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Noticias culturales

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

En la pasada Feria Internacional del Libro hablábamos un grupo de amigos sobre el prolongado receso que registraba Noticias Culturales, órgano oficial del Instituto Caro y Cuervo, cuya publicación estaba interrumpida desde diez años atrás. Fue como si el diligente director de la entidad, profesor Ignacio Chaves Cuevas, hubiera escuchado nuestra conversación, pues mes y medio después vuelve a circular la revista, con un cubrimiento que abarca hasta diciembre de 1998. A partir de 1999 las entregas serán trimestrales, hasta ponerse al día en los próximos meses.

El órgano, fundado en 1962, cumple cuarenta años de existencia. Al principio, su edición era quincenal y constaba de una sola página. Años después, ya con el carácter de revista, se volvió mensual, hasta diciembre de 1975, fecha en que se suspendió debido al crecimiento editorial de la empresa. Se reanudó en junio de 1982, por bimestres, hasta 1992, año en que había vuelto a quedar detenida. Como se ve, no decae el interés del Instituto por mantener este bien orientado difusor de la actividad cultural, luchando contra las limitaciones presupuestales que en los últimos años afectan en forma severa la marcha de la institución.

En estas hojas se registran los principales hechos que ocurren en el Instituto y que representan para el país el florecimiento de formidables realizaciones en el campo de la investigación lingüística y la cultura nacional. Si bien circula hoy la revista con un atraso de diez años, en ella se consignan, para futura memoria, sucesos que tuvieron lugar durante el período que se actualiza, gracias al empeño del egregio director y de su consagrado equipo de colaboradores.

El acopio de material escrito y fotográfico, junto con la maestría editorial, permiten refrescar la historia como si acabara de suceder, y en esto estriba la importancia de la publicación. Un periódico muere en un día, mientras una revista resiste el paso de los años.

En el período que cubren las nuevas entregas se recogen noticias memorables, como la terminación del Diccionario de construcción y régimen de la lengua española, de Rufino José Cuervo, obra monumental que demandó 123 años de investigación y que está considerada el mayor aporte a la lengua española. En junio de 1994 se hizo la presentación de este trabajo ante la Unesco, en París, en la conmemoración de los 150 años del natalicio de don Rufino y en la tierra donde reposan sus restos. En julio de 1995 se realizó un acto similar ante los reyes de España, en presencia del director de la Real Academia Española y de otras distinguidas autoridades del idioma.

El 28 de octubre de 1992 falleció en Alcalá de Henares, cuna de Cervantes, el padre Manuel Briceño Jáuregui, que ocupaba la presidencia de la Academia Colombiana de la Lengua y había viajado a España a los actos de celebración de los 500 años de la llegada a América del idioma castellano y de la edición de la Gramática de Lebrija. Otra figura del idioma fallecida en este lapso fue don Ramón de Zubiría, el 3 de julio de 1995. A ambas personalidades rinde la revista los condignos honores.

También se registra la exaltación del poeta y político venezolano Andrés Eloy Blanco, en homenaje que le rindieron la Academia Colombiana de la Lengua y el Instituto Caro y Cuervo, al recordar el centenario de su nacimiento. Ignacio Chávez Cuevas presentó en el acto una elocuente semblanza del personaje, sobre quien dijo que “nadie interpretó tan cumplidamente a la Patria y a su gente».

Andrés Eloy murió en Méjico el 20 de mayo de 1955, ocasión en que la poetisa Laura Victoria, allí residente, escribió en el periódico Novedades una bella página lírica sobre su amigo entrañable, pieza que rescato en mi biografía recién terminada sobre la poetisa.

Otros acontecimientos tienen que ver con los 50 años del Caro y Cuervo, el bicentenario de la Imprenta Patriótica, los 450 años del natalicio de Cervantes, los 100 años de la generación española del 98… En el campo bibliográfico está la amplia gama de publicaciones, entre las que quiero destacar los libros Tomás Carrasquilla, autobiográfico y polémico, de Vicente Pérez Silva, donde se ofrecen interesantes facetas sobre el escritor antioqueño, y Momentos de la literatura colombiana, texto de Otto Morales Benítez que presenta profundos ensayos sobre hechos relevantes de la cultura nacional.

El Espectador, Bogotá, 27-VI-2002

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Revista Manizales: 700 ediciones

viernes, 20 de enero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Corría el mes de octubre de 1940 cuando apareció, fundada por la poetisa Blanca Isaza, la revista Manizales. Cerca de 60 años han corrido desde entonces, y hoy la revista llega a las 700 ediciones. En todo este tiempo sólo ha tenido una ligera interrupción en el gobierno del general Rojas Pinilla, cuando se ordenó a la Imprenta de Caldas, donde se editaba, que suspendiera su publicación.

Pocas revistas en Colombia tienen este récord de perseverancia. Quizás es la que registra el mayor tiempo de labor continua. No es fácil sostener un órgano cultural a lo largo de tantos años sin el menor desfallecimiento de su fundadora y sus continuadores, quienes, por el contrario, pusieron todo su empeño, capacidad de lucha y espíritu de abnegación para hacer posible semejante empresa.

Doña Blanca, nacida en Abejorral a finales del siglo XIX, había llegado a Manizales de tres años de edad. En esta ciudad viviría el resto de su existencia. En 1916 contrajo matrimonio con el también poeta antioqueño Juan Bautista Jaramillo Meza, nacido en Jericó, y quien, al casarse, decidió seguir viviendo en Manizales.

Lo que sigue es de todos conocido: el matrimonio alcanzó alta figuración en Manizales y en el país; cada cual escribió una obra de vasto alcance; fueron coronados poetas en 1951, y le dejaron a su ciudad adoptiva, como la mejor demostración de cariño filial, su tribuna espiritual, que puede considerarse un patrimonio de Manizales.

A la muerte de doña Blanca, en 1967, pasó a dirigirla don Juan Bautista, hasta su fallecimiento en 1978. Aquí hubiera terminado la vida de la publicación, como era lo más previsible, pero un hecho sorpresivo permitió que ésta no tuviera el menor receso. Fue así como se puso al mando de este barco de papel la hija dilecta del matrimonio, muy compenetrada con las ideas de sus padres y que poseía –en secreto– talento de escritora.

Aída Jaramillo Isaza, la portentosa revelación, lleva desde entonces 21 años dirigiendo la revista Manizales, lo cual quiere decir que ha sido la autora de más de 250 ediciones. Éste, por sí solo, es otro milagro de supervivencia.

La revista, dirigida por Aída con inteligencia y tino, ha seguido batallando contra los conocidos escollos que son comunes a todas las publicaciones periódicas. El obstáculo mayor es el económico, de tan difícil manejo. En cualquier época, la publicidad que patrocinan las empresas en los medios de comunicación se condiciona a los índices de circulación entre el grueso público, factor que no favorece a una gaceta cultural que está dirigida hacia un grupo reducido y selecto, ajeno a los afanes masivos de mercadeo, y que por lo tanto no lanza grandes tirajes.

Hoy, agobiado el país por aguda crisis económica, uno de los renglones empresariales que más se han visto afectados es el de la publicidad. Sin embargo, son muchas las empresas que mantienen en sus presupuestos renglones permanentes para estimular la cultura, conscientes de que en esa forma se contribuye al bienestar nacional.

En cuanto tiene que ver con la revista Manizales, a mí, como viejo lector de sus páginas y admirador de su calidad y del sacrificio que ha significado su subsistencia, me alegra ver la fidelidad con que varias entidades caldenses apoyan el esfuerzo colosal, ignorado por la mayoría de la gente, con que Aída hace circular cada nueva edición.

Esta abejita laboriosa del matrimonio Jaramillo Isaza no se detiene ante los obstáculos y, levantando recursos como por obra de magia, no ha permitido que la tribuna espiritual de sus padres haya interrumpido una sola entrega desde el año de 1978. Las más de 250 ediciones por ella ejecutadas no son, por cierto, el resultado de un simple milagro, sino la palmaria demostración de lo que valen la constancia, la convicción y la intrepidez de esta mujer batalladora.

Sola, con las manos vacías, pero con la mente abierta y el alma generosa, Aída le ha regalado a Manizales, y a la Colombia culta, la obra admirable de mantener una revista de alto contenido literario, la que de otro modo hubiera muerto por falta de combustible espiritual.

Si la ciudad de Manizales dejara extinguir esta atalaya, sería lo mismo que arriar una bandera, olvidándose del pasado glorioso. Puedo suponer que los manizaleños –y sobre todo las empresas representativas– incrementarán su colaboración para permitir que la veterana revista perdure por muchos años más.

La llegada al número 700 representa una proeza. Con una heroína: Aída Jaramillo Isaza. Espíritu vigilante de preservar la memoria de sus ilustres progenitores, y de paso enaltecer el nombre de Manizales como cuna de nobles tradiciones.

Revista Manizales, N° 700, septiembre de 1999.

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Revista Consigna

viernes, 16 de diciembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Consigna, fundada en 1976, toma nuevo brío al regreso de su director, Jorge Mario Eastman, de la embajada de Chile. La revista, que fue en sus comienzos un medio de comunicación de tinte partidis­ta, ha estado dirigida en sus diversas eta­pas por las siguientes figuras de la vida nacional: Jorge Mario Eastman, Carlos Lemos Simmons, César Gaviria Trujillo, Hernando Reyes Duarte, Darío Ortiz Vidales y Jaime Mejía Duque.

Hoy, sin abandonar sus ideologías políticas, la revista ha adquirido mayor carácter cultural y académico. El núme­ro que circula, correspondiente al último trimestre del año, contiene novedosos temas sobre diversos asuntos sociales, económicos y culturales que revisten es­pecial interés.

Jacques Attali, autor del best seller Milenio y uno de los escritores más sobresalientes de Francia, analiza en brillan­te ensayo la evolución que tendrá el mun­do en el próximo siglo. Cuando la supre­macía de Estados Unidos tiende a debili­tarse, surge la pregunta que presenta Attali: es saber dónde estará mañana el «cora­zón» del mundo. Se ve llegar el momento de grandes hallazgos que opacarán el pre­dominio norteamericano, con liderazgos marcados desde ahora en algunas po­tencias (las potencias del futuro) como Japón.

Este número de Consigna recoge una página del expresidente César Gaviria Trujillo sobre la apertura econó­mica –la bandera estratégica de su gobier­no–, política que en reciente ocasión fue controvertida por el expresidente López Michelsen. Documentos ambos que, por la vastedad de ls tesis y la respetabili­dad de los autores, merecen alta consi­deración.

El ingreso de Fernando Hinestrosa Forero, rector de la Universidad Externado de Colombia, como miembro correspon­diente de la Academia de la Lengua, lo impulsó a escribir un ensayo genial en torno al mal manejo de la lengua españo­la en nuestro país. Una parte del discur­so se refiere, con énfasis y con gracia, a los desaciertos idiomáticos de los propios abogados, gremio del que es figura des­tacada el exponente.

La semblanza que hace el expresidente López Michelsen sobre Misael Pastrana Borrero, uno de los ilustres fallecidos del año, reconoce la significación histórica de uno de los colombianos más batalladores y pensantes del presente si­glo.

Otto Morales Benítez, Darío Ortiz Vidales y Jorge Mario Eastman evocan la personalidad del maestro Echandía en el centenario de su nacimiento. Rubén Sán­chez David enfoca el tema de la gobernabilidad y la participación social. En fin, todo el material de Consigna, en su edi­ción navideña, invita al análisis y la re­flexión.

La Crónica del Quindío, Armenia, 15-I-1998.

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Aleph N° 100

viernes, 16 de diciembre de 2011 Comments off

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

He escrito varias veces sobre Aleph. Comencé a hacerlo desde los días ya lejanos de mi ancha estadía en el Quindío. Luego me vine a Bogotá y la revista me siguió los pasos. Cualquier día me encontré en la capital con Carlos Enrique Ruiz. Lo re­cuerdo muy bien: fue en una feria inter­nacional del libro, siendo él director de la Biblioteca Nacional. Allí se le rendía un homenaje por su fecunda labor cultu­ral.

Por algún tiempo, la revista dejó de llegarme. Cuando reparé en el vacío, me consideré borrado del reparto. Le hice un sutil comentario a su leja­no director (lejano, por haberse vuelto otra vez a su Manizales de siempre) y él me respondió que mi nombre continuaba figurando en la lista de los elegidos.

Recibo hoy un sobre de correo y me encuentro con una sorpresa luminosa: la edición número 100. La pregunta me brota al instante: ¿Cuándo y cómo llegaron a esa cumbre? El 100 es una cifra cabalística, como lo es Aleph. Cuando alguien o algo se vuelve centenario, puede cantar victoria. De aquí en adelante tendremos un Aleph adulto, probado en mil batallas, aunque sin licencia para jubilarse. Seguirá adelante, sin tregua ni reposo, como lo que ha sido siempre, aunque ahora con el sabor de la edad dorada. Lo leeremos mejor sabién­dolo veterano.

Esta veteranía del espíritu que con­quista Carlos Enrique Ruiz –con su álter ego – resulta en verdad envidiable. Cuando en 1966 fundó Aleph, no se imaginó que iba a llegar tan lejos.

Aquella débil gaceta inicial, bautizada con un nombre extraño, significaba para muchos una fugaz aventura. Tímida aventura de provin­cia que, como tantas, no resistiría el furor de las tempestades. Pero lo resistió.

Abro el número victorioso y me sorprendo con su volumen y su contenido: son 314 páginas –respetable peso editorial– y un festín de grandes artistas: Germán Arciniegas, Danilo Cruz Vélez, Rafael Gutiérrez Girardot, Dora Castellanos, Carlos Martín, Fernando Charry Lara, Maruja Vieira, Eduardo García Aguilar, Fernan­do Savater, Rubén Sierra Mejía, Guiomar Cues­ta…

Y muchos más, nacionales y extranjeros. Toda una celebración de los hombres de letras, acom­pañados de las musas de la poesía, alrededor de un hecho insólito: los 30 años de la revista, con 100 velas a su alrededor. Un milagro de supervi­vencia. El ámbito de la provincia sirve de escena­rio al magno suceso, con Manizales al fondo. Eso ha sido Aleph: un eco de la provincia colombiana. Este número 100 trae en su portada la estampa imperecedera de don Quijote, con su inmortal rocín al lado y la lanza ganadora de mil batallas. Don Quijote nunca muere, y esto lo sabe muy bien Carlos Enrique.

Ha sido Aleph promotora infatigable de los va­lores regionales. Su director es el gran difusor de la comarca generadora de la cultura nacio­nal. Sabe él que lo terrígeno, lo vernáculo, es la mejor expresión de la patria. La nación no existe sin la provincia. Manizales puede jactarse de esta publicación que ha recogido y difundido, a lo lar­go de 30 años, esa filosofía.

El Espectador, Bogotá, 17-V-1997.

 

 

 

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Repertorio Boyacense

viernes, 16 de diciembre de 2011 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Con el número 332, que acaba de en­trar en circulación, la revista Repertorio Boyacense, órgano oficial de la Academia Boyacense de Historia, llega a sus 84 años de vida. Fue fundada en 1912 por el canónigo Cayo Leonidas Peñuela, hijo esclarecido de Soatá y una de las personalidades más sobresalientes del departamento. Hoy la dirige el profesor universitario Pedro Gus­tavo Huertas Ramírez, vicepresidente de la entidad, quien en esta ocasión presenta un selecto material a lo largo de las 360 páginas que componen la edición.

En ella se rinde, en la pluma de varios escritores, tributo al municipio de Soatá en sus 450 años de vida EL canónigo Peñuela, que fue presidente de la Academia Boyacense y fundador del Repertorio, como antes se dijo, recibe justa distinción, en la carátula de la revista, con motivo de la efe­mérides de su patria chica, de la que era párroco cuando le sobrevino la muerte en 1946.

Hechos memorables para la vida cultu­ral de Boyacá y del país se registran en este número del Repertorio Boyacense. Tres ilustres coterráneos fallecidos en los últimos meses, los historiadores Gabriel Camargo Pérez (expresidente de la academia) y Ernesto Reyes Sarmiento (sa­cerdote escritor), y el fundador de Radio Sutatenza –obra de reconocida labor so­cial–, monseñor José Joaquín Salcedo, de­jan en estas páginas sus rastros humanos bajo la evocación de connotados escritores.

Pedro Gustavo Huertas Ramírez, aparte de comentar los 90 años de la Academia Boyacense celebrados en abril del 1995, ofre­ce un documentado estudio sobre los indios teguas, la desaparecida comunidad aborigen que hace varios siglos moró en Campohermoso, tierra nativa del historiador, y que él, tras lar­gos años de investigación, rescata en el libro titulado Guerreros, beldades y curanderos. El enigma de los indios teguas (1995).

Una indígena teguana de extraordinaria be­lleza, conocida como la Cardeñosa –tan céle­bre y querida para los boyacenses como la india Catalina para los cartageneros– emerge del estudio de Pedro Gustavo Huertas como una deidad del pasado. Para fray Pedro Si­món, esta excepcional exponente de la mujer teguana era «una india tan hermosa, modesta y grave, que podía competir con la española más adornada de estas prendas». El obispo y escritor Lucas Fernández de Piedrahíta la pre­senta como «una india que en cualquier parte del mundo pudiera señalarse en hermosura». Hoy, el historiador Javier Ocampo López pro­pone que sea ella un símbolo del pueblo boyacense.

Mercedes Medina de Pacheco, con su fan­tástica imaginación para recrear el mundo infantil, presenta en la revista su último libro: El duende de la petaca.

El exmagistrado y poeta Homero Villamil Peralta (que entregará en los próximos días su libro Mi canta por Boyacá) hace una acla­ración sobre el autor de la letra de la Guabina chiquinquireña.

En fin, la revista es un sustancioso diálogo boyacense que ofrece, con variados enfoques, interesantes temas sobre la cultura y la histo­ria.

La Crónica del Quindío, Armenia, 17-IX-1996

 

 

 

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