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Lunares de Bogotá

lunes, 2 de agosto de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

Lástima que en la costosa propaganda que el alcalde Garzón se está haciendo un  año antes de concluir su mandato, no pueda incluir tres renglones fundamentales para la calidad de vida de los bogotanos: el tránsito, las calles y el medio ambiente. Lástima que en la costosa propaganda que el alcalde Garzón se está haciendo un  año antes de concluir su mandato, no pueda incluir tres renglones fundamentales para la calidad de vida de los bogotanos: el tránsito, las calles y el medio ambiente. Lástima que mientras Bogotá ha obtenido prestigio internacional como atractivo centro turístico, tengamos que calificarla, por el pésimo estado de sus calles, como la ciudad de los huecos.

Lástima que mientras el New York Times la define como un “lugar fabuloso para visitar”, la polución del medio ambiente sea cada vez más lesiva para la salud. Lástima que mientras Bogotá conquista el premio de la X Bienal de Arquitectura de Venecia (Italia), el caos del transporte vuelva neurótica a la gente en medio del floreciente urbanismo. Lástima que mientras la Unesco la declara como “Capital Mundial del Libro”, los vándalos se roben las tapas de las alcantarillas, creando verdaderas trampas mortales a lo largo y ancho de la ciudad, y nada les pase

Con el emblema de “Bogotá sin indiferencia”, la Alcaldía ha contratado una inmensa y reiterativa campaña para mostrar a los contribuyentes –que somos quienes pagamos los avisos– los lados positivos de la administración. En páginas enteras que se repiten en periódicos y revistas, y que de tanto publicarse ya no se leen, se comunica la reducción de homicidios, de accidentes de tránsito, del robo de carros y de residencias.  

Además, se citan los programas dirigidos a la educación y se resalta que buena parte del presupuesto del distrito ha tenido carácter social. Estos logros, que son evidentes y que la opinión pública ha recibido con beneplácito, no necesitan de semejante despliegue publicitario, similar al de una campaña política. Ojalá se supiera el monto de esa crecida erogación. Al Alcalde se le ha ido la mano en este gasto innecesario. Lleras Camargo, tan pulcro en sus actos de gobierno, decía que las obras se acreditan por sí solas y prohibió que tuvieran ninguna placa de reconocimiento. 

Bogotá está destrozada: no le cabe un hueco más. Los 362 mil millones que aprobó el Concejo para dicha finalidad, y que sumados a recursos del IDU aumentan la cifra a cerca de un billón de pesos, apenas significan un baño de agua tibia para reparar toda la malla vial (7,2 billones de pesos). Y al Alcalde se le termina el período.

Lástima que Bogotá continúe paralizada por el desesperante caos vehicular. Hay que sacar de circulación 8.000 buses viejos, que aparte de congestionar el tránsito contaminan la atmósfera. Pero como los empresarios del transporte tienen poder político e imponen su voluntad, el problema sigue sin solución. Ojalá la recién creada Secretaría de Movilidad no se convierta en una nueva dependencia inoperante.

El Espectador, Bogotá, 2 de febrero de 2007.   

* * *

Comentario:

Jaime Castro cuando fue alcalde se inventó la sobretasa a la gasolina para tener unas impecables vías, tasa que se generalizó por todo el país, y las vías son horribles, con unas pocas excepciones. La sobretasa de Jaime Castro tuvo un nuevo incremento de 5 puntos, y las vías son un desastre. ¿Dónde está el dinero de rodamiento, que es mucho, el dinero de operación de los vehículos de servicio público, el dinero que cobran por matricular un carro, el dinero de las infracciones de tránsito que debe destinarse solamente a la seguridad vial?

Lo más triste es que esos recursos frescos son para tapar huecos, trabajo que solo dura mientras entra el invierno. El asunto no es botar la plata tapando huecos: es levantando toda la capa y repavimentando, y aprovechar esta coyuntura para quitar esos separadores tan mal instalados técnicamente, que reducen la movilidad, generan muchos trancones y una elevadísima accidentalidad. La contaminación del transporte público es una verdadera vergüenza, no hay chatarrización, los carros viejos se varan, contaminan, hacen lento el tráfico.

Una publicación de una página, en un día domingo en El Tiempo, está costando cerca de 20 millones. Qué forma de despilfarrar nuestros impuestos. Estamos mal gobernados. General Orlando Páez Barón.    

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