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La luz de un atardecer literario

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

Mi archivo es una rareza. Queda de legado para mis hijos. Gustavo Páez E.

Gloria Chávez Vásquez

La aparición de la antología de cuentos del escritor y periodista colombiano Gustavo Páez Escobar (Soatá, Boyacá, 1936), publicada por la editorial La Serpiente Emplumada en Bogotá, induce a una seria reflexión sobre el actual declive social en Colombia, tomando como punto de partida la dualidad que rige al hombre iberoamericano. 

Brisas del atardecer (30 cuentos, 216 págs.) es el canto de cisne de un intelectual que ha equilibrado su vida, con disciplina, consagración y precisión monásticas. Desde ese orden, histórico, familiar, social y cultural, reflejado ahora en su página web, Páez Escobar ha dedicado más de medio siglo a rescatar los valores históricos y literarios de su patria, como parte de su legado a América y al mundo.

Sus artículos periodísticos resumen el impacto de las fuerzas bipolares que cohabitan en una nación tradicionalmente acosada por la violencia. Como comentarista de El Espectador por más de medio siglo, GPE fue testigo de crueles eventos como el asesinato de su editor Guillermo Cano, y los ataques terroristas al periódico y al Palacio de Justicia. El flagelo, de narcos y guerrilleros, que ha azotado al país desde tiempo inmemorable, está disperso en sus artículos, cuentos y novelas.

En 1987 su novela de juventud Destinos cruzados fue adaptada y producida para la televisión por el escritor y guionista Fernando Soto Aparicio con la que RCN inició el ciclo de telenovelas en Colombia.

Historia de un pueblo 

Gustavo Páez se considera un “descubridor de pueblos”. Y esto lo corrobora en su libro de viajes El azar de los caminos y en muchos de sus artículos de prensa: “Tanto la aldea más remota como la urbe más populosa son un reflejo del hombre, con sus pasiones y miserias, sus trabajos y esfuerzos, sus sueños y grandezas. Todos los pueblos tienen cuerpo, historia, estilo propio, vida y espíritu. Somos pueblos ambulantes: los llevamos con nosotros mismos. Los paisajes que admiramos, y a veces destruimos, son nuestros mismos paisajes interiores”.

De ahí que Gustavo Páez hurgue en la naturaleza pueblerina en dos de sus novelas, Ventisca La noche de Zamira. En esta últimalos habitantes de “una sociedad amable y hospitalaria, luchadora y laboriosa, ligada a los afanes del campo” caen en la degradación moral. Páez recuerda la llegada de la droga a Armenia, la ciudad donde vivió y en la que se inspiró para su novela. La visita de un capo que venía de Estados Unidos “a rendir homenaje a su tierra natal” coincidió con la bonanza cafetera de los años 70, cuando gran parte de esa sociedad tiró sus virtudes y riquezas ancestrales por la ventana. El dinero obtenido sin esfuerzo condujo a los excesos y malogró muchas vidas. A partir de entonces no sólo la sociedad quindiana, sino el resto del país y el mundo se dejaron seducir por la economía del narcotráfico.

Los vicios del subdesarrollo humano

Los cuentos contenidos en Brisas del atardecer (2023), varios de los cuales ya aparecen en selecciones anteriores, ilustran el machismo alardoso, desde cuya idiosincrasia la mujer es, a la vez, víctima del abuso y el maltrato y partícipe de la sexualidad promiscua e irresponsable. El machismo moderno, más subversivo, descarta la lealtad y la fidelidad, y con ello los amigos y la familia. Es la obsesión por la inseguridad de los celos y la envidia, así como la inmadurez en sus relaciones con el prójimo.

No es de extrañar, pues, la presencia constante y súbita de la muerte o el fallido amor conyugal en su narrativa, como observa el político y analista Germán Vargas. Una manera de abortar la felicidad, el triunfo o la victoria individual y castigar, de ese modo, la crueldad humana.  En sus cuentos Páez retrata la insensibilidad con los animales: el autor –continúa Vargas– los lleva hasta la tristeza del refugio más pobre y donde prospera la miseria; como el escuálido caballo que cae a la hondonada, después de sus duras jornadas de solidaridad en la lucha del hombre. 

Cosechando lo sembrado

Alcanzar la octava década de vida en la armonía de un hogar es testimonio de las prioridades morales en la existencia del individuo. Como el buen labriego, Páez Escobar ha sembrado y recogido un noble fruto. Sus quehaceres han transcurrido en el rol de esposo, de padre de familia, ciudadano, amigo, trabajador 9-5, a lo que se añaden las horas extras a su pasión literaria: estudioso, lector, analista, escritor, historiador, comentarista. Gustavo trabajó como ejecutivo del Banco Popular, donde se pensionó tras cumplir con su servicio en las finanzas.

En 1994, bajo el sello del Instituto Caro y Cuervo, Páez publica Biografía de una angustia, sobre la vida del poeta Germán Pardo García. En 2003, la Academia Boyacense de Historia edita el libro Laura Victoria, sensual y mística, sobre la pionera de la poesía erótica en Colombia. Ambos autores residieron en México hasta su muerte. Con esos dos libros, el autor rescata del olvido la vida y obra de dos notables escritores colombianos.

Sus libros de ensayos periodísticos Caminos y Alas de papel son el producto intelectual del trabajador que espera ansioso sus ratos libres para buscar la catarsis en el ejercicio de escribir. Como bien dice GPE, la banca es una máquina de hacer dinero, que es el caso opuesto de la literatura. Pero su experiencia en el mundo de las finanzas no le significó el apego por las cosas materiales. Al contrario: Páez E. no padece del consumismo ni el derroche que afecta a los que quieren llenar con lo material sus carencias emocionales.

El político e historiador Otto Morales Benítez (1920-2015) escribe sobre la energía creadora de Páez E.: en este escritor impera el entusiasmo espiritual, que conduce a los sueños. Los más fieles en la cercanía a la voluntad de un ser que lucha con sus propios demonios, para verterlos, dosificados, en sus libros. Su signo es la lucha mental. Su gran pasión son los problemas relacionados con el universo cultural.

De la literatura y la política 

Páez Escobar ha sido defensor tanto de la creación como de la vida, dijo una vez Otto Morales, su amigo por varias décadas. Leal a sus amigos y a quienes admira aun en la lejanía. Él acepta como evangelio que la comunidad se perfecciona en la medida en que escucha, examina o mira las obras de sus creadores.  

El diálogo de Gustavo Páez, afín con las viejas y nuevas generaciones de escritores, periodistas y políticos, documentado en su atesorado epistolario, lo coloca como referente en la cultura colombiana. Pero como asegura el veterano periodista, su vocación ha sido la de columnista de opinión dedicado a los temas sociales y culturales. En 1998, Diario de Colombia lo catalogó como uno de los críticos sociales de más amplia visión en el país.

La experiencia de Gustavo Páez Escobar en esta vida le lleva a concluir que “el mundo no cambia. Ese es el duro estigma del hombre”. Como la del grupo selecto de aquellos que siguieron el camino del deber, la de GPE es una luz que se contrapone a la oscuridad de los tristemente célebres por dañinos. Los unos dignos de elogio y emulación y los otros, víctimas de su propio invento, yaciendo en frías tumbas o en celdas carcelarias.

Pero, en contraste con la fortuna de aventureros “arrepentidos” que deducen de publicaciones y películas de sus avatares en el mundo de la droga, la de los hombres honestos es una riqueza más duradera que aumenta con el tiempo. Como moraleja y símbolo, en la cápsula preparada por el periódico El Tiempo en 1982, para abrirse en el 2052, se guarda el legado para las generaciones futuras. Entonces, los descendientes de Gustavo Páez Escobar, como su nieta Valeria, podrán apreciar la obra de su abuelo, que ayudó a construir la cultura de su patria.

Enlace http://www.gustavopaezescobar.com/site/el-autor/biografia/

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

http://www.gloriachavez-vasquez.com

https://www.hablemosescritoras.com

https://zoepost.com

 

Entre líneas, inteligencia y cuentos pasa sus días el escritor Gustavo Páez

domingo, 17 de marzo de 2024 Comments off

POR EJEMPLO

SU VIDA TRANSCURRE ENTRE BANCOS Y LETRAS

 

Por Laura María Espinosa Estrada      

En la escritura fue explorando su inteligencia, la emotividad del arte y del ser mismo. Gustavo Páez Escobar, escritor colombiano, nació el 1 de abril de 1936, en Soatá, Boyacá. A los 17 años escribió en Tunja su primera novela titulada Destinos cruzados, y más adelante, en 1971, fue publicada en Armenia, Quindío, la cual, más adelante, en 1987, fue adaptada como telenovela nacional con libretos de Fernando Soto Aparicio.

Este hombre llegó al Quindío para convertirse en el gerente del Banco Popular de Armenia, un ciclo que terminó hace casi medio siglo. Aunque es originario de Boyacá, Gustavo se estableció en el departamento con la intención de marcar una buena etapa del banco, la cultura y escritura.

En 15 años que se desempeñó como gerente, se convirtió en el autor de la construcción del edificio actual del banco y de lo que fue hasta entonces el Museo Arqueológico del Quindío. Su labor e incursión en el mundo literario inició en 1971, y fue entonces como un año después, con El sapo burlón, cuento que se publicó en el Magazine Dominical de El Espectador, obtuvo a su paso algunos honores, y se dio a conocer en el mundo de las letras. En este mismo año, de forma simultánea, dio inicio a su carrera de novelista, cuentista y periodista.

Una vida literaria llena de desafíos, riquezas y buenas experiencias, esa misma que al día con su más reciente tomo de cuentos publicado, que se convierte en el tercero, completa 14 libros publicados y 2.000 artículos de prensa.

Desde entonces no ha dejado de escribir, ¿cuál es la motivación para estos escritos?

No he dejado de escribir porque esa es una pasión absorbente. Esa es una vocación que nace con la persona, uno siente ese deseo, así como lo tienen los artistas, pintores, es innato, pero se puede ir cultivando, que es lo que ha sucedido conmigo a través del tiempo.

¿Cuál es esa mayor característica del Gustavo escritor, por qué decidió hacerlo?

Yo escribo porque es un deseo, es parte de la vitalidad de una persona, de la parte espiritual y artística, la cual desde que se cultiva va creciendo y floreciendo cada vez más. Así como se nace para otras condiciones como el ser político, orador, médico, también nace el escritor.

Combinó la gerencia y la escritura, ¿cómo describe esa experiencia?

La parte mía especial es que podía cambiar las dos profesiones, o era gerente de un banco, pero al mismo tiempo escritor, lo cual se hace un poco extraño en la literatura y generalmente se ve raro, ya que estas dos actividades chocan, no son paralelas y no es frecuente que ocurra. Entonces para mí es un privilegio haber logrado unirlas. Combiné mi tarea bancaria, actualmente vivo en Bogotá, estoy pensionado, y llegué al otro extremo de la vida, pero escribiendo.

¿Cuáles han sido esas publicaciones que más lo han marcado?

En el año 1971 yo publiqué el primer cuento, el que fue laureado; eso me dio la motivación para seguir escribiendo cuentos, y 10 años después, esto quiere decir que en 1981, publiqué mi primer libro de cuentos que fue El sapo burlón, una recolección de 20 cuentos, la generalidad de ellos escritos en el Magazine Dominical de El Espectador. Más adelante, en el año 2000, publiqué el segundo tomo de cuentos que se llama Humo, y el tercero es el que acaba de salir en este momento, el que está editado por la editorial La Serpiente Emplumada, una editorial famosa en Bogotá, y se distribuye en la Librería Nacional en este momento.

Ahora, cuéntenos un poco más sobre su más reciente publicación.

Brisas del atardecer es un libro de 30 cuentos, 12 inéditos y 18 que recolecto o recupero de esa vieja época de hace 50 años, y tuvo la suerte de haber sido seleccionado, junto con otro de mis libros, publicado por la gobernación del Quindío, llamado Caminos, para ser incorporado en la Cápsula del Tiempo, donde está un material que será abierto en las instalaciones del periódico; estas publicaciones están bajo tierra, y será abierto en el año 2052. Es una especie de mensaje para que dentro de algunos años la generación presente pueda entender y conocer qué se hacía con la escritura en ese entonces. Para mí es honorífico y grato.

 

Entrevista con Gustavo Páez Escobar

viernes, 7 de octubre de 2022 Comments off

Por Mayra Alejandra Ovalle Peñuela

LA CRÓNICA DEL QUINDÍO  –  AL DESCUBIERTO

Lunes 26 de septiembre de 2022

Su primera novela fue llevada a la televisión

Gustavo Páez Escobar narra una anécdota de sus inicios como escritor cuando publicó el libro Caminos, en el año 1971, se hizo una actividad de presentación en la gobernación del Quindío. Durante el acto, notó el escritor que el prólogo tenía una letra distinta y que este había sido cambiado, halló infinidad de errores y eso lo disgustó mucho, entonces, desde la editorial le dijeron que iban a sacar las 2 hojas ya escritas e introducirían el prólogo correcto, el trabajo fue estupendo. Pero el libro quedó con 2 prólogos, uno que alcanzó a circular esa noche y otros corregidos por completo.

Páez Escobar vive en Bogotá, es escritor, periodista, esposo y padre de 3 hijos. Nació en Soatá, Boyacá, en 1936. Su vida laboral la inició en la Contraloría de Boyacá, continuó en el Banco Popular en el que hizo una extensa carrera profesional: trabajó por 36 años sin interrupción hasta que logró su jubilación.

En 1969 vino al Quindío a demorarse 2 meses y se quedó 15 años. Su viaje tenía por objeto remplazar al gerente del departamento y luego pidió quedarse en la oficina de Armenia. “Esa fue mi universidad. El estilo del país era completamente diferente al actual, estamos hablando de medio siglo atrás. Yo tenía mi bachillerato, me vinculé laboralmente, comencé a progresar y me enfrenté al mundo rígido de la banca que exigía mucha dedicación.

Siempre destacó como lector. Muy joven se vio inclinado hacia la literatura, “esta es una motivación de la vida. El escritor de formación comienza a compaginar la vida, aprende el lenguaje, la gramática y tiene una mente abierta que se estructura con lecturas y observación de la condición humana. La obra realmente es un ideario, una idea fija que está en el horizonte. La vocación del escritor es muy difícil, exigente, de mucho sacrificio. Es una satisfacción propia”.

En su adolescencia dice que sintió la vocación de escribir. “En forma silenciosa, comencé a escribir una novela a los 17 años. Esa novela la guardé por mucho tiempo, era una especie de anécdota de mi vida”. La novela en mención se tituló Destinos cruzados y fue la primera telenovela producida por RCN. “Fernando Soto Aparicio la leyó y encontró bases para llevarla a la televisión. Ahí comenzaron las telenovelas del canal. Fue una cosa sorpresiva y muy gratificante. Fue una novela de desamor”, dijo el escritor.

En 1971 inició su carrera literaria y periodística, que además de la publicación de su primer libro, se vio marcada por resultar ganador del Concurso Nacional del Cuento organizado por El Espectador. Durante buena parte de su vida alternó ambas actividades: su trabajo en la banca y su interés por las letras. La disciplina fue lo que le permitió avanzar, como siempre fue un gran madrugador, pudo hacer fluir sus oficios y ninguno obstaculizó al otro.

Ha publicado 13 libros de novela, cuento, ensayo y crónica, 5 de esos fueron escritos en el Quindío. Además, ha publicado más de 2.000 artículos en medios locales y nacionales. Las novelas publicadas son: Alborada en penumbra, Ventisca, La noche de Zamira, Ráfagas de silencio y Jirones de niebla. Caminos, otro de sus libros de ensayos, fue publicado en la colección de la Biblioteca de Autores Quindianos.

Respecto a la variedad de los géneros que ha explorado como escritor dice: “El escritor es diverso, puede tener algún género en el que sobresale, pero tiene capacidades. Yo me fui explayando y encontré distintas fórmulas de expresión. El escritor es un historiador, la literatura es un testigo del tiempo”.

Por su trayectoria ha sido merecedor de la medalla al Mérito Artístico, el Cafeto de Oro y la Flor del Café; la medalla Eduardo Arias Suárez y la medalla Francisca Josefa del Castillo, en Boyacá. El primer premio, la Flor del Café, me la entregaron poco después de publicar Destinos cruzados, “es un gran orgullo haberla recibido, sobre todo porque no soy quindiano”.

En el presente, durante sus días como pensionado, mantiene la rutina de sus tiempos como empleado de la banca. Se levanta a las 5 a.m., lee, escribe, revisa textos escritos con anterioridad y prepara las columnas que enviará para publicación.

Comentarios 

Justo reconocimiento a una gran persona que ha amado al Quindío como a su propia tierra. Raquel Martínez Aguirre, Armenia.

Qué alegría este reportaje que es un homenaje de esa tierra que llevamos en el corazón. Es la constancia de un trabajo permanente hecho con amor, disciplina y profesionalismo, que se ve reflejado en cada obra, artículo y escrito. Vivo muy orgullosa y feliz por el papá que Dios me regaló, lleno de buenos ejemplos para nosotros los hijos, que junto a mi mamá nos formaron con grandes principios y con la mejor de las herencias que es la del buen ejemplo. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Me pareció de las crónicas más lindas que haya leído acerca de mi papá. Muestra los inicios desde el comienzo de la carrera literaria, cómo llegó hasta la cumbre que conquistó, y la mezcla con la parte laboral. Y también lo hace ver como la persona humana y sencilla que nos ha dado permanente ejemplo. Fabiola Páez Silva, Bogotá.

Es para todos nosotros un orgullo muy grande tener un integrante cabeza de familia con tantas distinciones artísticas, que se ha sabido cultivar culturalmente con el pasar de los años. Siempre podrá hallar en mí un asiduo lector de su obra, la cual me parece muy interesante, sobre todo sabiendo que detrás de ella hay un sinnúmero de vivencias que han nutrido al escritor. Pedro Galvis Castillo, Bogotá.

Aunque no he tenido el gusto de conocerte en persona, la lectura de tus escritos me ha permitido conocerte y compartir muchos de tus pensamientos. La entrevista en La Crónica muestra facetas tuyas que ignoraba, me refiero, por ejemplo, a esa producción literaria de 13 libros y a los múltiples reconocimientos recibidos por tu labor como escritor. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.

Con gran alegría me uno y celebro tan justo reconocimiento a tu vida y obra en las páginas de la Crónica del Quindío, tierra que te pertenece de corazón y afectos muy gratos; amén de éxitos laborales, donde las amistades y las experiencias dejaron en tu vida gratísimos recuerdos y experiencias memorables en todo sentido. Inés Blanco, Bogotá.

¡13 libros! ¡Qué maravilla! Para mí fue un honor haberte conocido desde hace muchos años, pues eres una persona virtuosa. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Qué bueno que la Crónica del Quindío haya destacado tu vida y tu obra. Es un reconocimiento justo a tu labor periodística y a la obra que como escritor de calidad has dejado. Un orgullo para ti y para tu familia. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Es una reducida biografía de toda una vida pensando, haciendo y generando pensamientos ajenos. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

Me encontré en la vida con . . . Gustavo Páez Escobar

lunes, 17 de agosto de 2020 Comments off

Autor: Gabriel Echeverri González

Notable escritor colombiano nacido en Soatá -Boyacá- el primero de abril de 1936, sus padres Pedro Páez Cuervo, quien ejerció la medicina tropical en Casanare, dueño  de inspiración poética, y Herminia Escobar, afamada profesora en Boyacá; en este hogar nacieron: Gilberto, Graciela, Pedro Elías, Leonor, Jorge Alberto, capitán de navío de la Armada Nacional y autor de un libro de poesía denominado Bitácora de ensueños, publicado  en 2001, y, desde  luego, Gustavo.

Cursó  sus  estudios  básicos en su ciudad natal y en Servitá culminó  con éxito su bachillerato en el colegio de los Hermanos Redentoristas; su vocación de estudio y su formación en latín y en griego fue decisiva para la cimentación de su cultura, la preparación intelectual y el desarrollo vital de escritor consagrado.

Contrajo matrimonio con la distinguida señora Astrid Silva Ortiz, de cuya unión nacieron 3 hijos: Liliana, diseñadora gráfica, funcionaria de Caracol Radio; Fabiola, ingeniera de sistemas y especializada en administración de empresas, y Gustavo, administrador de empresas, con especialización en mercadeo, trabaja en Enel-Codensa.

Dedicación y empeño

Desde la adolescencia inició su vida laboral, primero en la Contraloría Departamental de Boyacá, por 2 años, y más tarde como funcionario del Banco Popular, lugar donde alcanzó importantes responsabilidades con mucho éxito, como ser gerente de una oficina de Bogotá a los 26 años, otras gerencias y otras tareas ejecutivas, durante 36 años de su vida

Banco Popular de Armenia

Encargado de la gerencia y con la misión de conseguir gerente titular, apenas llegó al Quindío sintió el influjo mágico de la tierra y, de una vez, solicitó la gerencia para sí mismo; durante 15 años realizó una maravillosa gestión al servicio de la región, logró que el banco construyera la sede moderna de la calle 21 y que el presidente del banco en esa época, doctor  Eduardo Nieto Calderón, afamado promotor de la cultura, ayudara a Páez Escobar en su empeño de que los 2 pisos superiores fueran ocupados por el Museo Arqueológico, como en efecto ocurrió. Durante su gerencia el museo funcionó en forma admirable.

Novelista y cuentista desde la primera hora

Sus estudios  clásicos lo llevaron muy pronto a la literatura y a los 17 años de edad y viviendo  en Tunja, escribió  su primera  novela, Destinos Cruzados, que publicó en 1971, cuando vivía en la ‘Ciudad Milagro’; dicha obra fue la primera telenovela de RCN, con guion de Fernando Soto Aparicio, paisano de Gustavo  y escritor consagrado, y la dirección  técnica del argentino David Stivel.

En Armenia su producción intelectual fue numerosa: publicó  en 1974, Alborada en penumbra; en 1977, Alas de papel, y en 1982, Caminos, además escribió  20 cuentos  que reunió en un libro que denominó El sapo burlón, publicado  en 1981 por la biblioteca del Banco Popular.

En 1998 fue editada su novela La noche de Zamira, uno de sus trabajos más elogiados por la crítica que tiene como escenario la bonanza cafetera, con los problemas sociales y económicos que se derivaron del singular hecho económico  e histórico.

Entre sus libros publicados en Bogotá es dable mencionar los siguientes: la novela Ráfagas de silencio, una obra de vivencias de selva inhóspita con la figura del legendario Tulio Bayer, como personaje central; Ventisca, que describe la destrucción de un pueblo, con cierta semejanza a la inolvidable tragedia de Armero; Biografía de una angustia, sobre la vida  del reconocido poeta colombiano Germán Pardo García, por muchos años residente en México; Laura Victoria, sensual y mística, la vida de su ilustre paisana, una de las aventajadas poetas eróticas del país. En total 13 libros en los géneros de novela, cuento, ensayo, biografía y periodismo.

Columnista de periódicos y revistas

Viviendo en Armenia se hizo columnista de los diarios El Espectador y La Patria de Manizales, con los años sostiene sus colaboraciones además en La Crónica del Quindío, Eje 21 de Manizales y algunas revistas, como Mirador del Suroeste de Medellín y Aristos Internacional de Alicante, España; cerca de 2.000 columnas, un poco más de 300 sobre el Quindío, recogidas casi todas en  su página web.

Debo destacar que Páez ha sido un constante pregonero de nuestra región, de sus tradiciones, de sus gentes, nunca fue en vano su veneración por el Quindío y desde el primer día fue amor a primera vista, igual su familia; lleva con mucho honor su distinción de hijo adoptivo de nuestra región.

Distinciones y reconocimientos

El gobernador Rodrigo Gómez Jaramillo, ya fallecido, a nombre del departamento del  Quindío le otorgó la Medalla al Mérito Artístico; la ciudad de Armenia, el Cafeto de Oro y la Flor del Café; el municipio de Calarcá, la Medalla Eduardo Arias Suárez; la Contraloría de Boyacá, la Medalla Francisca Josefa del Castillo.

La Imperial Orden de la Doctora de la Iglesia santa Elizabeth de Hesse –Darmstadt– le entregó el título de «Barón de los  caminos» por la semejanza con su libro Caminos, editado por la Gobernación del Quindío en su serie de la Biblioteca de Autores Quindianos.

Este libro y El sapo burlón fueron incluidos en la Cápsula de El Tiempo, a ser descubierta en 2052.

Academias

Es miembro de la Academia de Historia de Boyacá, de la Academia Patriótica Antonio Nariño, del Instituto Sanmartiniano de Colombia, entre otras.

Gustavo Páez Escobar es un ciudadano probo y aplicado a su vocación y a su trabajo diario; como banquero fue un ejecutivo correcto y diamantino, que no obstante sus ocupaciones en el  Banco Popular, ejercitó  la pluma y la lectura con constancia ejemplar; ya libre de esas ataduras laborales, está dedicado de tiempo completo a sus  amados libros, a escribir con dedicación, a la elaboración de sus  columnas y a su condición de padre amantísimo de su familia y de su país.

Lo conocí en la gerencia de la oficina principal en Armenia y desde ese momento entablamos una amistad literaria e intelectual: con el aprecio y admiración que le profeso desde esa época, por su honorabilidad a toda prueba, por su vigoroso estilo de escritor ameno y agradable y por su  señorío de boyacense trasplantado al Quindío, un gran señor con toda su cordialidad y sencillez.

Como bien lo dice, supo combinar las letras de cambio con las letras del espíritu, en ambos frentes se ha desempeñado con altura, con paso firme, con seriedad y certeza, en medio de ideales, esfuerzos y muchas realizaciones, un escritor y un hombre de bien; un ejemplo para todos aquellos que avanzan con dificultad en sus tareas diarias: Don Gustavo, valioso ser humano, registro con inmensa alegría su madurez y su consagración.

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Además: Eje 21, Manizales, 10-VIII-2020. Blog de la Academia de Historia del Quindío, 15-VIII-2020.

Comentarios 

Leí con satisfacción el escrito de Gabriel Echeverri González, en el cual presenta las diversas facetas de tu vida, una descripción de tus numerosas e importantes obras literarias, una maravillosa semblanza sobre tu valiosa vida. Felicitaciones y gracias por honrar al Quindío. César Hoyos Salazar, Armenia.

Bien merecidos los elogios que en su columna de La Crónica del Quindío te hace Gabriel Echeverri. A ellos me uno. Siempre te he profesado una profunda admiración por tus invaluables méritos intelectuales, pero principalmente por tu hombría de bien. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Muy merecido el testimonio de Gabriel, porque ha sido una vida magnífica, que bien merecía ser exaltada. Alberto Gómez Mejía, Armenia.

Más que merecida la referencia de Gabriel a tu vida y obra cuya cercanía con nuestra región ya es un logro. Jaime Lopera Gutiérrez, Armenia.

Me enorgullece verte bien plasmado en las letras de Gabriel. Te veo quindiano y amigo como el mejor. Luis Fernando Jaramillo Arias, Bogotá.

Se quedan cortas las palabras al describir la vida de mi papá. En la parte humana: intachable y lleno de sabiduría y de enseñanzas para quienes hemos tenido la dicha de poder caminar al lado, viendo cómo con esfuerzo, amor, disciplina y constancia ha realizado el gran trabajo literario. Gracias, papi, por tantos años de buen trabajo, por seguir creando y dejarnos la mejor de las herencias que son las letras. Estoy muy orgullosa y feliz con esta publicación. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Muy merecido el homenaje que el doctor Echeverri González hace a tu vida y realizaciones. Cuando en vida ocurren estos reconocimientos, se tiene la satisfacción de compartirlos con la familia y amigos, ocasionando, de hecho, otra satisfacción más.  Me adhiero a este reconocimiento. Jaime Vásquez Restrepo, Medellín.

Un justo reconocimiento a la vida y obra del ejecutivo bancario, del escritor y del amigo. Muchos podemos decir también que hace ya bastantes  años  nos cruzamos por la ruta de la palabra con este mismo hombre multifacético de Soatá y que hoy felizmente contamos con el regalo maravilloso de la amistad. Inés Blanco, Bogotá.

Justo reconocimiento a un hombre ejemplar. Tuve el privilegio de estar cerca de ti por un período suficiente para admirar tus valores. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.

Gabriel Echeverri pone de relieve en esta semblanza tus dos más grandes cualidades, como son las de escritor y hombre de bien. La primera con sobradas razones, pues tu amplia trayectoria en el difícil arte de escribir bien ha quedado grabada en toda tu vasta producción literaria. Y la segunda, en mi criterio, es la más preciada cualidad que actualmente se le puede reconocer a un ser humano, pues infortunadamente en estos oscuros tiempos que nos ha tocado vivir, pocos son los que se hacen acreedores a este honroso título. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Excelente hoja de vida, resultado del estudio, la disciplina y la dedicación. Es un legado a las letras y periodismo de Colombia. Humberto Escobar Molano, Villa de Leiva.

Honrosa semblanza la que hace don Gabriel Echeverri. Un reconocimiento a tu vida honrada y fructífera, plena de realizaciones. Comparto la satisfacción por tan merecido homenaje. Elvira Lozano Torres, Tunja.  

Todas las crónicas sobre personajes quindianos de Gabriel las acostumbro leer. En ellas, como en tu caso, se trata de amigos o personas conocidas que con su accionar le han dado lustre o han impulsado obras que han beneficiado a nuestro querido Quindío. Estar en la lista es algo que emociona e impulsa a seguir adelante. William Piedrahíta, Estados Unidos.

La página de Gabriel es un sincero reconocimiento a tu vida de trabajo, estudio permanente y producción literaria. Aquí te sentimos como nuestro, de igual manera a todos los tuyos. La vida se trata de dejar huella: y qué bien que lo has hecho. Esperanza Jaramillo, Armenia.

Un gran reconocimiento a tu labor y a tu vida.  Me alegro mucho que Gabriel haya publicado tu semblanza porque es muy importante, además del reconocimiento público, que se sepa sobre las contribuciones de personajes como tú a la historia del Quindío. Alister Ramírez, Nueva York.

Diálogo con Laura Victoria

viernes, 11 de noviembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Reside en Ciudad de Méjico hace 48 años. Vive solitaria, rodeada de libros, de recuerdos y nostalgias, entranquilo apartamento sobre la avenida Coyocán. Su hija Beatriz la visita todos los días. Humberto y Mario, sus hijos, también están pendientes de ella. Y el calor de sus cinco nietos la mantiene en armonía interior. La poetisa, que siempre ha ardido en amor hacia sus hijos y sus nietos, siente menos la ausencia de la patria bajo el amparo de estos sentimientos vitalizantes.

Laura Victoria, la sensual y tierna poeti­sa de antaño, que en la década del treinta al cuarenta hizo vibrar de romanticismo el corazón de los colombianos, es hoy una dama meditativa que ya pasó la cumbre dorada de los 80 años de su existencia pródiga y radiante. Vive pesarosa de su patria y con deseos permanentes de volver a ella, así sea por breve temporada.

Desde su radicación en Méjico varió su esencia poética y se volvió mística. Durante largos años ha trabajado este género literario y mantiene inédi­ta su producción. Se dedicó, por otra par­te, al estudio profundo de la Biblia y desde el año de 1972 tiene registrado en Méjico el que ella considera su libro más importante, titulado Actualidad de las profe­cías bíblicas, que mereció elevado concepto del sacerdote jesuita Óscar Gonzá­lez Quevedo, doctor en teología y en Sagradas Escrituras y catalogado como el mejor parasicólogo de habla hispana.

Laura Victoria, como ironía, es hoy po­co conocida en Colombia. Sus libros no volvieron a editarse en nuestra patria. Las nuevas generaciones ignoran su grande­za. Ella me anuncia, una vez más, que se halla próxima a realizar el tan ansiado viaje a Colombia. Es un regreso que por diferentes motivos se ha aplazado varias veces durante los últimos dos años.

Le he pedido, mientras tanto, un mensaje para el país, como un anticipo de su veni­da. Y ella ha accedido a res­ponder a mis curiosidades y a comunicar­se con sus compatriotas. Es un retorno espiritual a la patria y a su comarca boyacense.

Hemos tenido en los últimos años estrecho y continuo trato epistolar, que me ha permitido comprender la majestad de su alma. La trascendencia de su po­esía. Nacidos ambos en Soatá, nuestras familias mantuvieron hondas raíces de amistad. «Sólo siento –me dice– que me conozcas al final de mi vida y con tan mala salud, pero mi mente sigue siendo joven».

Este diálogo, que no tiene la solemni­dad del reportaje periodístico, es más bien el amable coloquio entre amigos y paisanos, la conversación despreveni­da y armoniosa entre escritores que coin­ciden en los nobles postulados de las letras y la solidaridad del espíritu.

* * *

Inicios en la poesía

–Pertenecemos los dos a distintas generaciones, Laura Victoria.  Me propongo en este diálogo, si me ayudas, retroceder sobre el tiempo para situarnos en los ini­cios de tu carrera literaria y averiguar cir­cunstancias de tu vida y tu obra que se­rán de gran utilidad para que las nuevas generaciones conozcan tu grandeza po­ética. Quisiera saber, en primer lugar, cuándo y por qué motivo tomaste el nombre de Laura Victoria.

«Es cierto, Gustavo. Los dos pertene­cemos a distintas generaciones pues yo soy contemporánea de Herminia, tu madre, a quien recuerdo siempre con gra­ta emoción. El seudónimo de Laura Victo­ria lo adopté en vista de que mi nombre ci­vil es muy largo y poco poético; fue por el año de 1933, cuando iba a salir mi primer libro, Llamas azules. Recuerdo que nos reunimos en mi casa un grupo de amigos y entre todos acordamos ese seudónimo. Éramos: Rafael Vásquez, Luis Enrique Osorio, Pablo de la Cruz, Víctor Amaya González, no recuerdo cuál otro, y yo. Después de barajar varios nombres, al fin llegamos a la conclusión de que Laura Victoria era el más apropiado y así se quedó. Desde entonces lo uso no sólo en mis producciones literarias sino en mi vi­da civil».

–¿A qué edad hiciste tu primer poema?

«A los 14 años. Fue publicado en un periódico de provincia que dirigía un sacerdote, pero antes, cuando estaba en el Colegio de la Presentación, en Tunja, les componía acrósticos a mis compañeras, quienes no creían que yo escribiera ver­sos; y para que me creyeran, hacía los acrósticos con sus nombres y apellidos».

Sensualismo poético

–Como ardiente poetisa del amor culti­vaste el género erótico. Le dejas a la literatura bellísimos poemas amorosos (co­mo En secreto y La entrega), movi­dos por delicado sensualismo. Esta pro­ducción la lanzaste en los años treinta, en medio de un país de gazmoñerías y puritanismos. Corrías el peligro de que no se te entendiera. Eras además sobrina del canónigo Peñuela, sacerdote de rigurosas normas.

«Es cierto que yo cultivé el género po­ético amoroso allá por la década de los años treinta a cuarenta. Esos poemas los escribí en medio de un ambiente puritano que era el de entonces, a pesar de lo cual pude triunfar y adquirir un prestigio litera­rio que me abrió el camino para que mi nombre pudiera traspasar las fronteras patrias. Son muchos los recuerdos que guardo de aquella época: homenajes, artículos elogiosos de los mejores escritores de entonces, giras por todo el país reci­tando mis versos, así como por Vene­zuela, Ecuador, Panamá, Estados Unidos, Guatemala y Méjico; todos con teatros llenos y grandes elogios de la prensa.

El escape a Méjico

“Fue una época de éxitos que tuve que in­terrumpir en el año 39, cuando por mis problemas familiares y el conflicto con mi marido para recuperar la patria potestad de mis hijos me vi precisada a retirarme de aquellas giras y de la intensa labor literaria, pues la razón de mi vida era y ha si­do el amor a mis hijos, por quienes dejé todo para radicarme en Méjico, huyendo de la persecución de mi marido. Ya en ese país y sin medios suficientes para sostenerme, me vi obligada a trabajar en periodismo para subsistir y atender a la educación de mis hijos. Fue una lucha dura, pero gracias a la protección divina logré triunfar y salir adelante. No puedo olvidar que Méjico me abrió las puertas y me ayudó en todo, por lo cual me quedé definitivamente en este gran país».

–Fuiste laureada en los Juegos Florales de 1937. ¿Qué recuerdos tienes de ese suceso?

«En 1937 gané en Bogotá la Violeta de Oro, en competencia con Eduardo Carranza, quien obtuvo el Jazmín de Pla­ta. Los recuerdos que guardo de entonces son inolvidables. Aquellos Juegos Flo­rales fueron magníficos, con la corona­ción de la reina y la entrega de los trofeos».

–¿Cuáles son tus libros publicados?

«He publicado tres libros de poesía: Llamas azules, con tres ediciones ago­tadas, Cráter sellado y Cuando flore­ce el llanto, también agotados. En prosa sólo tengo Viaje a Jerusalén, en el que narro las experiencias que viví en ese viaje inolvidable”.

El amor maternal

–De Colombia saliste a Nueva York ha­cia el año de 1935 y sólo has regresado por breves periodos. Más tarde te radi­caste en Méjico. De aquella época son dos de tus mejores poemas, A Beatriz y Elefante de viento, recogidos en las an­tologías como estremecidos cantos de amor maternal. Háblame de tus hijos, qué tanto significan en tu producción literaria, y de las circunstancias para haberte quedado con ellos en el país azteca

«Como dije antes, mis hijos son la razón de mi vida. Gracias a mi esfuerzo y a la protección de Dios logré sacarlos adelante. Humberto, el mayor, es médico con dos especialidades, y Mario, el segundo, es ingeniero civil; ambos terminaron con éxito sus carreras profesionales y se han abierto paso en la vida ocupando altas po­siciones. Mi hija Beatriz, la menor, entró al cine con el nombre de Alicia Caro y logró consolidar una brillante carrera; hi­zo 36 películas como estrella, pero tuvo que retirarse a causa de una molestia en la piel, porque la intensa luz de los reflectores le producía una alergia que no podía evitar. Su última película fue María, de Jorge Isaacs, en donde desempeñó el pa­pel de doña Manuela».

Viraje al misticismo

–Años más tarde diste un viraje a la po­esía mística. Este género lo has cultivado con vigor en los últimos años y de él tienes un libro inédito. ¿Cómo explicas el tránsito de la poesía erótica a la mística?

«El viraje de la poesía romántica sen­sual a la poesía mística se debió a las hondas raíces religiosas que siempre he tenido y al estudio constante de las Sagradas Escrituras, estudio que me ha conducido al conocimiento profundo de Jesucristo y de su doctrina, lo que ha ori­ginado mi acercamiento a la vida mística; por eso mi poesía de los últimos años es­tá impregnada de amor a Dios.

«Tengo un libro inédito titulado Actualidad de las profecías bíblicas, en el que hago un es­tudio pormenorizado de cada profeta bíblico, tanto de los cuatro mayores como de los menores. En escribirlo gasté tres años, pues tuve que profundizar en los grandes exegetas tanto judíos como cris­tianos. El famoso jesuita Oscar González Quevedo dice:

‘El suyo es un libro admi­rable, un estudio completo de los diversos profetas a quienes cataloga perfectamen­te dentro de la Biblia, destacando la im­portancia de cada una de sus profecías. Usted resume admirablemente la historia del pueblo judío y de su pluma brota pal­maria, evidente, diáfana, una visión tras­cendente de esa historia. En su pluma los hechos tienen sentido, finalidad, conse­cuencia desde un punto diferente de la mera historia; en otro plano, así lo vería Dios. He leído muchos libros sobre las profecías bíblicas, escritos por sabios te­ólogos y exegetas, libros llenos de notas eruditas, de interpretaciones muy compli­cadas, difusas, sin compromisos, espe­cialmente para las profecías que habrán de cumplirse. Pero su libro es claro, es diáfano. Con asombrosa claridad desvenda usted el futuro. No parece un libro de interpretación de profecías. Parece un libro de historia’.

“Pero este libro, escrito en prosa, desde hace diez años tiene fuerzas negativas que han impedido su edición. Algo extraño pasa con él, pues cuantas veces lo he querido editar surgen problemas que impiden su publicación. Ahora mismo, cuando tú estás interesado en hacerlo llegar al gobernador de Boyacá, quien generosamente lo quiere sacar a la luz, el libro, que te lo mandé certificado y por vía aérea, lleva más de un mes demorado en el correo.

–En tu Canto a un veterano, publicado recientemente en la revista Nivel que dirige en Méjico Germán Pardo García –hermoso poema que se hallaba inédito–, encuentro la misma vena romántica de la Laura Victoria de otras épocas.

“En mi Canto a un veterano, escrito en 1968, existe el mismo estilo de otras épocas, pero eso se debe al motivo que lo inspiró. Sin embargo, mi mente sigue siendo joven, a pesar de la edad y de la poca salud».

Méjico, su segunda patria

–En Méjico te han rendido varios homenajes, uno de ellos con la presencia del presidente de la República. Eres amiga cercana de nuestro poeta Germán Pardo García, y él te considera la mayor poetisa de Colombia y una de las más ilustres de América. Pero en Colombia, querida amiga, los nuevos tiempos te han olvidado. Tu poesía, sin embargo, es inmortal. ¿Será que en Méjico existe un terreno más fecundo que en Colombia para el escritor y el poeta?

“En Méjico me han tributado algunos homenajes y cuando el presidente López Portillo viajó a Colombia me invitó para que lo acompañara y fui con él en su avión presidencial, en compañía de seis de sus ministros; fue un honor muy grande.

«Soy muy amiga del poeta Germán Pardo García; diariamente hablamos por teléfono y él viene siempre a traerme su revista Nivel; yo lo quiero y aprecio mucho, es una amistad de largos años, desde la juventud. Como tú dices, Pardo García tiene un alto concepto de mi po­esía, situándome en un lugar privilegiado no sólo en la literatura colombiana sino en la continental. Este concepto es para mí de extraordinario valor porque Germán Pardo García está considerado como el mayor poeta vivo de habla española.

«Me preguntas si en Méjico existe un terreno más fecundo que en Colombia pa­ra la poesía y yo te contesto que de nin­gún modo, pues el pueblo mejicano no posee para la poesía el mismo grado de sensibilidad que tiene Colombia. Lo que pasa es que como Méjico es tan naciona­lista, cuando surge un verdadero poeta lo apoya aunque no viva aquí. Lo importante es que sea mejicano.

“Al contrario de Colombia, México sí ama a sus escritores y los tiene presentes a toda hora. En Co­lombia el poeta no es apreciado en lo que vale y tiene que estar intrigando para que lo admitan en la Academia de la Lengua, cosa que yo no he hecho nunca y por eso no figuro en ella como otras escritoras».

–Eres hermana en la poesía de Gabriela Mistral, Rosario Sansores, Juana Ibarbourou, Alfonsina Storni y Delmira Agustini. Es decir, es­tás consagrada entre las grandes poeti­sas de América por libros escritos antes de los 30 años de edad. ¿Querría decir que por ese motivo diste por concluida tu poesía romántica, tu poesía sensual?

«Yo pertenezco a la época de Gabriela Mistral, Juana Ibarbourou, Alfonsina Storni, Delmira Agustini y Rosario Sansores, que me citas. Tanto de Gabriela como de Rosario fui amiga personal y con las otras sostuve correspondencia. Sus conceptos sobre mi poesía los conservo como pre­ciadas joyas pues son muy elogiosos y fi­guran en los libros que he publicado».

Cuando florece el llanto, publicado en  España en 1960, es un libro de profun­do contenido sentimental. ¿Pertenece a tu época juvenil?

«Pertenece a mi época de madurez, no a la juvenil. Actualmente tengo recopila­dos varios poemas que no cupieron en ese libro y los pienso publicar junto con mi poesía mística”.

Canto a Colombia

–Tienes una vena poética muy acen­tuada hacia la patria, la tierra, los paisa­jes, la naturaleza en general. Tu Canto a Colombia es extraordinario. A Soatá, nuestra tierra natal, la recuerdas con nos­talgia y emoción. ¿No tendrás en mente, con tales manifestaciones, regresar defi­nitivamente a Colombia?

«Es cierto, tengo una vena poética muy acentuada hacia la patria. Mi vida en Méjico me ha acercado más a la tierra que me vio nacer. No hay día que no recuerde a Colombia. A medida que pasan los años me siento más vinculada a ella. Extraño sus paisajes, su clima, sus costumbres y su gente. Nunca me he podido adaptar del todo a Méjico, a pesar de que aquí me han tratado muy bien. El recuerdo de la patria me lacera y cada día lo siento más profundo. A Soatá, nuestra tierra natal, la llevo en el alma y añoro sus calles, su par­que, la casa paterna, sus bellos paisajes; por eso mi poesía está impregnada de esos recuerdos.

«Pero no puedo regresar a vivir del to­do en mi patria; no podría, tengo dema­siadas raíces en Méjico. Son 47 años de vida en este país. Aquí han nacido mis cinco nietos, que aman a Méjico como su patria que es; sería imposible arrancarlos de ella, lo mismo que a mis tres hijos que han crecido en esta tierra y en ella han establecido sus hogares. Así pues, aquí me tocará morir porque estoy muy unida a Méjico con vínculos indisolubles, pero mi corazón y mi mente están en Colombia».

Dominical de La República, Bogotá, 12-II-1989.
Occidente, Cali, 25-VI-1989.