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El ping-pong de la salud

lunes, 4 de noviembre de 2013

Por. Gustavo Páez Escobar

Vladdo publica en Semana, dentro del ámbito de un confesionario, la caricatura que lleva por título Sentencia anticipada, donde sucede la siguiente conversación:

–¿Qué te hace pensar, hijo, que no tienes salvación?

–Es que tengo cita en una EPS.

Esta parodia dibuja el ambiente que se vive en los organismos de salud pública del país. El más reciente suceso es el ocurrido a José Ángel Chíquiza, quien el pasado 16 de octubre murió en una EPS de Bogotá (Comfacundi: Caja de Compensación Familiar de Cundinamarca), por falta de atención médica a la dolencia crónica que padecía. El paciente pertenecía a la EPS Salud Cóndor, la que, debido a graves negligencias, entró en liquidación. Sus cerca de 370.000 afiliados quedaron en el limbo, ya que el traslado a otras EPS sufrió serios trastornos.

Chíquiza se presentó a la nueva entidad (Comfacundi) para solicitar la autorización de la diálisis que debían practicarle al día siguiente, la que se le venía prestando tres veces a la semana. Esta vez no lo atendieron por no aparecer su nombre en la base de datos. Y lo citaron para el viernes siguiente. Al presentarse el viernes, volvieron a diferírsela para el martes siguiente, pues su nombre seguía ausente de los registros. No valió que presentara el carné y otros papeles, ni que expusiera la gravedad de su caso. Era como si les hablara a las paredes, en medio del caos que allí reinaba, y sobre todo de la indolencia con que lo trataban.

El nuevo martes, a las cinco de la mañana, un amigo suyo hizo fila en Comfacundi, disputándose el turno con muchísima gente, y cuando al fin logró que lo oyeran para  implorar la nueva cita, le dijeron que debía venir con el paciente. Esto era inaudito, inhumano, incomprensible. Nadie entendió que el enfermo era diabético, estaba grave y vivía en Bosa. Para los insensibles administradores de la salud solo valían los sellos, los trámites sin sentido, ¡la inefable base de datos!

Así fue como dejaron morir a José Ángel Chíquiza en una silla donde buscaba con desespero, con la última esperanza de vida, obtener el turno para que le aplicaran la diálisis que le negaron, una y otra vez, los obtusos agentes de la salud que carecen del más mínimo sentido humano y que a nombre de la entidad –tan insensible e inoperante como ellos– son capaces de cometer los mayores actos de crueldad.

Ya muerto este sencillo y digno ciudadano del montón, enfermo de insuficiencia renal desde 15 años antes, viene el juego de ping-pong que en este país de las monstruosas inequidades, y de las iniquidades sin cuento, suele seguir a los desastres, a las deficiencias públicas, a la persistente atmósfera de corrupción, impunidad y olvido.

La Defensoría del Pueblo anuncia una investigación penal contra la Secretaría de Salud del Distrito y contra Comfacundi por homicidio culposo; la Secretaría de Salud culpa a la EPS; esta le tira la bola a Salud Cóndor por no enviarle la historia clínica; la Superintendencia de Salud dice que podría cerrar la EPS si se comprueba negligencia en la atención del paciente; los empleados se culpan unos a otros… Mientras tanto, ¿al muerto quién lo resucita?

El campo de la salud parece irredimible. No ha llegado el Presidente que sea capaz de salvarlo. Lean esto: en el proyecto de reforma tributaria se contempla subir del 10 al 16 por ciento el IVA para la medicina prepagada, como  castigo para la inmensa cantidad de colombianos que han tenido que contratar el servicio particular ante la ineficiencia de las EPS a que tienen derecho. Es decir, pagan el doble o más de lo corriente ante la falla del Estado, y aun así se les anuncia un nuevo tributo. Esta es Colombia: el tercer país más inequitativo del mundo. Solo nos ganan Angola y Haití.

El Espectador, Bogotá, 26-X-2012.
La Crónica del Quindío, Armenia, 27-X-2012.
Eje 21, Manizales, 27-X-2012.

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Comentarios:

Esos casos tan lamentables ocurren con mucha frecuencia; los presentan en los noticieros de televisión, se anuncian las famosas «investigaciones exhaustivas» y… no pasa nada. Todo sigue igual o peor. Como usted bien lo anota, no hay presidente que se atreva a resolver esta situación. Dios nos proteja de una enfermedad grave que nos obligue a depender, en forma permanente, de esas entidades. La reforma total del sistema de salud, en Colombia, es una necesidad apremiante. Gustavo Valencia García, Armenia.

Me gustaría que usted y otros columnistas se encargaran de hacerle llegar al presidente Santos esta conclusión: la próstata de Juan Manuel Santos es privilegiada y el paciente está más sano que nunca. La próstata de Angelino Garzón seguirá el mismo camino. Pero ya en tierra, llegamos al caso del señor Chíquiza que representa a los millones y millones de ciudadanos de a pie que no tienen la ‘palanca’ necesaria para que su salud sea un derecho. agualongo (correo a El Espectador).

Tratar de buscar una cita, un horror. Si se la dan, peor, pierde usted todo un día, y si tiene remisiones posteriores, ni hablar. Ya adentro, la mitad de los 15 minutos es para llenar papeles, salir con hojas de exámenes no confiables, hechos con reactivos dudosos (incluso las mismas citologías, de las cuales se dice que ni la mitad son confiables), y donde seguramente le recomendarán que adelgace, se desestrese, o se tome las pastillas de siempre… ¡y listo! ¿Salud? ¡Ja, ja! Suesse (correo a El Espectador).

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