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Se salva un fraude bancario

lunes, 13 de julio de 2015

Por: Gustavo Páez Escobar

Varias veces me he referido en esta columna a la ola de fraudes bancarios que azota al país. En la gran mayoría de los casos el perdedor es el cliente de la entidad financiera, a pesar de que son los defraudadores profesionales los que, valiéndose de sofisticados sistemas, clonan tarjetas y utilizan otros métodos de alta técnica para apoderarse de los depósitos confiados a los bancos.

A raíz de mis columnas han sido numerosos los lectores que han relatados sus propios descalabros, con una común coincidencia: las entidades alegan que la clave salió de la propia tarjeta y fue el usuario quien, al descuidar su seguridad, permitió que la utilizara otra persona. Cuando el estafado formula la queja, la respuesta es la misma. Si acude al defensor del cliente, este esgrime el mismo argumento. Y si eleva el reclamo a la Superintendencia Financiera, tampoco consigue nada.

Si entabla una denuncia, el juez fallará en su contra. Como la persona no puede demostrar lo contrario, debe resignarse a perder su dinero. Es muy raro el caso que se sale de esta regla. Así, de despacho en despacho, de negativa en negativa, de injusticia en injusticia, el cliente bancario en Colombia se encuentra desprotegido. Esto no sucede en otros países, donde las instituciones financieras deben contratar seguros amplios para proteger estos riesgos.

Por primera vez conozco un suceso donde el cliente, después de 8 años de alegato judicial, logra que el juzgado falle a su favor. Esto sucedió en Armenia. La estafada fue la señora Claudia Rosalba Bermúdez Ceballos, a quien le sacaron de su cuenta en Bancolombia más de 20 millones de pesos en varias cuantías, y la entidad desconoció el hecho de que los retiros habían sido perpetrados por otra persona en forma fraudulenta.

La respuesta que le dio Bancolombia fue la misma que en forma sistemática ofrecen la mayoría de organismos en estas contingencias: el descuido o negligencia del cliente, al permitir la exposición de la clave personal y el uso indebido de la tarjeta, fue lo que ocasionó el ilícito. Más tarde le notificaron que debía restituir el dinero, y como no tenía capacidad económica para hacerlo, se le anunció la acción judicial y su nombre fue reportado a Datacrédito como cliente morosa.

La señora Bermúdez, así bloqueada en su actividad comercial e incluso en su vida social, se vio obligada a cerrar su negocio, se afectaron su salud y su tranquilidad y entró en grave estado de depresión. Su indefensión era absoluta. Nadie le hacía justicia y, por el contrario, se le calificaba como una delincuente. Mayor indolencia no podía existir.

Con este mismo rasero se mide el robo cometido contra infinidad de personas inocentes que han confiado sus dineros a la banca y de la noche a la mañana los ven esfumarse sin tener quien las defienda y sin que cuenten con garantía alguna para recuperarlos. Imposible saber la magnitud de dineros usurpados en esta red de defraudaciones que no afectan a los bancos sino a sus clientes.

El pasado 4 de junio el proceso fue fallado por el Juzgado Civil del Circuito de Descongestión de Armenia, que condenó a la entidad bancaria a asumir el valor del fraude y pagar los perjuicios ocasionados a la usuaria. Dice la parte resolutiva: “Declarar civil y contractualmente responsable a Bancolombia S.A., sucursal Fundadores de esta ciudad, por su incumplimiento del contrato de tarjeta de crédito referido a los plásticos números…” Tuvieron que pasar ocho años para esta decisión.

El Espectador, Bogotá, 11-VII-2015.
Eje 21, Manizales, 10-VII-2015.

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Comentarios:

Los bancos se basan en las cláusulas de letra menuda que redactan abogados para darles patente de corso a los ladrones. Tienen al ladrón adentro, lo saben pero no les importa. He tenido cuentas de ahorro en el Perú, Venezuela y Panamá. En uno de ellos me hicieron transferencia fraudulenta y el banco salió en defensa mía, del cliente. En los tres países he dejado depósitos quietos por más de un año y en todos encuentro mi dinero ¡con intereses! Acá en Colombia dejé quieto en un banco 1 millón de pesos y al año encontré la mitad. Anticlientelistascorruptos (correo a El Espectador.com).

Me robaron dos millones y medio en cinco retiros con tarjeta de Davivienda, aquí en Cali,  avenida 8 norte. Me mostraron las fotos del que miraba la clave. Uno no entiende por qué las fotos de esta gente no aparecen en todos los cajeros para alertar a los usuarios. Estuve en el banco, y la subgerente alega que yo no alerté la posible clonación. Perdí el año… Cartas al defensor bancario y Superintendencia… No prosperó el reclamo… Carlos Abdul (correo a El Espectador.com).  

Esa es la prueba, una vez más, del error de tener dinero en los bancos y del error de tener tarjetas de crédito. Los delincuentes (muchos de los cuales están dentro de los mismos bancos) han desarrollado técnicas muy sofisticadas para desfalcar las cuentas. Los delincuentes van adelante de las tecnologías de seguridad de los bancos porque la utilidad para ellos es infinita mientras que para el banco la seguridad es un gasto. Alvaroisaza (El Espectador.com).

Estados Unidos tiene 250 millones de habitantes. Colombia tiene 40 millones. Hay mucho más fraude bancario en Colombia que en Estados Unidos. ¿Por  qué? Porque en Estados Unidos el banco tiene toda la responsabilidad, y el cliente tiene cero responsabilidad. Lira (correo a El Espectador.com).

La banca colombiana, modelo de usura impune en el mundo, se vanagloria cada 6 meses de las estrambóticas ganancias que su modelo significa. Los casos enumerados por el columnista no son la excepción, sino la regla. Esto sin contar la cantidad de cuentas saqueadas, abandonadas por los usuarios, que por ser de menor cuantía, los robados prefieren no reclamar. Ese embeleco llamado defensoría del cliente es menos efectivo que la comisión de absoluciones del Congreso Comentandoj (correo a El Espectador.com).

La injusticia en Colombia es en todos los ámbitos. Es aterrador leer a diario los periódicos nacionales y regionales y conocer cada día casos de injusticia contra las personas de bien. Los delitos son premiados por los encargados de aplicar justicia. Y son premiados cuando a un delincuente, ya sea de “cuello blanco” o atracador en las calles, a lo sumo se le decreta una detención domiciliaria que jamás cumple. En muchos países extranjeros, los bancos suscriben seguros para proteger al cliente en caso de fraudes. Álvaro Pérez Franco, París.

Muy bueno su relato. Efectivamente, la indolencia es general ante los usuarios bancarios. Tengo un problema similar con el Banco de Bogotá. Enrique Jaramillo.

Su columna de hoy la compartí por Facebook, junto con una carta que le envié al supuesto Defensor del Consumidor Financiero, i.e., defensor de Bancolombia. Fui víctima de un fraude.  Como les he dicho a los señores de Bancolombia, puedo perder los fondos que me saquearon, pero la pelea la daré porque es repugnante la forma como actúan. José Joaquín Gori Cabrera, Bogotá.

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