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De las armas a las urnas

sábado, 11 de febrero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

Diversos factores se unieron para el fracaso de la candidatura de Enrique Peñalosa a la Alcaldía de Bogotá, y no es del caso volver a señalarlos. Yo voté por Peñalosa, y perdí. No me arrepiento de mi voto. Sigo considerando que él era la mejor opción, dadas su preparación y probada experiencia en el manejo de la capital.

Esto no me impide reconocer el triunfo de Petro, a quien hay que desear la mejor suerte en su delicada misión, de la que dependerá, o bien sacar a Bogotá del hoyo en que ha caído, y abrir horizontes de esperanza y fórmulas de desarrollo, o bien terminar con lo bueno que nos queda.

Cumplidos los hechos, es preciso registrar el triunfo claro de Petro. Su llegada al segundo puesto más importante de la nación pone de relieve varios aspectos dignos de destacarse. Ante todo, la legitimidad con que el antiguo guerrillero se ha situado desde buen tiempo atrás. Así reafirma su adhesión a la vida democrática. En el presente caso, se retiró del Polo, su partido, en disputas internas que lo llevaron a fundar un movimiento propio, el que le hizo conquistar los más de 700.000 votos que le abrieron las puertas de Bogotá.

Fue el primero que denunció el carrusel de la contratación en la alcaldía de Samuel Moreno, a pesar de tratarse de su colega en el Polo. Acto valiente que marca un derrotero para su propio gobierno. Bogotá –y el país entero–, donde los negociados de la clase dirigente han llegado a extremos desastrosos, deben aprender de esta lección ejemplarizante.

Petro nace en un sencillo hogar de Ciénaga de Oro (Córdoba), el 19 de abril de 1960. Caso curioso: con el tiempo se matricula en el Movimiento 19 de Abril (M-19), y más tarde es condenado a dos años de prisión. En Zipaquirá cursa el bachillerato, y allí será personero y concejal en los años 80. Recibe el grado de economista en la Universidad Externado de Colombia, disciplina que afianza con una maestría en la Universidad Javeriana. Adelanta otros estudios: en Bogotá, en la Esap, y en el exterior, en Lovaina y España. Este bagaje académico le ha deparado un itinerario de triunfos en medio de grandes dificultades.

En lo político, se ha destacado como brillante orador y parlamentario. Ha sido  acérrimo censor de la inmoralidad pública. Develó la parapolítica en sonadas intervenciones que le merecieron voces de aplauso. Ayudó a redactar la Constitución de 1991. Pero no ha podido quitarse el ‘coco’ que circunda su nombre en razón de su pasado guerrillero.

A raíz de su triunfo en Bogotá se volvió personaje en los titulares de grandes periódicos del mundo. Las miradas de muchos países están puestas en Colombia. Dichos periódicos ofrecen este ejemplo de reinserción a la vida ciudadana como un camino para conseguir la paz que se pretende obtener con las armas, las que solo desolación y muerte dejan en países como el nuestro sometidos a tanta barbarie.

El capítulo de Petro se suma al de Antonio Navarro Wolf y al de Rosemberg Pabón, sus excompañeros de la lucha armada, que luego de reincorporarse a la legitimidad han cumplido valiosas ejecutorias en la vida institucional. Navarro es el gran gobernador de Nariño, y Pabón, como alcalde de Yumbo, fue uno de los gobernantes locales más destacados del país.

Ojalá las Farc, cuya lucha guerrillera no tiene sentido, recapaciten en que las armas sediciosas están llamadas a declinar, y consideren sus militantes que en la democracia pueden buscar las alternativas de poder que no encontrarán por el otro camino.

El Espectador, Bogotá, 4-XI-2011.
Eje 21, Manizales, 4-XI-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 5-XI-2011.

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Comentarios:

De las armas a las urnas, publicada hoy en El Espectador, sobre el triunfo del exguerrillero Petro como alcalde de Bogotá, es una pieza periodística clave en un momento clave de la capital y de toda Colombia. Alfredo Arango, colombiano residente en Miami.

Ahora lo importante es que Petro cumpla lo que prometió y que los hechos avalen las palabras, pues de sobra sabemos que la mayoría de los políticos, una vez que son elegidos, echan a un lado al electorado. Esperemos que Petro eleve con obras a Bogotá al sitio que merece. Luis Quijano, colombiano residente en Houston.

Qué buena columna. Generosidad y objetividad que validan la tolerancia, la paz y el sueño en una Patria armónica donde todos podamos crecer en nuestro proyecto de vida. Ya la compartí con Valeriano, el eterno enamorado de su Bogotá, quien se encuentra en ensayos en el Teatro del Palau de Valencia, España, con el protagónico de Don Magnífico en la Cenerentolla. Marta Nalús Feres, Bogotá.

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