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Indolencia con los pensionados

viernes, 16 de diciembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La ley 100 de 1993 dejó algunos va­cíos que se prestan para injusticias. Tal el caso del artículo 143, que establece para los pensionados con anterioridad al  primero de enero de 1994 un «reajuste mensual equivalente a la eleva­ción en la cotización para salud». Y al mismo tiempo dispone que la cotización para salud (que hoy es del 12%) sea en su totalidad a cargo del pensionado.

Este sistema no ofrece dificultad cuando la pensión la paga directamente la empresa, es decir, antes de que opere la fi­gura de la compartibilidad y en tal virtud se decrete la pensión de vejez que entra a atender el Seguro Social al cumplirse la edad reglamentaria, pensión que puede llegar hasta el 90% de la cifra total. La em­presa, antes del reparto de la prestación en dos pagadurías (Seguro Social y em­presa), ajustaba la mesada en la forma or­denada por la ley, y al mismo tiempo de­ducía el 12%, lo que equivalía a que el verdadero porcentaje que pagaba el tra­bajador para salud fuera de 2,33%.

¿Qué ocurre, o puede ocurrir, cuando el Seguro Social se hace cargo del 90% de la pensión? Que sobre ella, que es casi to­da la mesada, le deduce al beneficiario la totalidad de la cotización para salud (el 12%). Desde luego, en este caso el patro­no debe seguir haciendo el incremento sobre toda la pensión (dividida ahora en dos pagadurías), y no sólo sobre la suma que le quedó de remanente, que es una mínima parte.

Cuando se procede en perjuicio del antiguo trabajador –y hay empresas que lo hacen por estrechez de criterio o por falta de equidad– se está burlando el espí­ritu de la ley. Sería utópico pensar que por efecto de la compartibilidad deba el pensionado (que cotizó toda una vida para salud) recibir, cuando más méritos ha acumulado, el considerable perjuicio que se derivaría de una errada interpre­tación de la ley.

¿Acaso sería justo que la mesada que antes contribuía con el 2,33% para dicho renglón se disminuyera con el 12% al asumirla el Seguro Social? Este es un por­centaje excedido, que no lo pagan los trabajadores en servicio activo (cuya cotización corresponde a la tercera parte de la tabla, o sea, el 4%).

El Ministerio de Trabajo, en con­cepto que tengo a la vista, señala que «los pensionados con anterioridad al primero de enero de 1994 no deben sufrir disminu­ción alguna en sus mesadas como conse­cuencia de la cotización en salud». Esto está claro. Es de elemental sentido co­mún. Sin embargo, no todas las empre­sas entienden, o practican, ese principio de justicia.

Es necesario que la propia ley busque mecanismos operantes para evi­tar las evasivas de las empresas. Así, ade­más, se protege a la llamada tercera edad –la cenicienta triste de todos los Gobier­nos–, cuya causa abandera ahora el Banco Central Hipotecario en cabeza de su líder, animada de una gran sensibilidad social, la doctora María José García.

El Espectador, Bogotá, 8-XI-1997.
Avancemos –Asociación de Pensionados del Banco Popular–, diciembre de 1997

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Comentarios:

A propósito del injusto des­cuento del 12% que se hace a los pensionados para atender el ramo de la salud, a que se re­fiere mi comentario reciente en El Espectador, me permito transcribir la siguiente comu­nicación recibida del senador Alfonso Angarita Baracaldo: «Con relación a su inquietud permítame comunicarle que una de mis preocupaciones es exactamente la de lograr que el 12% con el que hoy contri­buye el pensionado para salud no se siga descontando de las menguadas mesadas pensionales que reciben. Con el apo­yo de ustedes lograré que esto se constituya en una realidad». GPE (El Espectador, 14-XI-1997)

En Cartas de los Lectores, de El Espectador, el señor Gustavo Páez Escobar transcribe apar­tes del comunicado del sena­dor Angarita en el cual mani­fiesta que una de sus preocu­paciones es la de lograr que el 12% que se descuenta mensualmente a las mesadas de los pensionados con destino a la salud, no se siga cobrando: «Con el apoyo de ustedes –di­ce– lograré que esto se con­vierta en realidad». Lástima que tanta belleza no fuera ver­dad, como sucedió con el proyecto de ley de nivelación pensional prometido por él durante tantos años y nunca cumplido. ¿Cómo vamos a creer que ahora sí logrará la supresión de este gravamen oneroso con destino a la sa­lud, si ya no quedan ni trazas de credibilidad? Álvaro Duarte Gutiérrez, Bogotá (El Espectador, 1-XII-1997)

En comunicación dirigida al columnista don Gustavo Páez Escobar se indica:

Ante el gran drama de los pensionados de Colombia, bien definidos por usted co­mo «la cenicienta triste de to­dos los Gobiernos», un hálito de consuelo y esperanza reci­ben los eméritos, cuando pe­riodistas llenos de sensibili­dad social, como usted, com­parten y exteriorizan el recla­mo y la protesta por el trato inhumano y discriminatorio que en este país del Sagrado Corazón sufre el gremio más necesitado e inerme, sin tener en cuenta que es el que con mayores merecimientos re­quiere de protección y grati­tud por haber entregado los mejores años de su capacidad laboral al servicio de la patria y de la sociedad. Su acertado artículo Indolencia con los pensionados, escrito, como todo lo suyo, con ese agrada­ble estilo que sus perseveran­tes lectores disfrutamos, refle­ja las consecuencias de una de tantas normas y reglamenta­ciones absurdas, inclusive de caprichosa interpretación, siempre en favor de las entida­des patronales. Tan interesan­te escrito suyo merece la grati­tud de los pensionados que esperan que su aporte, como periodista destacado, conti­núe favoreciendo la obten­ción de propósitos y el reco­nocimiento de justicia hacia los pensionados.

Enrique Caycedo Tello, Carlos Felipe Franco Niño, Asociación de Pensionados del Banco Central Hipotecario, Bogotá (El Espectador, 10-XII-1997)

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