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Archivo para lunes, 2 de agosto de 2010

Pobres burros

lunes, 2 de agosto de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Esto de que el coronel Valero se haya negado a obedecer la orden de sacrificar en Arauca a 55 burros y 8 caballos condenados a muerte, parece una picaresca del conflicto armado. En este país tan convulsionado por los choques entre las Fuerzas Armadas y las guerrillas, que dejan multitud de muertos y hacen perder la sensibilidad humana a los contrincantes, se han salvado –cosa increíble– estos animales que entraron de contrabando por la frontera con Venezuela.

Cuenta la noticia que 20 soldados de la Brigada 18 estaban listos para dar el tiro de gracia a las víctimas, bajo la sospecha de que eran portadoras de graves enfermedades contagiosas, según funcionarios de la Dian, el ICA y la Alcaldía de Arauca. Para el efecto, se había abierto una fosa de adecuadas proporciones para el entierro de los 63 solípedos.

Pero a última hora el coronel Valero se abstuvo de dar la orden a sus hombres. La razón que adujo se la agradecen los nobles brutos. Se la agradecemos los defensores de los animales. “No quiero –dijo el oficial– que nos acusen de matar burros y caballos, cuando a quienes debemos disparar no están aquí sino en el monte”. Bien pensado, coronel. Sin duda, el presidente Uribe ya tomó nota de sus palabras.

El suceso conduce a conjeturar que algo no estaba bien articulado en el trámite, lo que refleja la ligereza con que se actúa muchas veces, tanto en las artes de la guerra como en los actos oficiales. El asunto da lugar para hablar sobre el maltrato de los animales. En este caso, los protagonistas son los 55 burros que estuvieron a punto de llegar a la fosa común, y que se salvaron –ojalá así haya ocurrido– gracias al buen criterio de un coronel reflexivo.

Por las calles bogotanas, tan llenas de asperezas y brutalidad, el burro, el más humilde y sufrido de los animales, vive su eterna esclavitud bajo la rienda salvaje de sus amos, los zorreros. Burros macilentos, sometidos a exhaustivas jornadas bajo el sofoco del hambre y la sed, dibujan la inclemencia del hombre cuando se vuelve tirano. El burro, en el mundo entero, es objeto de maltratos. Se le explota como bestia de carga o de tracción y recibe palizas cuando se resiste a caminar más rápido, agobiado por el peso exagerado que acarrea.

Quienes torturan o matan a los animales (llámense toros, caballos, perros, burros, palomas…), no pueden ser buenas personas. No merecen el título de seres humanos. A la vista están las palomas envenenadas en la Plaza de Bolívar de Bogotá. La mano que lo hizo es una mano criminal. Lo mismo que hoy se da muerte a una paloma, mañana se puede matar a un hombre.

Juan Ramón Jiménez, consciente de la  humillación en que vive el personaje de esta crónica, lo redimió con la exaltación de Platero, borrico noble, bueno, agudo e inteligente, con quien recorría las tierras de Moguer en diálogo entrañable, y que pasó a ser rey en las letras universales.

La prolongación de Platero la presencié en España, en el pueblito de Mijas (Costa del Sol), donde burritos vestidos de fiesta transportan a los turistas en pequeños carruajes y cargan a los niños en medio de jubilosa algarabía. Un siglo atrás, Iriarte había inmortalizado al Burro flautista. Quiero suponer que el coronel Valero leyó en sus mocedades (por supuesto mucho tiempo antes de volverse experto en armas) a Juan Ramón Jiménez y a Iriarte, para haberse negado a dar muerte a la manada de jumentos que se salvaron del sacrificio por un sentimiento humanitario, creo yo.

Juan Ramón dijo que al hombre que es bueno debieran decirle asno, y al asno que es malo debieran decirle hombre.

El Espectador, Bogotá, 12 de febrero de 2007.    

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Comentarios:

Me encantó lo sencillo y sentimental del artículo. La solución del problema no era dar la orden ilógica y aberrante, traspasando (puede que malintencionadamente) la responsabilidad al ente militar que nada tenía que ver. Toda orden debe ser “clara, precisa y concisa” pero basada en el sentido común. En ésta, además de la falta de “raciocinio y corazón”, se pretendía dar una solución fácil cometiendo un “equino-burricidio” cruel. Jorge Alberto Páez Escobar, capitán de navío (r) de la Armada Nacional.

No podía creer lo que leía. Yo que lloraba en mi temprana niñez viendo a los burros cargados por la Séptima, y siendo lastimados por los recogedores de desperdicios, me sentí conmovida por tu nota. Por eso me encanta leerte: porque eres capaz de escribir hasta de la suerte de los burros. Colombia Páez, periodista colombiana residente en Miami.

Lunares de Bogotá

lunes, 2 de agosto de 2010 Comments off

Por: Gustavo Páez Escobar

Lástima que en la costosa propaganda que el alcalde Garzón se está haciendo un  año antes de concluir su mandato, no pueda incluir tres renglones fundamentales para la calidad de vida de los bogotanos: el tránsito, las calles y el medio ambiente. Lástima que en la costosa propaganda que el alcalde Garzón se está haciendo un  año antes de concluir su mandato, no pueda incluir tres renglones fundamentales para la calidad de vida de los bogotanos: el tránsito, las calles y el medio ambiente. Lástima que mientras Bogotá ha obtenido prestigio internacional como atractivo centro turístico, tengamos que calificarla, por el pésimo estado de sus calles, como la ciudad de los huecos.

Lástima que mientras el New York Times la define como un “lugar fabuloso para visitar”, la polución del medio ambiente sea cada vez más lesiva para la salud. Lástima que mientras Bogotá conquista el premio de la X Bienal de Arquitectura de Venecia (Italia), el caos del transporte vuelva neurótica a la gente en medio del floreciente urbanismo. Lástima que mientras la Unesco la declara como “Capital Mundial del Libro”, los vándalos se roben las tapas de las alcantarillas, creando verdaderas trampas mortales a lo largo y ancho de la ciudad, y nada les pase

Con el emblema de “Bogotá sin indiferencia”, la Alcaldía ha contratado una inmensa y reiterativa campaña para mostrar a los contribuyentes –que somos quienes pagamos los avisos– los lados positivos de la administración. En páginas enteras que se repiten en periódicos y revistas, y que de tanto publicarse ya no se leen, se comunica la reducción de homicidios, de accidentes de tránsito, del robo de carros y de residencias.  

Además, se citan los programas dirigidos a la educación y se resalta que buena parte del presupuesto del distrito ha tenido carácter social. Estos logros, que son evidentes y que la opinión pública ha recibido con beneplácito, no necesitan de semejante despliegue publicitario, similar al de una campaña política. Ojalá se supiera el monto de esa crecida erogación. Al Alcalde se le ha ido la mano en este gasto innecesario. Lleras Camargo, tan pulcro en sus actos de gobierno, decía que las obras se acreditan por sí solas y prohibió que tuvieran ninguna placa de reconocimiento. 

Bogotá está destrozada: no le cabe un hueco más. Los 362 mil millones que aprobó el Concejo para dicha finalidad, y que sumados a recursos del IDU aumentan la cifra a cerca de un billón de pesos, apenas significan un baño de agua tibia para reparar toda la malla vial (7,2 billones de pesos). Y al Alcalde se le termina el período.

Lástima que Bogotá continúe paralizada por el desesperante caos vehicular. Hay que sacar de circulación 8.000 buses viejos, que aparte de congestionar el tránsito contaminan la atmósfera. Pero como los empresarios del transporte tienen poder político e imponen su voluntad, el problema sigue sin solución. Ojalá la recién creada Secretaría de Movilidad no se convierta en una nueva dependencia inoperante.

El Espectador, Bogotá, 2 de febrero de 2007.   

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Comentario:

Jaime Castro cuando fue alcalde se inventó la sobretasa a la gasolina para tener unas impecables vías, tasa que se generalizó por todo el país, y las vías son horribles, con unas pocas excepciones. La sobretasa de Jaime Castro tuvo un nuevo incremento de 5 puntos, y las vías son un desastre. ¿Dónde está el dinero de rodamiento, que es mucho, el dinero de operación de los vehículos de servicio público, el dinero que cobran por matricular un carro, el dinero de las infracciones de tránsito que debe destinarse solamente a la seguridad vial?

Lo más triste es que esos recursos frescos son para tapar huecos, trabajo que solo dura mientras entra el invierno. El asunto no es botar la plata tapando huecos: es levantando toda la capa y repavimentando, y aprovechar esta coyuntura para quitar esos separadores tan mal instalados técnicamente, que reducen la movilidad, generan muchos trancones y una elevadísima accidentalidad. La contaminación del transporte público es una verdadera vergüenza, no hay chatarrización, los carros viejos se varan, contaminan, hacen lento el tráfico.

Una publicación de una página, en un día domingo en El Tiempo, está costando cerca de 20 millones. Qué forma de despilfarrar nuestros impuestos. Estamos mal gobernados. General Orlando Páez Barón.