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Exhaustivo testimonio sobre el boom

miércoles, 28 de enero de 2015

Por: Gustavo Páez Escobar

Diez años le demandó al periodista catalán Xavi Ayén (Barcelona, 1969) la escritura del libro Aquellos años del boom, publicado por RBA de Barcelona y que obtuvo el premio Gaziel de Biografías y Memorias 2013, convocado por la Fundación Conde Barcelona y RBA Libros. Todo comenzó con un encargo de la editora Anik Laponte, que le sugirió hacer una relación documentada entre el boom y Barcelona. “Empecé a investigar –dice Ayén– y vi que había mucho que contar: el boom no hubiera sido lo que fue sin otras cuatro bes: Barral, Balcells, los barbudos de la revolución cubana y Barcelona”.

Para cumplir dicho cometido, el autor viajó por varios sitios del mundo, en los que entrevistó a grandes figuras de este fenómeno literario, habló con mucha gente, consultó archivos, analizó la correspondencia en poder de la agente literaria Carmen Balcells y a la postre reunió alrededor de trescientas referencias. Y descubrió muchos secretos.

Dicha labor dio como resultado este libro monumental, de 876 páginas, donde paso a paso se sigue y se hilvana la historia, que en realidad son muchas historias, como son muchos los personajes que giran alrededor de este suceso grande de la literatura latinoamericana: unos, los pioneros, o los más representativos (García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Donoso, Fuentes…); otros, los que llegaron en el curso de los días, y unos más, los que no alcanzaron a llegar, pero que se consideran miembros de la misma cofradía.

La asociación de escritores nació entre 1960 y 1970. Entre ellos había nexos comunes, como la amistad, la geografía, la política, las ideas, los viajes, la estrategia editorial, la creación de buenas novelas, los premios y los aplausos. Y por encima de todo, la entrega a las letras.

A lo largo del tiempo, como en todo círculo humano, surgirían disputas y aversiones, celos y suspicacias, males físicos y síquicos, abusos del licor y las drogas, angustias económicas, líos de faldas, enfermedades y muertes. Pero el boom subsistía. Para algunos críticos era una mafia. Para otros, una marca. De todas maneras, era un sello literario de buena ley. Una alianza para el progreso.

Vargas Llosa residió en Barcelona entre 1970 y 1974. Tenía más fama que García Márquez. La ciudad y los perros le había creado una aureola de popularidad. García Márquez alcanzaría superior ponderación con su obra cumbre, y tiempo después, ya nimbado por la gloria, declaraba: “La soledad me amenazaba tras Cien años de soledad. No era la soledad del escritor, era la soledad de la fama, que se parece mucho a la soledad del poder”. Ellos dos son las piezas mayores del engranaje. Son, a la vez, sus iniciadores y sus sepultureros. Carmen Balcells los definió así: “Vargas Llosa es el primero de clase. Y García Márquez es un genio”.

No se hicieron esperar las discrepancias políticas. En principio, los escritores eran solidarios con la causa castrista. García Márquez nunca abandonó esta línea. Vino luego la deserción, cuando la Revolución cubana cambió de rumbo. Vargas Llosa, que había mostrado adhesión a Castro, varió de postura y terminó liderando, en 1971, el caso Padilla, hecho que al mismo tiempo significaba una distancia ideológica con su entrañable amigo colombiano. Como él, otros escritores abandonaron su posición inicial y recibieron los rigores del régimen comunista. Allí comenzó a desvertebrarse el boom.

El eje mayor de los sucesos fue Barcelona. Allí se aglutinaron los escritores, pero sobre todo formaron una escuela, un empeño creativo, un espíritu y un talante bajo la batuta de Carmen Balcells, bautizada por ellos como la “Mamá Grande” (en honor al cuento de García Márquez). Ella les enseñó a negociar sus libros, a mantener su dignidad y protegerse contra la explotación de los editores. Vinieron los grandes negocios, no solo para los autores y su hada madrina, sino para las propias editoriales, que lanzaban enormes tirajes para los mercados de Latinoamérica y del mundo, conforme aparecían las obras seductoras que marcaron aquella época.

Barcelona fue el sitio principal del movimiento, con sus excelentes editoriales y el liderazgo formidable de Carmen Balcells, pero no puede ignorarse la existencia de otras ciudades que cumplieron papel fundamental dentro del mismo objetivo literario: La Habana, Madrid, Buenos Aires, Ciudad de Méjico, y Nueva York al final. En poco tiempo, la literatura latinoamericana salió de la oscuridad a la luz del orbe. Esa fue la principal conquista del boom. Esa es su gloria histórica.

El 12 de febrero de 1976, con el puñetazo de Vargas Llosa a su mejor amigo, se derrumbó el mito. Ese puñetazo, que repercutió en el mundo entero, representa el final de la comedia, como puede llamarse. De por medio había episodios amorosos. El escenario fue el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de Méjico.

Xavi Ayén revela hoy, gracias a su rigurosa investigación, la que puede considerarse la historia verdadera (inédita durante 38 años, hasta que se ha conocido en este libro), después de largos años de conjeturas, de acomodos y engaños. Ya García Márquez ha desaparecido de la escena del mundo, y con él se fue su propio relato. Solo se hizo tomar una foto para la historia, con el ojo morado, que duró oculta durante tres décadas. Tampoco Vargas Llosa ha expuesto su versión. Los dos protagonistas nunca se reconciliaron. Esto parece pertenecer al realismo mágico.

“Yo creo que no se puede ser feliz y ser un gran escritor”, es frase impactante de Vargas Llosa que recoge el libro comentado.

El Espectador, Bogotá, 23-I-2015.
Eje 21, Manizales, 23-I-2015.

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Comentarios:

Siempre son interesantes las opiniones juiciosas sobre el “boom” pues sin duda fue, y sigue siendo, un fenómeno importante para la literatura de América y del mundo. Gustavo Valencia García, Armenia.

Muy bien por el dominio del tema y por el estilo narrativo, claro, lúcido, sugerente. Alpher Rojas Carvajal, Bogotá.

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