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Mujeres en la historia

sábado, 11 de febrero de 2012

Por: Gustavo Páez Escobar

Dos distinguidas académicas, Mercedes Medina de Pacheco e Hilda Gómez de Monroy, acaban de poner en circulación, dentro de la serie bibliográfica de la Academia Boyacense de Historia, sendos trabajos que hablan de mujeres: Las mujeres en las Elegías de varones ilustres de Indias y La mujer colombiana y el proceso histórico de sus derechos.

Paciente labor de pesquisa tuvo que adelantar Mercedes Medina de Pacheco para localizar en los 113.609 versos que componen el poema más extenso escrito en lengua castellana –Elegías de varones ilustres de Indias, de Juan de Castellanos– las 179 mujeres que aparecen en dicha obra. Eran mujeres ocultas tras la sombra de los varones que protagonizaron en el siglo XVI los sucesos de la conquista y colonización del Nuevo Mundo.

Algunas de ellas cumplieron verdaderas hazañas al lado de sus hombres, pero esos hechos pasaron inadvertidos por los cronistas, quienes dirigieron sus escritos hacia la exaltación de los caudillos y se olvidaron de las heroínas. Hoy, en esta época que ha entrado a revaluar a la mujer en su justa dimensión, la escritora boyacense vuelve sus ojos al pasado para desentrañar de las páginas memoriosas de Juan de Castellanos los actos de heroísmo ejecutados por esa pléyade de indígenas ignoradas.

Si a las mujeres de entonces se les hubiera dado su real importancia, habrían salido sorprendentes capítulos sobre la sutileza, la pasión y la intrepidez femeninas, como actoras de grandes aconteceres épicos, algunos de ellos pintados de sangre y tragedia, a la altura de los dramas griegos. La autora del estudio escudriña los versos monumentales de Juan de Castellanos, párroco de la catedral de Tunja durante 35 años, y deshilvana las vivencias escondidas en el cruce de razas con los conquistadores.

El cura y escritor dejó su propia historia femenina al reconocer, al final de sus días, a su hija Jerónima y entregarla en matrimonio a Pedro de Rivera. Esa huella de su pasado, según lo anota Enrique Medina Flórez en certero ensayo sobre el poeta-cronista, fue el producto «de sus amores en Venezuela o acaso en islas del Caribe».

La autora de la investigación hace de su trabajo una obra al mismo tiempo histórica, original y apasionante. Las 179 mujeres extraviadas en aquellos versos gigantescos, de difícil lectura en nuestros días, resucitan en la pluma acuciosa de la académica boyacense. Cada una de esas mujeres tiene su propia historia. Su propio encanto y su propia fascinación.

El libro de Hilda Gómez de Monroy, cargado de feminismo, recoge las luchas de la mujer por la conquista de sus derechos durante el siglo XX. Es un recuento minucioso, basado en fuentes históricas, que se convierte en valiosa obra de consulta sobre el itinerario de sacrificios y realizaciones que condujeron al reconocimiento de la mujer como ser pensante, autónomo y generador de progreso.

Comenzando el siglo actual, la mujer no tenía la menor independencia para intervenir en la vida pública, ni se le reconocía ningún atributo como persona libre y creativa. Su condición femenina se confundía con la esclavitud hogareña, y los esposos apenas la consideraban hábil para procrear y criar hijos.

Las desigualdades ante el varón eran ostensibles y detestables, en todos los órdenes, y el exceso de sumisión de la mujer, que no sólo existía en Colombia sino en todo el continente, provocó una insatisfacción silenciosa que se manifestaría en abierta rebelión contra el machismo imperante.

No fue fácil cambiar en poco tiempo las costumbres ancestrales, pero la acción progresiva que a partir del año 1930 (punto de arranque de la lucha femenina) comenzó a surgir en el país, dirigida por voluntades aguerridas como la de Soledad Acosta de Samper, María Cano o la poetisa Laura Victoria, condujo a la conquista de los derechos políticos, civiles, culturales y laborales que hoy reconocen las leyes aprobadas en el resto del siglo XX.

Valioso trabajo el que entrega Hilda Gómez de Monroy en su obra académica, en la que recoge este proceso histórico que logró definir, en bien de la dignidad humana y del progreso nacional, la igualdad de los sexos en este mundo actual tan plagado de desequilibrios e injusticias.

El Espectador, Bogotá, 15-VIII-2002.

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