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Archivo para sábado, 14 de diciembre de 2013

Bernardo Arias Trujillo

sábado, 14 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Un amigo de Armenia me inició en el conocimiento de Arias Trujillo cuando yo residía en aquella ciudad, hace cuarenta años, mediante el obsequio de tres de las obras del escritor caldense, entre ellas Risaralda, bella edición de 1960 realizada en la Editorial Bedout por Rafael Montoya y Montoya.

Hace un par de años conseguí otro libro suyo que puede considerarse curioso: los virulentos editoriales escritos por él en su diario El Universal, de Manizales, entre julio y septiembre de 1930, y recogidos en 1991 por la Biblioteca de Autores Caldenses. Ahora tengo la grata sorpresa de recibir de Lucio Michaëlis, sobrino del escritor y propietario de sus derechos de autor, cuatro recientes ediciones de los títulos más famosos de Arias Trujillo: Diccionario de Emociones, En carne viva, Por los caminos de Sodoma y Risaralda, el primero editado por la Gobernación de Caldas y los restantes por Michaëlis.

Arias Trujillo nació en Manzanares el 19 de noviembre de 1903 y murió en Manizales el 4 de marzo de 1938. Su breve vida de 34 años fue tormentosa, rebelde y creadora. Provenía de una familia patriarcal movida por firmes convicciones religiosas, y él sería el caso contrario: anticlerical, inconformista y libertino. Poseía inteligencia luminosa que le permitió escribir sus obras maestras, unas circuidas por el escándalo y la protesta social, y otras manejadas por la serenidad y el bello estilo.

A los veinticuatro años se graduó de abogado en el Externado de Colombia. El único cargo que ejerció en la judicatura fue el de juez departamental de Policía. En 1932 se trasladó a Buenos Aires como secretario ad honórem de la Legación de Colombia, presidida por el “leopardo” José Camacho Carreño. Años después este haría las palabras de presentación de Diccionario de emociones. Arias Trujillo escribió en Buenos el libro Por los caminos de Sodoma, que apareció con el seudónimo de Sir Edgar Dixon. De vuelta en Manizales, estalló el escándalo al descubrirse que era el autor de dicho libro, y que además era gay. La sociedad se le vino encima.

En su maleta de viaje traía los borradores de En carne viva, en torno al conflicto con el Perú, donde arremetió contra prestantes figuras nacionales. Residente en casa de su hermana Lucía, que estaba casada con el alemán Friedrich Michaëlis, propietario de la ferretería Electra, le dio el toque final a la obra y la entregó a la imprenta. Al conocerse el libro, estallaron los ataques de sus paisanos y del país político.

Hundido en el ostracismo en su propia tierra, se sintió abandonado por todos. Y arreció el consumo de los estupefacientes, que había practicado en los bares de Buenos Aires. Atmósfera turbulenta que le inspiró el poema Roby Nelson, en torno a su pasión por un efebo, hecho que acrecentó su fama de homosexual. El poema ha tenido repetidos registros en la literatura erótica y en la red de internet.

Su vida estuvo marcada por la fatalidad. En medio de ese turbión de escándalos, rechazos y vituperios surgió uno de los escritores de mayor alcurnia de la tierra caldense, que le dio lustre a la literatura colombiana. Su novela Risaralda dibuja en forma magistral la epopeya de la colonización del valle conocido con ese nombre. Al convertirse en un poema en prosa a la naturaleza encantada que incitó su emotividad lírica, supo decantar el auténtico criollismo colombiano.

La casa donde hace setenta y cinco años se suicidó con una sobredosis de morfina pasó a ser propiedad de la curia de Manizales. Predio que desde hace largo tiempo desea adquirir su sobrino Lucio Michaëlis, fiel guardián de su memoria, para fundar allí un museo en honor del escritor trágico que se quedó como una leyenda de su tierra. Pero la curia no la quiere vender.

“Arias Trujillo –dice Gustavo Álvarez Gardeazábal en el prólogo de En carne viva– usaba la prosa como espada, la idea como catapulta y la exquisitez castellana como escudo”.

El Espectador, Bogotá, 22-II-2013.
Eje 21, Manizales, 22-II-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 23-II-2013.
NTC., Cali, 23-II-2013.

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Comentarios:

No sé por qué tengo la impresión de que la vida de Arias Trujillo es algo parecida a la de Fernando Vallejo, nuestro escritor exilado en Méjico. Siempre escandalosos e irreverentes, pero grandes escritores. Luis  Quijano, colombiano residente en Houston, USA.

Desde tiempo atrás esperaba conocer más de aquel que dijo: «…ardía Buenos Aires en danza de faroles…» juanlunados (correo a La Crónica del Quindío). (El corresponsal se refiere a los versos iniciales del poema Roby Nelson:  “Lo conocí una noche estando yo borracho / de copas de champaña y sorbos de heroína; / era un pobre pilluelo, era un lindo muchacho / del hampa libertina. / Ardía Buenos Aires en danza de faroles; / sobre el espejo móvil del Río de la Plata / fosforecían las barcas como pequeños soles / o pupilas de ágata”. GPE).

Exquisita columna sobre ese interesante escritor Bernardo Arias Trujillo. Siempre de adolescente, aficionado a la lectura de poemas, me llamó la atención el pensamiento de aquel que escribiera a  Roby Nelson. Luego supe de la vida de su autor, al cual más le hubiera valido haber nacido en este siglo para gloria de la literatura. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.

En la actualidad avanzo en mi Tesina de Maestría en Historia en el territorio donde Bernardo Arias Trujillo escribió Risaralda. Le estaré contando. Carlos Alfonso Victoria.

El poema a Roby Nelson lo conocí en el año 1963, cuando cursaba 5o. de bachillerato. Un compañero «raro» lo recitaba con mucha emoción. Cómo viviría el escritor su angustia, el repudio de una sociedad pacata, como correspondía a la época, y seguro de su propia familia, cuando la resolvió con el suicidio. Gustavo Valencia G., Armenia.

Muchas gracias por compartir estos espacios de cultura. La literatura regional es importante referenciarla. Se conoce poco. La prensa nos aporta mucho en nuestro proceso de formación, histórica y cultural. Corbacho (correo a La Crónica del Quindío).

Gracias por tu columna sobre mi admirado Bernardo Arias Trujillo. Trataré de localizar una columna mía titulada En el Valle de Risaralda donde hay referencias a esa maravillosa novela que nos habla de la Canchelo, del «señor don Simón Bolívar que bailaba bambuco después de las batallas», y de esa región, bella e inolvidable, de Risaralda. Te la enviaré cuando la encuentre en el mar ignoto de mi archivo de prosas que espero organizar y publicar algún día… Suelo olvidar que acabo de cumplir 90 años. Maruja Vieira, Bogotá.

Uno de los buenos escritores colombianos, injustamente olvidado. Risaralda sigue siendo una de las grandes novelas de la afrocolombianidad. Ocossa (correo a El Espectador).

En este escrito se le hace un reconocimiento literario a ese gran escritor y poeta Arias Trujillo. Sería bueno que la juventud leyera su obra literaria y por eso recomiendo la novela Risaralda en que el autor relata cómo se hizo la colonización del valle de Risaralda y aboca a personajes de carne y hueso, como Vicente Martínez, «con su trompeta de convocatoria» que vivíó en el guineo municipio de Cartago. El poema Roby Nelson es un bello poema que demuestra su calidad literaria. Elmonpa (correo a El Espectador).

Cuando este columnista se desempeñaba como gerente del Banco Popular en Armenia, cursaba yo bachillerato en el colegio Rufino de esa ciudad y desde esa época admiro sus escritos. Evidentemente,  Bernardo Arias Trujillo como secretario de la Legación diplomática en Argentina, y Camacho Carreño como embajador, época en que surgió el conflicto con el Perú, cumplieron señalada intervención internacional denunciando el atropello. Nada parecido a nuestros embajadores actuales, nombrados por influencias políticas, a quienes nada les interesa sino el sueldo en dólares. Picapleitos (correo a El Espectador).

El colapso del Quindío

sábado, 14 de diciembre de 2013 Comments off

Gustavo Páez Escobar

El agrólogo quindiano Armando Rodríguez Jaramillo, profundo conocedor de la vida y los problemas de su región, ha elaborado un juicioso y dramático análisis sobre la realidad que vive el Quindío a raíz de una serie de errores que se vienen acentuando desde la última década del siglo pasado y que hoy crean una caótica coyuntura de muy compleja solución.

Leído con toda atención el documento, al que su autor le ha puesto el título de “Algo hicimos mal, algo hacemos mal”, puede deducirse que la crisis que padece el departamento ha sido causada, sobre todo, por los malos gobiernos locales. Cuando existe liderazgo en las altas esferas de la administración pública es posible conjurar los tiempos adversos y enderezar el camino. Pero el camino quindiano, lejos de enderezarse, cada día se ha enredado más, hasta el punto de que han sido las propias estructuras políticas y sociales de la región las que han colapsado y dejado al garete el bienestar de la vida regional.

El estado actual de empobrecimiento del Quindío, el elevado índice de desempleo (que registra una tasa cercana al 18 por ciento, y que en el 2011 fue la más alta del país), el creciente analfabetismo (caso insólito en un departamento que en otra época mostraba lo contrario), la falta de productividad, el deterioro o el retroceso de los factores básicos del desarrollo, señalan hoy el revés de lo que fue una comarca pujante, productora de prosperidad, habitada por gente laboriosa y amable, y la que por todos estos títulos bautizó un día el maestro Valencia como la Ciudad Milagro.

Cómo sorprende que ese milagro se haya evaporado, y que en cambio aparezca un territorio deprimido, sin fuentes de trabajo, carcomido por la pobreza y sumido en la desesperanza. Y como si fuera poco, perturbado por las hordas del narcotráfico y de la delincuencia común. Estos factores negativos, de tan hondas raíces, no se han dado por generación espontánea, sino que se han dejado avanzar poco a poco por la carencia de verdaderos líderes –de la política y del sector empresarial– que hubieran frenado a tiempo la distorsión de los principios y la decadencia de la economía.

Es cierto que el Quindío ha tenido que afrontar serias contingencias, como la caída de la industria cafetera y el terremoto de 1999. En cuanto a la adversidad del grano, Armando Rodríguez dice en su ensayo algo muy atinado: “Por su parte el país hizo la tarea que en el Quindío no hicimos, cual fue la de superar la dependencia del café apoyando otros sectores de la economía”.

En cuanto al terremoto, hay que decir lo contrario: el departamento supo levantarse de esta catástrofe con la reparación rápida de los destrozos causados, y sobre ellos edificó una estructura superior a la que existía. La ciudad de Armenia se levantó de las cenizas como el ave fénix, con perfiles urbanísticos de mayor vuelo. Pero esto no fue suficiente: faltaron respuestas a la parte social, al desempleo y la penuria, y de esta manera crecieron más los problemas.

El Quindío descuidó los resortes de la economía, de la planeación y del avance social. En estas “dos décadas perdidas” ha elaborado 102 programas de planeación que se han quedado en el aire por falta de cumplimiento, o por tratarse de trabajos desarticulados. Parecen piezas oxidadas por su falta de conexión con una obra fundamental de largo plazo. Aquí es donde ha faltado gobierno.

Los gobernadores y sus equipos asesores llegan y se van, sin mayores ejecuciones. Son títeres de la politiquería reinante que los llevó al poder. No hay compromiso. No hay grandeza. Ahora mismo, la gobernadora y la alcaldesa de Armenia están trenzadas en una riña incomprensible, mientras sus despachos dejan de realizar las verdaderas obras que reclama la comunidad.

Por todo esto, el Quindío colapsó. Se quedó a la zaga de Caldas y Risaralda. En sus días de prosperidad era el “Departamento Piloto de Colombia”. Este título lo perdió hace varias décadas. Mientras tanto, el llamado Eje Cafetero, que debería ser un nervio regional de la nación, ha perdido vigor con la atrofia del Quindío. Esto nos duele.

El Quindío debe superar esta catástrofe devastadora. Ojalá el diagnóstico crítico y constructivo de Armando Rodríguez incite a la reflexión de los dirigentes quindianos en procura de soluciones prontas y contundentes, como el caso lo reclama, para cambiar de rumbo, fortalecer el presente y mirar confiados al futuro.

Eje 21 (editorial), Manizales, 17-II-2013.

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Comentario:

El hecho de que el café dejara de ser el producto de exportación más importante del país dio comienzo a la decadencia del departamento, no se buscó combinarlo con otros cultivos, no se buscaron sustitutos para ese único cultivo y los mandatarios no se preocuparon sino por enriquecerse, unos, y otros por hacer política. He visto los índices de desocupación y siempre está el departamento entre el primero o el segundo lugar, y Armenia con un desempleo aterrador.  Todo esto es preocupante porque la calidad de vida se desmejora y esa población que siempre fue luchadora y potente se viene abajo y no hay un líder que cambie la situación. Casi tengo que decir con tristeza que escuché a alguien decir que Armenia ya no es la Ciudad Milagro, sino la ciudad que por un milagro existe. Amparo E. López Jaramillo, colombiana (del Quindío) residente en Estados Unidos.

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Bolívar en el bronce y la elocuencia

sábado, 14 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

 En 1982, residente en Armenia, me comentaba Vicente Pérez Silva la posibilidad que existía sobre un editor que estaba interesado en la publicación de su libro Bolívar en el bronce y la elocuencia. Y me solicitó que le suministrara una fotografía de la estatua de Bolívar en Armenia, el nombre de su autor, los datos sobre la obra y algún discurso que se hubiera pronunciado allí.

Esta estatua fue elaborada y fundida en París por Roberto Henao Buriticá, el mismo autor de la Rebeca en Bogotá. Se inauguró el 17 de diciembre de 1930. Este mismo recorrido lo hace Pérez Silva por otras estatuas situadas en diferentes sitios del país: Plaza Mayor de Bogotá, Parque del Centenario en Bogotá, Parque de la Independencia en Bogotá, Quinta de San Pedro Alejandrino, Cartagena, Barranquilla, Manizales, Medellín, Armenia, Tuluá, Tunja, Campo de Boyacá, Bucaramanga, Sonsón, Soledad, Pereira y Cúcuta.

Treinta años tuvieron que pasar para que el proyecto editorial se hiciera realidad a finales del año pasado, bajo el auspicio de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, con motivo del cuadragésimo año de la fundación de dicha entidad, ocurrida en octubre de 1972 bajo el liderazgo de José Consuegra Higgins.

Valioso libro que rescata el historial de estos tributos en honor del prócer de nuestra Independencia, en los que aparecen sucesos o anécdotas dignos de memoria. Se hace mención, por ejemplo, de la estatua a Bolívar en el municipio de Soledad, que según José Consuegra es la más original de todas por resumir el tránsito final del héroe, cuando ya era un hombre derrotado y afligido bajo el peso de múltiples infortunios. Dijo Bolívar en carta enviada desde dicha población: “…no pudiendo servir más, he resuelto decididamente tratar solo de cuidar mi salud, o más bien mi esqueleto viviente…”

En Tutazá (Boyacá) existe una estatua en piedra artificial realizada con enorme ingenio, entre 1937 y 1938, por artesanos de la región. Este sencillo homenaje a Bolívar contrasta con el espléndido monumento en el Campo de Boyacá, del escultor alemán Ferdinand von Miller, considerado único en la estatuaria universal.

El primer monumento que se construyó en toda la América española fue el de la Plaza Mayor de Bogotá, del escultor italiano Pietro Tenerani, obra inaugurada por el presidente Tomás Cipriano de Mosquera el 20 de julio de 1846. El del Parque del Centenario muestra a un hombre de figura altiva y victoriosa y pertenece a sus mejores días de gloria. Conforme se recorre esta serie de estatuas se descubren distintos portes y todos dibujan la trascendencia del genio.

El Bolívar-Cóndor situado por Rodrigo Arenas Betancourt en la plaza principal de Manizales, frente a la catedral, es obra polémica que provocó rechazo inicial y luego obtuvo el beneplácito de la gente. Se inauguró el 30 de octubre de 1991. “Este Bolívar-Cóndor –dijo su creador– es el demonio que huye de la catedral”. Más de dos décadas atrás (1963), el mismo escultor construyó en Pereira el Bolívar Desnudo, que llegaría a considerar su obra más importante. El alcalde de la ciudad le había encargado un Bolívar distinto, y así lo concibió el artista. Cuando se conoció la maqueta, se produjo fuerte protesta ciudadana, respaldada por algunas academias de historia y las sociedades bolivarianas.

La estatua fue inaugurada con motivo del centenario de Pereira. Y allí permanece como emblema de la ciudad, con sus once toneladas de peso y las mil piezas fundidas en el taller de Coapa, en Méjico. “La idea central de mi obra –proclamó Arenas Betancourt– es que Bolívar fue un torbellino, un huracán desatado que pasó por las montañas, los ríos, los valles de América iluminando a los hombres (…) Lo he interpretado desnudo, despojado de inútiles atavíos y abalorios,  como un ser natural, como el viento, como el grito, como el fuego».

El Espectador, Bogotá, 15-II-2013.
Eje 21, Manizales, 15-II-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 16-II-2013.

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Comentario:

Nada más irónico que el Libertador, como «esqueleto viviente», escriba eso desde Soledad, porque la situación de Bolívar, en ese momento, no expresaba solamente la soledad del «esqueleto viviente», sino la soledad de América. Es lo que pintó magistralmente García Márquez en «El General en su laberinto». Los proyectos de Bolívar de crear una patria  grande quedaron convertidos en eso: en esqueletos vivientes, porque quienes le sucedieron en los gobiernos, a través de dos siglos, por sus intereses particulares y permanentes riñas personales que arrastraron a los pueblos al campo del fanatismo, fueron incapaces de crear esa patria para todos (…) Personalmente, creo que me quedo con el Bolívar desnudo. Desnudo de sus sueños como debió sentirse en San Pedro Alejandrino cuando entregaba su alma como cualquier mortal, arropado por unas condiciones de ingratitud que no se merecía. Jorge Mora Forero, colombiano residente en Weston (Florida)  USA.

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La farsa de la tauromaquia

sábado, 14 de diciembre de 2013 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Carmen Méndez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal –ADDA–, me envía de España el libro de su autoría que lleva por título Tauromaquia, el mal cultural. La entidad nació en 1976 y es la primera ONG española que se fundó para dicho fin. Su órgano de divulgación es la revista ADDA Defiende los Animales, con 22 años de vida y amplia circulación en España y otros países.

Carmen Méndez es abanderada desde vieja data de la causa de los animales. Ha hecho parte en España de diferentes organizaciones de esa índole, y en Londres, de WSPA (Sociedad Mundial para la Protección Animal). Fruto de esa experiencia y de ese apostolado es el libro que comento, en el que hace detenido análisis de los antecedentes históricos de las corridas de toros, a partir del circo romano, donde se practicaron los mayores actos de crueldad para divertir al público, hasta el momento actual, donde con los festejos taurinos se pretende que el espectador goce a costa del sufrimiento y la muerte de los animales.

La brutalidad del hombre llega a extremos abyectos cuando hace del dolor animal una fuente de placer. Eso son las corridas de toros. Sus defensores traen a cuento las obras de Goya que exaltan, según ellos, al toro de lidia como manifestación de arte al morir de manera cruel, cubierto de luces e infamia ante multitudes frenéticas.

Esa no fue la intención de Goya: lo que él quiso plasmar en sus pinturas fue la agonía estremecedora del animal, representada con gran colorido y realismo –como sucede en la serie Los toros de Burdeos–, para despertar la sensibilidad humana frente al dolor. Se trata de una condena y no de un encomio, que mal podía existir en quien como notable cronista de su época presenció trágicos sucesos como la Guerra de la Independencia (1808-1814). Y recogió en los cuadros y grabados que llevan por título Los desastres de la guerra todo un panorama de violencia, que censuró con sus pinceles maestros. Tomar a Goya como auspiciador o inspirador de las corridas de toros es una farsa. Es no saber interpretar su arte.

Así se tergiversa la verdad para apoyar la llamada fiesta brava (sinónimo de sadismo). La cual es espectáculo grotesco y retrógrado que incita las bajas pasiones del ser humano y lo arrastra a la violencia. “La fiesta de los toros es la forma más brutal y sangrienta de distraer la atención del pueblo, desviándole de los verdaderos problemas nacionales”, dijo Eugenio Noel, escritor y periodista español, muerto en 1936. Ya desde aquella época, hace cerca de ochenta años –y más de dos siglos si nos remontamos a la vida de Goya–, se levantaban en España voces de protesta contra la tauromaquia.

España, según palabras de la propia Carmen Méndez, “siempre ha sido considerado como uno de los países más atrasados y bárbaros con los animales”. Copió lo malo de la cultura romana al llevar a su ámbito la sevicia ejercida en el horrendo circo de la muerte. Y lo trasladó a los países descubiertos en el continente americano. En Colombia, desde tiempos remotos echó raíces esta costumbre atávica, y cuán difícil ha sido erradicarla. Sin embargo, el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, acaba de dar un gran paso al prohibir el espectáculo taurino en la emblemática Plaza de Santa María, cuya construcción fue ejecutada en 1931.

En Cataluña se prohibieron las corridas a partir del 1° de enero del 2012, y la ciudad de San Sebastián busca hacer lo mismo durante el presente año. En otros de los ocho países donde aún subsiste la fiesta taurina se sienten movimientos ciudadanos que abanderan el mismo propósito. Al fin se acentúa este triunfo del toro contra la barbarie humana.

El Espectador, Bogotá, 8-II-2013.
Eje 21, Manizales, 8-II-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 9-II-2013.

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Comentarios:

Hay que presionar mucho para que estos circos que aún pretenden ganar incautos desaparezcan. Además, es hora de desenmascarar a muchos de sus seguidores de estrato seis que gracias a su poder escriben artículos para apoyar esta «fiesta» de dolor, manipulan la gente y juegan a ser intelectuales. Alvaro A. Bernal, Ph.D., University of Pittsburgh at Johnstown, USA.

Escritos como este hacen falta todos los días para despertar la conciencia de esta brutalidad, y para golpear a los amigos y ensalzadores del «arte de la tauromaquia» que nos lo muestran como parte vital de la cultura. Entre ellos está el filósofo Savater, generador y maestro de pensamiento ético quien nos dice que los animales no tienen derechos… Sinceramente, pienso que los gritos sedientos de sangre en los «neocircos romanos» no pueden justificarse desde la filosofía, la tradición o la cultura. Menos desde la ética. Jorge Mora Forero, colombiano residente en Weston, Florida, USA

Aquí a más de un aficionado se le «llena la boca» diciendo que es una tradición cultural y que viene de la madre patria. Es vicio del colombiano copiar siempre lo peor. Me pregunto: ¿por qué no copiamos un modelo de educación europeo?, ¿por qué nuestros políticos no copian la transparencia de los países europeos nórdicos?, ¿por qué no copiamos la salud canadiense?, ¿por qué es tan fácil copiar? Julián Román (correo a La Crónica del Quindío).

Debemos exigir la prohibición de la fiesta taurina en todas sus modalidades, porque en ella toros y caballos sufren un tratamiento cruel e inaceptable. Llegan a horrores como el de rematar a tiros en la cabeza a un pobre caballo destripado. Condoricosas (correo a El Espectador).

De acuerdo con Carmen Méndez, España es uno de los países más atrasados y bárbaros con el trato a los animales. Todavía está en mi mente ese vídeo del psicópata que asesinaba cachorros. Leinadsajor (correo a El Espectador).

Excelente columna. Precisamente hoy 9 de febrero AnimaNaturalis va a hacer en Medellín protesta en contra de las corridas de toros. A partir del comienzo de los festejos taurinos en Medellín, activistas de AnimaNaturalis se concentrarán pacíficamente, mostrando pendones y repartiendo miles de volantes informativos sobre la crueldad en los espectáculos que se desarrollarán durante un mes en la plaza de toros La Macarena. ¡Acompáñanos! Eradelhielo (correo a El Espectador).

En tu artículo olvidaste mencionar la crueldad en las calles bogotanas contra los pobres caballos maltratado y abusados hasta lo imposible. Para no hablar de los perritos callejeros tratados en la forma más inmisericorde. Por eso mi frase preferida es: «Entre más conozco a la humanidad más quiero a mi perro». Luis Quijano, colombiano residente en Houston, USA.

Mientras he firmado no sé cuántos pliegos en las más diversas ocasiones, protestando contra las corridas de toros, éstas siguen y siguen. Y uno lee esos admirativos discursos de los amantes de la tal fiesta brava y no le convencen ni un ápice. Uno se sorprende a cada paso de lo crueles que podemos ser los seres humanos. Diana López de Zumaya, colombiana residente en Ciudad de Méjico.

Excelente punto de vista sobre una tradición funesta y que debe avergonzar a los pueblos que la practican y la permiten. Armando Rodríguez Jaramillo, Armenia.