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Archivo para diciembre, 2019

Revista “Ventanilla”

jueves, 26 de diciembre de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

En diciembre de 1967 –hace 52 años– nacía en el Banco Popular la revista Ventanilla, puesta al servicio de los empleados de la entidad. El primer director fue Paúl E. Roldán Gil, quien contó con la asesoría de un coordinador y un jefe de redacción. Se realizaron 24 ediciones y un total de 790 páginas, hasta diciembre de 1976, lapso correspondiente a los nueve años de vida de la publicación.

En los tres primeros años, la periodicidad fue trimestral, luego pasó a semestral, y en los dos años finales salió una sola edición anual, y además se suprimió el título de Ventanilla por el de Revista del Banco Popular.  

El título original fue ganado, en concurso abierto para el personal, por la bella santandereana Gladys Coy Barrera, que explicó así el sentido de Ventanilla: “Ver a través de una ventana y contemplar lo mucho que puede contemplarse por ese espacio tan pequeño”. La ventanilla en los bancos, que hoy casi no se usa, era el mayor contacto que tenía la clientela con la entidad.

Habrá quienes consideren trivial dedicar esta columna al hecho simple de una revista que solo circuló en el ámbito privado, como sucede en muchas empresas. Pero quienes han tenido la paciencia de llegar hasta este renglón verán algo más. En primer lugar, está el nervio y la gracia de la gaceta, escrita con esmero editorial y en papel satinado, con excelentes portadas e impresión fotográfica, y la amenidad de los temas, con la que se rompía la frialdad de las cifras.

Conforme corría en sus páginas el acontecer de la institución, se aireaba la cultura general, en los campos de la poesía, la crónica, la historia, la música y la pintura, sin faltar espacios para los crucigramas, los chistes y los acertijos. El deporte, la danza, los aniversarios de servicios, la exaltación del mérito, la página femenina, la galería de funcionarios, la vida de las sucursales, todo era resaltado en cada entrega. Especial atención se brindaba a la capacitación del personal, lo mismo que al área de superación individual.

En septiembre de 1969 se vinculó como coordinador Luis Carlos Adames, maestro de artes gráficas y autor de varios libros, quien había ingresado al banco como director de la Imprenta. Eran los tiempos de Eduardo Nieto Calderón, presidente de la institución,  quien dejó obra inmensa en la cultura nacional. Adames cumpliría fructífera tarea como impulsor de la Biblioteca Banco Popular, formidable programa que logró la edición de cerca de 200 títulos, con temas de historia patria, literatura y diversas materias.

Además de dicha obra, Nieto Calderón fue el fundador del Museo Arqueológico, con sede principal en la Casa del Marqués de San Jorge, y que se amplió a sitios especiales, como Armenia, territorio de la cultura quimbaya, donde yo dirigía la sucursal del banco. Bajo su administración, el organismo no solo se recuperó de la quiebra causada en la dictadura de Rojas Pinilla, sino que avanzó a puestos de vanguardia en la banca.

En noviembre de 1996, en el gobierno de César Gaviria, el Banco Popular fue vendido a Luis Carlos Sarmiento, quien con esta operación adquirió el 20 % del mercado bancario. Así han terminado muchos de los bienes del Estado.

Ventanilla sonará como un elemento extraño. Sin embargo, lleva la sangre de una gran revista. ¿Quién conserva hoy los 24 números publicados? Ojalá me lo cuente. Yo los tengo empastados en mi biblioteca, en tres volúmenes de lujo, y los considero, cómo no, una curiosidad bibliográfica.

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El Espectador, Bogotá, 21-XII-2019.
Eje 21, Manizales, 20-XII-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 22-XII-2019.

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Álvaro Gómez visto a distancia

miércoles, 11 de diciembre de 2019 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar 

Colombia no supo valorar a Álvaro Gómez Hurtado. Murió asesinado hace 24 años –el 2 de noviembre de 1995–, y fue, tras su desaparición, cuando comenzó a tomarse conciencia de que se trataba de uno de los grandes estadistas del país. ¿Quién lo asesinó? Él lo hubiera dicho sin equívoco: el régimen.

Esta era una de sus palabras favoritas –como talante y acuerdo sobre lo fundamental–, y con ella se refería, no al gobierno de turno, sino al sistema, de cualquier partido, que desde los días siguientes a la Independencia hasta la hora presente se entronizó en el poder y ha impuesto mandatos personalistas y excluyentes.

Si la democracia es la “forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, bien claro está que todos nuestros gobiernos son camarillas en las que solo tienen cupo las personas o grupos matriculados en la misma tendencia imperante, en la que también se agazapan los arribistas y los oportunistas. Del régimen también hacen parte los gremios económicos, la gran prensa, los jueces y magistrados y una masa heterogénea que sabe pescar en todas las aguas.

Días antes de su muerte, Gómez Hurtado enfocaba sus baterías contra el gobierno de Samper, al destaparse el bochornoso proceso 8.000 que sacudió al país. Al Noticiero 24 Horas le manifestó: “Yo creo que el presidente no se cae; y creo, como lo he dicho varias veces, que tampoco se puede quedar”. Y agregó: “Al que hay que tumbar es al régimen”. 

Y fue el régimen el que acabó con él, por incómodo y por arremeter contra el estado de corrupción que se respiraba en la vida nacional. Fue asesinado al salir de dictar su clase en la universidad Sergio Arboleda. Era el Día de los Muertos. ¡Qué ironía! Con motivo de los 15 años del magnicidio, su hermano Enrique escribió el libro titulado ¿Por qué lo mataron?, en el que presenta el oscuro panorama de la impunidad dormido en los 150.000 folios del expediente.

Álvaro Gómez fue en sus mocedades beligerante hombre de partido, y tal era el signo característico de aquellas calendas. El país vivía los peores momentos de sectarismo, odio y violencia que enlutaron la vida colombiana. Era época de bárbaras naciones. Este proceder lo practicaban por igual conservadores y liberales. Pero Álvaro Gómez tuvo que cargar toda la vida el estigma de ser hijo de Laureano Gómez, uno de los políticos más impetuosos e ilustres de la época nefasta. Y nunca logró desvanecer la sombra heredada de su padre. Pero siempre se glorió de ser hijo del caudillo.

Superada la negra noche, y luego de padecer infamias, golpes bajos e incluso el secuestro, se convirtió en otro hombre. El paso de los años y la evolución del país marcaron en su vida otros caminos. Fue concejal, representante a la Cámara, embajador en varios países, tres veces candidato presidencial, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, notable periodista y brillante escritor. Era una de las mayores brújulas del país.

Anota el historiador y columnista Juan Esteban Constaín en su libro Alvaro. Su vida y su siglo, escrito con ocasión del centenario del nacimiento de Álvaro Gómez –mayo de 1919–, que “fue el estadista más grande de Colombia en el siglo XX. Una vida combativa, polémica, riquísima”.  

Su madurez y capacidad intelectual le hicieron ganar la calificación, muy escasa hoy, de verdadero hombre de Estado. Esto lo notaron muchos colombianos, ya al final del tiempo. Era tarde: el régimen le cerró el paso. Y Colombia perdió un gran presidente.

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El Espectador, Bogotá, 7-XII-2019.
Eje 21, Manizales, 6-XII-2019.
La Crónica del Quindío, Armenia, 8-XII-2019.

Comentarios

Fue un hombre muy inteligente, visionario, lógico, y crítico. Qué lástima que la funesta sombra del papá le haya impedido dirigir este país. Fue el «godo» más liberal que ha tenido Colombia y ninguno de los politicastros de los últimos años resistiría un análisis comparativo con él. Y lo peor es que en el panorama actual no se avizora un líder de los quilates de Gómez Hurtado en quien fincar nuestras esperanzas. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

Conmovedora y certera columna para recordar a un verdadero caudillo, elegante y pulcro en todo sentido, el tres veces candidato presidencial doctor Álvaro Gómez Hurtado, vilmente asesinado, cuyo magnicidio se quedó impune como tantos otros en este país que tristemente no reconoce o no deja posibilidad alguna de que un hombre con las cualidades de él lo hubiese gobernado. Inés Blanco, Bogotá.

Un verdadero estadista. Brilló con luz propia y me parece que el ser hijo del «monstruo» Laureano más bien le creó talanqueras en su búsqueda hacia la presidencia, cargo para el cual tenía méritos suficientes aun cuando carecía de experiencia administrativa. Además, la resistencia a que esa posibilidad se diera tenía como resultado el aumento de la votación del partido liberal. En  todo caso, un hombre de recia personalidad y sólida estructura. Gustavo Valencia García, Armenia.

El régimen político que nos ha «gobernado» está compuesto por liberales y godos, disfrazados ahora por la U, Cambio Radical, Centro Democrático… Conclusión: ¡los mismos con las mismas! Fui testigo casi presencial del asesinato de Gaitán, tenía 11 años y estaba a una cuadra de la plaza de Bolívar cuando lo mataron. ¿Quién fue? ¿Roa Sierra? ¡Mentira!: el establecimiento, por pensar fuera de la oligarquía. Tulio Neira Caballero (correo a Crónica del Quindío).  

Siempre dije y siempre dibujé en mi mente la importancia que tenía Álvaro Gómez para este país. Todavía rememoro con dolor su aleve asesinato (lo mató un régimen que se asentó en la silla presidencial con todos los bicolores vivos que nos han desorganizado). Este escrito dice toda la verdad. Alberto Gómez Aristizábal, Cali.

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