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Vigencia de Gaitán

miércoles, 11 de enero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

Cuando Horacio Gómez Aristizábal tenía 14 años de edad conoció a Gaitán. Aquella vez, en una manifes­tación que se realizaba en la plaza de Armenia, se sintió deslumbrado con la presencia del hombre público que enardecía multitudes con su talante de caudillo y su oratoria estremecedora. La sola noticia de que Gaitán llegaba a la capital quindiana en una de sus giras políticas por el país, mantuvo durante varios días, en ardorosa ex­pectativa, al joven estudiante que en secreto había creado un ídolo en la persona del tribuno del pueblo.

El magnetismo ejercido por Gaitán se venía incrementando al paso de los días, y cuando Gómez Aristizábal gozó del privilegio de escucharlo y presenciar de cerca sus ademanes oratorios, sintió que algo fulminante había ocu­rrido en su vida. El ídolo, ahora de carne y hueso en la plaza de Armenia, no sólo avivaba su entusiasmo juvenil sino que lo impulsaba a seguirlo.

Es posible que aquel día Gómez Aristizábal se hubiera decidido por el derecho penal. No hay duda: la admiración despierta el deseo de imi­tación. Hace surgir una envidia sana por poseer las mismas virtudes del maestro. Tal fue la irradiación que produjo el líder social en el menudo estudiante quindiano, que de ahí en adelante, y a pesar de que éste milita­ría en el partido contrario, las ideas del caudillo serían fuente de estudio y orientación para el brillante penalista que es hoy Gómez Aristizábal.

Leyendo el libro que éste escribe sobre Gaitán, acabado de salir al pú­blico en nueva reedición, no me cabe duda de que dicha obra comenzó a escribirse en la mente del escritor el día que el jefe de multitudes pasó por la plaza de Armenia e hirió con su elo­cuencia la sensibilidad de su futuro admirador.

Obra que recoge y analiza el pen­samiento de Gaitán, no hasta el extre­mo de la idolatría, sino como faro de un ideario político de avanzada, que ha ejercido papel esencial en la vida del país. Las posiciones vertica­les del caudillo revolucionario cuando embestía contra los oligarcas y defen­día la causa de los humildes, que otros han tratado de imitar sin convicción, y sobre todo sin la fuerza del intelectual y el dirigente que era Gaitán, se echan hoy de menos en esta Colombia mar­cada como nunca por las desigualda­des sociales.

El repaso histórico que hace Gómez Aristizábal sobre la vida de Gaitán y la vigencia de su filosofía política, resul­ta aporte sustantivo para enaltecer la memoria del mártir, cincuenta años después de su holocausto. Jorge Eliécer Gaitán sigue vivo en Colombia. Su doctrina continúa incólume. Nadie ha logrado enarbolar sus mismas ideas, aunque muchos pretendan apa­recer como sus abanderados. ¿Dónde están los verdaderos luchadores de los intereses populares? A estas reflexio­nes convoca la lectura del ensayo del penalista y escritor quindiano.

La Crónica del Quindío, Armenia, 9-VII-1998

 

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