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Guerra de cielos abiertos

jueves, 15 de diciembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Hay que aplaudirle al Go­bierno su política de cielos abiertos. El monopolio que ejercía Avianca tan­to en los aires colombianos como en los internacionales –poder que cada vez se debilita más con la competencia que se ha acentuado en los dos últimos años– impuso en el país unas de las tarifas más elevadas del mundo. Mediante la apertura aérea, que ha atraído a nuestro territorio a diversas empre­sas americanas y europeas, los usuarios han ganado en economía de costo y en eficiencia.

Lástima que Avianca, nuestra industria insignia que tanto renom­bre tiene en el continente, hecho del que nos sentimos orgullosos, no haya aprovechado su situación de privilegio para brindar mayores ventajas a los colombianos. Con el campanazo que se ha dejado sentir, la empresa no ahorrará esfuerzos para mejorar su imagen. El incum­plimiento persistente de sus hora­rios, cuando no la cancela­ción de algunos vuelos por causas distintas del mal tiempo o el cierre de aeropuertos, había llegado, due­le decirlo, a límites desesperantes. Ojalá esa falla se supere, si aún no ha sido superada, con medidas ejemplares.

El programa de cielos abiertos no sólo ha puesto en la onda de la competencia a las compañías ex­tranjeras sino también a las nacio­nales. Antes el costo de un pasaje a Estados Unidos era exorbitante. Ahora, Aces ofrece tarifas modera­das a Miami y Florida. Y adelanta trámites para el desplazamiento hacia Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico y otros sitios centroa­mericanos.

La empresa que más ha contri­buido a abaratar costos dentro del país es Intercontinental de Avia­ción. Ha revolucionado el mercado con sus planes de turismo econó­mico. Mientras por Avianca la tarifa corriente de Bogotá a San Andrés y regreso es de $220.780, Interconti­nental vende el mismo servicio por $150.000, e incluye alojamiento y alimentación por espacio de cinco días en hoteles confortables. Con la tarifa de $36.352 a Cartagena, presenta una rebaja del 53% en relación con el pasaje por Avianca, que es de $77.890. Mientras Avian­ca cobra a Cúcuta $62.390, Intercon­tinental lo hace por $28.752 (una economía del 54%).

AeroRepública le sigue los pasos a Intercontinental. A San Andrés vende por $198.000 un plan que abarca el tiquete, el alojamiento por 5 días, media pensión y un día de carro. Y cuando viaja un matrimonio a Santa Marta, San Andrés o Cartagena, da tique­tes gratis a dos hijos menores de 18 años o a los padres, mayores de 65 años, de uno de los cónyuges. A Cartagena tiene la misma tarifa rebajada de Intercontinental.

La audacia comercial de las em­presas jóvenes ha aflojado los re­sortes de las viejas –Avianca y SAM–, que han lanzado al mercado tarifas de competencia. He conocido, al momento de cerrar esta nota, un tiquete económico de Avianca que sólo cuesta $104.000 de Bogotá a San Andrés y regreso. La misma empre­sa promociona el llamado Plan 2×1, que consiste en la ganancia de un tiquete cuando una pareja viaja a Cartagena, Santa Marta o San An­drés. SAM, por su parte, presenta diferentes alternativas para poner­se a tono con el mercado.

Las estrategias que se señalan al vuelo (la palabra cae al dedillo) representan una contraofensiva eficaz para frenar el alza escandalosa de los pasajes aéreos. Al fin se obtuvo algún alivio dentro de las carestías crecientes que asfixian la vida nacional. Las dos empresa mayores deben estar preocupadas con el descenso que muestran sus ventas durante el primer semestre de 1993: 4,6% en el caso de Avianca, y 2,9% en el de SAM. En cambio, Intercontinental superó el número de pasajeros en el 70,9%, y Aires en el 34,9%. La guerra de tarifas apenas ha comenzado.

El Espectador, Bogotá, 16-X-1993.

 

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