Murieron nueve personas (seis uniformados y tres civiles), entre ellas el mayor Alexánder Vargas Castaño, comandante de la zona militar. Y quedaron cincuenta heridos.

Mientras en La Habana proseguían los diálogos con las Farc, una cuadrilla suya perpetraba este atentado horrendo contra la tranquila población que tiene la mala estrella de hallarse situada en territorio montañoso, estratégico para el tránsito de los guerrilleros. La provincia de Silvia, conocida como Tierradentro, es un importante enclave indígena rodeado de hermosos paisajes, encantadoras lagunas y numerosos ríos, cuyas tierras feraces son propicias para la agricultura y también para la siembra de las hierbas prohibidas.

Las Farc dijeron que su propósito no era atacar a los civiles. Declaración absurda, cuando es todo un conglomerado humano el que ha sufrido los estragos del carrobomba. También queda la sospecha de que hay  facciones que no obedecen a la cúpula del grupo subversivo. Y no desean la paz que se discute en La Habana.

Este acto infame contra Inzá se convierte en la mancha de sangre que conturba la Navidad de los colombianos. Es el aguinaldo que nos da la guerra. Esa guerra se anida aún en el alma de mucha gente movida por el rencor, y no solo en el alma de los guerrilleros. ¿Por qué no detenernos, después de medio siglo de violencia, para buscar los caminos de la paz? ¿Por qué no hacer un alto en el camino para frenar el odio, la destrucción y la muerte?

El alcalde de Inzá, Mauricio Castillo, deja esta voz adolorida a nombre de sus paisanos (y también a nombre de Colombia): “Hemos puesto una cuota muy alta de sacrificio. El pueblo nos queda acabado”.

El Espectador, Bogotá, 20-XII-2013.
Eje 21, Manizales, 21-XII-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 21-XII-2013.

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Comentarios:

Conozco Silvia (Cauca) como la palma de mi mano. He pasado allí muchos días con sus noches, y por eso me atrevo a decir que Tierradentro es una cosa y Silvia otra muy diferente. De Silvia se va al resguardo indígena de Guambía –a media hora de Silvia, por una carretera en pésimo estado– y ahí sí comienza el ingreso a Tierradentro, territorio fariano desde hace décadas hasta hoy. Hace 25 años se veía a los guambianos –que cultivaban cebolla y papa– echando quimba desde el resguardo hasta el pueblo, con sus botas Grulla y sus faldas. Hoy, gracias a los cultivos ilícitos ya todos tienen motos DT 175 y Hondas XR. Patecaucho Cibernético (correo a El Espectador).

Estos canallas que propugnan la impunidad para su brazo armado siguen llamando guerra a masacrar personas humildes e inermes, y arrasan poblaciones humildes. Morenoelesceptico (correo a El Espectador).

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La caída de Bogotá

lunes, 23 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Más allá de la caída de Gustavo Petro como alcalde mayor de Bogotá, lo que debe analizarse ahora es la caída de la capital. La opinión pública contemplaba la probabilidad bastante marcada de que el procurador general, Alejandro Ordóñez, que no toma decisiones a medias, lo separaría del cargo a raíz del pésimo manejo de las basuras en diciembre del año pasado.

Ese desacierto mayúsculo puso en riesgo el medio ambiente y la salud de los bogotanos. Y en la parte económica, causó una lesión enorme a las finanzas del Distrito. En su providencia, el Procurador le señala tres faltas “gravísimas”, cometidas  “de manera libre, consciente y voluntaria”. Por esta conducta, lo destituyó de su posición y lo inhabilitó durante quince años para ejercer cargos públicos.

Bogotá ha venido en constante retroceso y hoy está a la cabeza de las ciudades peor manejadas del país. El avance conseguido en manos de otros alcaldes quedó devastado en las dos últimas administraciones. El ejercicio de Samuel Moreno, con su nefasta camarilla de defraudadores del erario, pasará a la historia quizás como el más corrupto y el más vergonzoso que haya tenido la capital colombiana.

Y vino el gobierno de Petro. A pesar de sus conocidos antecedentes guerrilleros y de sus causas extremistas, que no podían, sin embargo, estigmatizarlo para el servicio público, la ciudadanía que no compartía sus ideas le abrió un compás de espera. Había un hecho positivo en su carrera pública que no podía ignorarse: se trataba de excelente parlamentario, buen orador, crítico en sus planteamientos y severo en sus ataques contra la corrupción. Fue el primero en denunciar las maniobras que se urdían en el mandato de Samuel Moreno, conocidas como el “carrusel de la contratación”.

Esa vigorosa y nítida actuación le hizo conquistar buena parte de los votos que lo llevaron a la Alcaldía. Su honestidad en el manejo de los bienes públicos no está en duda. Lo que está a la vista es su precaria capacidad gerencial para resolver los ingentes problemas que ofrece esta urbe con cerca de ocho millones de habitantes, una de las capitales de mayor importancia y evolución del continente.

Varias circunstancias de peso incidieron para este resultado frustrante, que obedece en gran parte a su carácter pugnaz e intransigente. Petro demostró que no es fácil para escuchar consejos y adelantar sistemas de trabajo distintos a los suyos. Desconoce el sentido de trabajar en equipo. Prueba de ello es que han salido de sus cargos alrededor de veinte de sus funcionarios más calificados. Antonio Navarro, su secretario de Gobierno, entró en serias discrepancias con él y por eso renunció.

Su extrema terquedad lo condujo a tomar decisiones equivocadas. Es provocador incisivo, polemista obcecado que vive en permanente plan de discusión y choque. Los dos años de su gobierno los gastó en discutir con la gente, mientras la ciudad se destrozaba por todas partes. Y continúa polemizando. La actitud camorrista no es buena consejera.

El tiempo no se devuelve, y pasa dolorosas cuentas de cobro. Entre tanto, Petro perdió su oportunidad histórica. De ahí la pronunciada distancia que lo mantuvo alejado de los mandos del país y de una alta cifra de ciudadanos. Ha tenido logros, pero estos se ven minimizados por la magnitud de las responsabilidades que dejó de cumplir.

La caída de Bogotá, con la caída estrepitosa de Petro, resulta traumática para el Distrito. La ciudad, que ha venido a la deriva desde años atrás, ahora se despeña hacia el abismo. El período de interinidad en que entra la administración capitalina atrofia el desarrollo inmediato.

Sin embargo, hay que confiar en que Bogotá tome otro rumbo. Rumbo seguro,  bien planificado y futurista. Superado el trance actual, ojalá aparezca la fórmula maestra para la correcta inversión del cupo de endeudamiento de 3,03 billones de pesos que autorizó el Concejo, en septiembre pasado, para atender obras vitales de infraestructura (entre ellas la movilidad, convertida en uno de los mayores desastres de la vida capitalina).

El Espectador, Bogotá, 14-XII-2013.
Eje 21, Manizales, 14-XII-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 14-XII-2013.

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Comentarios:

No obstante los garrafales errores de ejecución que presenta el desempeño del señor Petro en la alcaldía de Bogotá, soy de los que creen que al señor Procurador se le fue la mano en la aplicación de la destitución e inhabilidad durante 15 años. Parece evidente que el fallo obedece a una desmedida pasión política, de cuyo sectarismo ya ha dado muestras suficientes el  procurador Ordóñez.  Claro, la capital y el país, sea cual sea el final de este hecho,  pagarán la culpa de esta polarización de fuerzas entre la izquierda y derecha que fomentan circunstancias como ésta. Gustavo Valencia García, Armenia.

Buen artículo, escrito calmadamente, con reflexión en la realidad, alejado del fanatismo político. También recibí algunos comentarios que manifestaban su apoyo incondicional al alcalde Petro, pero que dejan ver un gran fanatismo a favor de este personaje, por el hecho de ser exguerrillero del M19. En todo país, por democrático que sea, debe haber siempre una autoridad que impida que un elegido por el pueblo haga lo que desee durante su mandato. Álvaro Pérez Franco, colombiano residente en París.

Vivimos la situación catastrófica de las basuras hace un año en Bogotá. Esta es una radiografía del mandatario que no se deja asesorar y menos atiende insinuaciones. Con ello ratifica que la izquierda en Colombia no sabe gobernar. Luis Fernando Franco Ceballos, Universidad del Quindío. 

Es una de las columnas más objetivas que he leído en el día de hoy sobre el tema en vigencia. Por objetiva quiero resaltar la serenidad y total ausencia de fanatismos y extremos. Esto es democracia. Marta Nalús Feres, Bogotá.

Me gustó mucho este artículo sobre la caída de Petro, pero me llamó la atención aquello relacionado con la parte económica de los recursos del Estado, como si eso no tuviera importancia, al dejarla a un lado. Han sido muy estudiosos solamente con la parte institucional y jurídica. Pablo Benavides, colombiano residente en Estados Unidos.

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La estrella de la paz

lunes, 23 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Y llegó diciembre… En los hogares, en las calles, en todas partes aparece, con la llegada del mes de la paz y la alegría, un signo de renovación del ánimo. Ese espíritu comprador que distingue a los colombianos aflora hoy de manera sorprendente, así el bolsillo no sea abundante y los apremios económicos sean agobiantes. Diciembre todo lo transforma.

La gente se apresta a efectuar sus compras navideñas. En todo el país, el agua cae a torrentes. Hay bloqueos en las vías y desgracias en varios lugares del país por causa de los derrumbes. En Bogotá y en las grandes ciudades se aproxima la época de mayor afluencia en los almacenes, la época más intensa de los atracos callejeros, de los paseos millonarios, de la inseguridad y el caos. Es que estamos en diciembre.

Para quienes vivimos en la capital del país, los trancones, el destrozo de las vías, la indolencia de las autoridades, la dureza de la vida cotidiana no son impedimentos para que la ciudadanía sienta regocijo con la llegada de la Navidad. Si uno se sube al taxi, el conductor nos contará la serie de tropiezos y de horrores que tiene que sortear por estas calles de Dios.

Pero parece que esto no le importa al taxista, pues se ve de buen genio, aunque despotrica de los políticos corruptos que se robaron a Bogotá, y de los políticos en turno de reelección que volverán con las mismas mañas de siempre. El ciudadano del montón rechaza estas prácticas abominables, pero cuando llega la hora de la verdad en las urnas, vuelve a votar por los mismos. Hoy eso no importa: estamos en diciembre, mes de la alegría y la concordia.

La estrella de Belén comienza a verse en numerosos sitios. Se aproxima la Navidad. Mejor: la Navidad ya llegó. El país está de fiesta. Todo lo diluye el mes de las compras fuera de la capacidad del bolsillo, de los regalos imposibles, de las angustias sin cuento. Desde la ventana de mi apartamento miro al ciudadano que corre, que se agita, que se tropieza a cada rato, que huye de los charcos y los huecos. Y maldice.

Desde mi ventana vislumbro la estrella lejana, la del árbol navideño, la que llevan los colombianos en lo más hondo de sus corazones. La misma que espera alcanzar el presidente Santos. Y me pregunto si en medio de tanta desesperanza, de tanto conflicto, de tanta calamidad como la vivida por los colombianos durante medio siglo de violencia, será posible que llegue al fin la estrella de la paz. Nos la merecemos.

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Regalos con mala ortografía. Carta a Industrias Cannon de Colombia:

Compré en el Éxito de Unicentro tres juegos de toallas que están marcadas con las palabras ella y el, según el destinatario sea una mujer o un hombre. Me permito anotar que la palabra él debe escribirse con tilde. Es lo que se llama la tilde diacrítica en monosílabos, establecida en este caso para diferenciar el artículo el –que no lleva tilde– del pronombre él –que sí la lleva–. Muy bonita la elaboración de las toallas con estas inscripciones, pero faltó el corrector en la empresa que hubiera señalado la falla ortográfica.

Quiero sugerirles que en razón del prestigio de Cannon, y desde luego para acatar la regla ortográfica, en nuevas confecciones de este producto se marque la tilde a la palabra comentada. Disculpen mi intromisión en este asunto, pero considero que de esta manera contribuyo a la correcta presentación del producto, el que llega a mucha gente culta. Con mi cordial saludo navideño, GPE

El Espectador, Bogotá, 6-XII-2013.
Eje 21, Manizales, 6-XII-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 7-XII-2013.

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Comentarios:

La desazón que estamos viviendo diariamente a causa de la situación caótica del país es  dolorosa y desconcertante. No sabemos qué hacer, ni a qué santo acogernos, como diría mi abuela; no es la «estrella de la paz» la que nos acompaña y estimula en estos días de finales de año, no, es una corona de espinas la que llevamos clavada en todo el cuerpo. ¡Qué impotencia!, ya no se puede caminar unas cuantas cuadras sin el pavor de ser acechados, heridos, robados, en fin, qué dolor… «es diciembre» y esta tortura lleva más de 60 años azotándonos; los abuelos y algunos padres hace tiempo se fueron y nunca vieron la anhelada estrella. Cada día estamos peor, el optimismo y la esperanza parecen ser frágiles veleros sin rumbo, en medio de una gran tormenta que no tiene amanecer. Inés Blanco, Bogotá.

Y los asalariados se gastan la prima en trago, fiesta y regalos; y matan marrano, compran pólvora, contratan mariachis y preparan buñuelos y natillas para dar y convidar. Rumba seguida hasta principio del próximo año, o hasta después de ferias en nuestra ciudad, para comer rila todo el año entrante hasta que llegue la otra temporada. Así somos. Lo de la ortografía es como nadar contra la corriente. A esta juventud la trae sin cuidado el buen uso del idioma y aterra ver que en una empresa de esa categoría se les pase un detalle de esos. Pablo Mejía Arango, Manizales.

Esta es la Bogotá caótica a la que todo mundo llega desde todos los rincones. Deberían hacer campañas para despertar el amor por Bogotá. ¿O ya existen? Quizás si la gente entiende que Bogotá es de todos, entonces la ciudadanía fuerce a los políticos para que le den el destino correcto a ciertas partidas presupuestales para tapar huecos, arreglar vías, dar vivienda a los desamparados, etc., y de pronto el sueño de la paz sea una realidad. Es difícil encontrar esa estrella de la paz cuando hay hambre en las calles, dolor y resentimiento por la guerra y no presencia activa del Estado en las zonas rurales. Colombia Páez, colombiana residente en Miami.

El ámbito del amor

lunes, 23 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Prólogo del libro Cantos para amar a un hombre, de Inés Blanco

El séptimo libro de Inés Blanco llega movido por el mismo aliento que ha inspirado  la totalidad de su obra: el amor. Con su Luna de Abril –su álter ego–, ha conseguido lugar seguro en el ancho campo de la poesía colombiana. Desde esa cumbre del espíritu sabe que el amor no es un sentimiento recurrente, sino una sustancia perenne y vital, sin la cual no podría entender la existencia en el universo.

Sin esa combustión emocional, la naturaleza humana perdería su esencia más noble. Sin la llama amorosa, cuán difícil resulta alumbrar los caminos del mundo y librarlos  de las vilezas del torvo existir. Siguiendo la sentencia de Tagore, para Inés Blanco “el amor es la vida llena, igual que una copa de vino”. Dice Máximo Gorki: “Procura amar mientras vivas: en el mundo no se ha encontrado nada mejor”.

Diferente a la concepción de sus seis libros anteriores, el poemario actual está dedicado por completo al hombre. El título es concluyente: Cantos para amar a un hombre. No es fácil hallar un libro cuyo contenido total esté elaborado con la palabra romántica que una mujer le dirige a un hombre. A veces el amado no es una persona cierta, de carne y hueso, sino creado por la imaginación. El amor no siempre es físico: también puede ser subjetivo o idealizado.

A la mujer, como centro por excelencia del amor, los poetas le han brindado, desde tiempos inmemoriales, las páginas más hermosas de la literatura universal. El caso contrario, como el que hoy realiza Inés Blanco, no es común que ocurra. A simple vista, podría decirse que se trata de un libro extraño. Lo es.

Pero al salirse de la regla común, surge, al lado del suceso singular, un hecho sugestivo que atraerá el interés de muchos hombres que creen sentirse aludidos por la palabra amorosa de una poetisa que convierte al varón en motivo de su creación artística. También podría serlo la mujer. Lo cierto es que tanto hombres como mujeres verán reflejados sus sentimientos en este fascinante poemario que proclama el amor como el mayor goce de los sentidos y la mayor justificación de la vida.

No se trata, en modo alguno, de una poesía de género, ya que el amor lo encarnan por igual la mujer y el hombre. Es al alma a la que le canta la poetisa. El alma no es masculina ni femenina, sino inmaterial e invisible, capaz de sentir, entender y querer. El alma es única. Y personifica el sentimiento humano. Ahora bien, lo que hace Inés Blanco es resaltar y ennoblecer las penas, alegrías y querencias del corazón.

La escritora recrea su emoción estética en los cambiantes elementos de la pasión amorosa, que hieren o regocijan lo mismo al hombre que a la mujer: la evocación, la nostalgia, la melancolía, la soledad, el placer, la conquista, la ausencia, el olvido, el silencio, el ansia de amar… Su voz romántica, teñida a veces de tenue erotismo, y otras, de ardiente sensibilidad, penetra en todas las honduras y misterios del alma.

La obra está dividida en cinco capítulos, como otros tantos escenarios de la relación de pareja: Porque has llegado, Poemas de la ausencia, Poemas del regreso, Paralelas de luz, Travesía. Este enunciado incitará, sin duda, la curiosidad y la apetencia de los hombres lectores que al llegar a este jardín poético buscarán verse lisonjeados por el lenguaje femenino de la seducción.

En cualquier forma como se le mire, el nuevo texto de Inés Blanco es un himno constante al amor. Eso son todos sus libros. Ahora introduce una variante a su creación, con el protagonismo del hombre, pero el fondo y la motivación son los mismos. Conocedor como soy de su obra, he de decir que sus versos han llegado a un grado superior de orfebrería, de búsqueda implacable del vocablo y la metáfora, de rigor en la expresión y esmero en el ritmo y la melodía.

Todo está cincelado por su sensibilidad femenina, que sabe hermosear el verso para producir encanto. El manejo severo de la puntuación, bajo la brevedad del lenguaje y el preciosismo de las imágenes, le imprime donosura a su arte poético. Yo no  entiendo la libertad que se toman los poetas modernos que prescinden de los signos de puntuación, como si esto fuera una conquista literaria. Por el contrario, significa un retroceso. La modulación del poema la da en buena medida la precisión de la coma, para hablar del signo más exigente y de mayor eficacia para el buen decir tanto en prosa como en verso.

A veinte años de la salida de su primer libro –Paso a paso (1993)–, Inés Blanco le hace honor a ese título al mostrar hoy una obra elaborada sin afán, pero sí con firmeza y disciplina, que le ha hecho conquistar un puesto cada vez más sólido en las letras del país.

Bogotá, diciembre de 2013

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Nariño: prócer olvidado

lunes, 23 de diciembre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

El próximo 13 de diciembre se cumplen 190 años del fallecimiento en Villa de Leiva del gran Precursor de nuestra Independencia, Antonio Nariño. Con tal motivo, la Academia Patriótica Antonio Nariño, presidida por Antonio Cacua Prada, y de la que es vicepresidente Eduardo Durán Gómez, realizará el mismo 13 de diciembre, en la casa hacienda El Cedro, de Bogotá, un acto conmemorativo de la muerte del prócer.

Por otra parte, la revista Semana, asociada con la Gobernación de Cundinamarca y el Banco de Bogotá, ha elaborado una edición especial de 130 páginas para celebrar los 200 años de la independencia de Cundinamarca, donde el actor principal es Antonio Nariño. Duele decir que su nombre, que tanta participación tuvo en la gesta emancipadora de la corona española, y tantos presidios y dolores sufrió por la causa de la libertad, se encuentra opacado en nuestros días.

Poco es lo que a las nuevas generaciones les dice hoy la figura de Nariño, y de ahí la importancia de los dos sucesos antes mencionados. El hombre contemporáneo se ha desentendido en tal forma de la historia que configuró nuestro carácter republicano, que le cuesta trabajo identificar a los próceres del pasado. Con dificultad distingue a Bolívar y Santander, y de ahí en adelante surge una enorme nebulosa.

Ignora, por ejemplo, que la Casa de Nariño, o Palacio de Nariño, donde reside el Presidente de Colombia y es la sede del Gobierno nacional, se construyó en el terreno que ocupó la casa natal del héroe. Y se le dio su nombre para recuerdo de los tiempos futuros. Sin embargo, semejante tributo ha dejado de tener significación en los días actuales, por deplorable olvido de la Historia, que ni se enseña en los centros educativos, ocupados a veces en afanes baladíes, ni ejerce su papel de maestra y orientadora de la vida social del país.

Antonio Nariño nació en Santafé de Bogotá en 1765. Pertenecía a una de las más distinguidas y acaudaladas familias santafereñas. En tal condición, hubiera sido uno de los hombres más prósperos de la época. De hecho, fue notable su éxito en la vida de los negocios. Pero él era más de estudio e ideas que atado al dinero. Como persona ilustrada, bien pronto se identificó con los líderes de la Revolución Francesa. A su biblioteca llegaron los libros de Voltaire y otros pensadores franceses.

En 1794 utilizó su imprenta Patriótica para imprimir y difundir la Declaración universal de los derechos del hombre y el ciudadano, que él mismo había traducido del francés. Por este hecho, considerado un delito, fue condenado a diez años de cárcel. Además, se le confiscaron todos sus bienes y fue desterrado a perpetuidad de la Nueva Granada. Tres veces recibió condenas penitenciarias. Buena parte de su vida la pasó en la cárcel. Lograba escapar, pero más tarde era aprehendido.

Nunca desistió de sus ideas, y siempre chocaba contra obstáculos poderosos: tanto los provenientes de las autoridades españolas, como los infligidos por contradictores de sus causas patrióticas. En 1814 realizó ante el Congreso una defensa magistral de su posición ideológica, hecho que acrecentó su fama de estadista.

Agotado por esa racha de adversidades, sus últimos días los pasa en Villa de Leiva. Allí ha ido a buscar reposo y la cura de su salud. Aparentaba veinte años más de los que tenía. Tres meses después de su llegada a la población boyacense, muere a la edad de 58 años, el 13 de diciembre de 1823. Sobre él dice Indalecio Liévano Aguirre que “personifica los valores auténticos de la nacionalidad, porque nadie como él los encarna con mayor grandeza”.

El Espectador, Bogotá, 30-XI-2013.
Eje 21, Manizales, 30-XI-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-XI-2013.
Mirador del Suroeste, N° 50, Medellín/2014.

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Comentarios:

En mis nebulosos recuerdos de bachillerato leí un epitafio de Nariño que decía algo así: «Amé a mi patria, cuánto la amé…” Me gustaría que me enviaras el texto completo del epitafio. En cuanto a los jóvenes de ahora, escasamente se acuerdan de Bolívar y Santander. Luis Quijano, colombiano residente en Estados Unidos.

Respuesta. Este es el epitafio, pronunciado por Nariño cuando entró en los momentos de la agonía: “Amé a mi Patria: cuánto fue este amor lo dirá algún día la Historia. No tengo qué dejar a mis hijos sino mi recuerdo. A mi Patria le dejo mis cenizas». GPE


En buena hora tu pluma sale en defensa de la memoria del prócer. Acertado escrito, que estoy seguro tendrá un importante impacto entre la intelectualidad colombiana. Eduardo Durán Gómez, Bogotá.

Es cierto, ahora no se  enseña historia, mucho menos valores patrios. A pesar de su temprana muerte, fue mucho lo que Nariño hizo por el país y por  las futuras generaciones. Inés Blanco, Bogotá.

Antonio Nariño es el verdadero héroe de nuestra revolución y prócer colombiano. Es triste que las nuevas generaciones y algunas viejas no lo conozcan. Estoy seguro que seríamos una mejor sociedad si intentáramos seguir sus ideales y vocación de servicio hacia la comunidad. Ojalá los políticos actuales tuvieran algo de su grandeza y rectitud. King62 (correo a El Espectador).

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