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Archivo para la categoría ‘Temas literarios’

Fiesta literaria en Calarcá

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Del 11 al 14 de agosto tendrá lugar en Calarcá el tradicional Encuentro Nacional de Escritores Luis Vidales, creado por acuerdo municipal de Calarcá del año 2007, y que cuenta con el apoyo de la Gobernación del Quindío, el Ministerio de Cultura, la Universidad del Quindío, el diario La Crónica del Quindío, el Museo del Oro Quimbaya, la Academia de Historia del Quindío y empresas privadas como Café Sorrento y Multipropósito de Calarcá.

Estos encuentros se han ocupado de los siguientes temas en los años que llevan de existencia: novela breve (2008), novela histórica (2009), cuento (2010), literatura y periodismo (2011). Junto con los escritores de la región hacen presencia en Calarcá destacadas figuras de las letras y el periodismo nacionales, quienes durante los cuatro días de la reunión participarán en conferencias, charlas, talleres, presentación de libros y otros actos de tipo cultural. Los participantes en los diferentes ciclos se calculan en 4.000 personas.

La idea central que concibieron los fundadores del evento fue la de propiciar un proceso cultural y educativo que se extienda a la población estudiantil y al público en general, bajo los postulados de las letras y el arte como motores del desarrollo personal y el progreso de la región. Hacia dicho propósito se dirige –casi desde el momento en que concluye el encuentro en curso– la organización del año siguiente. Desde ahora, ya está previsto el tema provisional para el 2012: literatura, amor y erotismo.

Los municipios de Circasia, Génova y Caicedonia (perteneciente este al Valle y que tiene gran afinidad con el Quindío) fueron escogidos este año como invitados de honor de los actos culturales. En general, el cubrimiento abarca a toda la región. La ocasión se presta para difundir la imagen del Quindío como zona generadora de turismo cultural en el ámbito nacional, coincidiendo con la temporada de vacaciones de mitad de año.

Dignos de ponderación son el entusiasmo, el empeño y el esfuerzo con que los miembros del comité organizador se dedican, con meses de anticipación, a mover todos los engranajes (entre ellos, el económico) para que las cosas funcionen. Ellos se mueven bajo las pautas trazadas por la Fundación Torre de Palabras, entidad que promueve la lectura, la escritura creativa y la literatura en el Quindío, y es la encargada de organizar los encuentros de escritores.

En realidad, la actividad cultural comienza desde el 7 de abril, y llega hasta el 7 de agosto, con el ciclo pedagógico al que se ha dado el nombre de Suenan crónicas (en referencia a Suenan timbres, título del libro mayor de Luis Vidales, hijo dilecto de Calarcá, en cuyo honor se realiza el evento). Este ciclo consiste en la ejecución de talleres en las instituciones educativas públicas y en la Casa de la Cultura de Calarcá, que lleva el nombre de su gestora, la gobernadora y parlamentaria Lucelly García de Montoya, muerta hace varios años.

Viene luego el ciclo audiovisual durante los días 4, 5 y 6 de agosto en el teatro Yarí de Calarcá (sitio emblemático de la ciudad), programación que permite, por medio de charlas, talleres y presentación de documentales, un debate amplio sobre la relación que existe entre la literatura y las artes de la televisión y el cine.

Calarcá ha sido tierra de escritores y poetas. La efervescencia cultural que se vive en estos días no hace sino refrendar esa vocación por las causas del espíritu que viene desde días remotos, legada por una pléyade de figuras ilustres en diversos campos del arte, y que ahora se agita con nuevos bríos bajo las banderas de las juventudes actuales.

El Espectador, Bogotá, 3-VIII-2011.
Eje 21, Manizales, 4-VIII-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 6-VIII-2011.

Crónicas quindianas

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Después de mi regreso de Armenia a la ciudad de Bogotá, que cumple 28 años, han surgido diferentes figuras en el campo de las letras quindianas, que poco a poco he venido asimilando a través de los libros que me llegan de la región. Una de esas figuras es Libaniel Marulanda Velásquez, natural de Calarcá, quien a través de perseverante labor ha ganado sólido prestigio en los géneros del cuento y la crónica. Por otra parte, es gran aficionado a la música y como compositor ha escrito numerosas canciones que le dan renombre en el repertorio quindiano.

Esta combinación de las letras y la música resulta en verdad fascinante para el creador imaginativo que es Libaniel Marulanda, y que vive en función del arte para ennoblecer y dulcificar la existencia. El año pasado publicó el libro que lleva por título Crónicas quindianas, compuesto por 36 trabajos de grato sabor sobre personajes de la región salidos de diferentes actividades y capas sociales, que dibujan una semblanza de la tierra cafetera. A través de la gente se retrata el alma de los pueblos, y esto es lo que hace Libaniel Marulanda con estos prototipos de la sociedad, situados sobre todo en los municipios de Armenia y Calarcá.

Prosas ágiles y atractivas las suyas, que cumplen con el requisito de la esmerada factura gramatical y el buen estilo. Ellas tienen la virtud de rescatar con gracia y penetración sicológica episodios memorables movidos por protagonistas singulares. Por estas páginas desfila gente de las letras, la radio, la música, el periodismo, la ciencia o la política, y también seres comunes que han dejado rastros perdurables en el proceso histórico de la comarca. Sin embargo, solo el ojo avizor del buen escritor –oficio que Libaniel Marulanda cumple a cabalidad– logra salvar del olvido o la abulia estos capítulos dignos de pasar a la historia.

Cumple el autor con la tarea de convertirse en historiador del tiempo. Esa es la misión y el compromiso del escritor. En este caso, no solo están las amenas crónicas perfiladas al paso de los días (y varias de ellas publicadas como trabajos periodísticos en La Crónica del Quindío), sino los atinados cuentos donde recupera, a través de lo que puede llamarse la ficción histórica, perfiles memorables de la vida parroquial. El cuento es, o debe ser, recurso inapreciable que, partiendo de la microhistoria, puede convertirse en eslabón para plasmar la historia de los pueblos.

Cronista y cuentista se entrelazan aquí para trasladar a otras generaciones lo que ha acontecido en el Quindío en la segunda parte del siglo XX y comienzos del XXI. Los lectores del mañana encontrarán en estas Crónicas quindianas, lo mismo que en la obra Al son que me canten cuento (para solo referirme a los dos últimos libros de Libaniel Marulanda) perfiles agudos sobre personas destacadas o actores pintorescos de la región.

El volumen de crónicas adquiere mayor notoriedad con la serie de caricaturas que adornan cada uno de los capítulos de la obra. Rasgos que aparte de definir al personaje en forma precisa –casi como si se tratara de una foto al natural– ofrecen novedosos enfoques sobre ciertas señales externas que se convierten en distintivos personales de la gente reseñada. Observo que en Calarcá existe una magnífica escuela de comunicación gráfica –Taller Dos– de la que hacen parte Jairo Álvarez, Carlos Cardona, Iván Felipe Gutiérrez y Felissa Baena, plumas maestras que le dan  realce a las crónicas del escritor.

Y al libro se le ha puesto música. Es la música, a ritmo de acordeón, que el cronista Marulanda lleva en el alma para ambientar los paisajes externos e interiores de sus personajes. Todo está  concatenado en forma admirable para forjar este exquisito libro sobre el menudo o gran acontecer quindiano, que vivimos todos los días y en las más variadas circunstancias, y no siempre sabemos apreciar.

Bogotá, 28-VII-2011

Honores al novelista de Tuluá

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Gustavo Álvarez Gardeazábal está en la edad de recibir honores. Su obra consta de veinte libros y más de mil artículos de prensa o ensayos. El género que más lo distingue es el de la novela, en el que ha publicado trece títulos.

A los 65 años de edad y a los 40 de la publicación de Cóndores no entierran todos los días –su novela más destacada–, la Universidad del Valle le otorga el doctorado honoris causa en Literatura que le será entregado el 14 de mayo en el salón Rentería del Hotel Guadalajara de Buga.

Antes de dicho evento, la misma Universidad del Valle organizó en su sede de Buga un coloquio sobre los 40 años de Cóndores, con presencia del autor. Este, por otra parte, ha recibido en su finca El Porce a estudiantes de las universidades Javeriana y Católica para intercambiar puntos de vista sobre su obra cumbre. Si León María Lozano, jefe de los “pájaros” y el cóndor mayor de la violencia en el Valle, estuviera vivo, se sentiría honrado con que alrededor de su memoria se realizaran estos actos académicos.

Pensará León María, en su hondísima tumba (si es que todavía existe), que él no nació para los alamares de su paisano el escritor, sino para ser matón en la violencia tenebrosa de los años 50, pero aun así se sentirá grato con quien se ha encargado de perpetuar su nombre siniestro en el recuerdo de las futuras generaciones.

Además, la Editorial Grijalbo publicará dicha novela en edición de lujo y con patrocinio de Compensar, Comfenalco Valle, Interaseo y Electra. Que no será superior –pienso yo– a la bella publicación que poseo de Ediciones Destino (Barcelona) con la que se divulgaba esta obra ganadora, en 1971, del Premio Manacor, hecho que llevó al novelista, que apenas contaba 25 años, a las cimas de la fama.

En esta serie de homenajes a Álvarez Gardeazábal se suma el de la Editorial Panamericana, que le reeditará El bazar de los idiotas, y el de la Universidad del Valle, que hará lo mismo con La tara del Papa. Obras que desde ya despiertan el interés de los asistentes a la Feria Internacional del Libro que está próxima a abrir sus puertas en Bogotá.

Con toda razón mi ilustre amigo, a quien el mundo se le vino encima con esta profusión de agasajos, me escribe lo siguiente: “Aunque cuando lleguen esos homenajes uno comienza a oler a gladiolo, aspiro a sobrevivir a tanto honor”. Claro que pasará la prueba de esta que pudiera llamarse una encerrona de la fama. Son de esos sucesos laudatorios en la vida del escritor de renombre que este no puede rehusar, ya que es autor de su propio destino en el camino que escogió de las letras, que ya no puede abandonar por más que quisiera.

Con este bagaje literario, Álvarez Gardeazábal ha llegado no tanto a la que algunos llaman con eufemismo la edad dorada (sinónimo de vejez), sino a la cumbre de su obra combativa y valiosa. Cóndores es fiel retrato de la violencia colombiana en aquellos años nefastos y como tal se encuentra unida a este memorable proceso histórico. Todas sus novelas son de denuncia y contienen aguda certeza para combatir a los gamonales de los pueblos y desenmascarar las taras sociales o los excesos religiosos. Bien se merece el novelista estos reconocimientos que por lo pronto lo desquician, pero que habrán de fortalecer su espíritu luchador y creativo para nuevas realizaciones.

* * *

Un esquivo honoris causa. Este caso me hace recordar el honor que hace ya largo tiempo me otorgó el rector de la Universidad del Quindío al anunciarme que me había sido conferido el mismo título que ostentará mi tocayo: doctor honoris causa en Literatura. Muerto de la pena, le rogué que me dispensara de aceptar la distinción debido a los nexos estrechos que mantenía con la Universidad como gerente del Banco Popular. Era cuestión de ética en mi ejercicio bancario. El rector me entendió. Y yo casi soy doctor.

Eje 21, Manizales, 16-IV-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 16-IV-2011.
El Espectador, Bogotá, 17-IV-2011.

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Comentarios:

La bellísima nota que has escrito sobre mi jubileo me abruma como a niñito de escuela recibiendo medallas y felicitaciones. Gardeazábal, Tuluá.

Cóndores es una de esas lecturas que impactan y que  por ello permanece incólume su recuerdo, con mayor razón cuando a nuestra generación le correspondió vivir esa violencia de la nefasta década de los años 50 y el estertor  de los 40. Los merecidos homenajes que recibirá el maestro Gardeazábal son consecuencia de una vida dedicada a su arte literario, que impregna de ese valor civil que se destaca en su personalidad, de  hombre franco y valeroso. Gustavo Valencia G., Armenia.

Qué bueno ese doctorado honoris causa para GAG, y qué buena tu crónica. Rescato sobre todo de ella la escueta y preñada narración de por qué no eres tú también doctor honoris causa, qué concepto tan ético de la vida el que ahí se revela. Te cuento que yo pasé por una experiencia no homologable, pero sí parecida, en el 2006, estando de vacaciones en mi ciudad natal. Te copio los dos fragmentos de mi diario que relatan el hecho. Ricardo Bada, Colonia (Alemania). 

Libros quindianos

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Por Carlos Alberto Villegas Uribe, secretario de Cultura de la Gobernación del Quindío, me enteré de la reanudación de la Biblioteca de Autores Quindianos, empeño regional que había entrado en receso hace buen tiempo y que ahora vuelve a ponerse en marcha gracias a un programa dinámico de la Gobernación y la Universidad del Quindío.

Para el efecto, se constituyó un comité permanente encargado de evaluar y recomendar para su edición obras de los escritores locales en los géneros del ensayo, la narrativa y la poesía. Esto permitirá, entre otras cosas, recuperar importantes libros de autores ya desaparecidos, varios de ellos con prestigio nacional, que por lo general tuvieron primera edición y nunca más volvieron a circular.

Para iniciar el programa se publicaron en pulcras ediciones los primeros seis títulos, que cito a continuación: Argonautas del espíritu, ensayos de Bernardo Pareja; Postigos: asomos y presencias literarias, ensayos de Jaime Lopera Gutiérrez; Ensayos de historia quindiana, textos de varios autores; Los muros y la rosa, poemas de Gustavo Rubio Guerrero; Conversaciones con el pez, poemas de Elías Mejía, y Quién patea un perro muerto, narrativa de Umberto Senegal.

Para el mes de abril se contempla la entrega de seis títulos más, y otros dos para el mes de junio. Vienen en camino espléndidos cuentos de Eduardo Arias Suárez y Antonio Cardona Jaramillo (dos de los mejores cuentistas que tuvo el país, por desgracia olvidados en nuestros días), lo mismo que una famosa novela de Jaime Buitrago Cardona y un libro de crónicas de Rodolfo Jaramillo Ángel. Así, el gobierno departamental cumplirá al finalizar el año destacada labor editorial, digna de encomio, como estímulo a los creadores del arte quindiano.

Fuera de esta colección, he recibido de sus propios autores, y las he leído con la mayor atención, las siguientes obras: Crónicas quindianas y Al son que me canten cuento, de Libaniel Marulanda; Conversaciones ajenas (recopilación de los mejores textos del primer concurso departamental de cuento Humberto Jaramillo Ángel), y La casa del hombre, poemas de Óscar Piedrahíta González.

En el caso de Libaniel Marulanda, oriundo de Calarcá, de quien sólo en forma vaga había oído hablar, me complace encontrarme con un escritor de calidad, tanto en el manejo de la crónica como del cuento. Sus trabajos recrean la vida de la comarca a través de cuentos bien logrados y de perfiles novedosos sobre personajes que han dejado rastro y merecen reconocimiento. Ha sido escritor consagrado desde hace buen tiempo al quehacer literario, al lado de su afición musical, y cuyas obras, de indudable mérito, enriquecen la bibliografía regional.

Gran promotor de la literatura quindiana es Ángel Castaño Guzmán, mediante la organización, con otros escritores, del concurso de cuento que lleva el nombre de Humberto Jaramillo Ángel. Además, en su revista La Avenida ha dado difusión a las obras y los hechos culturales que surgen en el departamento.

Óscar Piedrahíta González rescata en su libro La casa del hombre, publicado por la Alcaldía de Armenia y su Corporación de Cultura y Turismo, viejos poemas inéditos escritos durante sus andanzas nadaístas. Obras que fueron conocidas por Gonzalo Arango, Germán Espinosa y otros importantes poetas, que le expresaron su beneplácito.

En fin, con estas letras al vuelo deseo señalar el espíritu cultural que se vive en el Quindío y que de manera admirable se expresa en hechos tangibles como los que dejo reseñados.

El Espectador, Bogotá, 23-II-2011.
La Crónica del Quindío, Armenia, 26-II-2011.
Eje 21, Manizales, 26-II-2011.

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Comentarios:

En nombre de los quindianos, te doy las gracias por la reseña de la Biblioteca de Autores Quindianos. Es la línea de tu actitud vital con el Quindío: generosa. Carlos Alberto Villegas Uribe, Armenia.

Me parece loable la labor cultural que realiza la Gobernación del Quindío desde su Secretaría de Cultura, con la publicación de obras que tienen importancia en la trayectoria literaria del departamento.  Publicarlas en nuevas ediciones es darle vigencia a obras que destacaron la calidad de los autores que usted menciona en su columna. No obstante, me parece insuficiente la labor de la Secretaría de Cultura. Creo que además del rescate de algunos nombres de valores regionales debería estimular el surgimiento de nuevos  escritores, con el apoyo de la Universidad del Quindío, entidad que cuenta con la estructura suficiente para esta labor. Gustavo Valencia G., Armenia.

Qué interesante observar esa valiosa producción intelectual de los quindianos.  Sin duda es un ejemplo para las demás regiones y una exaltación de la intelectualidad, del pensamiento y de la palabra escrita. Eduardo Durán Gómez, Bogotá.

Rosario Sansores

sábado, 11 de febrero de 2012 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Méjico se ha olvidado de esta poetisa romántica que tuvo gran figuración por la época en que también Laura Victoria, la precursora en Colombia de la poesía erótica, y sobre quien acabo de concluir un libro biográfico, obtenía sonados aplausos. Como no eran muchos los datos recogidos sobre Rosario Sansores, acudí a mi dilecta y culta amiga Diana López de Zumaya, hija de Adel López Gómez y residente en Méjico hace largos años, para que me ayudara a salir de las sombras de esta figura digna de recordación.

Pero mi amiga, en el propio país de los sucesos, no consiguió ampliar mi visión sobre la autora de Rutas de emoción, precioso libro de prosa romántica que Rosario publicó en 1942, que revela un alma sensible que divaga en las honduras del amor y sabe interpretar los secretos del hombre (y de los hombres). «Lo extraño –me comenta Diana– está en que aquí nadie me pudo decir ni una sola palabra, ni menos una palabra elogiosa sobre Rosario Sansores».

Fracasada esta pesquisa, voy a tratar de reconstruir en líneas generales la imagen de la brillante poetisa y periodista de otros tiempos, que hoy nadie recuerda en su propio país, basado en datos fragmentarios que he logrado sacar de otras fuentes. Lo que sucede en este caso es lo mismo que suele ocurrir con mucha gente famosa: que el manto del olvido –triste e inexorable realidad humana– cae sobre el tiempo y desvanece o destruye el recuerdo.

Escribí al principio de esta nota la palabra sombras y esto me viene de perlas para decir que entre las numerosas canciones populares que Rosario difundió por los aires de Méjico y del continente, Sombras es la más representativa y sigue arrullando el corazón de los enamorados:

Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras,

cuando tú te hayas ido, con mi dolor a solas,

evocaré este idilio de mis azules horas.

Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras.

En la penumbra vaga de mi pequeña alcoba,

donde una tibia tarde me acariciaste toda,

te evocarán mis brazos, te buscará mi boca,

y aspiraré en el aire como un olor a rosas.

Cuando tú te hayas ido, me envolverán las sombras.

Rosario nació en una familia rica y creció rodeada de mimos y comodidades. A los doce años, cuando termina el último grado de estudios, ya hacía versos. Dos meses después muere su padre y se frustra el viaje que iba realizar a Europa. Se casa a la edad de 14 años –o mejor, la casa su familia– con el hombre que le han elegido y por el cual no siente nada.

Luego se va a vivir con su marido a La Habana, donde resulta vecina de Ernesto Lecuona, quien le pone música a algunos de sus poemas.

El ecuatoriano Carlos Brito musicaliza en aire de pasillo el poema Sombras, que se vuelve famoso. Rosario es además autora de numerosos temas que entran al folclor mejicano con la música de diversos compositores. El alma romántica de la poetisa se esparce por los países de América en letras llenas de sensibilidad.

Rosario fue uno de los mayores soportes de Laura Victoria a su llegada a Méjico. Además, mantuvo mucha cercanía espiritual con nuestro país. En 1925, Barba Jacob la conoce en La Habana. Ella se enamora del poeta y años después lo atenderá en Méjico durante su enfermedad en el Hospital General. En 1932, Luis Eduardo Nieto Caballero le escribe agradeciéndole «el solícito interés que ha tomado por Barba Jacob, querido amigo mío y gloria nues­tra». En 1938, Rosario le escribe a Ismael Enrique Arciniegas: «Sus agonías son frecuentes. Vengo del hospi­tal donde se muere Barba Jacob. No amanecerá». (Sin embargo, el poeta sobrevive a la nueva emergencia, y muere en 1942).

Rosario permanece ante su lecho de enfermo y mueve la solidaridad de sus amigos para reunir fondos que ali­vien la penuria económica del colombiano. Por esta épo­ca Rosario está divorciada y le ha quedado una hija. No fue feliz en el matrimonio. Más aún: no fue feliz en toda su vida amorosa y sufrió constantes desilusiones.

Su admi­ración por Barba Jacob, nacida en 1925 y que se prolonga durante 17 años, se ignora hasta dónde llegó en el pla­no sentimental. Es posible que se hubiera tratado de un amor platónico o de una relación fallida. «La gloria del amor –confiesa– no ha sido nunca mía. Siendo aún niña, una sibila me predijo que viviría siempre sola».

Entresaco de Rutas de emoción estas frases patéti­cas que revelan el infortunio de Rosario Sansores en su vida amorosa:

En torno mío no hay más que soledad. El amor que otras mujeres tontas y vacías tienen a raudales, no me ha pertenecido nunca (…) No soy sino una mujer que ha vivido intensamente. Soy una mujer que se ha pasado la vida siempre esperando un amor, que no ha llegado (…) Mi amor es un amor hecho de sueño y de ilusión, un amor casi  inmaterial, a fuerza de ser puro (…) Pienso que en la tumba se debe uno sentir muy a gusto. No oír tonterías, no contemplar rostros aborrecidos (…) dormir en un sueño ininterrumpido, quedarnos así, inmóviles, fríos, inertes”.

Le pregunto a Laura Victoria por Rosario Sansores y ella me contesta, como alejando una telaraña de sus ojos:

–Murió probablemente en Ciudad de Méjico. Escribía en Novedades una columna muy leída que se titulaba Rutas de emoción. Un poema suyo muy famoso, que se volvió canción, es Sombras.

Repasando papeles que la misma Laura Victoria puso en mis manos para la confección de su biografía, me encuentro con una declaración suya de 1942 al periódico El Liberal, de Bogotá, donde narra el notorio declive de su amiga: «Sus últimas crónicas no corresponden al prestigio que tuvo como poetisa, mostrando, tanto en sus escritos como en su manera de vestir y conducirse por la calle, una marcada desviación mental».

¡Ah, el olvido de los tiempos! ¡El olvido de los hombres! ¡Las ruinas de la vida! A la postre, el tránsito de la persona sobre el planeta puede quedar reducido a lo que dice Rosario Sansores en su canción, ésta sí imperecedera: a sombras. El olvido es el mayor ácido de la existencia humana. Hay indicios que conducen a pensar que aquella lejana poetisa del amor, por quien nadie da razón hoy en su  propia tierra, estuvo alguna vez medio deschavetada, y es posible que esto hubiera contribuido a opacar su gloria.

Revista Manizales, No. 712, mayo-junio/2001.

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Comentario desde Cuba:

En conversación sobre escritores con una amiga mía, se hizo mención de Rosario Sansores. Le di a leer entonces la Revista Manizales No. 712 de mayo-junio 2001, en la cual aparece el valioso artículo de Gustavo Páez Escobar sobre ella. Me trajo entonces mi amiga este artículo aparecido en una revista de la cual fue arrancada la página, no pudiendo por tanto dar datos de dicha publicación ni de su fecha. Pero creo que nada importa esto para recordar a esa gran escritora que fue Rosario Sansores». Miguel Suárez García, desde Rodas, Cuba (Revista Manizales, No. 721. noviembre-diciembre/2002).

Por su parte, la directora de Revista Manizales anota lo siguiente: «Coincidiendo con este envío –que agradecemos inmensamente al amigo Miguel –, hemos encontrado en estos días algunas poesías de Rosario, casi desconocidas, y que vienen a complementar lo que ella nos cuenta en su dolorida página de recuerdos. Se publica la citada página desconocida, junto con los siguientes poemas: Mujer, Cansancio, El milagro, Soledad».