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Archivo para mayo, 2024

Los ríos rebeldes del Quindío

lunes, 6 de mayo de 2024 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

La lectura del libro titulado Desde el río Arma hasta el Quindío, de Diego Arango Mora, sobre el cual hice un comentario en marzo pasado, me llevó a la relectura de la novela El río corre hacia atrás (1980), de Benjamín Baena Hoyos, quien nació en Pereira en 1907 y murió en la misma ciudad en 1987. Su infancia transcurrió en Armenia. Fue representante a la Cámara, magistrado del Tribunal Superior de Manizales, diputado de la Asamblea de Caldas, notario de Pereira, profesor de literatura. Poco antes de morir, escribió el poemario Otoño de tu ausencia, que solo vino a conocerse muchos años después, y hoy se ignora.

Su novela –reimpresa en 2017 por la Universidad Tecnológica de Pereira– es la narración más vigorosa, certera y sobrecogedora que se ha escrito sobre la colonización del Quindío. En ella se mueven, con lacerante dramatismo, las corrientes de colonos procedentes de Antioquia que llegaron a desbrozar los terrenos baldíos en busca de mejores medios de vida, atraídos por la fertilidad ecológica y el oro escondido en las guacas indígenas. Como esas tierras no tenían dueño, serían ellos quienes iban a cultivarlas para buscar el sustento y el bienestar de sus familias.

A esa tarea se dedicaron con las mayores dosis de esfuerzo, coraje y entusiasmo. De sol a sol dejaban en los campos las desgarraduras causadas por el duro laboreo que los premiaba con el florecimiento de sus plantíos y la mejora de sus viviendas. Había sudores, y plagas, y dolencias, y angustias, y lluvias inclementes, y muertes brutales, pero sus faenas se traducían en la conquista y el amor a la tierra. El azadón y el machete eran sus elementos de combate y redención.

En 1884, apareció en el panorama un ave siniestra: Burila, compañía latifundista fundada en Manizales por socios de gran influencia local y nacional, cuyo propósito era apoderarse de la inmensa cantidad de terreno de que era rica la región. De entrada, habían adquirido un latifundio de 125.000 hectáreas que se iniciaba en Zarzal (Valle) y abarcaba buena parte del mapa quindiano. Sus enemigos eran los colonos, quienes se habían posesionado de los campos baldíos.

Y llegaron días atroces marcados por los atropellos y la crueldad con que Burila se enfrentó a los pobladores. Con astucia y la complicidad de algunas autoridades, la compañía llevó a cabo pleitos ignominiosos contra aquella gente desprotegida que pedía a gritos el derecho a la vida. Con despojos, hostigamientos, torturas y muertes, la compañía impuso una época de terror. ¡Tierra…, tierra…, tierra…!, era el clamor furioso que salía de miles de gargantas. Esto es lo que Baena Hoyos pinta en su novela magistral. Personajes suyos como Severiano y Nicanor son humildes labriegos que luchan a brazo partido por retener las propiedades que han conquistado con el sudor de la frente.

Libro de profundo carácter social, se convierte en un grito masivo contra la injusticia y la barbarie, y reconstruye la epopeya de aquel éxodo que puso los cimientos para el desarrollo y prosperidad del Eje Cafetero. Frente a semejante ola de iniquidad, El río corre hacia atrás es el símbolo exacto para afirmar que los dieciséis ríos de la región impulsaron sus aguas hacia atrás en señal de protesta y rebeldía.

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Eje 21, Manizales, 3-V-2024. Nueva Crónica del Quindío, Manizales, 5-V-2024.

Comentarios

 Indudablemente, El río corre hacia atrás es uno de los más bellos libros escritos sobre la colonización del Quindío. Bello por su magnífica prosa descriptiva de paisajes, costumbres y quehaceres de esos labriegos que construyeron esta región. Dolorosa hasta lo más profundo, pues a las carencias y sufrimientos de un proceso colonizador sumaron la violencia que Burila desató contra ellos. ¡Cuántos años de violencia insensata en nuestra tierra! Diego Arango Mora, Armenia.

Muy buena descripción histórica del desarrollo luchador del Eje Cafetero. Rebeldía que ojalá se tuviera para contrarrestar el retroceso en que está nuestro querido país. Humberto Escobar Molano, Villa de Leiva. 

Categories: Novela, Quindío Tags: ,

Los ríos rebeldes del Quindío

lunes, 6 de mayo de 2024 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

 La lectura del libro titulado Desde el río Arma hasta el Quindío, de Diego Arango Mora, sobre el cual hice un comentario en marzo pasado, me llevó a la relectura de la novela El río corre hacia atrás (1980), de Benjamín Baena Hoyos, quien nació en Pereira en 1907 y murió en la misma ciudad en 1987. Su infancia transcurrió en Armenia. Fue representante a la Cámara, magistrado del Tribunal Superior de Manizales, diputado de la Asamblea de Caldas, notario de Pereira, profesor de literatura. Poco antes de morir, escribió el poemario Otoño de tu ausencia, que solo vino a conocerse muchos años después, y hoy se ignora.

 Su novela –reimpresa en 2017 por la Universidad Tecnológica de Pereira– es la narración más vigorosa, certera y sobrecogedora que se ha escrito sobre la colonización del Quindío. En ella se mueven, con lacerante dramatismo, las corrientes de colonos procedentes de Antioquia que llegaron a desbrozar los terrenos baldíos en busca de mejores medios de vida, atraídos por la fertilidad ecológica y el oro escondido en las guacas indígenas. Como esas tierras no tenían dueño, serían ellos quienes iban a cultivarlas para buscar el sustento y el bienestar de sus familias.

A esa tarea se dedicaron con las mayores dosis de esfuerzo, coraje y entusiasmo. De sol a sol dejaban en los campos las desgarraduras causadas por el duro laboreo que los premiaba con el florecimiento de sus plantíos y la mejora de sus viviendas. Había sudores, y plagas, y dolencias, y angustias, y lluvias inclementes, y muertes brutales, pero sus faenas se traducían en la conquista y el amor a la tierra. El azadón y el machete eran sus elementos de combate y redención.

En 1884, apareció en el panorama un ave siniestra: Burila, compañía latifundista fundada en Manizales por socios de gran influencia local y nacional, cuyo propósito era apoderarse de la inmensa cantidad de terreno de que era rica la región. De entrada, habían adquirido un latifundio de 125.000 hectáreas que se iniciaba en Zarzal (Valle) y abarcaba buena parte del mapa quindiano. Sus enemigos eran los colonos, quienes se habían posesionado de los campos baldíos.

Y llegaron días atroces marcados por los atropellos y la crueldad con que Burila se enfrentó a los pobladores. Con astucia y la complicidad de algunas autoridades, la compañía llevó a cabo pleitos ignominiosos contra aquella gente desprotegida que pedía a gritos el derecho a la vida. Con despojos, hostigamientos, torturas y muertes, la compañía impuso una época de terror. ¡Tierra…, tierra…, tierra…!, era el clamor furioso que salía de miles de gargantas. Esto es lo que Baena Hoyos pinta en su novela magistral. Personajes suyos como Severiano y Nicanor son humildes labriegos que luchan a brazo partido por retener las propiedades que han conquistado con el sudor de la frente.

Libro de profundo carácter social, se convierte en un grito masivo contra la injusticia y la barbarie, y reconstruye la epopeya de aquel éxodo que puso los cimientos para el desarrollo y prosperidad del Eje Cafetero. Frente a semejante ola de iniquidad, El río corre hacia atrás es el símbolo exacto para afirmar que los dieciséis ríos de la región impulsaron sus aguas hacia atrás en señal de protesta y rebeldía.

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Eje 21, Manizales, 3-V-2024. Nueva Crónica del Quindío, Manizales, 5-V-2024.

Comentarios

 Indudablemente, El río corre hacia atrás es uno de los más bellos libros escritos sobre la colonización del Quindío. Bello por su magnífica prosa descriptiva de paisajes, costumbres y quehaceres de esos labriegos que construyeron esta región. Dolorosa hasta lo más profundo, pues a las carencias y sufrimientos de un proceso colonizador sumaron la violencia que Burila desató contra ellos. ¡Cuántos años de violencia insensata en nuestra tierra! Diego Arango Mora, Armenia.

Muy buena descripción histórica del desarrollo luchador del Eje Cafetero. Rebeldía que ojalá se tuviera para contrarrestar el retroceso en que está nuestro querido país. Humberto Escobar Molano, Villa de Leiva. 

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Día del Idioma

domingo, 5 de mayo de 2024 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Encontré en El Tiempo –en el espacio que maneja el Instituto Caro y Cuervo– una frase que así comienza: “La joven de tes pálida”… Como se hacía referencia al cutis de la joven, la palabra correcta es “tez”, con z. Hice notar el error, y el instituto no tuvo inconveniente en reconocerlo. Esta pequeña errata me sirvió de motivo para dirigir una comunicación a mi red de amigos con unas reflexiones en torno a la ortografía.

La ocasión fue propicia para que Armando Rodríguez Jaramillo, presidente de la Academia de Historia del Quindío, recordara las palabras pronunciadas por García Márquez en el Congreso Internacional de la Lengua Española en Zacatecas (1997): «Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”.

Ante dicha circunstancia, le manifesté a Armando Rodríguez: “La tesis de García Márquez de ‘jubilar la ortografía’ está, en mi concepto, salida de tono. Me parece que él quiso adquirir notoriedad con ese planteamiento insólito, que ha tenido general rechazo. ¡Qué difícil abolir las reglas de la buena escritura! En la donosura del lenguaje escrito reside uno de los grandes placeres del espíritu”.

De mi círculo de amigos recibí varios correos en igual sentido: “Me encantó el tema, no solo por la forma y el estilo del escrito, sino por su enseñanza” (Luis Carlos Gómez Jaramillo, Cali). “Como la ortografía ya no es materia en los programas escolares, resulta cargosa e irrelevante su aplicación. No sabemos cuál será en el futuro la tendencia en la escritura, que también, con el uso y abuso de los textos de las redes, está ‘abreviada y simplificada’. Los jóvenes, para sus declaraciones afectivas, escriben, por ejemplo: ‘tqm, jaaaaa’ (Elvira Lozano Torres, Tunja). “Rechacé la propuesta de García Márquez desde el primer momento. Si hay algo estético y placentero es leer un libro o cualquier otro texto bien escrito. En cambio, un texto con errores gramaticales u ortográficos no solo desdice de su autor, sino que genera rechazo” (Eduardo Lozano Torres, Bogotá).

En aras de la brevedad, lamento no citar otros correos recibidos, todos elaborados con el mismo tono de los tres que menciono. Con estas voces, celebremos el Día Internacional del Libro, el 23 de abril, que está consagrado para honrar a Cervantes en la fecha de su entierro –el día siguiente de su muerte–. Esta evocación tiene el propósito de incentivar la lectura y proteger el campo editorial y la propiedad intelectual.

Para rematar, copio la nota que me envía Diego Arango Mora, fundador del Parque del Café: “Estoy de acuerdo con la protección del idioma y en total desacuerdo con García Márquez en su propuesta de abolir la ortografía. Veamos: Si al ‘senor’ ‘vaka’, jugador del ‘yunior’ de ‘varranquiya’, le diera por proponer una ‘baca’ para recolectar fondos para alguna ‘hobra’ en su ‘siudad’, ‘estoi’ ‘zeguro’ de que no recolectaría un ‘pezo’, pues nadie le entendería tremendo galimatías”.

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Eje 21, Manizales, 19-IV-2024.  Nueva Crónica del Quindío, Armenia-21-IV-2024.

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