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Archivo para la categoría ‘Miradas al mundo’

Las luces de París

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En carta de Ernest Hemingway a un amigo (año 1950), le dice lo siguiente: “París te acompañará, vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue”.

En 1964 fue publicada en Estados Unidos su obra póstuma titulada París era una fiesta, en la cual recoge sus recuerdos vividos en París entre 1921 y 1926, con  Hadley Richardson, su primera esposa, ciudad donde eran “muy pobres, pero muy felices”. El paso de Hemingway por París marcó su existencia. Allí se conformó la generación perdida, grupo de notables escritores que sufrieron las atrocidades de la Primera Guerra Mundial y vivieron en París y en otras ciudades europeas.

Como resultado de aquella experiencia fueron escritas varias obras famosas que todavía hoy, trascurridos 90 años, mantienen alto renombre en la literatura universal. Woody Allen –actor, guionista y director de cine, y además escritor– nació en 1935, varios años después del surgimiento en París de ese grupo de intelectuales perturbados por la guerra, al que se sumaron pintores y otras figuras del arte mundial.

Woody Allen se enamoró de París hace muchos años. Rastreó la vida de esa gente famosa y deseó haber hecho parte de dicha generación. En tal forma se compenetró de la atmósfera intelectual y bohemia de la Ciudad Luz, que la  imagen parisiense se le volvió obsesiva. Soñaba con retratar en el cine el alma de la ciudad. En 1971 publicó el cuento Memorias de los años 20, donde queda reflejada su pasión por ese tema absorbente.

Su actuación como productor de cine había sufrido un descenso notorio en la última década, luego de los triunfos resonantes logrados años atrás. Era preciso reconquistar el prestigio perdido. Y puso la mira en París. Esa era la amada secreta que lo llevaría de nuevo a las cumbres de la gloria. Con su varita mágica le dio vida a una película donde reunidos el talento con la fantasía, el ingenio con el humor, el hechizo con la realidad, brotaba el sueño que siempre había acariciado: Medianoche en París.

Supusieron los escépticos que se trataba de una película más, tal vez la más opaca del director que se había detenido bajo la decrepitud de su arte, y que ya no lograba levantar vuelo. Creyeron  que no lograría superar, a los 75 años, las marcas de otros tiempos. Cuando abrieron los ojos, se encontraron con que era la película más taquillera del director norteamericano, con casi 42 millones de dólares vendidos en Estados Unidos en corto tiempo, por encima de Hannah y sus hermanas, uno de sus mayores éxitos.

París, mágica y sensual, deslumbradora e indescifrable, surge de la aventura nocturna vivida por una pléyade de escritores y artistas con los que el propio Woody Allen –encarnado por Gil Pender (Owen Wilson), su álter ego en el film– dialoga en los días actuales como si con ellos hubiera estado en los años 20 del siglo pasado. Los lleva a pasear, como en sus mejores noches, por las calles y los escenarios de la belle époque, dormida en el esplendor de la ciudad imperecedera. Picasso, Scott Fitzgerald, Dalí, Eliot, Gertrude Stein, Ezra Pound… certifican que París era una fiesta (sigue siéndolo), y exponen esa mezcla de realidad y ficción con que Allen idealiza su sueño alucinante.

Medianoche en París es un poema. Una visión a la vez alegre y nostálgica del ayer diluido bajo el embrujo de las luces nocturnas, que tal vez son la mejor forma de revivir el pasado volviéndolo presente. Eso fue lo que forjó Allen como un tónico y una seducción para su genio creativo, para su espíritu en constante vigilia, que no podían resignarse a la decadencia.

El Espectador, Bogotá, 11-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 12-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 13-VIII-2011.

La pesadilla de Noruega

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Nadie podía pensar que este país de 4,8 millones de habitantes que han vivido rodeados de riqueza, paisajes fantásticos, envidiables condiciones sociales y absoluta tranquilidad, llegara a ser víctima del odio de un loco desaforado que en la isla de Utoya disparó su arma automática, de manera indiscriminada, contra una multitud de jóvenes y mató a 68 de ellos.

Momentos antes había estallado un carro bomba en la plaza Einar de Oslo, donde están instaladas importantes dependencias del gobierno, y mató a 8 personas. Los edificios sufrieron grandes destrozos, a pesar de lo cual la mortandad fue baja. Con esta doble acción criminal, Anders Behring Breivik, ciudadano noruego de 32 años y 1,92 de estatura, de apariencia tranquila y que nunca había despertado sospechas para semejante acto de barbarie, cumplía el soterrado propósito concebido durante varios años.

Todo había sido ideado en forma minuciosa. En su computador estaban acumuladas 1.500 páginas de escritura frenética, en las que revelaba sus planes siniestros de buscar un blanco donde se sacrificara el mayor número de personas a fin de llamar la atención del mundo sobre el mensaje que deseaba transmitir. De hecho, ya están notificados los países europeos de que los propósitos de este ultraderechista que no actúa solo (falta descubrir las células que lo secundan) es luchar contra el islamismo y las élites gubernamentales.

Se declara fundamentalista cristiano. Su fanatismo religioso y político lo hace suponer que es necesario salvar a Noruega y a Europa del marxismo cultural y de los musulmanes. Lleva incrustados en la mente firmes sentimientos racistas y xenofóbicos que lo hacen abogar por el nacionalismo y oponerse a los sistemas democráticos. Bajo esa mira, escogió la plaza de gobierno de Oslo, donde despacha el primer ministro Jens Stoltenberg a nombre del Partido Laborista, y la isla de Utoya, donde 600 jóvenes entre 15 y 25 años recibían formación política bajo la bandera laborista. El blanco no ha podido ser mejor escogido.

Breivik manifestó que la matanza era necesaria para iniciar una revolución que lleve a trastocar el orden establecido. Acude al terrorismo como medio para despertar la conciencia de las masas. El procedimiento no es nuevo, y es el mismo que desde la otra orilla practican los seguidores del islamismo y los secuaces del neonazismo. Este loco busca con la violencia cambiar la sociedad.

Una mente que como la de Breivik viene ocupada durante nueve año en armar métodos destructores para provocar –según dice– una revolución que salve al mundo de los sistemas políticos que no comparte, no puede ser sino una mente desquiciada. Esa idea obsesiva lo condujo a la locura furiosa. El solo hecho de disparar con cabeza fría y en forma indiscriminada contra la multitud, indica que no está en sus cabales. No obstante, este atentado  cometido en el país considerado el más pacífico del mundo, es una voz de alarma que debe sopesar el mundo para enfrentar un nuevo tipo de terrorismo que amenaza la paz de las naciones. El terrorismo recalcitrante, provenga de la derecha o de la izquierda, desquicia a las sociedades.

Noruega, cuya paz edénica se convirtió de repente en un infierno, está enfrentada a la aparición de los grupos de odio que se esconden detrás de la figura impávida de este ciudadano que parecía del común. Sus balas, más que expansivas, son bocanadas de fuego que salen del instinto asesino que predica el odio como sistema de poder y no tiene reparos en sacrificar a sus propios coterráneos.

El mundo, frente a estas explosiones de ira y destrucción,  no puede desoír las profecías de la Biblia, en palabras de Cristo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares, hambres y pestes; y habrá terror y grandes señales en el cielo. Pero todo será apenas el principio de los dolores”.

El Espectador, Bogotá, 28-VII-2011.
Eje 21, Manizales, 29-VII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 30-VII-2011.

El polémico ‘Doctor Muerte’

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

El médico patólogo Jack Kevorkian, de 83 años, conocido como el ‘Doctor Muerte’, falleció plácidamente en un hospital de Michigan escuchando la música que más le agradaba, la de Sebastián Bach. Tal vez alcanzó a pensar en aplicarse la eutanasia, llegado el caso, método pregonado por él para evitar los dolores extremos y tener una muerte digna.

Se fue del mundo en forma tranquila, tras una vida agitada que muchas veces lo hizo enfrentar con los tribunales y a la postre lo llevó a la cárcel durante ocho años. Había sido acusado por la muerte de Thomas Youk, enfermo terminal a quien ayudó a morir con la aplicación de una inyección letal. La escena de esta muerte fue transmitida en el programa 60 Minutos de la CBS, lo que dio motivo para que los jueces determinaran que se había tratado  de un asesinato.

Su nombre ha producido aguda controversia en el mundo. Unos lo consideran hombre cruel y otros lo califican como compasivo y piadoso. Los primeros lo responsabilizan del asesinato de más de 130 personas, y los segundos consideran que la eutanasia asistida, y elegida por el propio paciente, es el sistema más indicado –y humano– para eliminar el grave padecimiento de los enfermos desahuciados y disminuir el dolor de las personas allegadas.

Le teoría del doctor Kevorkian choca, y de hecho ha chocado en el mundo entero, contra muchas normas legales, religiosas y de ética médica. Esta teoría despierta grandes interrogantes, sobre todo después de su muerte. Fuera de los campos legal y religioso, circunscritos a las áreas geográficas y a la conciencia individual, tal vez lo más complejo es saber si existe el derecho de terminar con la propia vida, y si los médicos que asisten a este método  (autorizado por el propio enfermo terminal) quebrantan la ética profesional.

En Estados Unidos hay lugares donde el suicidio médico-asistido es legal: Oregón, Montana y Washington. Si el hecho por el que el doctor Kevorkian fue condenado hubiera sido cometido en uno de estos estados, no hubiera tenido problema. Pero sucedió en otro territorio. Esto pone de presente la complejidad del caso.

En conferencia que pronunció el ‘Doctor Muerte’ en la Universidad de Florida, en enero de 2008, manifestó ante cerca de 5.000 personas que su objetivo no era matar a los pacientes sino evitarles el sufrimiento. Otra vez dijo que si tenemos compasión con un animal que está sufriendo, y lo ayudamos a bien morir, por qué no hemos de tenerla con los seres humanos. Y proclamaba su lema: “Morir no es un crimen”.

La Iglesia Católica no acepta esta práctica, al igual que el aborto. En cambio, Dalai Lama hace esta precisión: “Si una persona va a morir y padece un sufrimiento grande o se encuentra en estado vegetativo y prolongar su existencia solo causará mayor sufrimiento y dificultades a otros, la ética budista le permite terminar con su vida”.

En Colombia, la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente, creada en 1979, propugna la conciencia de una muerte digna y busca evitar la prolongación inútil de la vida y el sufrimiento innecesario del paciente. Para el efecto, establece un procedimiento para que el enfermo terminal rechace la aplicación de drogas heroicas para prolongarle la vida por medios artificiales. Esto no es eutanasia. Pero es casi lo mismo.

El doctor Jack Kevorkian fue toda la vida estudioso de la muerte. Algunos le atribuyen una pasión enfermiza por la muerte. Otros lo juzgan salvador de este trance supremo. De todas maneras, era un excéntrico, que desde los primeros años de medicina ya practicaba experimentos exóticos en personas  moribundas. También se dice que algunas de las primeras eutanasias no se hicieron con pacientes terminales. Sea lo que fuere, su muerte deja un legado para que la humanidad continúe indagando en esta delicada materia, que es parte sustancial de la propia vida.

Alguien expresó que este personaje de la muerte, que tanta polémica levanta en el mundo entero, y la continuará levantando, es “un genio incomprendido”.

El Espectador, Bogotá, 15-VI-2011.
Eje 21, Manizales, 17-VI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 18-VI-2011.

* * *

Comentarios:

Todos los seres humanos tenemos derecho a morir dignamente y sin sufrimiento. Si nadie nos pidió permiso para venir al mundo, al menos que tengamos el derecho en nuestra etapa final de morir sin sufrimiento y sin pedirle permiso a nadie sino a nosotros mismos. Por lo menos yo ya le avisé a mi esposa que si llego a una situación final de desahucio, de inmediato regreso a Colombia a morir dignamente en mi tierra, si es que Dios me da la oportunidad de hacerlo. Luis Quijano, Houston (Estados Unidos).

Queremos felicitarlo muy expresivamente por su columna El polémico ‘Doctor Muerte donde desde una perspectiva muy seria comenta sobre la eutanasia y la vida de Jack Kevorkian. Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente. Juan Mendoza-Vega, presidente. Carmenza Rocha, directora.

No creo que sea el hombre el encargado de quitarle la vida a otro ser humano en ninguna de sus modalidades, tales como asesinatos, accidentes que pueden ser evitados, veredictos judiciales, incluso por caridad con el paciente moribundo y sus seres queridos, pero tampoco me parece que el hombre deba alargar la vida de un paciente al cual no se va a poder reintegrar a la vida más que como un pedazo de carne estático y manejado por máquinas, por la decisión de tener al ser querido en este mundo sin saber qué más pudiera estar sufriendo, en vez de dejarlo descansar y terminar con su ciclo vital. Juan Manuel Guerrero Peñuela, Miami.

Un tema bien espinoso el de su artículo. El caso es que cada día somos más los que optamos por ayudar a nuestros seres queridos a terminar de una vez con un padecimiento que definitivamente no tiene cura; después de que el médico dictamina que lo que sigue es dolor, agonía y sufrimiento, sólo queda acatar la voluntad del paciente y ayudarle a morir con dignidad. Por experiencia propia le digo que tal proceder deja una gran satisfacción y tranquilidad de conciencia. Pablo Mejía Arango, Manizales.

El tema de la muerte es bien interesante y tiene muchos aspectos como el religioso y el legal o jurídico; hay sentimientos encontrados hacia una persona que está sufriendo día a día sin posibilidad de recuperación. Independiente de cualquier religión que se profese, estoy totalmente de acuerdo con la eutanasia o el derecho a una muerte digna. Pero supongo que cada caso es muy particular. Ligia González de Páez, Bogotá.

Gracias, apreciado Gustavo, por esta ilustrativa nota. Estos días escuché en la radio una entrevista con «el doctor Quintana», un médico que viene practicando la eutanasia («suicidio asistido») desde hace más de veinte años, en total a 85 personas. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

El tema de la eutanasia es uno de esos temas que me apasionan por lo complejo, porque, por un lado, me parece que uno tiene todo el derecho a terminar con su vida cuando ésta se vuelve insoportable y dependiente de medicamentos, sondas, hospitales y tratamientos inútiles. Pero por el otro lado, mis creencias católicas, muy acendradas, me hacen pensar que un católico no puede ejercer ese derecho. Diana López de Zumaya, Ciudad de Méjico.

 

El infierno del violador

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En las altas esferas de París se sabía que Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional, era un desenfrenado seductor de mujeres. Un enfermo sexual. Cuando el presidente Sarkozy conoció la noticia de su arresto en Nueva York con la acusación de haber abusado de la camarera del hotel donde se hospedaba, exclamó: “Yo se lo advertí”.

Antiguos exalumnos cuentan que Strauss-Kahn poseía un verdadero poder de seducción ante el grupo de sus compañeras de estudios. Con motivo del escándalo actual, han salido a colación sus enredos con la periodista y escritora francesa Tristane Banon, de 31 años, que manifiesta que intentó violarla en el 2002. Tan bien lo conoce, que lo califica como “un chimpancé en celo”. En el 2008, Strauss-Kahn tuvo un escándalo similar con la economista Piroska Nagy, empleada del FMI en África.

Siempre que él llegaba a Nueva York llamaba a la empresaria del sexo Kristin Davis, conocida como la ‘madame’ de Manhattan, para contratar los servicios de prostitutas de lujo, a quienes “solía pagar 2.400 dólares por una sesión de dos horas”. Una de esas chicas revela hoy que se trataba de un hombre rudo y agresivo, que parecía siempre enfadado. En París, la inclinación del alto ejecutivo por las mujeres era un secreto a voces. Un donjuán insaciable, que venía trastornado por esa aberración desde su juventud. Falta saber si alguien de su círculo social o familiar, incluido el presidente Sarkozy, le aconsejó alguna vez que se sometiera a un tratamiento siquiátrico.

El hecho de estar casado por tercera vez, a sus 62 años de edad, pone de manifiesto inestabilidad emocional. Su esposa actual, la periodista francesa Anne Sinclair, ha mantenido una actitud prudente, y puede pensarse que ella es la mayor lesionada en estos episodios borrascosos. Por lo pronto, la detención de su marido en Nueva York le trae gran incomodidad. Casi vergüenza pública.

Situado en los altos niveles del poder y de la situación económica, el brillante director del FMI se solazaba con los placeres que le dispensaba su buena estrella. Entregado a la buena vida, no reparaba en medios para satisfacer sus extravagancias sexuales. Todo pretendía comprarlo con el dinero y la fama. Incurría en los mayores exabruptos y cada vez cometía mayores torpezas. Como nada le sucedía en esta serie de atropellos, seguía adelante.

Hasta que se tropezó con la severa ley norteamericana que puede decretarle prisión superior a veinte años si se comprueban los varios delitos que se le imputan en el caso de la camarera: intento de violación, sexo criminal y abuso sexual, tocamiento a la fuerza y retención ilegal. Su implacable apetito sexual, que algún siquiatra ha debido moderarle si él hubiera buscado la cura, se convirtió en su talón de Aquiles. Sharon O’Hara, experta en patología sexual, dice que esta debilidad aumenta con el poder y se vuelve característica sicópata. La mente así alterada piensa para sus adentros: “se hace lo que quiero, cuando quiero, porque soy muy poderoso”.

Strauss-Khan, dos veces ministro y que llevaba las de ganar como posible sucesor de Sarkozy, era uno de los hombres más influyentes del mundo. Su desempeño en el FMI no podía ser más brillante. Su imperio se derrumbó en un instante y ahora parece una fiera enjaulada. Se siente desgraciado. El hombre adicto al sexo arruinó su vida al protagonizar la escena escabrosa con la camarera Nafisatu Dialo (hasta ayer un ser anónimo) en el hotel Sofitel de Manhattan.

Este capítulo bochornoso lanza un mensaje moralizador al mundo entero. En Colombia, cada hora son agredidas nueve mujeres en materia sexual. Según encuesta realizada por el Sensor Yanbal 2011, el 76 por ciento de las mujeres que trabajan son víctimas de acoso sexual. Luis Alfredo Garavito, el llamado ‘monstruo de los Andes’, abusó de 168 menores de edad y luego los asesinó. Condenado a 40 años de cárcel, hay peligro de que salga libre en pocos años. En cambio, en Estados Unidos un violador en serie es castigado con 200 o más años de prisión.

Está sobre el tapete la propuesta de la senadora Gilma Jiménez para que los violadores  sean condenados a cadena perpetua.

El Espectador, Bogotá, 25-V-2011.
Eje 21, Manizales, 27-V-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 28-V-2011.

El mar infinito

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Avanzaba yo en la lectura de El mar infinito, el último libro de Jorge Marel, cuando sucede la devastadora tragedia de Japón que mantiene en conmoción al mundo entero.

Dos imágenes sobre el mar se cruzan en un solo momento de estupor y asombro: primero, ese mar poético al que el infatigable y brillante escritor de Sincelejo le ha dedicado numerosos libros, obra que recopila en un hermoso volumen de 424 páginas que abarca lo mejor de su creación entre los años 1976 y 2010; y luego, ese otro mar, tenebroso y fatal, que desencadena todo su poder para destruir una de las naciones más poderosas del mundo, y de paso le advierte a la humanidad que debe detenerse en su empeño diabólico de atentar contra la naturaleza y seguir jugando con las armas nucleares.

Jorge Marel es autor de 17 libros que exaltan la vida del hombre frente a la inmensidad y la belleza del mar, en el que se reflejan todos los sentimientos, emociones y angustias que mueven la existencia humana. Frente a su mar cotidiano que le inspira todas las palabras, Jorge Marel no cesa en su delirio marino y en la transmisión de su alma lírica.

Con la enumeración de algunos de los 17 títulos que conforman su patrimonio literario, hay motivo para definir su universo artístico: Palabras en el tiempo, Nocturnos del mar, Palabras cruzadas, El mar y las palabras, Metafísica del mar, Nuevo credo del hombre, Exilios y soledades, Oleajes, Espuma de mar, El mar infinito. Este mar de Jorge Marel, pleno de poesía y filosofía, es un estado del alma, un paisaje interior que lo embelesa y lo tonifica para seguir viviendo y seguir soñando.

Es tanta su compenetración con el territorio de las olas, de los alborozos y los naufragios, que incluso su apellido lo convirtió en un eco del mar. Jorge Marel es el poeta colombiano, y acaso universal, que más le ha cantado al mar. Ahora, frente al mar borrascoso que azota a Japón y estremece al mundo, la dedicatoria de su último libro parece el vaticinio de lo que habría de ocurrir. Palabra profética la suya, insondable como la propia profundidad marina de donde irrumpió el tsunami. Dice la dedicatoria: “A toda la gente solitaria del mundo, entrego este libro, con mi alma, en esta noche inmensa y oscura del mar”.

Una semana después de la noticia de Japón, los reflejos de la catástrofe titilan ante la faz de todas las naciones y la conciencia de los gobernantes como algo que no se comprende. Como una fuerza demoledora que no se detiene. Como una advertencia perentoria para que los gobiernos armamentistas frenen sus empeños destructores.

Una fuga nuclear salida de los reactores se ha ido a la atmósfera y amenaza la vida de miles de japoneses. Como ironía, siendo este país el que sufrió los mayores desastres producidos en la Segunda Guerra Mundial con los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, ha montado sus propias plantas nucleares. Japón resulta víctima de su propio invento. Esto mismo puede ocurrir con los otros países armamentistas que no cesan en su carrera  demencial por poseer mayor arsenal atómico para dominar a sus competidores.

El panorama de Japón no puede ser más tétrico: dos minutos de furia de la naturaleza provocaron la mayor destrucción desde la bomba atómica; barcos, aviones, edificios, viviendas, autopistas… fueron arrasados por el maremoto y la fuerza del primer terremoto y las más de 150 réplicas; cuatro millones de casas quedaron sin energía eléctrica en seis provincias; la cifra de los muertos, imposible de determinar, puede pasar de 10.000; más de 550.000 personas han sido evacuadas; Sendai, el epicentro de la catástrofe, está paralizada; las pérdidas económicas se calculan en 15 billones de yenes (unos US $ 182.000 millones); en una playa flotan 2.000 cuerpos…

Mientras tanto, Jorge Marel dice en su poema El mar infinito: El exilio / y la errancia del hombre / su soledad / y su muerte / su vida / y su trágica angustia / El mar / el mar borrascoso / bajo la noche/ El mar infinito…

El Espectador, Bogotá, 17-III-2011.
Eje 21, Manizales, 17-III-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 19-III-2011.

* * *

Comentarios:

Mi conclusión luego de leer tu artículo es muy simple y sencilla: el hombre solo piensa en el dinero y las cosas materiales. De vez en cuando la naturaleza le recuerda que ella también es parte de nuestra existencia y hay que quererla y cuidarla, y sobre todo pensar en ella como lo hace Jorge Marel. Luis  Quijano, Houston (Estados Unidos).

Tu columna nos pone a meditar y a orar con el escritor del mar y con tu pluma. Ramiro Lagos, Greensbore (Estados Unidos).

Acabo de leer el precioso texto que le dedicas a la poesía de Jorge Marel, y te lo agradezco doblemente, como lector, y por haberme descubierto esa poesía, de la que no tenía ni idea. Ricardo Bada, Colonia (Alemania).

En nuestro país muchos poetas le han cantado al mar, no solo Marel, sino Castañeda Aragón, Luis Carlos López, Dennis y otros. Este poema, Reloj del Tiempo, de Gustavo Cogollo, puede ser una muestra de ello:

«En la cuidadosa caligrafía de las mareas, en la exactitud apocalíptica de la vida, la brisa eriza la hierba y el polen vuela sobre la primavera y la arenilla se detiene en el lenguaje de la llanura. El mar, con sueños de paisajes se nutre de los vientos. Onírica marcha de la levedad y las olas posan en la arena de la playa. El reloj del tiempo equilibra sus velocidades articuladas en el vacío…» virruaco (carta a El Espectador).