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El alcalde alcabalero

sábado, 28 de enero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

Cuando el bolsillo de los colombianos no resiste un impuesto más, y el país entero pasa por una de las crisis económicas más perturbadoras que se hayan conocido en mucho tiempo, en Bogotá nos resulta un Alcalde alcabalero, alejado de la reali­dad social, que pretende implantar nuevas y des­medidas cargas tributarias que provocan, con justa razón, perplejidad y angustia.

Nadie entiende esta actitud obsesiva que, de­soyendo clamores y con el argumento de que las arcas están estrechas y el progreso de la ciudad no se puede detener, camina en contravía de la opinión pública, quereclama del burgo­maestre mesura y reflexión.

Una de las medidas más drásticas del paquete tributario es el alza exagerada del impuesto pre­dial, hasta topes que doblan las tarifas actuales.

Lo que debería suceder, en sana lógica, es dis­minuir, o por lo menos congelar, este gravamen ya de por sí gravoso, en momentos en que la finca raíz registra desde años atrás alarmante de­terioro que ha lesionado en forma grave la indus­tria de la construcción, con efectos desastrosos sobre el desempleo que vive el país.

Primero hay que contemplar la justicia de las normas y la capacidad económica de los ciudada­nos. Y vienen otras cargas, ya planteadas en el pasado, y derrotadas.

Una de ellas, la de los peajes en las entradas de la ciudad. Las carreteras de Colombia se llena­ron de peajes desesperantes por todas partes, hasta el punto de que se paga mucho más por este concepto que por combustible. Como el sistema es productivo, y por lo tanto tentador, se busca ahora incrementar los ingresos distritales me­diante fórmulas antipáticas para la ciudadanía, taponando las puertas de la capital.

De nuevo se acude al recurso atractivo del alumbrado público, idea que no tuvo éxito en la pasada administración. También se proyecta aumentar el impuesto de industria y comercio y crear un gravamen de plusvalía.

Hay la sensación de que, como el alcalde Peñalosa supo para qué son los fondos públicos –y gas­tó en obras elocuentes, hoy ponderadas por to­dos, los dineros que le dejó su antecesor, es decir, el mismo Mockus–, este busca llenar de nuevo las arcas para demostrar el rendimiento que en esta materia no tuvo en el pasado.

Entre tanto, como lo analiza el columnista Pe­dro Medellín Torres, han transcurrido tres me­ses sin que el ilustre catedrático, nuestro Alcalde alcabalero, comience a gobernar.

El Espectador, Bogotá, 24-IV-2001.

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