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Polémica lechera

jueves, 15 de diciembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

No es que el médico Hernán Jaramillo Botero se haya declarado en guerra contra las ubres maternas. Ni más faltaba. Lo que manifiesta es que no sólo 1.’de leche vive el niño. Y sostiene, con la indiscutible autoridad que lo respalda, que los elementos nutricionales de la leche son muy pocos, por carecer de suficiente cantidad de hierro y vitaminas para procurar al niño el desarrollo que necesita.

“Pensar que con sólo leche se pueden desarrollar el cerebro y los tejidos de un niño normal, es un verdadero absurdo», afirma el destacado pediatra. Y agrega que «la dieta sólo láctea produce anemia en los niños y genera consecuencias gravísimas en los procesos enzimáticos e inmunológicos».

Como director durante largos años del Hospital de Calarcá, Jaramillo Botero habla basado en amplia experiencia. Declara que como resultado de su programa antilácteo no se presentan casos de niños enfermos en su hospital. Y ofrece este dato revelador, digno de análisis por parte de las autoridades sanitarias del país: la mortalidad de 25 a 30 niños que se registraba en los años 80, prácticamente ha desaparecido en la actualidad. El departamento de pediatría permanece desocupado. A base de compotas ricas en nutrientes, metales, proteínas y vitaminas, que han eliminado la leche materna en los predios del médico Jaramillo Botero, los recién nacidos gozan de mejor salud que los que sólo consumen el preciado líquido natural que se pone en duda, por más maternal y amoroso que sea.

Para refutar la vieja tesis tan propalada en el mundo entero sobre el poder de la leche propia, el científico quindiano dice que el amor de una madre no se puede medir en cantidades de leche –que él llama, con pintoresco lenguaje expresivo, «cunchitos de agua y grasa»–, y agrega que la inteligencia, que no se hereda, tiene que hacerla la propia criatura a base de nutrientes, en los tres primeros meses de vida.

La posición del médico ha provocado ardiente polémica en todo el país. La primera entidad que muestra su desacuerdo es, como resulta obvio, el Consejo Nacional de Lactancia Ma­terna, que predica todo lo contrario. Es decir, que la leche materna es insustituible. Jaramillo Botero, como queda visto, se aparta por completo de ese criterio y de paso condena las «mentes lácteas».

La interesante controversia levanta polvareda entre madres y científicos. Y a uno, por más profano que sea, le dan ganas de volver a nacer, pero en el Hospital de Calarcá, a ver si llega al mundo más sano, y además inteligente, gracias a las fórmulas de este pediatra experimentado y revolucionario en el campo médico, cuyas hijas, dicho sea de paso, exhiben envidiable vitalidad.

El Espectador, Bogotá, 29-VI-1996.
La Crónica del Quindío (editorial), Armenia. 30-VI-1996.

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