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César Hoyos, amigo del alma

viernes, 15 de marzo de 2024

Por: Gustavo Páez Escobar

 A César Hoyos Salazar, que ejercía el cargo de secretario de Gobierno de Armenia, lo conocí en 1969, cuando llegué a la ciudad como gerente del Banco Popular. Han corrido 54 años. Desde entonces nos unió estrecha y sincera amistad. Lo recuerdo como persona sencilla, simpática y amable, que poseía además un don inapreciable que solo exhibía en grupos íntimos de amigos: el fino humor.

Con esta faceta gozábamos en alegres tertulias. Una de sus geniales actuaciones era la del culebrero de las plazas de mercado, que él interpretaba a la perfección. Nunca perdió el sentido de la hilaridad, de la gracia tonificante, del desdoble de la personalidad, no obstante el rigor y la circunspección con que manejaba las altas posiciones que ocupó en la región y en el país.

Cuando lo conocí, le faltaba graduarse de jurista. Le propuse que al obtener el título me aceptara ser abogado de mi oficina bancaria. Tiempo después me encontré con él en Bogotá frente a un despacho postal, y repasando unos sobres que llevaba en la mano, me pasó el que estaba dirigido a mí. Era la participación que hacía del grado que acababa de conferirle la Universidad Nacional. Me dijo, sonriendo, que no había olvidado mi oferta. Y fue desde entonces el asesor jurídico del banco.

En Armenia actuó como director de Fenalco, profesor de la Universidad del Quindío y de la Gran Colombia y decano de la facultad de Derecho de esta última. Llegó a ser el abogado más prestigioso de la ciudad. Trasladado a Bogotá, estuvo al frente de la dirección jurídica de la Federación Nacional de Cafeteros, y más tarde pasó al Consejo de Estado, cuya presidencia desempeñó tiempo después.

Fue el segundo alcalde de Armenia por elección popular. Sacó a la capital de serias dificultades económicas y emprendió obras de vasto alcance. Su espíritu moralista dejó huellas memorables, como la destitución fulminante del secretario de Obras Públicas por utilizar maquinaria del municipio en trabajos personales, y la devolución de la parte de los viáticos que no utilizaba en gestiones oficiales. Difícil hallar un funcionario de semejante probidad, rectitud y ética. Practicando la moral, enseñaba a los demás a ser honrados, si bien esta pauta vive desterrada de las oficinas públicas. Pero algún efecto dejan.

César Hoyos era un estudioso de tiempo completo. Vivía metido entre códigos y textos especializados. El conocimiento era su mejor arma de superación y progreso. De esta manera conquistó las altas dignidades a que llegó. Poseía profunda sabiduría jurídica y humana, y en todas partes dejaba rastros de su disciplina y autoridad. El culebrero que llevaba oculto en sus intimidades era un recurso para reírse de la vida ceremoniosa.

Al conocer la triste noticia, llamé a su propio celular, por el que tantas veces me comuniqué con él. En los últimos meses, su voz era tenue, apagada, pero efusiva. No me contestó él, sino Elsa Marina, su fiel y valiente compañera de todas las horas. Me hice la ficción de que hablaba con el propio César. Quizás así se mitigaba la amargura de la despedida.

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Eje 21, Manizales, 8-IX-2023. Nueva Crónica del Quindío, Armenia, 10-IX-2023.

Comentarios

 Comparto el sentimiento de pesar que expresas por el fallecimiento del doctor César Hoyos, a quien tuve oportunidad de conocer y tratar. Y disfrutar de su parla, matizada de sencillos brotes de humor pero también de serios conceptos políticos y jurídicos. Sensible pérdida para el país y para el Quindío su desaparición, y para ti que disfrutaste de su amistad cotidiana. Augusto León Restrepo, Bogotá.

Los dos temperamentos y los valores inquebrantables del dúo entrañable de amigos hicieron clic desde el inicio de una amistad que sobrepasó los 50 años de compartir la vida. Viene a mi mente el verlos hablando largas horas cuando se encontraban.  Entendí que personalidades con características como las de mi papá y su gran amigo son las que aportan y son espejo imitable en el saber vivir. A César lo llevaremos en el corazón por siempre. Liliana Páez Silva, Bogotá.

Su muerte me conmueve y duele en el alma. Siempre fue tan cercano a la familia “banpopular”. Ser humano excepcional. Raquel Martínez Aguirre, Armenia.

Muy bello homenaje a un extraordinario ser humano. Josué López Jaramillo, Bogotá.

Un bonito recuerdo de tu amistad con César. Un hombre íntegro y un caballero; la partida de amigos como él nos produce mucha nostalgia. Esperanza Jaramillo García, Armenia.

Qué bueno y merecido tu recuerdo del gran ciudadano y amigo que fue César. Diego Moreno Jaramillo, Bogotá.

Bella página de amistad sobre el doctor Hoyos. Armenia y el Quindío no se han enterado aún de todo lo que han perdido con su muerte. Gustavo Álvarez Gardeazábal, Tuluá.

He leído con mucho interés tu página de despedida al amigo César Hoyos. Ha sido conmovedor leer y sentir el pálpito de una gran amistad; además de conocer logros importantísimos de su vida. Cuando los amigos se van, dejan un vacío que permanece y se colma, a la vez, de bellos recuerdos. Inés Blanco, Armenia.

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