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Bené: 40 años en Colombia

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

El nombre de Bené, el famoso fotógrafo austríaco radica­do en nuestro país en 1953, se volvió familiar para los bogota­nos. Estos 40 años representan una trayectoria digna de encomio, no sólo por su contribu­ción artística sino por su solidari­dad con la ciudad que le ha brinda­do hospitalidad y se siente orgullosa al contarlo como uno de sus hijos dilectos. De no ser por mi encuentro ocasional con el personaje, tal vez este aniversario hubiera pasado inadvertido.

Alcanzo a acordarme del estable­cimiento situado en la calle 25 con carrera 10, en inmediaciones del teatro Olympia. Eran los comienzos del artista en pleno corazón de Bogotá, cuando la reposada ciudad de entonces no dejaba presentir el gigantismo turbulento de hoy en día. En aquel sitio se acreditó, por espacio de 15 años, la Foto Bené. Este rótulo se convirtió en marca de categoría por la alta calidad del producto, y además hizo carrera entre el público la cordialidad con que el dueño de casa se dispensaba a su clientela.

Los hogares bogotanos comenza­ron a buscar a Bené como un mago de la fotografía. El general Rojas Pínula, que acababa de asumir el mando de la nación, fue de los primeros en utilizar los servicios del fotógrafo de moda. Aquellas fotos de la familia presidencial se hicieron famosas en el país y hoy pertenecen, en los álbumes íntimos que el tiempo no ha logrado desvanecer, a los más hondos recuerdos. En igual forma, la lente mágica llegaría al hogar del doctor Lleras Restrepo y a otras personalidades de la época y de los tiempos sucesivos.

Gerardo Bené estudió fotografía en Viena, donde se graduó en 1937. De allí, a raíz de la guerra, salió en 1939 y por espacio de 14 años se estableció en Chile. A comienzos del 53 hizo escala en Colombia, dentro del viaje que realizaba a Miami, invitado por un amigo alemán que poseía una finca en Santandercito. Se enamoró de Colombia y aquí se quedó. En unión de su esposa, de nacionalidad checoslovaca, ha teni­do la alegría de cuatro hijos y seis nietos colombianos. Esta circuns­tancia le concede carta de naciona­lidad colombiana. Dos de sus hijos residen hoy en los Estados Unidos, y los otros dos (Mónica y Federico) heredaron su vocación artística. Hoy son los grandes continuadores de su obra.

Cuando Bogotá se fue extendien­do hacia el norte, trasladó su estu­dio a la calle 100 con carrera 19, donde permaneció por espacio de 20 años. Luego, durante los últi­mos 5 años, sentó sus reales en el señorial barrio El Chicó (avenida 19 con calle 97). Esto revela un hecho significativo: que Bené viene avan­zando con el mismo crecimiento de la ciudad. Cuando mi esposa le llevó la estupenda foto que le había tomado tres décadas atrás, se sintió emocionado con su arte perdura­ble.

¿Cuál es el secreto de su estilo? Sin duda, la naturalidad con que capta a las personas. Con la compo­sición de las luces imprime la plasticidad y la profundidad que tanto se admiran en sus estudios. Fue el primer profesional que en 1969 comenzó a trabajar en color directo. Continúa dando la pauta en la magia del color. Su laboratorio no procesa en serie, como es lo usual en plena era industrial, sino foto por foto. A cada una de ellas le da el tratamiento de obra de arte (y van 30.000, por lo menos, desde que se radicó en Bogotá por feliz casualidad).

Su especialidad son los retratos de adultos y sobre todo de niños. Y su mayor gratificación, recibir al cabo de los años, como le sucede con frecuencia, a las personas adul­tas que ayer fueron niños y hoy llegan rodeados, para nuevos estu­dios, de sus hijos y nietos. Se diría que el tiempo no pasa en la lente de este maestro de la fotografía. Alegra y fortifica hablar con Bené. Su vida merece reconocimiento público –y que tomen nota de ello las autorida­des– como ejemplo de trabajo, crea­tividad y fe en Colombia.

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RECONOCIMIENTO A BENÉ.– Con mo­tivo de los 40 años de estadía de Gerardo Bené en Colombia, que fue­ron destacados por esta columna, manifiesta lo siguiente el señor presi­dente de la República: «Comparto las afirmaciones que usted escribió en su artículo titulado Bené: 40 años en Colombia, ya que he sido, como muchos colombianos, testigo de su lente profesional, de su particular sensibilidad como fotógrafo, lo que le ha permitido capturar en su estudio a tantas y tantas figuras de nuestra historia política reciente, como también a miles de familias que guardan como verdaderos tesoros las fotos que les tomara.

«No me cabe la menor duda de que el maestro Bené ha dejado una profunda huella en la historia fotográfica de nuestro país. Así lo han reconocido en múltiples oportunidades diversos maestros quienes han seguido su misma senda donde la elegancia, el enfoque preciso, el revelado nítido, forman parte de su manera particular de detener el tiempo, de hacer poesía con los rostros de la gente. Como usted bien sabe, Gerardo Bené ha sabido elevar la fotografía a una categoría que muy pocos alcanzan. Sus fotos no son fáciles instantáneas sino estimables obras de arte. César Gaviria Trujillo”

El Espectador, Bogotá, 21-VI y 28-VII-1993.

 

 

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