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El escritor quindiano

viernes, 17 de junio de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Es una invitación muy comprometedora la que hace Ovidio Rincón al es­critor del Quindío para que frecuente las páginas de La Patria, si de cierto tiempo para acá ha brillado por su ausencia. Al extrañar ese hecho, co­mentaba yo a Ovidio:

«La Patria ha sabido conservar, antes y después de la desmembración territorial, cierto sabor comarcano, que lo mismo se siente en Risaralda, en el Quindío y en Caldas. Por eso puede hablarse, sin exclusivismos, del perió­dico regional que refresca por igual a las tres parcelas. De un momento a otro desaparecieron de la página cen­tral, sin saber por qué, los nombres de habituales escritores quindianos, tal vez con la única excepción de Humber­to Jaramillo Ángel, el veterano hués­ped de esa casa».

Ovidio, en su galante respuesta, se duele que hayan sido los escritores quindianos los que han abandonado in­justamente el periódico. El Quindío es tierra pródiga no solo para darle divisas al país con sus cafetales floridos, sino que es además almácigo de poetas, cuentistas, novelistas, intelectuales. .

Es preciso que la clase pensante del Quindío rompa su silencio. Que plu­mas tan amenas corno la de Euclides Jaramillo Arango, con su inagotable maestría, nos alimenten el espíritu. Que otros amigos regresen al esce­nario. De la gama de escritores en rece­so saldrán temas diversos, que los re­querimos. Que se agiten ideas. «Si las palabras están enfermas, a nosotros nos incumbe curarlas», clamaba Sartre.

Y bien hace el directivo de La Patria al recordar que en esta era de la brevedad y de cambio de moldes en la prensa, el comentario debe ser com­primido como las píldoras que dan ca­lorías, y catalizador, además, de los afanes colectivos. En esta competencia de la velocidad, donde el mundo casi que se entiende por señas, se ha im­puesto la concisión, aunque la profun­didad del pensamiento no podrá nunca desaparecer, por más que nos atropelle la frivolidad.

Para el reposo de la biblioteca que­dan el ensayo depurado y la contem­plación retórica. El nervio del periódi­co lo hace hoy la nota dinámica. La gente ya no lee, porque carece de tiem­po y hasta de vocación, dentro de este enredado afán de vivir rápido, las ex­tensas y respetables expresiones de otros tiempos, que eran el bocado de cada día. Hoy se quiere captar el mun­do con una mirada y hasta se pretende que la noticia se transmita con imáge­nes, en difícil empeño por asimilar cultura con técnicas supersónicas.

Todo un manual de periodismo mo­derno nos describe Ovidio en dos pun­tadas desde su Rincón de La Patria, sin dejar de lamentarse de este cambio de mentalidad, pero admitien­do que es imposible evitarlo. Buena ocasión, e inaplazable compromiso para corresponder a su llamado, para los escritores quindianos que se han silenciado, y que los esta­mos extrañando.

La Patria, Manizales, 8-III-1975.

 

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